domingo, 31 de agosto de 2014

“Me he aparecido a ti, para hacerte mi servidor y para que des testimonio…” (Hch 26, 16)



30, julio, miércoles: ESTAMBUL-MADRID-SALAMANCA
“Me he aparecido a ti, para hacerte mi servidor y para que des testimonio…” (Hch 26, 16)

Llegamos al último día en Estambul y de nuestro viaje. Después de la eucaristía en la catedral del Espíritu Santo, toda la mañana paseamos por la calle Istiklal, la más concurrida de Estambul y al final de la calle visitamos la torre Gálata con unas vistas excepcionales de la ciudad.
Pero primero la ambientación de la oración de la mañana:

“Me he aparecido a ti,
para hacerte mi servidor”
(Hch 26, 16)
Termina nuestra peregrinación tras las huellas de Pablo y de las Primeras Comunidades Cristianas y sigue nuestro camino de creyentes tras los pasos de Jesús. Atrás quedan muchas experiencias intensas, de las que hemos sacado luz, aliento y estímulo para nuestro camino cristiano. Y por delante tenemos la vuelta a nuestras casas y a nuestras tareas de siempre, con el compromiso de ser más fieles seguidores de Jesús. 

En estos días el Señor se nos ha hecho especialmente cercano y hemos sentido su llamada. Como a Pablo, cuando Dios se le manifestó en el camino de Damasco, también a nosotros Él nos dice: “Me he aparecido a ti, para hacerte mi servidor y para que des testimonio de lo que has visto, y de lo que aún te mostraré”. En cada uno de nosotros queda ahora la responsabilidad de estar a la altura de lo que el Señor quiere y espera de nosotros.

La ambientación en la Catedral, pág. 111 del libro del peregrino.

Es nuestra última Eucaristía. A lo largo de trece días hemos recorrido en esta tierra muchos lugares, tratando de acercarnos a los manantiales de los que brotó la experiencia cristiana. En cada uno de ellos no nos hemos limitado a visitar las fuentes, sino que hemos tratado de beber en cada una de ellas el agua limpia y clara que sacie nuestra sed de Dios y de su Verdad.
Cerramos la rica experiencia creyente que hemos vivido en esta tierra con esta eucaristía en la que, además de expresar nuestra más viva gratitud al Señor, queremos también concretar algunos compromisos para nuestra vida futura. 


Memoria de san Andrés,
patrono de las Iglesias de Oriente

En conocer a Jesús
tú fuiste, Andrés, el primero:
Juan te señaló el Cordero,
tú lo seguiste a la cruz.
Como un reguero de luz,
a Cristo evangelizando,
tu vida se fue sembrando,
para cosechar después
gavillas de rica mies,
nuevas Iglesias fundando.
De Cristo amigo cercano,
predicas desde tu cruz.
“¡Queremos ver a Jesús!”,
llévanos tú de la mano,
como llevaste a tu hermano
de sangre y de santidad.
A las Iglesias de Oriente
llévalas hasta la fuente
por caminos de unidad.
4.“¡Sígueme!”,
la última palabra del Señor 

«Te aseguro que cuando eras más joven, tú mismo te sujetabas la túnica con el cinturón e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo, extenderás tus manos, otro te las sujetará y te llevará adonde tú no quieras». Dijo esto para indicar con qué muerte iba a glorificar a Dios. Después añadió: «¡Sígueme!».
(Juan 21,1-19) 



Rema “mar adentro” Quiero aceptar tu reto,
mas siento
en la garganta
un apretado nudo
y no sé decir nada.
Oigo tu invitación,
pero no suelto amarras
y no acierto a zarpar
para ir a la mar alta.
Yo me quedo en la orilla,
que es pequeña mi barca
y son pocas mis fuerzas
para cruzar las aguas.
¿No podré ser tu amigo
si me quedo en la playa,
amodorrado y pasivo,
recibiendo los besos
de la tarde dorada?
Mas, no…
Ven a mi bote,
desenvaina la espada
y corta de un tajazo
las cuerdas
que me amarran.
(Patxi Loidi)



Certezas y convicciones

“Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará gratuitamente con él todas las cosas? ¿Quién podrá acusar a los hijos de Dios? Dios es el que absuelve. ¿Quién será el que condene? ¿Cristo Jesús, el que murió, mejor dicho, el que resucitó, el que está a la diestra de Dios y el que intercede por nosotros?
¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada? Dice la Escritura: Por tu causa estamos expuestos a la muerte todo el día, somos como ovejas destinadas al matadero. Pero en todas estas cosas salimos triunfadores por medio de aquel que nos amó.
Porque yo estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles ni otras fuerzas sobrenaturales, ni las cosas presentes ni las futuras, ni los poderes de cualquier clase, ni lo de arriba ni lo de abajo, en una palabra, nada ni nadie podrá separarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.” (Romanos 8,31-39)






