jueves, 27 de julio de 2017

Iglesia y comunicación

“Es tarea de los medios de comunicación ampliar la información que el público tiene del mundo, para lo cual ha de proporcionar informaciones contrastadas, opiniones racionalmente fundadas, interpretaciones plausibles, dejando lo más claro posible si se trata de información, opinión o interpretación”
Adela Cortina
La pastoral de la comunicación en red tendrá que tener un estilo apostólico,…actuar localmente y pensar globalmente, …ser interdisciplinar, respetando la subsidiariedad y al mismo tiempo el rol que cada cristiano tiene en la Iglesia.  
Ariel Beramendi


jueves, 20 de julio de 2017

Estoy a la puerta y llamo

Si hacemos silencio no es para encontrar al vacío de la nada, sino a la respiración del espíritu donde se acaba percibiendo el soplo ligero de la presencia de Dios, la Realidad más real que existe y que se encuentra más allá de la dimensión sensible.

La Pascua es el centro de la vida cristiana, recuerda la muerte y la resurrección de Jesús. La victoria sobre la muerte, la victoria sobre la vida. Desde los comienzos, el creyente cristiano ha celebrado con una certeza indemostrable e invencible que la liberación de todas las esclavitudes se anticipó en un galileo llamado Jesús. Nos recordaba Alberto Iniesta (“obispo de Vallecas”), que en el corazón profundo de nuestra fe nos afirma que allá en el fondo hay una savia que sube por nuestras ramas hacia nuestra vida, hacia nuestra existencia de todos los días. El árbol nunca ha visto la savia, pero la siente, la vive, la bebe. Misterio de la cruz que no solo se debe vivir en la interioridad de la vida personal, no puede ser reducido a un simple pietismo, deberá alcanzar la vida social e histórica, así como la realización de la paz y la justicia.
Desde el siglo II, se fijó un domingo para celebrar la pascua y, los primeros cristianos dedicaron dos días de ayuno, no de comida, sino de eucaristía. De forma simbólica, querían participar de la muerte para vivir la resurrección. Ya en el siglo III, la cuaresma se prolongará a una semana y con el tiempo a cuarenta días, cuyo objetivo era preparar a los catecúmenos para el bautismo el día de Pascua y también a todos aquellos que habían renunciado a Jesús y la comunión cristiana. Estos pecadores volverán a ser reincorporados en la comunidad mediante el perdón comunitario. La cuaresma era un tiempo de preparación para los nuevos cristianos,  también un tiempo de reconciliación para todos aquellos que se habían alejado de la vida de la fe.
La cuaresma es un tiempo de gracia y encuentro con Dios, pero fue tomando un cariz diferente subrayando más la abstinencia, el ayuno, la mortificación, el arrepentimiento, de miedo y las penas. Era un tiempo de austeridad, de moderación de espectáculos y diversiones, de ejercicios espirituales y de color morado. Las catequesis de tiempos pasados imprimieron “a sangre” muchos de estos elementos secundarios,  quedándose los creyentes en lo más superficial del sentido cuaresmal y quitando hondura a ese tiempo de gracia. Jesús nos invita a vivir la cuaresma apoyados en la palabra de Dios: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Nos recuerda, que lo importante es el amor de Dios, invitándonos a vivir desde ese principio transformador y sin medida. El amor no es un acto, es un aprendizaje, un camino que pone al creyente cara a cara con Dios y con el hermano. Es un camino sencillo y escondido desde la humidad cotidiana, proclamando la primacía de Dios en su existencia y que se plasma en el amor al prójimo, incluso a los enemigos.
Para el creyente del siglo XXI, es un tiempo privilegiado para buscar las huellas de Jesús en las arenas del corazón y dejar que ellas nos adentren en la espesura. Encontrarnos desde el silencio cara a cara con Dios y dejar que transforme su vida. El hombre de hoy tiene soledad pero no silencio. Necesitamos engendrar en nosotros el hombre interior. Y, ¿cómo conseguir hacer silencio? Estando quieto y resistiendo. Elevando las manos y el corazón a Dios. En medio del ruido, del trabajo, del estrés, del consumo excesivo, del vacío, el hombre actual no necesita ayunos y mortificaciones, necesita paz y silencio. Un tiempo cada día para encontrarse con Dios en su corazón, para serenar su existencia y, desde ese encuentro, para calmar su sed de sentido y transformar toda su realidad. Silencio, solo SILENCIO.
El hombre no puede vivir sin espacios de silencio. El camino del silencio es dejar que las cosas sucedan, mirar los movimientos del pensamiento, de la voluntad, del sentimiento y dejar que todo aflore, para que nada se enquiste en la cotidianidad sin freno de la vida. En el Silencio todo puede ser abrazado, es este espacio privilegiado donde nos lo podemos perdonar todo. En el silencio podemos ir más allá, ahí en las profundidades, en el hondón del alma, descubriremos un Dios cercano y deslumbrante que no es ajeno al hombre. Solo desde la desnudez silente podemos contemplar el Misterio.
En las profundidades del silencio descubriremos que siempre estuvimos en la luz del Misterio. Dios siempre fue nuestra casa y el amor infinito nuestra morada. En esa quietud del silencio podemos alejarnos de la falsedad, de la mundanidad y de la indiferencia, podemos mirarnos desde el amor y limpiar nuestro corazón. Ninguna fuerza, ninguna presencia en la naturaleza es más transformadora que el amor. El silencio nos debe enviar al mundo para vivir con entrañas de misericordia, un amor que debe fructificar en el escenario de nuestra existencia,  en el encuentro con el otro, con la vida, con el que sufre y necesita nuestro apoyo. El silencio nos debe preparar para el encuentro, con las personas, con la vida, con la naturaleza, con el trabajo, con el mundo y sobre todo con aquellos últimos que no cuentan ni tienen voz.
“El ayuno que yo quiero es este: Abrir las prisiones injustas… dejar libres a los oprimidos… partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo…” (Is 58,6-8). Estas palabras nos recuerdan que Dios es un Dios de vivos, que lo que quiere es amor y no sacrificios. Nos centrarnos demasiado en el culto, pero religiosidad de Jesús se hace en las calles, con las gentes, donde las personas gozan y sufren. “He aquí que estoy a la puerta y llamo...” (Ap 3,20). Tal vez, lo que necesitamos es una cuaresma sin ayunos ni rezos, solo vivir la hondura del Silencio y del encuentro. Un encuentro que nos pone en camino, que nos trae de vuelta para vivir con más intensidad, con más proximidad, con más solidaridad, en completa unión con todo lo que existe, dejándonos tocar por la vida.

