jueves, 27 de julio de 2017

Iglesia y comunicación

“Es tarea de los medios de comunicación ampliar la información que el público tiene del mundo, para lo cual ha de proporcionar informaciones contrastadas, opiniones racionalmente fundadas, interpretaciones plausibles, dejando lo más claro posible si se trata de información, opinión o interpretación”
Adela Cortina
La pastoral de la comunicación en red tendrá que tener un estilo apostólico,…actuar localmente y pensar globalmente, …ser interdisciplinar, respetando la subsidiariedad y al mismo tiempo el rol que cada cristiano tiene en la Iglesia.  
Ariel Beramendi


jueves, 20 de julio de 2017

Estoy a la puerta y llamo

Si hacemos silencio no es para encontrar al vacío de la nada, sino a la respiración del espíritu donde se acaba percibiendo el soplo ligero de la presencia de Dios, la Realidad más real que existe y que se encuentra más allá de la dimensión sensible.

La Pascua es el centro de la vida cristiana, recuerda la muerte y la resurrección de Jesús. La victoria sobre la muerte, la victoria sobre la vida. Desde los comienzos, el creyente cristiano ha celebrado con una certeza indemostrable e invencible que la liberación de todas las esclavitudes se anticipó en un galileo llamado Jesús. Nos recordaba Alberto Iniesta (“obispo de Vallecas”), que en el corazón profundo de nuestra fe nos afirma que allá en el fondo hay una savia que sube por nuestras ramas hacia nuestra vida, hacia nuestra existencia de todos los días. El árbol nunca ha visto la savia, pero la siente, la vive, la bebe. Misterio de la cruz que no solo se debe vivir en la interioridad de la vida personal, no puede ser reducido a un simple pietismo, deberá alcanzar la vida social e histórica, así como la realización de la paz y la justicia.
Desde el siglo II, se fijó un domingo para celebrar la pascua y, los primeros cristianos dedicaron dos días de ayuno, no de comida, sino de eucaristía. De forma simbólica, querían participar de la muerte para vivir la resurrección. Ya en el siglo III, la cuaresma se prolongará a una semana y con el tiempo a cuarenta días, cuyo objetivo era preparar a los catecúmenos para el bautismo el día de Pascua y también a todos aquellos que habían renunciado a Jesús y la comunión cristiana. Estos pecadores volverán a ser reincorporados en la comunidad mediante el perdón comunitario. La cuaresma era un tiempo de preparación para los nuevos cristianos,  también un tiempo de reconciliación para todos aquellos que se habían alejado de la vida de la fe.
La cuaresma es un tiempo de gracia y encuentro con Dios, pero fue tomando un cariz diferente subrayando más la abstinencia, el ayuno, la mortificación, el arrepentimiento, de miedo y las penas. Era un tiempo de austeridad, de moderación de espectáculos y diversiones, de ejercicios espirituales y de color morado. Las catequesis de tiempos pasados imprimieron “a sangre” muchos de estos elementos secundarios,  quedándose los creyentes en lo más superficial del sentido cuaresmal y quitando hondura a ese tiempo de gracia. Jesús nos invita a vivir la cuaresma apoyados en la palabra de Dios: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Nos recuerda, que lo importante es el amor de Dios, invitándonos a vivir desde ese principio transformador y sin medida. El amor no es un acto, es un aprendizaje, un camino que pone al creyente cara a cara con Dios y con el hermano. Es un camino sencillo y escondido desde la humidad cotidiana, proclamando la primacía de Dios en su existencia y que se plasma en el amor al prójimo, incluso a los enemigos.