 La calle de İstiklal o avenida de la Independencia  es una de las avenidas más famosas de Estambul, concurrida por casi 3 millones de personas en un día de fin de semana. Antiguamente era conocida como Grande Rue de Péra, como el barrio de Pera donde vivían los comerciantes genoveses y venecianos en época bizantina. Se encuentra situada en el distrito histórico de Beyoğlu, y es una calle de peatones elegante de aproximadamente dos kilómetros de longitud, que aloja boutiques exquisitas, tiendas de música, librerías, galerías de arte, cines, teatros, bibliotecas, cafés, pubs, clubes de noche con música viva, pastelerías históricas, chocolaterías y restaurantes. La avenida, rodeada por la única arquitectura turca del siglo XIX, se extiende desde el barrio medieval genovés alrededor de la torre de Gálata hasta la plaza de Taksim.
Nosotros bajamos desde la plaza Taksim, todo cuesta abajo por el barrió más europeo de la ciudad. Los comerciantes ricos de la época tuvieron sus casas y las fuerzas coloniales construyeron palacetes. Todos estos estaban alrededor de una avenida que le dio una atmósfera cosmopolita que todavía sigue teniendo. Después de la fundación de la república turca el nombre del barrio fue Beyoğlu y Gran Rue de Pera fue la Calle İstiklal.


En plena calle realizamos una breve parada para visitar la iglesia de San Antonio de Padua. La construcción del edificio actual se produjo entre 1906 y 1912. Erigida en estilo neogótico, con fachada en ladrillo rojo, se trató de uno de los primeros proyectos en la ciudad del arquitecto Giulio Mongeri. En 1932 se le otorgó la categoría de «basílica menor».

 En los patios había una exposición sobre el Papa Juan XXIII, para conmemorar que había servido en Estambul. Ya en el interior, la iglesia resulta esbelta y sencilla, con planta de tres naves y hermosas vidrieras que llenan de luz y color el altar mayor. Dentro verás algunas interesantes tallas en madera cubierta de paneles de oro, un bello viacrucis y el gran Cristo crucificado que parece levitar sobre el ábside, haciendo que la iglesia resulte un lugar que invita al recogimiento y a la oración.


Al final de la calle llegamos a la torre Gálata, fundada por genoveses en la época bizantina. La torre tiene una altura de 66,9 m (62,59 m sin el remate) y consta de nueve plantas. Cuando se construyó, se convirtió en la estructura más alta de la ciudad. Se trataba de la construcción más alta de las fortificaciones que rodeaban la ciudadela genovesa de Gálata. La torre actual no es la misma que la antigua torre de Gálata, originariamente bizantina, llamada Megalos Pyrgos y que controlaba el extremo norte del mar a la entrada del Cuerno de Oro. Se encontraba en un lugar diferente y fue destruida durante la Cuarta Cruzada, en 1204. A partir de 1717 los otomanos comenzaron a usar la torre para detectar incendios en la ciudad. En 1794, durante el reinado del sultán Selim III, el techo de la torre, realizados en plomo y madera, al igual que las escaleras,  fueron severamente dañados por un incendio. Otro incendio dañó el edificio en 1831, en la que se llevó a cabo un nuevo trabajo de restauración


En 1875, durante una tormenta, el techo cónico en la parte superior del edificio fue destruido. La torre quedó sin este techo cónico. Muchos años más tarde, durante los trabajos de restauración entre 1965 y 1967, el techo cónico fue reconstruido. Durante esta restauración final en la década de 1960, el interior de madera de la torre fue sustituida por una estructura de hormigón y se comercializó y abierto al público.
Desde la torre gálata fuimos hasta el puente gálata, cruzando el Cuerno de Oro. El primer puente registrado sobre el Cuerno de Oro en Estambul, fue construido durante el reinado de Justiniano el Grande en el siglo VI, cerca de la zona cerca de las murallas de Teodosio, en el extremo occidental de la ciudad. En 1453, durante la caída de Constantinopla, los turcos montan un puente móvil mediante la colocación a los dos lados de buques a lado, de modo que sus tropas podrían moverse de un lado al otro del Cuerno de Oro. En 1503, hubo planes para construir el primer puente en la ubicación actual. El Sultán Bayaceto II solicitó un diseño a Leonardo da Vinci, que utiliza tres principios geométricos bien conocidos, el arco pulsado, la curva parabólica y arco trapezoidal, creó un solo tramo sin precedentes de 240 m de largo y 24 m de ancho puente para el Cuerno de Oro, eso suponía que habría  convertido en el puente más largo del mundo de ese tiempo si se hubiera construido. Sin embargo, el ambicioso diseño no fue aprobado por el sultán.