sábado, 25 de febrero de 2017

¿En quién ponemos nuestro corazón?




¿En quién ponemos nuestro corazón?

“No acumuléis riquezas en la tierra, donde la polilla y la carcoma las echan a perder y donde los ladrones abren boquetes y roban” (Mt 6, 19).
“Porque donde está tu tesoro, allí está también tu corazón” (Mt 6, 21).
«Vivimos en un mundo, en una cultura donde reina el fetichismo del dinero»
(Francisco, 24 de mayo 2013, Discurso a los participantes de la plenaria del Consejo Pontificio de los Emigrantes e Itinerantes).
Esa es la pregunta que nos plantea Jesús, ¿a quién servimos a Dios o al dinero? ¿Puede reinar Dios en una realidad de extrema pobreza en un mundo rico? No se pretende criticar al que tiene cosas o riquezas, lo que se plantea es el peligro que la riqueza poseída, posea a su poseedor. Jesús critica esa realidad de acaparar y poseer más de lo necesario, vivir sin preocuparse de todos aquellos que nada tienen. La riqueza, nos recordaba Juan Crisóstomo nos daña, no porque oscurezca nuestra inteligencia, sino porque nos separa de Dios.
En nuestra sociedad del consumo se viven los valores con un cierto desconcierto, esto nos lleva a idolatrar ciertas cosas que parecen que nos dan la felicidad más inmediata, como el dinero o las riquezas, sobre todo en momentos de crisis. En dinero es un valor que nos ayuda a sobrevivir, un medio para conseguir el vestido, el alimento, la casa, la educación y por lo tanto es un bien querido por Dios. El problema está cuando orientamos toda nuestra vida y existencia en la acumulación y conservación de la riqueza, sobre todo ante tanta pobreza y necesidad. Además, en nuestro mundo mucha de esas riquezas acumuladas, existen es a consta de la pobreza de muchos, por lo tanto es una injusticia y un ídolo que atenta contra Dios y contra el propio ser humano.
Parece que el hombre ha perdido su centro, una minoría de empresas y empresarios son los que dirigen el mundo, mientras que el hambre sigue destruyendo a millones de personas indefensas. La historia del capitalismo, nos ha demostrado, que tiene su propia dinámica y siempre nos lleva a procesos de acumulación de capital que se concentra cada vez en menos personas. Hay una relación inseparable entre el capital y la desigualdad, su desarrollo desbocado y desigual desemboca en desigualdades económicas, sociales y culturales cada día más agresivas y brutales.
El capital, la riqueza, ejerce sobre el ser humano una misteriosa atracción. Su seducción se puede considerar casi religiosa (Marx), donde solo nos desvela la realidad desde el punto de vista que suministra el afán por la ganancia y la acumulación. A todo esto debemos sumar el clima de indiferencia, una grieta del alma cada vez más honda y fría. Parece que el bienestar no nos deja escuchar los gritos desgarradores de los más necesitados, hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna (Francisco). La “idolatría del dinero”, acaba enterrando la verdadera alma de la economía, que acaba siendo una pura ideología, ganar más en menos tiempo y con el menor coste monetario posible es lo que se impone, aunque existan costes sociales desgarradores. La economía ha acampado en medio de los Big data, convirtiendo en un fin lo que simplemente es un medio, dando la espalda a los que más sufren. El imperio del Dinero que domina hoy el mundo busca a toda costa ocultar el sufrimiento que genera, dejando en silencio los gritos de las víctimas. ¿A quién le importa que el nivel de vida en África sea hoy menor que hace quince años? ¿Le importa a alguien que los que huyen de las guerras y llaman a la puerta de los ricos pidiendo asilo y justicia? ¿Nos preocupamos que miles de niños se tengan que prostituir en muchos continentes para poder comer cada día? ¿A quién le importa los catorce o quince millones de niños que mueren al año de hambre? ¿Debemos aceptar como lógico y normal un sistema económico, que para lograr el bienestar de unos pocos, que hunde en la miseria, la pobreza y el olvido a tantas personas?
Jesús vincula a Dios con la vida y la felicidad de las personas, no con el culto o el sábado. Subraya la reconciliación, no las ofrendas al altar;  la acogida a los pecadores y necesitados, no los ritos de expiación. Jesús asocia a Dios no con los poderosos, sino con los pobres y marginados. Su reino es para los que están fuera de la ciudadanía de romana, los explotados, los marginados, los enfermos y excluidos por razones sociales o religiosas. O Dios o el Dinero. No se puede servir a dos amos. Dios no puede reinar entre nosotros si no es haciendo justicia con los que nadie la hace, con los que están olvidados y olvidamos.
Puede que algo falle en nuestra vida cristiana si no nos sentimos interpelados por el mensaje de Jesús, un espíritu pobre es el que intenta compartir lo que tiene y lo que es con aquellos que lo necesitan o carecen de lo indispensable. La solidaridad es la actitud básica para hacer un mundo más justo y habitable en una sociedad globalizadora que esconde y olvida a tantos. La solidaridad no como simple asistencia a los más pobres, sino como planteamiento global a todo el sistema injusto en el que estamos inmersos, buscando caminos para mejorar, reformar y defender los derechos más básicos del ser humano. Para hacer de la solidaridad una cultura globalizada, debemos aprender a mirar el mundo con “ojos abiertos”, desde los que viven y mueren de forma injusta en las guerras, desde el hambre, la miseria y la violencia. Debemos aprender a mirar desde los ojos de Jesús, donde los últimos, los más pobres y necesitados son siempre los primeros.