Para el creyente del siglo XXI, es un tiempo privilegiado para buscar las huellas de Jesús en las arenas del corazón y dejar que ellas nos adentren en la espesura. Encontrarnos desde el silencio cara a cara con Dios y dejar que transforme su vida. El hombre de hoy tiene soledad pero no silencio. Necesitamos engendrar en nosotros el hombre interior. Y, ¿cómo conseguir hacer silencio? Estando quieto y resistiendo. Elevando las manos y el corazón a Dios. En medio del ruido, del trabajo, del estrés, del consumo excesivo, del vacío, el hombre actual no necesita ayunos y mortificaciones, necesita paz y silencio. Un tiempo cada día para encontrarse con Dios en su corazón, para serenar su existencia y, desde ese encuentro, para calmar su sed de sentido y transformar toda su realidad. Silencio, solo SILENCIO.
El hombre no puede vivir sin espacios de silencio. El camino del silencio es dejar que las cosas sucedan, mirar los movimientos del pensamiento, de la voluntad, del sentimiento y dejar que todo aflore, para que nada se enquiste en la cotidianidad sin freno de la vida. En el Silencio todo puede ser abrazado, es este espacio privilegiado donde nos lo podemos perdonar todo. En el silencio podemos ir más allá, ahí en las profundidades, en el hondón del alma, descubriremos un Dios cercano y deslumbrante que no es ajeno al hombre. Solo desde la desnudez silente podemos contemplar el Misterio.
En las profundidades del silencio descubriremos que siempre estuvimos en la luz del Misterio. Dios siempre fue nuestra casa y el amor infinito nuestra morada. En esa quietud del silencio podemos alejarnos de la falsedad, de la mundanidad y de la indiferencia, podemos mirarnos desde el amor y limpiar nuestro corazón. Ninguna fuerza, ninguna presencia en la naturaleza es más transformadora que el amor. El silencio nos debe enviar al mundo para vivir con entrañas de misericordia, un amor que debe fructificar en el escenario de nuestra existencia,  en el encuentro con el otro, con la vida, con el que sufre y necesita nuestro apoyo. El silencio nos debe preparar para el encuentro, con las personas, con la vida, con la naturaleza, con el trabajo, con el mundo y sobre todo con aquellos últimos que no cuentan ni tienen voz.
“El ayuno que yo quiero es este: Abrir las prisiones injustas… dejar libres a los oprimidos… partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo…” (Is 58,6-8). Estas palabras nos recuerdan que Dios es un Dios de vivos, que lo que quiere es amor y no sacrificios. Nos centrarnos demasiado en el culto, pero religiosidad de Jesús se hace en las calles, con las gentes, donde las personas gozan y sufren. “He aquí que estoy a la puerta y llamo...” (Ap 3,20). Tal vez, lo que necesitamos es una cuaresma sin ayunos ni rezos, solo vivir la hondura del Silencio y del encuentro. Un encuentro que nos pone en camino, que nos trae de vuelta para vivir con más intensidad, con más proximidad, con más solidaridad, en completa unión con todo lo que existe, dejándonos tocar por la vida.