El puente Gálata actual fue construido por la compañía turca STFA, muy próximo al lugar donde anteriormente existía un antiguo puente, entre Karaköy y Eminönü; se concluyó en diciembre de 1994. El puente tiene una longitud total de 490 m, un tramo levadizo móvil, con luz, de 80 m, 42 m de anchura, e incluye tres carriles para vehículos y una pasarela peatonal en cada dirección.

Después fuimos a comer a un hotel junta a la embajada holandesa, sobre la tienda de finito de Córdoba, en la calle Calle Yerebatan Cadessi, con unas vistas espectaculares de Estambul.


Por último, después de comer fuimos, como un rayo, al Museo Arqueológico de Estambul. Situado en los jardines externos del palacio de Topkapı, el museo fue fundado como museo imperial. Se inauguró en 1891 en el edificio principal bajo la dirección del pintor y arqueólogo Osmán Hamdi Bey. El museo pronto incrementó sus colecciones con fondos provenientes de todo el Imperio otomano.

La colección del museo abarca unas veinte salas distribuidas a lo largo del edificio antiguo y las cuatro plantas construidas en la década de los 90. Estas salas están divididas en las siguientes galerías:
  • Arqueología clásica: situada en el edificio principal del complejo destacan las siguientes obras: Estatua de Marsias, Estatua y busto de Alejandro Magno, Sarcófago de las Plañideras y Sarcófago de Alejandro Magno una de las piezas más importantes del museo. Este grupo de sarcófagos fue encontrado en Sidón (actual Líbano).
  • Colección tracia, Bitinias y bizantinas: Situada en la planta baja del edificio de 1991.
  • Estambul a lo largo del tiempo: Situada en el primer piso del nuevo edificio destaca el mosaico del icono de la presentación del siglo VI-VII.
  • Anatolia y Troya: En el segundo piso del edificio nuevo contiene obras de esta zona de Turquía. Se exponen algunas de las piezas del tesoro Schliemann.
  • Culturas adyacentes a Anatolia: Se muestran diferentes objetos de las zonas cercanas al sur de Turquía como por ejemplo Chipre, Siria o Palestina. Se pueden ver unos relieves funerarios sirios, el Calendario de Gézer y la reconstrucción de un mausoleo descubierto en Palmira.
  • Museo del antiguo oriente: Destaca la tablilla del Tratado de Qadesh.
  • Azulejos y cerámicas Turcas: Instalado en el Pabellón Çinilli destaca el Mihrab Karaman, mihrab azul recubierto con azulejos.
En el patio exterior se puede contemplar el Sarcófago de pórfido (siglos IV-V) en el que se enterraron los primeros emperadores bizantinos.

Y ahora…
Dios y tú
Sólo Dios da la vida,
pero tú puedes defenderla y entregarla.
Sólo Dios puede dar la fe,
pero tú puedes dar testimonio.
Sólo Dios puede dar la esperanza,
pero tú puedes devolverla a los que la perdieron.
Sólo Dios puede dar el amor,
pero tú puedes amar a los hermanos.
Sólo Dios puede dar la paz,
pero tú puedes sembrarla a tu alrededor.
Sólo Dios puede dar la fuerza,
pero tú puedes animar también.
Sólo Dios es el Camino,
pero tú puedes enseñárselo a otros.
Sólo Dios es la luz,
pero tú puedes ponerla en alto
para que todos la vean.
Sólo Dios puede hacer lo imposible,
pero tú puedes hacer lo posible.
Sólo Dios se basta a sí mismo,
pero prefiere contar contigo.
(José Luis Martín Descalzo)

Un abrazo por vuesto apoyo y cariño. Seguiremos escribiendo en este blog, al menos hasta que lleguemos a Roma, pasando por Sicilia. No estaría mal.




lunes, 25 de agosto de 2014

“Cristo ha hecho de dos pueblos uno solo, derribando el muro que los separaba” (Ef 2, 14)



29, julio, martes: ESTAMBUL
(“Lugar de encuentro de oriente y occidente”)
“Cristo ha hecho de dos pueblos uno solo, derribando el muro que los separaba” (Ef 2, 14)
Visita al Palacio de Dolmabache – Paseo en barco por el Bósforo – Almuerzo (restaurante frente al Mar Negro) –– Visita detenida a San Salvador in Chora – Iglesia Pammakaristos –