sábado, 7 de enero de 2017

Unamuno en la Academia de Santo Tomás


 SALAMANCArtv al DÍA

Unamuno en la Academia de Santo Tomás


El profundo mal del catolicismo es el racionalismo. Se quiere llegar a Dios con la razón, y con la razón se llega a la idea de Dios, no a Dios mismo…a Dios como realidad trascendente y sentida se llega solo por la realidad del universo sentido…
Miguel de Unamuno
Se acerca final de año y todos los salmantinos tenemos una cita con Don Miguel, recordando aquel 31 de diciembre de 1836, frío y nevado que nos dejó. Había pasado la mañana leyendo cuentos a su nieto Miguel, recluido en su casa de la calle Bordadores, la nieve helada de las calles aconsejaba no salir por el intenso frío que cubría la ciudad. El país se estaba desangrando en una guerra “incivil”, gritando su esperanza ante el falangista Bartolomé Aragón, Dios no puede volverle la espalda a España.
Volviendo la mirada unos años atrás, recién implantada otra dictadura, la de Primo de Rivera, Unamuno es invitado a realizar la conferencia de apertura de la “Academia de Santo Tomás”. Esta se desarrolló la tarde del 28 de octubre de 1923, presidiendo el acto el prior de San Esteban fray Daniel de Avellanosa,  encargándose le padre Getino en realizar la presentación. Era una celebración importante, ya que la Academia celebraba VI Centenario de la Canonización de Santo Tomás de Aquino, la ocasión merecía un orador e intelectual de prestigio. La sala está abarrotada y acompañaban en la presidencia al padre Avellanosa, los catedráticos Cañizo, Población, Peralta, Beato, Valenzuela, entre otros. Don Miguel de Unamuno disertó durante una hora de política y religión, como correspondía a su anuncio de “sermón laico o civil”, conferencia que levantó fuertes polémicas en algunos periódicos, sobre todo en LA GACETA REGIONAL.
La Academia de Santo Tomás de Aquino fue fundada por el dominico francés Gil de Villanova en el año 1881, con profesores de la universidad de Salamanca y frailes del convento de San Esteban. Los dominicos de la provincia de Toulouse tuvieron casa de estudios en el convento de Salamanca (1880 – 1187), durante el tiempo que duró su expulsión de Francia. La fundación de la Academia, respondía a las directrices del Papa León XIII que había declarado al Doctor Angélico patrono de Universidades, Estudios y Escuelas católicas, el 4 de agosto de 1880. La Academia quiere ser un encuentro entre profesores y estudiantes universitarios, suprimidas hacía tiempo las facultades de teología en las universidades del Estado, debatiendo en ella los problemas vivos de las ciencias y filosofía moderna. Cuando marcharon los dominicos franceses quedó bajo la dirección de los dominicos de la provincia de España, que la tomarán como modelo para implantarla en otras ciudades universitarias del país. En Salamanca tendrá una vida intelectual notable, llegando a tener doscientos socios numerarios, entre estudiantes y profesores de las distintas facultades de la Universidad salmantina. Se presentaban varias conferencias de profesores de la Universidad y frailes de San Esteban, pero alternando con las conferencias de los grandes maestros darán otras los alumnos, en el ambiente de discusión que determinaba el reglamento de la Academia.
La relación de Unamuno con los dominicos de la ciudad parte de la primavera de 1897, cuando de madrugada Don Miguel se refugia en el convento San Esteban, es el momento álgido de su crisis existencial, sintiéndose abandonado en las garras del “ángel de la nada”, entre la enfermedad de su hijo y el silencio de Dios. En esos días surge una amistad con los frailes del convento que se manifiesta en una importante correspondencia y la visita asidua a San Esteban y la Peña de Francia. Tenía trato amistoso con los padres, fray  J. Mª Suárez o fray Matías García, fueron directores, entre otros, de la Academia de Santo Tomás. Unamuno participará en numerosos actos de la Academia en numerosas ocasiones, se le invita a decir unas palabras, como la recepción de estudiantes de Coimbra, o la clausura del curso que hablará de la poesía de Leopoldo Cortejoso.
Por su parte, fray Daniel de Avellanosa, en esos momentos prior de San Esteban, después de su estancia en América, participará de la restauración de la provincia de Aragón. Cuando llega a Salamanca, tiene un trato cercano con Unamuno propiciado por la Academia de Santo Tomás. Dará una conferencia en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, que también tendrá resonancias polémicas en la prensa local, pero su intervención fue decisiva para la celebración del Centenario de fray Diego de Deza en junio de 1923.