sábado, 25 de febrero de 2017

¿En quién ponemos nuestro corazón?




¿En quién ponemos nuestro corazón?

“No acumuléis riquezas en la tierra, donde la polilla y la carcoma las echan a perder y donde los ladrones abren boquetes y roban” (Mt 6, 19).
“Porque donde está tu tesoro, allí está también tu corazón” (Mt 6, 21).
«Vivimos en un mundo, en una cultura donde reina el fetichismo del dinero»
(Francisco, 24 de mayo 2013, Discurso a los participantes de la plenaria del Consejo Pontificio de los Emigrantes e Itinerantes).
Esa es la pregunta que nos plantea Jesús, ¿a quién servimos a Dios o al dinero? ¿Puede reinar Dios en una realidad de extrema pobreza en un mundo rico? No se pretende criticar al que tiene cosas o riquezas, lo que se plantea es el peligro que la riqueza poseída, posea a su poseedor. Jesús critica esa realidad de acaparar y poseer más de lo necesario, vivir sin preocuparse de todos aquellos que nada tienen. La riqueza, nos recordaba Juan Crisóstomo nos daña, no porque oscurezca nuestra inteligencia, sino porque nos separa de Dios.
En nuestra sociedad del consumo se viven los valores con un cierto desconcierto, esto nos lleva a idolatrar ciertas cosas que parecen que nos dan la felicidad más inmediata, como el dinero o las riquezas, sobre todo en momentos de crisis. En dinero es un valor que nos ayuda a sobrevivir, un medio para conseguir el vestido, el alimento, la casa, la educación y por lo tanto es un bien querido por Dios. El problema está cuando orientamos toda nuestra vida y existencia en la acumulación y conservación de la riqueza, sobre todo ante tanta pobreza y necesidad. Además, en nuestro mundo mucha de esas riquezas acumuladas, existen es a consta de la pobreza de muchos, por lo tanto es una injusticia y un ídolo que atenta contra Dios y contra el propio ser humano.
Parece que el hombre ha perdido su centro, una minoría de empresas y empresarios son los que dirigen el mundo, mientras que el hambre sigue destruyendo a millones de personas indefensas. La historia del capitalismo, nos ha demostrado, que tiene su propia dinámica y siempre nos lleva a procesos de acumulación de capital que se concentra cada vez en menos personas. Hay una relación inseparable entre el capital y la desigualdad, su desarrollo desbocado y desigual desemboca en desigualdades económicas, sociales y culturales cada día más agresivas y brutales.
El capital, la riqueza, ejerce sobre el ser humano una misteriosa atracción. Su seducción se puede considerar casi religiosa (Marx), donde solo nos desvela la realidad desde el punto de vista que suministra el afán por la ganancia y la acumulación. A todo esto debemos sumar el clima de indiferencia, una grieta del alma cada vez más honda y fría. Parece que el bienestar no nos deja escuchar los gritos desgarradores de los más necesitados, hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna (Francisco). La “idolatría del dinero”, acaba enterrando la verdadera alma de la economía, que acaba siendo una pura ideología, ganar más en menos tiempo y con el menor coste monetario posible es lo que se impone, aunque existan costes sociales desgarradores. La economía ha acampado en medio de los Big data, convirtiendo en un fin lo que simplemente es un medio, dando la espalda a los que más sufren. El imperio del Dinero que domina hoy el mundo busca a toda costa ocultar el sufrimiento que genera, dejando en silencio los gritos de las víctimas. ¿A quién le importa que el nivel de vida en África sea hoy menor que hace quince años? ¿Le importa a alguien que los que huyen de las guerras y llaman a la puerta de los ricos pidiendo asilo y justicia? ¿Nos preocupamos que miles de niños se tengan que prostituir en muchos continentes para poder comer cada día? ¿A quién le importa los catorce o quince millones de niños que mueren al año de hambre? ¿Debemos aceptar como lógico y normal un sistema económico, que para lograr el bienestar de unos pocos, que hunde en la miseria, la pobreza y el olvido a tantas personas?
Jesús vincula a Dios con la vida y la felicidad de las personas, no con el culto o el sábado. Subraya la reconciliación, no las ofrendas al altar;  la acogida a los pecadores y necesitados, no los ritos de expiación. Jesús asocia a Dios no con los poderosos, sino con los pobres y marginados. Su reino es para los que están fuera de la ciudadanía de romana, los explotados, los marginados, los enfermos y excluidos por razones sociales o religiosas. O Dios o el Dinero. No se puede servir a dos amos. Dios no puede reinar entre nosotros si no es haciendo justicia con los que nadie la hace, con los que están olvidados y olvidamos.
Puede que algo falle en nuestra vida cristiana si no nos sentimos interpelados por el mensaje de Jesús, un espíritu pobre es el que intenta compartir lo que tiene y lo que es con aquellos que lo necesitan o carecen de lo indispensable. La solidaridad es la actitud básica para hacer un mundo más justo y habitable en una sociedad globalizadora que esconde y olvida a tantos. La solidaridad no como simple asistencia a los más pobres, sino como planteamiento global a todo el sistema injusto en el que estamos inmersos, buscando caminos para mejorar, reformar y defender los derechos más básicos del ser humano. Para hacer de la solidaridad una cultura globalizada, debemos aprender a mirar el mundo con “ojos abiertos”, desde los que viven y mueren de forma injusta en las guerras, desde el hambre, la miseria y la violencia. Debemos aprender a mirar desde los ojos de Jesús, donde los últimos, los más pobres y necesitados son siempre los primeros.