La primera visita de la mañana fue el palacio de Dolmabahçe, pero antes de comentar alguna cosa de este palacio de Estambul, partimos del libro del peregrino, página 62 - 65, de la primera oración del día.
“Cristo ha derribado el muro que separaba dos pueblos”
(Ef 2, 14)
Ambientación
Estambul es una ciudad singular: con una parte de su territorio en Europa y otra parte en Asia, es punto de encuentro de dos continentes; que es tanto como decir, de dos mundos, con historias, culturas y modos de ser muy distintos. De esta forma, se presenta hoy ante nosotros como una parábola, que nos invita a reflexionar sobre el proyecto que Dios ha ido desarrollando en “la Historia de la Salvación”, para reunir a todos los pueblos.
En la lectura y comprensión de esta Historia de Salvación tuvieron un papel decisivo unos personajes históricos concretos que identificamos con el nombre de “Santos Padres”. A su memoria añadimos agradecidos los nombres de todos los Santos Padres que nos transmitieron una fe sabiamente enriquecida por su reflexión y su santidad.

Palabra de Dios
“Vosotros, los paganos de nacimiento, los llamados incircuncisos por los que pertenecen a la circuncisión, recordad que en otro tiempo estuvisteis sin Cristo, ajenos a la
Alianza y su promesa, sin esperanza y sin Dios. Ahora, en cambio, por Cristo Jesús y gracias a su muerte, los que antes estabais lejos, os habéis acercado.
Porque Cristo es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos uno solo destruyendo el muro de enemistad que los separaba. Él ha anulado, en su propia carne, la ley con sus preceptos y normas. Él ha creado en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad, restableciendo la paz. Él ha reconciliado a los dos pueblos con Dios, uniéndolos en un solo cuerpo por medio de la cruz y destruyendo la enemistad.
Su venida ha traído la buena noticia de la paz: paz para vosotros, los que estabais lejos y paz también para los que estaban cerca; porque gracias a Él unos y otros, unidos en un solo Espíritu, tenemos acceso al Padre. Por tanto, ya no sois extranjeros o advenedizos, sino conciudadanos dentro del pueblo de Dios. Sois familia de Dios, estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular, en quien todo el edificio, bien trabado, va creciendo hasta formar un templo consagrado al Señor, y en quien también vosotros vais formando conjuntamente parte de la construcción, hasta llegar a ser, por medio del Espíritu, morada de Dios.”
(Efesios 2, 11-22)
El Palacio de Dolmabahçe fue el primer palacio de estilo europeo (neobarroco) en Estambul. Fue construido en tiempos del sultán Abd-ul-Mejid I, entre 1843 y 1853, con un coste de cinco millones de libras de oro otomanas, el equivalente de treinta y cinco toneladas de oro. Catorce toneladas fueron usadas únicamente para adornar el techo en el interior del palacio. La mayor araña de cristal de Bohemia, un regalo de la reina Victoria, está en la estancia central. La araña tiene setecientas cincuenta lámparas y pesa cuatro toneladas y media. El Dolmabahçe tiene la mayor colección de candelabros de cristal de Bohemia y Baccarat; también la Escalinata de Cristal posee balaustres de cristal de Baccarat. Bueno ya lo vimos, un exceso. Como buen admirador.

Abd-ul-Mejid I, sucedió en el trono a Mahmut II. Destaca a su llegada al trono la realización, en 1839, de la carta de Gulhané por la que se otorgaba la igualdad a todos los súbditos civiles del imperio. Con ello el Imperio entra en una época de reformas (Tanzimat), con reformas en el campo de la justicia, las finanzas, la administración y el ejército. Como buen admirador de occidente, no sólo amuebla a la europea el palacio, sino que rompe hábitos, normas y protocolos tradicionales, promovió también la moda europea en el vestido, donde pantalones y calzados occidentales, sustituirán a túnicas y turbantes.