La intervención de Unamuno en la Academia de Santo Tomás en el otoño de 1923, es recogida por numerosos periódicos no solo locales, sino también nacionales, pero realizará un seguimiento muy detallado por el periódico EL ADELANTO, que se negará a secundar a LA GACETA cuando surge la polémica. El padre Daniel Avellanosa hizo un brillante resumen del discurso de don Miguel y el padre Getino que realizó la presentación de Unamuno, elogiará de forma significativa su figura. En la conferencia Unamuno criticará los símbolos religiosos utilizados por el poder político (Santiago matamoros y la Virgen del Pilar), hace una referencia a la dictadura de Primo, comentando que se debe respeto a la autoridad, en efecto; pero este acatamiento hecho a la autoridad, no excluye la libertad para la crítica de sus decretos. Que cuando la autoridad ordena algo inconveniente, se cumple, pero a la vez se protesta de aquella inconveniencia que se le obliga a uno a cumplir. Unamuno citará a Santo Tomás, afirmando que la promulgación de una ley no es su sola publicación, sino su justificación, su explicación... La fuerza no es nunca duradera, no sienta nunca bien… Haciendo referencia al dictador, se pregunta, ¿No era usted de Costa, de aquel hombre que pedía un cirujano de hierro? – Tenga usted en cuenta – hay que contestar – que cirujano no es matarife, y que la espada no es bisturí.
La conferencia provoca en algunos sectores de la prensa, no solo local, que apoyan la dictadura de Primo, una fuerte polémica, encabezada por las críticas, rayando el insulto de LA GACETA. La directiva de la Academia se tiene que reunir de urgencia ante la polémica y sacar un comunicado, incluso se pensó denunciar a LA GACETA. Las críticas de este periódico, no solo van dirigidas al discurso de Unamuno, también contra los frailes de San Esteban, organizadores del acto, criticando que se habían mofado de las tradiciones religiosas. Las citas de Unamuno a lo religioso, no estaban fuera de la más estricta ortodoxia, pero tenían sus connotaciones políticas. Don Miguel había propuesto tener otros sentimientos como hombre y ciudadano, más allá de los sentimientos raciales, comentó que Santiago Apóstol, al que se le llama Matamoros, no mató nunca a nadie, ni, acaso, montó a caballo. Sólo Jesús, cuando entró en Jerusalén, montaba en un asno. De la Virgen del Pilar, dice la copla, que “no quiere ser francesa”; pero la Virgen ni es francesa, ni es española, porque su patria no es de estos mundos. Criticará la utilización del sentimiento religioso, para crear una forma de nacionalismo o bien para hacer las guerras. Posiblemente, pudo exacerbar más los ánimos de la prensa, la intervención final del padre Avellanosa, que no solo colmó de elogios a don Miguel, le llamará águila que se eleva sobre las nubes, hiriendo a sus contrincantes que como las cucarachas no sabían elevarse sobre el suelo. El prior subrayó que era necesario que debatiesen los estudiantes, sobre temas religiosos y humanos, ya los intelectuales pueden discutirlo todo. Posiblemente detrás de su discurso estaba defendiendo las tesis modernistas, donde se podían discutir incluso los dogmas de fe, siempre que se realizan con buenas formas y buena intención.
En la reunión de la directiva de la Academia para contestar a LA GACETA, el catedrático José Pascual Vila propone que lo que tiene de ofensa el artículo del periódico se desprecie, dando una nota de cordura y no contestar al insulto con el insulto. Propone que se recojan en un álbum de firmas de los señores catedráticos y académicos que acudieron a la conferencia, en desagravio al padre Avellanosa y al señor Unamuno, lo que fue aprobado por unanimidad. Se descarta denunciar a LA GACETA y la Academia saca una nota defendiendo a Don Miguel, afirmando en ella, que el que el señor Unamuno estuvo respetuoso con todos los dogmas, confesó algunos, y si las frases no tuvieron todo el arte escolástico de otros conferencistas, eso no es cosa de tomárselo a mal y dada su forma corriente de expresarse y nuestro propósito de atraerlo al bien…. Las veces que el señor Unamuno habló en ella fue respetuosísimo, y nosotros le veíamos pensando más en eso que en las conferencias del Ateneo,…
Fue una valiente respuesta de fray Daniel Avellanosa, su Director y Carlos de Anta, el Presidente de la Academia, quienes firman la nota. Meses más tarde en pleno delirio dictatorial, militarizando la política e imitando el fascio italiano, limitando las libertades, Unamuno será destituido de todos sus cargos, privado de la cátedra y confinado en la isla Fuerteventura. Don Miguel, por su parte, se niega asumir la dirección de los intelectuales disconformes con la dictadura, la petición había partido de Azaña a través de su cuñado. No quiere encabezar ningún grupo, pero se mantiene en la vanguardia de los que se esfuerzan por traer la república, como afirma en un artículo parcialmente censurado de la revista España.

