sábado, 1 de febrero de 2014

La mirada de Pablo: Tarso



Hasta ahora he intentado caminar con Pablo siguiendo sus pasos por Europa, sobre todo por Grecia, resultado del viaje que realizamos la comunidad de la Purísima de Salamanca, siguiendo sus pasos por Acaya y Macedonia en el verano de 2013. Ahora estamos preparando, junto con José Manuel el sacerdote y Párroco de la comunidad, un viaje siguiendo los pasos de Pablo en Asia. No es la primera vez que la comunidad realiza ese recorrido, pero para un grupo numeroso de unas cuarenta personas, es la primera vez. Estas reflexiones son el resultado de la preparación de dicho viaje. No es sólo un viaje de estudios, también una peregrinación por los lugares que pisó Pablo y las primeras comunidades cristianas. Es un blog de reflexión sobre Pablo, sobre la búsqueda de Dios y el sentido de la vida. Volveremos sobre Grecia en otros artículos y seguiremos colocando las fotos del viaje de la comunidad. Ahora queremos seguir a Pablo por Turquía.

En el perfil de una persona la pregunta por el origen es imprescindible, ya que él pose el secreto de lo que somos. Conocer el lugar de nacimiento, el mundo en que vivió y creció, su formación, por mis padres, de mis abuelos, es necesario, ya que nacemos enraizados y condicionados por nuestro mundo. De ahí la importancia de la ciudad que Pablo nació y el mundo en que se formó.
Es la ciudad de Pablo (Hch 9,11; 21,39; 22,3), el lugar de su nacimiento. Es una ciudad Helenística importante, en ella trascurre gran parte de su juventud, antes de marchar a Jerusalén para estudiar en la escuela de Gamaniel. "Yo soy judío, originario de Tarso, ciudadano de una importante ciudad de Cilicia", declara ante el tribuno romano que le pide información cuando lo arresta en Jerusalén (Hech 21,39). Desde el año 64 a. C., Tarso era la capital de la provincia romana de Cilicia, era un centro comercial importante, ya que por la ciudad pasaba la vía que unía Siria con Anatolia.
Iglesia de San Pablo en Tarso

Era un gran centro cultural. Estrabón, en su Geografia, nos comentaba que sus habitantes son tan apasionados por la filosofía y tienen un espíritu tan enciclopédico que la ciudad llegó a eclipsar a Atenas, a Alejandría y a otras ciudades que se podrían recordad, por ser la cuna de la filosofía.  En ella estaba asentada una floreciente escuela estoica, rivalizando en época romana con Atenas y Alejandría. Destacamos a filósofos como Posidonius, Aterodorus, Zenón de Tarso, Antipatro de Tarso, este último no enseñó en un pórtico como era tradición en el estoicismo, sino en su propia casa. 
Puerta de Cleopatra