El sitio de Dolmabahçe fue originalmente una bahía en el Bósforo que fue utilizado para el anclaje de la flota otomana. La zona fue recuperada gradualmente durante el siglo XVIII para convertirse en un jardín imperial, muy apreciado por los sultanes otomanos. Se construirán pequeños palacios de verano y pabellones de madera se durante los siglos XVIII y XIX. Anteriormente, el sultán y su familia habían vivido en el Palacio de Topkapi, pero como era un palacio medieval y carecía de un estilo moderno, de lujo, y confort, en comparación con los palacios de los monarcas europeos, Abd-ul-Mejid I decidió construir un nuevo palacio moderno cerca del sitio del antiguo Palacio Beşiktaş, que fue demolido. El proyecto fue realizado por los arquitectos Garabet Balyan , su hijo Nigoğayos Balyan y Evanis Kalfa, miembros de la familia Balyan, arquitectos de la corte otomana. Los enormes gastos, supusieron una enorme carga para las arcas del Estado y contribuyó al deterioro de la situación financiera del Imperio Otomano que finalmente se deslizó en la bancarrota del Estado.
El Palacio de Dolmabahçe fue el hogar de seis sultanes desde 1856, cuando fue habitada por primera vez, hasta la abolición del califato en 1924. El último rey de vivir aquí era califa Abdülmecid Efendi. Una ley que entró en vigor el 03 de marzo 1924 transfirió la propiedad del palacio al patrimonio nacional de la nueva República de Turquía. Mustafa Kemal Atatürk, el fundador y primer presidente de la República de Turquía, utilizó el palacio como residencia presidencial durante los veranos y promulgaron algunas de sus obras más importantes aquí. Atatürk pasó los últimos días de su tratamiento médico en este palacio, donde murió el 10 de noviembre de 1938.

El diseño del palacio contiene eclécticos, donde se mezclan el barroco, rococó y neoclásico, con la tradicional arquitectura otomana para crear una nueva síntesis. El diseño palacio y decoración reflejan la creciente influencia de los estilos europeos y las normas sobre la cultura y el arte otomano. El palacio se divide en tres zonas. Por un lado, el Mabeyn-i Hümâyûn (o Selamlık; las habitaciones reservadas a los hombres), el Muayede Salonu (las habitaciones ceremoniales) y el Harem-i Hümâyûn (el Harén; que incluía los apartamentos de la familia del Sultán). La zona del Palacio abarca 45.000 m² (11,2 acres) y posee 285 habitaciones, 46 salones, 6 cuartos de baño (hamam) y 68 toilets. La famosa Escalinata de Cristal tiene forma de doble herradura y fue construida con cristal de Baccarat, latón y caoba. El palacio tiene gran número de alfombras de Hereke, elaboradas en la Fabrica Imperial de Hereke.

Una visita al Palacio Dolmabahce comienza en el Salón Medhal. Las habitaciones principales de la Medhal dan tanto  hacia el mar y como al interior. Las habitaciones que dan al mar fueron utilizados por los líderes otomanos funcionarios, el Gran Visir y los otros ministros de Estado, mientras que las habitaciones que dan al interior, fueron utilizados por varios administradores del palacio y el Estado.
Los huéspedes, tenían primero esperar en esta sala y, luego se les conducía dentro en el momento adecuado por un oficial de protocolo de palacio. Al entrar en la Medhal, uno ve las tablas Boulle en ambos lados de la sala, que llevan el monograma del sultán Abdülmecid en la parte superior. El monograma real del sultán también está en la chimenea. La araña que cuelga en el centro de esta sala, tiene sesenta brazos.

La segunda habitación después de la Medhal a la derecha es el Salón de la Secretaria, también se la conoce como la Sala de mosaico. La pintura más grande que se encuentra en el palacio está en esta sala, es una representación de la Procesión Surre,  por Stefano Ussi. Surre se utiliza para referirse a las caravanas que viajaban de Estambul a La Meca durante el mes religioso Ramadán.

Desde allí, fuimos a dar un paseo en barco por el Bósforo. El Bósforo es un estrecho que conecta el Mar Negro con el Mar de Mármara, separando Estambul en dos partes: la europea y la asiática. La longitud total del estrecho es de 30 kilómetros y la anchura va desde los 700 metros hasta los casi 4 kilómetros de la salida al Mar Negro. Para cruzar el estrecho hay dos puentes: el Boğaziçi (al sur) y el Fatih Sultan Mehmed (al norte). Ambos tienen una longitud muy similar de algo más de un kilómetro. La encrucijada de mares y continentes que confluyen en el estrecho del Bósforo fue determinante a la hora de establecer la ubicación de Constantinopla. 

Partimos viendo la ciudad histórica con la silueta de sus mezquitas y Santa Sofía, según nos adentramos, hacia el Mar Negro, los 30 kilómetros del estrecho se convierten en un verdadero espectáculo en el que se combinan fastuosos palacios (Yalis) construidos por la elite otomana durante los siglos XVIII y XIX, jardines exuberantes, casas muy bien puestas, así como pequeños pueblos que parecen continuar la ciudad. Pasamos de nuevo por el Palacio de Dolmabahçe,  y nos sorprendió el barrio de Ortakoy, con su atractiva mezquita junto al mar. El crucero llegó hasta el castillo de Rumeli Hisari.