martes, 28 de junio de 2016

La frágil dignidad humana

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Juan Antonio Mateos Pérez

SALAMANCArtv al DÍA 

 

Haz de la religión un arma inaccesible para los que indebidamente se apoderan de ella y cuyo propósito es utilizar la religión para fines propios.
Ali Shariati

Todas las religiones tienen el mismo potencial para desarrollar versiones de teologías progresistas y liberadoras, capaces de integrarse en las luchas contrahegemónicas en contra de la globalización neoliberal.
Boaventura de Sousa Santos

Escribimos estas líneas en el “Día Mundial de los Refugiados”, un necesario recuerdo a pesar que las instituciones europeas viven de espadas a esta realidad trágica. Un día para hacer visible esta realidad, aunque las ONGs del mundo, así como los Medios de Comunicación, han venido denunciando la ausencia de ayuda y cierre de fronteras, dónde miles de personas se desplazan huyendo de una muerte segura buscando un lugar de paz y acogida para ellos y sus hijos. En este 2016, cada día para muchos ciudadanos, ha sido el día de los refugiados, que ven impotentes como las instituciones europeas siguen con su política de disuadir a estas personas en vez de darles la protección y la ayuda que necesitan. Una política vergonzosa que descansa sobre un pacto entre la CEE y el gobierno de Turquía, donde a cambio de fuertes sumas de dinero y que los ciudadanos turcos viajen a Europa sin visado, se comprometieron frenar y a recoger a los refugiados expulsados. Así están las cosas en Europa, la pregunta es qué pasará en Kenia y en los numerosos campos de refugiados de la pobre África.
Llevamos cinco años de horror en Siria y la comunidad internacional no se ha tomado en serio la protección de la población civil. Se pide desde los diferentes organismos de ayuda como Amnistía Internacional (AI), Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Save the Children y Oxfam Intermón, que tomen medidas para acabar con la impunidad por los crímenes de guerra y lesa humanidad cometidos por ambas partes del conflicto. Las cifras abruman si pensamos que detrás de ellas hay personas que sufren, 250. 000  han perdido la vida, más de 11 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus casas. Unas 500.000 personas están sitiadas dentro de Siria, subrayamos también la utilización de la tortura masiva (el día 26 de junio es el Día Internacional contra la Tortura), crímenes de guerra, así como el desplazamiento de cientos de personas hacia Europa y otros países, nunca visto desde la Segunda Guerra Mundial.
En España hay 16.400 peticiones de protección internacional pendientes de resolución, en el 2015 lograron el estatuto de refugiado sólo 220 personas y en el 2014 no concedió por razones humanitarias el estatuto a ninguna persona. Los acuerdos de nuestro país con la CEE, donde se comprometía para este año a la acogida de cerca de 16.000 refugiados no se ha cumplido, la pregunta es ¿dónde están estos refugiados? Parece un insulto a la conciencia, ya que se trata de humanidad y justicia. Los diferentes ONGs españolas promueven la campaña Hospitalidad, basada en una cultura de solidaridad e inclusión con las personas inmigrantes y refugiadas. Piden alzar la voz y pedir a los representantes políticos protección y acogida YA. En diez puntos recogen la petición, subrayando que salvar vidas debe ser prioritario, así como abrir vías legales y seguras para dar alternativa a las personas refugiadas e impedir el negocio lucrativo de las mafias, cumplir la reubicación, hacer efectivo el reasentamiento, conceder asilo, respetar la dignidad y los derechos, reforzar la ayuda humanitaria, contribuir a la paz, posibilitar la integración y crear hospitalidad.