sábado, 7 de enero de 2017

Unamuno en la Academia de Santo Tomás


 SALAMANCArtv al DÍA

Unamuno en la Academia de Santo Tomás


El profundo mal del catolicismo es el racionalismo. Se quiere llegar a Dios con la razón, y con la razón se llega a la idea de Dios, no a Dios mismo…a Dios como realidad trascendente y sentida se llega solo por la realidad del universo sentido…
Miguel de Unamuno
Se acerca final de año y todos los salmantinos tenemos una cita con Don Miguel, recordando aquel 31 de diciembre de 1836, frío y nevado que nos dejó. Había pasado la mañana leyendo cuentos a su nieto Miguel, recluido en su casa de la calle Bordadores, la nieve helada de las calles aconsejaba no salir por el intenso frío que cubría la ciudad. El país se estaba desangrando en una guerra “incivil”, gritando su esperanza ante el falangista Bartolomé Aragón, Dios no puede volverle la espalda a España.
Volviendo la mirada unos años atrás, recién implantada otra dictadura, la de Primo de Rivera, Unamuno es invitado a realizar la conferencia de apertura de la “Academia de Santo Tomás”. Esta se desarrolló la tarde del 28 de octubre de 1923, presidiendo el acto el prior de San Esteban fray Daniel de Avellanosa,  encargándose le padre Getino en realizar la presentación. Era una celebración importante, ya que la Academia celebraba VI Centenario de la Canonización de Santo Tomás de Aquino, la ocasión merecía un orador e intelectual de prestigio. La sala está abarrotada y acompañaban en la presidencia al padre Avellanosa, los catedráticos Cañizo, Población, Peralta, Beato, Valenzuela, entre otros. Don Miguel de Unamuno disertó durante una hora de política y religión, como correspondía a su anuncio de “sermón laico o civil”, conferencia que levantó fuertes polémicas en algunos periódicos, sobre todo en LA GACETA REGIONAL.
La Academia de Santo Tomás de Aquino fue fundada por el dominico francés Gil de Villanova en el año 1881, con profesores de la universidad de Salamanca y frailes del convento de San Esteban. Los dominicos de la provincia de Toulouse tuvieron casa de estudios en el convento de Salamanca (1880 – 1187), durante el tiempo que duró su expulsión de Francia. La fundación de la Academia, respondía a las directrices del Papa León XIII que había declarado al Doctor Angélico patrono de Universidades, Estudios y Escuelas católicas, el 4 de agosto de 1880. La Academia quiere ser un encuentro entre profesores y estudiantes universitarios, suprimidas hacía tiempo las facultades de teología en las universidades del Estado, debatiendo en ella los problemas vivos de las ciencias y filosofía moderna. Cuando marcharon los dominicos franceses quedó bajo la dirección de los dominicos de la provincia de España, que la tomarán como modelo para implantarla en otras ciudades universitarias del país. En Salamanca tendrá una vida intelectual notable, llegando a tener doscientos socios numerarios, entre estudiantes y profesores de las distintas facultades de la Universidad salmantina. Se presentaban varias conferencias de profesores de la Universidad y frailes de San Esteban, pero alternando con las conferencias de los grandes maestros darán otras los alumnos, en el ambiente de discusión que determinaba el reglamento de la Academia.
La relación de Unamuno con los dominicos de la ciudad parte de la primavera de 1897, cuando de madrugada Don Miguel se refugia en el convento San Esteban, es el momento álgido de su crisis existencial, sintiéndose abandonado en las garras del “ángel de la nada”, entre la enfermedad de su hijo y el silencio de Dios. En esos días surge una amistad con los frailes del convento que se manifiesta en una importante correspondencia y la visita asidua a San Esteban y la Peña de Francia. Tenía trato amistoso con los padres, fray  J. Mª Suárez o fray Matías García, fueron directores, entre otros, de la Academia de Santo Tomás. Unamuno participará en numerosos actos de la Academia en numerosas ocasiones, se le invita a decir unas palabras, como la recepción de estudiantes de Coimbra, o la clausura del curso que hablará de la poesía de Leopoldo Cortejoso.
Por su parte, fray Daniel de Avellanosa, en esos momentos prior de San Esteban, después de su estancia en América, participará de la restauración de la provincia de Aragón. Cuando llega a Salamanca, tiene un trato cercano con Unamuno propiciado por la Academia de Santo Tomás. Dará una conferencia en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, que también tendrá resonancias polémicas en la prensa local, pero su intervención fue decisiva para la celebración del Centenario de fray Diego de Deza en junio de 1923.