A la vuelta, con Estambul al frente, ANTONIO, como buen rapsoda, recitó como nadie el poema de Espronceda. La canción del pirata. Todos la sabemos de memoria, pero meditada, nos recuerda esa ansia de libertad personal y la figura del ser humano pleno en su holgura vital. 

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul:


-Navega, velero mío,
sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza

sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.



Y del trueno
al son violento,
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.



Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.








Junto a las murallas de Estambul, siguiendo la anarquía de las calles, en un desorden resistente a cualquier clasificación, nos encontramos con un lugar realmente bello y con una gran profundidad teológica en su representación pictórica y estética. Allí pudimos contemplar uno de los más bellos ejemplos de Iglesia bizantina que pueda contemplarse en la actualidad, el monasterio de Salvador de Cora (hoy sólo iglesia) o del Campo, ya que la iglesia estaba en un principio extramuros de la ciudad de Constantinopla. Después de santa Sofía, san Salvador es uno de los grandes espacios cristianos y artísticos de Estambul. Es considerado como el culmen de la teología iconográfica de la resurrección, junto al icono de la Trinidad de Andrej Roublëv.


 La primitiva iglesia estaba formada por una única planta cuadrada, con un nártex y un ábside semicircular. Teodoro Metoquita le hizo añadir el exonártex y el parakklesion, encargando también la decoración de mosaicos y frescos, que fueron realizados entre 1305 y 1320. El autor fue ministro de Andrónico II, un gran humanista, maestro Gregorás y uno de los mayores partidarios de la unión entre la iglesia católica y ortodoxa. Teodoro Metoquita, que se hace representar en el tímpano del nártex ofreciendo la maqueta del proyecto a la Virgen y con la cabeza cubierta por un gran gorro oriental que llevaba el distintivo de su cargo. Al restaurar el monasterio de Cora, incluirá un hospital y un comedor de beneficencia y se construirá su propio palacio al lado. Pero no queda nada del palacio, ni del monasterio, sólo la iglesia, hoy convertida en museo.
La Anástasis (resurrección),  parece que está influido por los doce capítulos del descenso de Cristo a los infiernos, refundidos con las actas de Pilatos, dando lugar al evangelio de Nicodemo. Los pocos textos del canon, son escasos y difíciles de interpretar (1 Pe 3,19s.; 4,6; Ef 4,9; Rom 10,7; Mt 12,40; He 2,27.31). El Speculum historiale de Vicente de Beauvais y la Leyenda Dorada difundieron el relato del Evangelium Nichodemi en época bajomedieval. El descenso a los Infiernos, fue un tema de reflexión y de utilización en la liturgia medieval, sobre todo la Oriental, le concede un gran protagonismo en el oficio del sábado santo y en la liturgia dominical. Pero no faltan referencias al tema en Occidente, sobre todo liturgia galicana e hispánica son especialmente ricas en referencias al misterio de la bajada al infierno. El viejo rito hispano multiplica las menciones en las oraciones eucarísticas del tiempo pascual y en los ordines de la liturgia funeraria.


