domingo, 22 de junio de 2014

ELOGIO DE LA GRATITUD. CARTA A JOSÉ MANUEL Y FRUCTUOSO


El viernes se publicó la noticia, aunque era un secreto a voces, hay nuevo Párroco en la Purísima. Pero no, eran de nuevo dos, Antonio Matilla y Policarpo Díaz. La Parroquia pasa a ser una “Unidad Pastoral”, constituida por las Parroquias de San Martín, San Sebastián y La Purísima. Se inicia una nueva etapa, en las personas y en el modelo de Parroquia, son los nuevos tiempos y las nuevas necesidades. Después de un proceso de cinco meses, el 26 de mayo de 1887, se crea en Salamanca la nueva Parroquia de la Purísima, fundiendo en ella la de San Benito y la de San Blas, que quedaron como iglesias filiales junto con la de Santa María de los Caballeros. Su primer responsable y párroco se llamaba Gaspar Jiménez Repila, que estará al frente de la comunidad hasta 1911. José Manuel llegó a la Parroquia en el año 1967 y Fructuoso en el año 1973, juntos han estado cuarenta y un años al frente de la comunidad. Toda una vida, toda una trayectoria de buen hacer, de fruto, de trabajo, de anuncio de la Buena Noticia de Dios. Para mucho de sus feligreses, como a mí, nos cuesta separar nuestra vida personal, con la vida de la Parroquia en esos años. A mis 52 años, allí realicé todos mis sacramentos de iniciación cristiana, mi matrimonio y he estado 34 años de catequista. Yo no podría contar mi vida sin la Parroquia, con muchos rostros y personas, entre ellos Fructuoso y José Manuel. Cada uno de vosotros tenéis vuestro quehacer y personalidad, creatividad, seriedad, calidad en el trabajo, siempre teniendo en cuenta no sólo el evangelio, sino la realidad que nos movemos, con sus amplísimos conocimientos bíblicos y de la cultura actual.
A veces, a uno no le salen las palabras, y lo primero que fluyen son los sentimientos. Haciendo memoria, son muchos años con vosotros y con la comunidad y por lo tanto, muchas las experiencias vividas y compartidas. Todas ellas fluyen en todas las direcciones y es difícil detenerlas para hacer memoria, no sé si el tiempo es ese médico sabio que cura y da serenidad y asume todo el pasado en el presente para  proyectar el futuro. O más bien, un hechicero que no cura, sino que infecta, y que deposita en el fondo del ser todo el dolor existencial. O una mixtura de ambas cosas. Mi corazón está entre el médico y el hechicero, algo así como una diferencia emocional y existencial, aunque también recuerdo aquellas palabras de Pablo, todo esto estará claro el día en que Dios, por medio de Jesucristo, juzgará lo que está oculto en la vida de los hombres. Estoy dando muchos rodeos, para expresar un profundo cariño acumulado durante muchos años, un Cáritas que nos hace ir hacia los otros y Él. Un cariño a veces a empujones, otras como un susurro paciente, como aquella imagen de las huellas en la playa, llevándonos en nuestra pequeñez, casi en vuestros propios brazos.
No puedo por menos de pensar en la Jubilación, ¿realmente cesará vuestro afán por la Misión del Reino? ¿Es cierto que en la comunidad estará de responsable otro Pastor, pero no es menos cierto, que formáis parte de la comunidad? ¿Cómo puede uno jubilarse de la familia? ¿Cómo puede uno jubilarse de anunciar la fe? No. ¿Cuál es el lugar de un cura jubilado, me pregunto? Me vienen a mi corazón tantos recuerdos y conociendo vuestro espíritu me resulta difícil contestar a esta pregunta. Recuerdo aquel  salmo: “en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso", aunque estaréis sin jurisdicción parroquial, no cesará vuestro anhelo por anunciar la Buena Noticia del amor de Dios, de seguir gritando con alegría y humildad el júbilo de vuestro corazón y sobre todo, de ser sacerdotes. Uno no se jubila de su identidad, ni de su dinámica vital, ni de vuestra sabiduría, de vuestras reflexiones, de vuestra lucidez, de vuestra palabra,….
Haciendo memoria, cuántos júbilos hemos disfrutado, desde la comunión en determinadas celebraciones o actividades como peregrinaciones, campamentos (¡ah! ¡los campamentos, donde estarán!), convivencias, catequesis, eucaristías y comidas en común. Esa fuerza de la comida en común habla de un Reino que está en medio de nosotros y a la vez nos transciende, sí, hemos vivido y compartido muchos momentos de júbilo. Leí una vez a Pedro Casaldáliga que nuestra memoria bien vivida es nuestra esperanza bien cimentada. Ese tesoro pasado decía Ranher es la libertad del futuro. Gracias.
Os quiero felicitar y agradecer estos estos años de acompañamiento, de ánimo, de fuerza, de cariño, de anuncio de la fe, de celebración, de construcción de la comunidad, de intentar transmitirnos compasión y verdad a Jesús y a descubrir en el misterio a Dios. También pediros perdón de todas mis rebajas, mis debilidades, de los momentos de decepción, cabezonería, cerrazón, de mis egoísmos u otra cosa que os hubiera ofendido o a la comunidad. Un beso y un abrazo muy grande y sigo cerca de vosotros para lo que necesitéis. Quisiera terminar con un poema de Antonio Colinas, es el número XXVII de sus “Llamas en la morada”, de su último libro Canciones para una música silente. GRACIAS
Sólo quisiera
escribir mis palabras con silencios:
escribir el poema sin palabras.