La intervención de Unamuno en la Academia de Santo Tomás en el otoño de 1923, es recogida por numerosos periódicos no solo locales, sino también nacionales, pero realizará un seguimiento muy detallado por el periódico EL ADELANTO, que se negará a secundar a LA GACETA cuando surge la polémica. El padre Daniel Avellanosa hizo un brillante resumen del discurso de don Miguel y el padre Getino que realizó la presentación de Unamuno, elogiará de forma significativa su figura. En la conferencia Unamuno criticará los símbolos religiosos utilizados por el poder político (Santiago matamoros y la Virgen del Pilar), hace una referencia a la dictadura de Primo, comentando que se debe respeto a la autoridad, en efecto; pero este acatamiento hecho a la autoridad, no excluye la libertad para la crítica de sus decretos. Que cuando la autoridad ordena algo inconveniente, se cumple, pero a la vez se protesta de aquella inconveniencia que se le obliga a uno a cumplir. Unamuno citará a Santo Tomás, afirmando que la promulgación de una ley no es su sola publicación, sino su justificación, su explicación... La fuerza no es nunca duradera, no sienta nunca bien… Haciendo referencia al dictador, se pregunta, ¿No era usted de Costa, de aquel hombre que pedía un cirujano de hierro? – Tenga usted en cuenta – hay que contestar – que cirujano no es matarife, y que la espada no es bisturí.
La conferencia provoca en algunos sectores de la prensa, no solo local, que apoyan la dictadura de Primo, una fuerte polémica, encabezada por las críticas, rayando el insulto de LA GACETA. La directiva de la Academia se tiene que reunir de urgencia ante la polémica y sacar un comunicado, incluso se pensó denunciar a LA GACETA. Las críticas de este periódico, no solo van dirigidas al discurso de Unamuno, también contra los frailes de San Esteban, organizadores del acto, criticando que se habían mofado de las tradiciones religiosas. Las citas de Unamuno a lo religioso, no estaban fuera de la más estricta ortodoxia, pero tenían sus connotaciones políticas. Don Miguel había propuesto tener otros sentimientos como hombre y ciudadano, más allá de los sentimientos raciales, comentó que Santiago Apóstol, al que se le llama Matamoros, no mató nunca a nadie, ni, acaso, montó a caballo. Sólo Jesús, cuando entró en Jerusalén, montaba en un asno. De la Virgen del Pilar, dice la copla, que “no quiere ser francesa”; pero la Virgen ni es francesa, ni es española, porque su patria no es de estos mundos. Criticará la utilización del sentimiento religioso, para crear una forma de nacionalismo o bien para hacer las guerras. Posiblemente, pudo exacerbar más los ánimos de la prensa, la intervención final del padre Avellanosa, que no solo colmó de elogios a don Miguel, le llamará águila que se eleva sobre las nubes, hiriendo a sus contrincantes que como las cucarachas no sabían elevarse sobre el suelo. El prior subrayó que era necesario que debatiesen los estudiantes, sobre temas religiosos y humanos, ya los intelectuales pueden discutirlo todo. Posiblemente detrás de su discurso estaba defendiendo las tesis modernistas, donde se podían discutir incluso los dogmas de fe, siempre que se realizan con buenas formas y buena intención.
En la reunión de la directiva de la Academia para contestar a LA GACETA, el catedrático José Pascual Vila propone que lo que tiene de ofensa el artículo del periódico se desprecie, dando una nota de cordura y no contestar al insulto con el insulto. Propone que se recojan en un álbum de firmas de los señores catedráticos y académicos que acudieron a la conferencia, en desagravio al padre Avellanosa y al señor Unamuno, lo que fue aprobado por unanimidad. Se descarta denunciar a LA GACETA y la Academia saca una nota defendiendo a Don Miguel, afirmando en ella, que el que el señor Unamuno estuvo respetuoso con todos los dogmas, confesó algunos, y si las frases no tuvieron todo el arte escolástico de otros conferencistas, eso no es cosa de tomárselo a mal y dada su forma corriente de expresarse y nuestro propósito de atraerlo al bien…. Las veces que el señor Unamuno habló en ella fue respetuosísimo, y nosotros le veíamos pensando más en eso que en las conferencias del Ateneo,…
Fue una valiente respuesta de fray Daniel Avellanosa, su Director y Carlos de Anta, el Presidente de la Academia, quienes firman la nota. Meses más tarde en pleno delirio dictatorial, militarizando la política e imitando el fascio italiano, limitando las libertades, Unamuno será destituido de todos sus cargos, privado de la cátedra y confinado en la isla Fuerteventura. Don Miguel, por su parte, se niega asumir la dirección de los intelectuales disconformes con la dictadura, la petición había partido de Azaña a través de su cuñado. No quiere encabezar ningún grupo, pero se mantiene en la vanguardia de los que se esfuerzan por traer la república, como afirma en un artículo parcialmente censurado de la revista España.