Nuestras sociedades neoliberales están dominadas por el concepto de autonomía individual, está tan arraigada esta idea que se ha elevado al principio de verdad. Según esta corriente política, los individuos estarían hechos así mismos, cuyas oportunidades vitales dependen de ellos mismos. Pero esta idea no es más que el producto de una ideología que refuerza el poder dominante en la sociedad, operando como un apoliticismo normativo. Es la forma ideológica de un poder muy concentrado, donde el 1 % de la élite domina al 99% de la población mundial empobrecida. Sabemos nadie en la sociedad depende realmente de sí mismo para las tareas elementales y además no existe autonomía sin condiciones de autonomía y éstas están desigualmente repartidas. Vivimos en una sociedad donde los más presionados para ser autónomos son los que están más privados de serlo. Y lo que es peor, las injusticias sociales y el más injusto sufrimiento humano, no parecen generar indignación moral ni voluntad política para combatirlos de forma equitativa y justa.
Toda esta situación nos mueve a la reflexión sobre los derechos humanos y su hegemonía global. Parece que estamos asistiendo a una fragilidad esos derechos, que están siendo utilizados para reproducir este orden o desorden del neoliberalismo reinante y operante. La mayor parte de la población no constituye el sujeto de los derechos humanos, más bien el objeto de los discursos sobre los derechos humanos. Los derechos humanos tienen una doble genealogía en occidente (B. de Sousa Santos), por una lado una genealogía abisal, que han dividido el mundo desde en sociedades metropolitanas y coloniales. El discurso sobre los derechos humanos estaba destinado a prevalecer a este lado de las sociedades metropolitanas, negando o tapando cualquier discurso emancipatorio. Lejos de desaparecer esta ideología al finalizar el colonialismo político, continúa existiendo a través del neocolonialismo, el racismo, la xenofobia, etc., donde los discursos sobre los derechos humanos han servido para garantizar esta continuidad. A este lado de la línea, tienen una genealogía revolucionaria cuyo origen están en la emancipación de la Revolución francesa y americana en base a la ley y el derecho, que se adecuaba perfectamente al individualismo burgués en auge, inherente tanto a la teoría liberal como al capitalismo.
En nuestras sociedades globalizadas, ante esa ideología que refuerza su poder,  se debe luchar por unos derechos humanos contrahegemónicos, basados en la lucha contra el sufrimiento humano injusto concebidos como una realidad amplia y abarcando la naturaleza como parte integrante de la humanidad. El siglo XX, ha demostrado su antihumanismo que ha contribuido a trivializar y silenciar tanta degradación humana causada por la dominación capitalista y por otras formas de dominio conniventes con ella, como son el sexismo y el racismo.
Otra fuente de  antihumanismo es la cultura de la llamada “muerte de Dios”, centrada en la infinita capacidad humana para transformar la sociedad, hizo a Dios una realidad superflua. Pascal se percató que sin Dios, esa capacidad era potencialmente destructiva, para él constituye la forma más elevada del pensamiento humano. Privar a los seres humanos del pensamiento de Dios equivaldría a privarles del cuidado de los demás seres humanos.
Dios y la religión parecen que están de vuelta en el siglo XXI, pero la forma en la que las religiones y las teologías conservadoras e integristas proliferan hoy vuelve a Dios tan superfluo como el Dios de la modernidad occidental. Aquí queremos subrayar una práctica religiosa y un Dios que se revela en el sufrimiento injusto de los seres humanos, en las experiencias de vida de todas las víctimas, en toda opresión y discriminación. El Dios de la misericordia, el Dios de Jesús, es el Dios que se revela contra el sufrimiento y lucha por una humanidad emancipada y justa. El retorno de Dios sólo puede vincularse con la dignidad humana en diálogo con los derechos humanos, para poder desarrollar prácticas verdaderamente interculturales y emancipatorias.
 

sábado, 25 de junio de 2016

En el nombre de Dios…

En el nombre de Dios…

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Juan Antonio Mateos Pérez
SalamancaRTV al DÍA


Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los hijos de Dios».
Bienaventuranzas (Mt. 5)
 
Juntos digamos «no» al odio, a la venganza, a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, salam”
Francisco, en la Mezquita Central de Bangui