Sólo quisiera
musitar el poema
como plegaria del silencio
en el silencio.

 Juan Antonio Mateos Pérez


miércoles, 11 de junio de 2014

Parroquia de la Purísima. Subida al Monte Carmelo. Pentecostés

Subida al Monte Carmelo.

Un grupo de Adultos de la Parroquia de la Purísima ha realizado un recorrido urbano exterior e interior desde San Benito a la Iglesia del Monte Carmelo.

Unas doscientas personas de los grupos de adultos de la Parroquia de la Purísima, realizaron un recorrido urbano desde San Benito al Monte Carmelo, parando en la Purísima y en la Veracruz. Como si fueran las cuatro esquinas del mundo y desde nuestra realidad, el camino al Monte Carmelo quiere simbolizar el ascenso hacia el misterio y hacia Dios, desde la quietud, el amor, la humildad, la limpieza de corazón, tomados de la mano de la obra de San Juan de la Cruz. El santo de Fontiveros, va describiendo los pasos de la “subida” a la santidad, por las “noches” del sentido y del espíritu, hacia la unión con el Amado, en la fusión inefable de la “llama viva”. Así desde la belleza intocable de la poesía del místico, casi sin tocarla, como esa flor única, ese itinerario urbano quería describir la experiencia de la fe de cualquier cristiano que busca a Dios, en y con su comunidad parroquial. Me viene a la mente aquel poema que Pedro Casaldáliga realizó y dedicó a Gustavo Gutiérrez se titulaba “preguntas para subir y bajar el Monte Carmelo”
Si el Señor es Pan y Vino
y el Camino por do andáis,
si al andar se hace camino
¿qué caminos esperáis?

El camino es el símbolo de la encarnación de Dios, es Dios que acompaña al hombre  que viene a su encuentro, el que se pone a caminar con nosotros. Desde este abajamiento de Dios y desde nuestra realidad parte el camino de subida. Así en San Benito, lugar de partida recordamos a Santa Teresa de Jesús y su Libro de la Vida y Camino de Perfección. En tiempos recios, se necesitan amigos fuertes de Dios para sustentar a los flacos. Es buena compañía.
Estáse ardiendo el mundo…. Y no es tiempo de tratar con Dios asuntos de poca importancia


El camino siguió hasta la iglesia de la Purísima, el grupo en la capilla del Perpetuo socorro en oración hizo memoria. Memoria de fe, de las experiencias vividas en más de treinta años en los grupos de adultos. Memoria de la alegría vivida y de las ausencias de los que nos han acompañado en el camino. La memoria es para recordar que el fundamento de mi libertad es Dios, es quien me libera y me indica el camino, el que me llama y me guía. Es necesario hacer memoria, ya que una cadena de creyentes que se remontan a Jesús de Nazaret nos han precedido y nos han transmitido el agua fresca de la fe. En medio de la vida y sus afanes sabemos en quién puedo confiar, sé de quién me puedo fiar, sé en quién puedo apoyarme.

Desde allí, el grupo marchó a la Veracruz y junto a las monjas se rezó la oración de vísperas, junto a la exposición del Santísimo. La contemplación, tiene su punto culminante en la Eucaristía, es el signo querido por Jesús, que quiere mediar entre el signo del amor de Dios y la comunidad de los que se acuerdan de Jesucristo y su ministerio Pascual. En ella se intenta introducir a todos en esa comunión de amor que viene de Dios. Aquí recordamos los versos de San Juan:
Que bien sé yo la fonte
que mana y corre,
aunque es de noche.
Aquesta eterna fonte
está escondida
en este vivo pan
por darnos vida,
aunque es de noche.
Aquesta viva fuente
que deseo,
en este pan de vida
yo la veo,
aunque es de noche.



El grupo subió por la calle de arriba dejando a un lado la plaza de la fuente y cruzó Carmelitas para llegar a la iglesia del Monte Carmelo. Allí se realizó la última oración dedicada al Espíritu Santo. En este domingo los cristianos celebramos la fiesta de Pentecostés, no es sólo la fiesta del Espíritu Santo que se vive en la liturgia o en cada sacramento. Es la fiesta de la iglesia de Jesús que vive de su Espíritu. Cada vez que un cristiano confirma su fe, es su fiesta de Pentecostés. Así el próximo viernes día 13 a las OCHO de la tarde nuestra  comunidad celebramos la confirmación de un grupo de jóvenes presididos por don Carlos nuestro obispo. Toda la comunidad participará en el Pentecostés de estos jóvenes que han ido pensando y viviendo su fe junto a la comunidad.