En estas obras finales de Salvador in Cora, se optó por el fresco, bastante más barato, pero con una gran riqueza cromática y un dibujo muy cuidado que reflejan una enorme emotividad. Expresan movimiento y hay una ausencia de frontalidad de otras épocas, con lo que muchos autores las han comparado, con lo que en ese momento estaba produciendo Guiotto en la capilla Scroveni de Padua.
El tema de conjunto de la iglesia era la salvación de la humanidad, que se manifiesta principalmente, en los milagros de Jesús, en el Juicio Final, y sobre todo en la Anástasis, que preside el ábside. Jesús con túnica blanca, rodeado de una luminosa mandorla, en medio de la oscuridad, toma de las muñecas Adán y Eva, sacándolos del Sheol, rompiendo las puertas del infierno y llevándolos hacia la vida.
Un autor ortodoxo (O. Clement) comenta este icono: “Cristo desciende a los infiernos para destruirlos; es de una blancura relampagueante, pero ahora ya no está en el monte de la transfiguración sino en el abismo de la angustia y de la asfixia tenebrosa. Uno de sus pies, con un gesto de increíble violencia, rompe las cadenas de este mundo. La otra pierna, con un movimiento de danza, de nado, empieza ya a subir de nuevo, como el nadador que después de haberse zambullido en el fondo,  toma fuerzas para regresar al aire y a la luz. Pero es Él el aire y la luz. El aire y la luz son irradiados en su rostro en el fulgor del Espíritu Santo y ahí está su gesto liberador: con cada mano Cristo agarra al Hombre y a la Mujer. Y no por la mano, porque la salvación no se negocia, se da. Así, los arrastra fuera de sus tumbas. Ninguna sombra, todo rostro tiene la luz del infinito…, ninguna separación, todos los rostros son llamas del mismo fuego. Y la finalidad no es la de conseguir la inmortalidad del alma, porque inmortales ya son las almas en el infierno. Cada rostro es de esta tierra, pero de esta tierra que ya ha sido plasmada con el cielo…”
Toda experiencia religiosa, tiene su mejor expresión en la razón simbólica. Es cierto, es una labor de traducción de algo que nos transciende, de lo intraducible, de lo indecible. Pero es uno de los mejores medios para expresar la experiencia humana con lo transcendente. Un ejemplo de esto está, en la excelente interpretación de la bajada a los infiernos que nos realizó el J. Ratzinger, en obra Introducción al Cristianismo. En la revelación cristiana habla el Dios de la palabra, pero también el Dios del silencio. El teólogo interpreta como la bajada de Jesús a la soledad radical al afrontar lo más recóndito de la existencia humana, la muerte real. Nos recuerda que el silencio de Dios, es parte de la revelación. Estamos acostumbrados al Logos, Dios es palabra, pero con eso no hemos de olvidar la verdad del ocultamiento permanente de Dios, sólo si lo experimentamos como silencio, podemos esperar escuchar un día su palabra que nace del silencio. La muerte es la soledad absoluta, es una puerta por la que tenemos que pasar solos. Así se comprende que la palabra Sheol, en el Antiguo Testamento se utiliza tanto para designar la muerte como el infierno. No es el mundo del no ser, es el mundo de la muerte ¿Pero qué es la muerte? Nadie lo sabe. En el grito de Jesús en la cruz o en su pasión en el huerto, no nos habla sólo del dolor físico. Más allá de ese dolor físico, está ese abismo de la muerte, donde se vive la más angustiosa soledad, el completo abandono, donde no llega ninguna voz, es lo más alejado de la vida. Es la región de la angustia, donde el ser del individuo choca con lo imposible, la imposibilidad de ser, de la soledad radical.
El hombre en su esencia, no puede estar solo, necesita compañía, es un ser social. En su soledad más profunda, el hombre tiene miedo, no de algo, se angustia en su propia soledad, tiene miedo de su propio ser, al terror de la historia, a la inseguridad de su existencia. Miedo que no se puede superar con la propia razón. Sólo se puede vencer, con la presencia de alguien que le ama.  Si en su soledad y abandono, nadie pudiera dirigirle una palabra, una mirada, una mano tendida de amor, estaría en una auténtica soledad radical. Esa soledad, se podría perfectamente llamar infierno. Sólo hay infierno en el encerramiento en sí mismo, en los egoísmos y en los abandonos de sí. En lo más profundo de nuestra existencia mora el infierno, la desesperación, la soledad inevitable y terrible. En esa soledad, el amor, la palabra no pueden entrar. La muerte, es la puerta definitiva, donde ni palabra, ni amor son posibles de forma irreversible.
En la cruz y con el grito terrible, “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”, Jesús supera esa soledad radical e irreversible, la noche oscura y terrible del espíritu, el desgarramiento del corazón, la duda más profunda y la tremenda tentación de la desesperación. De su corazón surge una oración, el inicio del salmo 22, en el que Israel doliente, torturado y humillado le grita a Dios con desesperación su desgracia. En su pasión Jesús penetró en el abismo de nuestro abandono, bajó al sheol, a los infiernos, y llevó la palabra allí donde no hay voz. Con él lleva a Adán y a Eva, símbolos de la humanidad entera, la muerte deja de ser infierno  y ahora mora el amor y la vida. La bajada de Dios al silencio, al oscuro silencio de la ausencia, ya no conduce a la soledad y al sinsentido. Con la muerte de Jesús, se han abierto las puertas del Sheol, se han abierto los corazones, se han abierto las sepulturas, en ellos habita el amor y la esperanza.
Me dices que ansías
mi soledad
cuando soy yo el que ansía
la tuya.
Suponemos que en nuestras soledades
escuchamos voces llenas de secretos,
músicas turbadoras que nos llevan
el uno al otro.

Pero la soledad es una música
que duele:
nos araña la mente y nos llena
de sed el alma,
y nos aleja
y nos aleja
Antonio Colinas, “Signos de la piedra XIV” de u obra Canciones para una música silente. Madrid, Siruela, 2014.