La religión se encuentra afectada por nuevos los desafíos de nuestra época, vivimos en plena globalización, en una sociedad líquida y postmoderna. Los problemas son universales y las religiones se ven afectadas y condicionadas por lo que ocurren en otras partes. Este nuevo horizonte plantea nuevos retos y nuevas formas de vivir la fe, donde lo local y lo universal tienden a integrarse, al igual que el yo y el nosotros.  Vivimos en era de la ciencia y desde su razón científica prima los saberes fundamentados, la filosofía que antes era ancilla theologiae, ahora se ha puesto al servicio esta razón instrumental.  La primacía de la ciencia ha generado un “cierre categorial”, que afecta no sólo a la religión, también a la filosofía, a la ética, la metafísica legitimando sólo los hechos empíricos. Dios ha dejado de ser relevante en una sociedad fuertemente impregnada por la ciencia, lo sobrenatural se diluye en “el crepúsculo de los ídolos”, en el nihilismo y en el escepticismo que se han instalado como huéspedes privilegiados de nuestra cultura. Hoy Dios resulta menos creíble que la religión, vivimos sin noticias de Dios, aunque en muchos lugares se mata en nombre de Dios.
Aunque me sienta como un extranjero en esta nueva tierra del ideario post-religioso quisiera seguir a vueltas con Dios y desenmascarar las falsas imágenes que nos hacemos de la divinidad, a veces imágenes que justifican la violencia. No tenemos más que ver las noticias y comprobar abusos y violencias que se ejercen en el nombre de Dios, cada día asistimos a “inmolaciones” y atentados que remiten a Dios. Dios es usado para justificar la violencia y la muerte. La violencia vivida en estos días con la matanza de Orlando, donde el ISIS se adjudicó su la autoría, aunque no debemos olvidar los atentados de Túnez, Kuwait, Francia, Somalia y Siria.
Hay una gran facilidad para el uso de la religión como elemento legitimador por el poder de turno ya sea religioso o no. Ya hemos hablado del chivo expiatorio y la sacralización de la víctima, el mecanismo humano de imitación, competitividad y celos recíprocos que analizó profundamente R. Girard. Jesús y su muerte en cruz, víctima inocente, desvela y termina con todos los chivos expiatorios, primando el amor y la misericordia.
Por otro lado, ha estado siempre el recurso a Dios para legitimar o deslegitimar el poder: “Dios lo quiere”, por la “Gracia de Dios”, ha sido el uso del caudillo o del monarca. Este uso de lo religioso, ha sido muy atractivo para el poder y  se han legitimado a lo largo de la historia, cruzadas, guerras, conquistas, violencias, masacres, etc.  Menos veces se ha utilizado lo religioso para denunciar los abusos y atacar el poder, en nuestra mente está Antón de Montesino y su “grito contra los conquistadores”.
Ahí está la frontera sangrienta del Islam con todas las religiones, con la ortodoxa en los Balcanes, con el hinduismo en Cachemira, con el catolicismo en filipinas y en Irak, con el judaísmo en Palestina, con el animismo en África, podemos seguir… Después del 11-S, ha servido para lanzar “el choque de civilizaciones”, visión que ha ayudado para encubrir los grandes problemas de carácter político, nacional, social histórico, etc. El integrismo y fundamentalismo árabe manipula al Islam para justificar sus actos de violencia cada vez mayores. Esto está influyendo a los más conservadores de Occidente y América, donde aparece también un fundamentalismo religioso en defensa de la “civilización cristiana”. Estos lamentables espectáculos de sangre y de violencia cuestionan lo religioso y el monoteísmo.
¿No sería más lógico pensar que el monoteísmo conduce a la tolerancia, ya que del Absoluto no hay representación, ni mente que lo alcance, siendo un misterio? A Dios nadie lo posee, por lo que siempre debemos hacerlo con aproximaciones, siempre limitadas e inadecuadas. Dios siempre es un misterio que supera al hombre. La verdad de Dios, incluso en Jesús, se nos comunica de forma limitada y finita. Esa verdad está sólo en Dios, todos somos buscadores de la verdad, no poseedores de la misma. Todas las tradiciones religiosas son destellos de la Verdad, no debemos excluirlas, ya que sólo Dios es la verdad. El insondable misterio de Dios, siempre se ha sometido a mediaciones, unas afortunadas otras muy distorsionadas de la realidad, que han hecho sufrir. Alguna de ellas todavía queda viva en ciertos grupos religiosos que no han desenmascarado los falsos dioses, provocando ataduras, prácticas religiosas violentas, y figuras opresoras de Dios.
El Dios de Jesús es un Dios con nosotros, un Dios amor que ama la paz y la misericordia. Felices los mansos, los que vacían su corazón de violencia y agresividad. Son un regalo para nuestro mundo violento, y un proyecto para todos. Recordamos aquel mandato de Jesús, amar incluso a nuestros enemigos. El amor de Jesús está en la base de su actuación y de su imagen de Dios, un amor realmente universal que alcanza a todos los hombres. Es necesario amar a los enemigos, a pesar de su rostro desfigurado, este amor es imprescindible para no caer en la deshumanización que genera odio y violencia. Amar incluso al violento no quiere decir dar por buena y justa su actuación, incluso denunciarla de manera tajante, pero su violenta actuación no debe llevar al odio que genera más violencia. Como decía Martin Luther King, ”el último defecto de la violencia es que genera una espiral descendente que destruye todo lo que engendra. En vez de disminuir el mal, lo aumenta”.
No se puede utilizar una teología del terror, debemos ir elaborando una imagen que evite los fundamentalismos por otra fundamentada racionalmente y religiosamente. No se puede justificar las guerras, justas o injustas, ni cualquier matanza o atrocidad, ya que Dios es paz, es misericordia, es liberación de cualquier sufrimiento gratuito, es diálogo y tolerancia. Dios se comunica con el ser humana, respeta su libertad, no impone, se ofrece y escucha. Dios es verdad y ésta se busca, no se posee, hay numerosos caminos que por los que se puede llegar desde la pluralidad. El Dios de Jesús, llama a la vida fraterna y a la gratuidad, lo que salva es el amor no las religiones, ya que nos enseña buscar a Dios y a nuestros semejantes. El Dios de Jesús, es un Dios que se une a nuestra humanidad y a nuestra historia, que se manifiesta no por la vía del poder, sino por la debilidad y por la vida. Conocemos su revelación en las escrituras pero no su plenitud, Dios sigue siendo un misterio y desborda a todas las religiones, incluso a la cristiana. Ante su misterio somos buscadores y en esta búsqueda debemos estar abiertos, ser acogedores, respetuosos y dialogantes.