Juan Antonio Mateos Pérez

lunes, 9 de junio de 2014

Nuestra Confirmación es nuestro Pentecostés





El sábado tuvimos la última catequesis con Arina (sin h), antes de su confirmación. Hemos hablado mucho de Jesucristo y la Iglesia, y, en las últimas catequesis sobre el Espíritu. Por eso en esta última catequesis decidimos hacerla en la Peña de Francia, pero ascendiendo, al menos unos kilómetros a pie.
No sólo buscábamos un lugar especial, como la Peña, lugar de peregrinación y de búsqueda, alejado del mundanal ruido, retiro de paz y remanso de sosiego  para respirar el silencio absoluto, vivir y pervivir la necesidad de lo eterno como gustaba decir a Unamuno. Nuestra catequesis desde el silencio la queríamos hacer en camino.


Caminamos desde el “Paso de los Lobos”, en una empinada ascensión de casi una hora. El caminar y respirar el aire fresco y frío, quería ser un símbolo no sólo para nuestro cuerpo, también para nuestro espíritu. La búsqueda de Dios, para muchos hombres de fe, ha sido un ponerse en camino. Nuestra historia de salvación ha sido un constante ponerse en camino, el camino de Dios. Dios que baja al camino del hombre, que lo acompaña, que viene a su encuentro. Es el símbolo de la encarnación en el que Jesús se pone a caminar con nosotros, es el Dios-con-nosotros, en nuestra historia, en nuestro corazón.
En la subida y en la bajada, no dejó de soplar un fuerte viento. No pude, pudimos. por menos que recordar la simbología del viento, en el Antiguo y el Nuevo Testamento con la manifestación de Dios.  Al día siguiente era Pentecostés. Ya el camino nos evocaba el acompañamiento de Dios con nosotros. Pero el Espíritu de Dios no sólo irrumpe en el mundo, sino que también en Jesús y en cada uno de sus seguidores, en cada uno que se lo pide y se abre al amor de Dios. Dios se acerca y se comunica con cada uno de forma muy personal y amorosa, como un viento fuerte o una llama que quema, o como un susurro de brisa amorosa que envuelve. Este Espíritu está de forma muy especial en la Iglesia que vive del Espíritu de Jesús, celebra y recuerda su vida y su muerte cada domingo y en cada sacramento. Allí celebramos la Eucaristía, presidida por Fr. Rafael, con un grupo numerosos de peregrinos Salesianos y otros llegados de diferentes lugares.

Fue una catequesis, donde no sólo hubo espacio para hablar del bautismo y de la comunión, de Jesús, de la Iglesia y del Espíritu, quería ser un momento de interioridad y de oración.  El Espíritu de Jesús nos hace orar y nos lleva a Dios. Aquí nuestro camino se hace oración, nuestro ser se hace oración. Los tres en el santuario con las manos juntas, ante el crucifijo de hierro  y con María al fondo, oramos con el Padre nuestro, alabamos y dimos gracias con el Padre nuestro. Pedimos superar nuestras vanidades y mediocridades, encontrarnos con Él en medio de nuestras cosas y afanes de cada día, salir de nuestros individualismos y abrirnos al aire del Espíritu, trabajar por el Reino y la justicia. Nos acordamos también de nuestros seres queridos, de la familia personal y de nuestra familia en la fe, nuestra querida comunidad de la Purísima.

Por último entre risas, bocadillos y algo caliente para calentar el cuerpo y las manos (la rusa es la que más frío tenía, perece mentira) y con algunos apuntes al natural, hablamos que lo que le pasó a los discípulos en Pentecostés, se realiza en cada uno de nosotros cuando celebramos el sacramento de la confirmación. El Espíritu es una gracia, un don de Dios, por ello somos agraciados. Somos adultos en la fe y tenemos derecho, como los discípulos a tomar la palabra en medio de la comunidad y no privarla de su palabra. Es una persona Ungida, como Jesús, tendrá que dar testimonio en medio del mundo, ser fermento para otros y construir el Reino y la justicia. Después del día trece, viernes, día de la confirmación es un testigo que habla y anuncia al Señor allí donde esté y camine.

Para celebrarlo, nos marchamos a la Alberca, no sin antes pasar por las ruinas del convento de abajo y visitar el convento de monjas de Porta Coeli y comprar unos dulces exquisitos. Como no recordar aquellos versos de León Felipe:
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana,
hacia Dios
por ese mismo camino
que voy yo.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol….
y un camino virgen
Dios.
                           León Felipe