La Iglesia de Pammakaristos, también conocida como Iglesia de la Bienaventurada Madre de Dios (Theotokos Pamakaristos), se convertirá posteriormente en Mezquita después de la Conquista turca y hoy día es en parte museo. El paraclesion (capilla lateral anexa) constituye una de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura del tiempo de los emperadores Paleólogos y contiene la mayor cantidad de mosaicos bizantinos en Estambul después de Santa Sofía y la iglesia de San Salvador in Cora.


La mayoría de los estudiosos coinciden en que la iglesia fue construida entre los siglos XI y XII. Muchos historiadores y arqueólogos consideran que la estructura original del templo puede atribuirse a Miguel VII, Ducas (1071-107), mientras que otros retrotraen su fundación al período de los emperadores Comneno. Incluso se ha sugerido la existencia de una iglesia anterior, del siglo VIII. En tiempo de los primeros emperadores Paleólogos se añadió por el lado sur un paraclesion o capilla lateral dedicado a Cristo como Verbo (Christos ho Logos). El pequeño santuario fue erigido poco después del año 1310 por Martha Glabas en recuerdo de su difunto esposo, Miguel Tarchaniotes Glabas, general y protostrator del emperador Andrónico II Paleólogo. Una elegante inscripción dedicada a Cristo, escrita por el poeta Manuel Files, recorre el interior y el exterior de la capilla.

Después de la conquista de la ciudad en 1453, la iglesia fue utilizada como un convento de monjas y luego se convirtió en la sede de Cristiano Patriarcado Ortodoxo desde 1455 hasta 1587. En 1590, la iglesia Pammakaristos se convirtió en una mezquita con el nombre Fethiye (conquistador), en Para conmemorar la conquista de Georgia y Azerbaiyán por los otomanos bajo el reinado del sultán Murad III durante la guerra de Irán.

El edificio original era una iglesia de una nave principal, con dos deambulatorios laterales, tres ábsides y un nártex en el lado occidental. La conversión de la iglesia en mezquita conllevó una importante transformación del edificio. Los arcos que conectaban la nave principal con los deambulatorios fueron sustituidos por arcadas más anchas para dar mayor amplitud a la nave. Los tres ábsides fueron derribados y en su lugar se construyó al lado oriental un espacio abovedado, en posición oblicua con relación al eje de orientación del edificio.

El paraklesion constituye la edificación más hermosa de su época en Constantinopla. Es típica su planta de cruz inscrita en un cuadrado con cinco cúpulas, pero la proporción entre las dimensiones vertical y horizontal es mucho mayor de lo habitual. El revestimiento interior de mármol ha desaparecido en su mayor parte, pero se conservan los restos restaurados de mosaicos bizantinos, que constituyen una importante fuente para el conocimiento del arte bizantino tardío, aunque no sean tan variados ni su estado de conservación tan bueno como los de la iglesia de Salvador in Cora. Bajo la cúpula principal se encuentra una representación del Cristo Pantocrátor rodeado de profetas del Antiguo Testamento. En el ábside se muestra el Cristo Hyperagathos (Misericordioso) junto a la Virgen María y san Juan Bautista. Al lado derecho de la cúpula se encuentra intacta la representación del bautismo de Cristo.

Terminamos con el libro del peregrino, pág. 149

Mensaje del Apocalipsis
¡Aleluya! Dios ha establecido su Reino
“Después de esto oí en el cielo la voz
de una gran multitud que decía:
¡Aleluya!
La victoria, la gloria y el poder
pertenecen a nuestro Dios,
porque sus sentencias son objetivas y justas,
Después continuaron diciendo:
¡Aleluya!
El humo de su incendio sigue subiendo
por los siglos de los siglos.
Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes cayeron de rodillas y adoraron a Dios, que está sentado sobre el trono, diciendo:
Amén. ¡Aleluya!
Y una voz que salía del trono, decía:
Alabad a nuestro Dios
todos sus siervos, todos sus fieles,
pequeños y grandes.
Luego oí como una voz de potentes truenos, que decía:
¡Aleluya!
El Señor, nuestro Dios, el todopoderoso,
ha establecido su reino.
Gocémonos y alegrémonos,
y démosle gloria;
porque han llegado las bodas del Cordero.
Su esposa está ya preparada,
Vestida de lino fino, limpio y brillante.
Entonces alguien me dijo
«Dichosos los invitados
al banquete de las bodas del Cordero».
Y añadió: «Estas palabras de Dios dicen la verdad».
(Apocalipsis 19,1-9)