domingo, 19 de junio de 2016

La mirada atenta



Juan Antonio Mateos Pérez  
SALAMANCArtv al DÍA



Lo que nos salva es la mirada
Simone Weil

La ética del respeto nos interpelaría para un único compromiso: Mirar con atención el mundo que nos rodea.
J. M. Esquirol
El mirar atento tiene que ver con los ojos abiertos, es fijarse bien para darse cuenta de algunos aspectos de la realidad y poder percibir las cosas de otra manera. El mundo en el que vivimos nos induce a la mirada fácil y poco profunda, se repiten siempre los mismos eslóganes, tal vez adornados por una retórica más refinada. La mirada atenta no sólo presta atención a mirar de los ojos, es una mirada de la mente y del corazón, es un mirar lento y reflexivo, atento de las cosas pequeñas, es la mirada que nos conecta con el mundo. Ese mirar de ojos abiertos, quiere hace visible los padecimientos invisibles, inoportunos y nos hace estar más atentos a la misericordia de Dios.
Una mirada atenta es necesaria en el mar de la indiferencia de nuestras sociedades, ricas en cosas materiales, muy consumistas y que se están volviendo tremendamente inhumanas. Frente a la cultura del yo y del egoísmo, del distanciamiento total, la mirada atenta propone la proximidad, la supresión de toda distancia. La pobreza, el miedo, el dolor, la incertidumbre, la exclusión social, los inmigrantes y refugiados políticos que gritan sin ser oídos por una sociedad que se ahoga en el mar de la indiferencia. No podemos entender los sucesos impactantes de muertos y abandonados en los campos de refugiados cada semana, cada día, en medio de una sociedad que celebra la banalidad y otras juergas, enferma e instalada en la indiferencia y en el consumo. El último informe FOESSA publicado por Cáritas, subraya que las desigualdades y la pobreza de muchos no es sólo consecuencia de la crisis, responde sobre todo al modelo social con el que construimos nuestra sociedad. El informe pide, sobre todo a nuestros políticos una mayor altura de miras y recuperar para la política de lo social a los ignorados y no visibles de nuestras sociedades.
Es necesario aprender a mirar, para ver claro nos decía Saint-Exupéry, basta con cambiar la dirección de la mirada. Aprender a mirar significa mirar de nuevo, como si las cosas  aparecieran por primera vez, centrarse en lo esencial, lo sencillo y lo más humano. Nuestra mirada atenta, requiere abrir la ventana del alma, reclama que todo lo humano no me debe resultar ajeno, nos situamos con la humanidad herida desde la sim-patía. La simpatía es detenerse ante el misterio del hombre y saber mirarlo con amor, significa ser solidario, mantenerse en onda, escuchar, entender, dialogar y discernir.
La desesperación de vivir sin rumbo y a la intemperie de tantos inmigrantes, las muertes en las playas del mar mediterráneo, la falta de eficacia en la gestión comunitaria y la vergüenza de sus medidas donde se prima la expulsión, nos interpela a una mirada crítica y atenta. Las personas que sufren se quedan sin voz. La desesperación y la injusticia las dejan sin palabras, no son capaces de gritar su protesta. El grito de la desesperación nos interpela a una mirada de la misericordia, más eficaz y comprometedora. Esta mirada atenta de la misericordia no nos deja indiferentes, sino inquietos y alterados ante las injusticias, es una mezcla de asombro y de indignación. Es una mirada a tantos sufrientes al borde del camino, su mirada es mi mirada, es una mirada prójima que apela a lo más profundo del corazón.
La mirada atenta y misericordiosa se inclina para acercarse al herido, al refugiado, se compromete con su situación, toca sus heridas. No es suficiente estar informados, hay que acercarse a la cuneta y palpar el dolor y los gemidos. La mirada atenta es una mirada llena de cariño, respeto y amor, es una mirada inclinada a aliviar el sufrimiento e infundir esperanza. Esa mirada atenta que sabe mirar la vida amorosamente hasta el fondo, puede  vislumbrar las huellas de Dios.
Tal vez en esta mirada está la esencia del Evangelio como nos comentó Jesús: “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Amar al prójimo es la clave de todo lo bueno y el signo distintivo del cristiano. Juan Crisóstomo comentaba que el amor al prójimo es mejor que cualquier otra práctica de virtud o de penitencia, mejor incluso que el martirio. La espiritualidad de la mirada atenta comienza por “abrir los ojos”, germina en un corazón educado en la misericordia y se hace realidad en abajarse socorrer al herido.