Su nombre aparece en la Odisea, y proviene de la palabra griega tarsos, que designa un cedazo para escurrir los quesos. Fue fundada por los Hititas, sobre el 1400 a C., era una de las ciudades más importante de Kizwatna, el nombre que entonces recibía Cilicia. Los pueblos del mar la arrasaron en torno al 1200 a. de C., pero no tardó en ser reconstruida. Durante los siglos siguientes continuó desempeñando un papel de primer orden aunque, eventualmente, cayó bajo el dominio asirio en el 833 a. de C. con Salmanasar III y en el 698 a. de C. con Senaquerib. Con posterioridad, y ya durante el Imperio persa, Tarso fue, primero, la capital de un reino Cilente y, con posterioridad, la de la satrapía de Cilicia.
Los armenios en el siglo I, conducidos por su rey, Tigranes el Grande, arrasa la ciudad, poco después será asociada al imperio romano. Desde al año 64 a. C, Tarso conocerá un periodo de paz, no solo será la capital de Cilicia, los romanos la llenarán de monumentos y será uno de los puertos importantes del Mediterráneo.
Calzada romana del siglo I.
Estaba situada a los pies de los motes Taurus, a 16 km del curso inferior del río Cydnus, a unos cuarenta kilómetros de las Puertas Cilicias. La fértil llanura, tan bien regada, de los alrededores albergaba cultivos de cereales, uva y, sobre todo, lino, materia prima esencial para la principal industria de la región. Más típico de la región era la tela de fieltro que se fabricaba con lana de las cabras negras que pastaban por los alrededores de Tarso. Este tejido de pelo de cabra, los romanos lo llamaron cilicium, material muy resistente a la humedad y al frío.
En el año 51 antes de Cristo había tenido como procónsul a Marco Tulio Cicerón. Julio César la visitó en el año 47 a. C., debió causar un fuerte impacto en la ciudad, ya que le dieron el nombre de Juliópolis. Unos años después, en el año 41, Tarso había sido el lugar del primer encuentro entre Marco Antonio y Cleopatra. Encuentro que debió ser espectacular, ya que la reina de Egipto, se adentró navegando el río Cydnus, ataviada como si fuera la diosa afrodita. Con Octavio, Tarso conservará sus privilegios y quedó exenta de los impuestos imperiales y la administración fue confiada al estoico Atenodoro.
Pozo de San Pablo
Según una tradición citada por san Jerónimo, la familia de Pablo era oriunda de Giscala, situada al norte de Nazaret. Debido a la ocupación romana, la familia tuvo que trasladarse a Tarso. Posiblemente fuero prisioneros de guerra y vendidos como esclavos, debido a la sublevación surgida a la muerte de Herodes el Grande. Pablo, heredó la ciudadanía romana de sus padres, por lo que debieron ser manumitidos por sus antiguos dueños. En su carta a los filipenses nos comenta «Aunque yo sí podría confiar en lo humano; pues si alguno cree poder confiar en lo humano, más podría yo: Fui circuncidado al octavo día; soy del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo, hijo de hebreos y, por lo que a la ley se refiere, fariseo» (3,4-5). Seguiremos indagando en su vida en otra de las entradas.
La Tarso turca de hoy, es una ciudad de unos tres millones habitantes, con sus mezquitas y minaretes nada poco recuerda el esplendor de la antigua ciudad. En mitad de una glorieta, cerca de la estación de autobuses, hay una puerta maciza que se le ha dado el nombre de Cleopatra. No lejos de allí, en una pequeña colina, entre eucaliptos, aparecen restos de un teatro, unas termas y una galería cubierta, así como una muralla y columnas en el centro de la ciudad.
Mosaico de Orfeo en Tarso
Podemos destacar la Iglesia de San Pablo. Una iglesia que data de 1102, aunque la actual es una basílica reconstruida en el año 1862. En el techo hay un fresco impresionante de Jesús, rodeado de los cuatro evangelistas.
Cazada romana en Sağlıklı
Podemos destacar también una calzada romana en el pueblo de Sağlıklı, a 14 kilómetros de Tarso, con una puerta en la propia calzada. El camino empedrado es de una anchura de unos tres metros, construida en el siglo III d. C, en época del emperador Caracalla.
Pero hay otra vía en plena ciudad, de unos 6,5 metros de ancha,  posiblemente del siglo I d. C. Fue descubierto accidentalmente en el año 1993, construida en basalto y piedra. ¿Fue pisada por Pablo? Es posible.

Tarso. Foto de Inmaculada García
Tarso. Foto de Inmaculada García

viernes, 3 de enero de 2014

La mirada de Ulises: Heidegger y Pablo de Tarso




En la mirada de Ulises anterior intentamos profundizar en el pensamiento de Hannah Arendt, en ese cruce de caminos que nos lleva a Pablo desde el pensamiento, nos lleva a Martin Heidegger. Son muchos los pensadores que se han interesado por nuestro querido Pablo y debemos ir abordándolos según se van cruzando en nuestro camino.
Hannah Arendt y Martin Heidegger se conocieron en el año 1924, año en que Hannah, una joven judía se matriculó en la Universidad de Marburgo, asistiendo a las clases de filosofía de Heidegger. La relación entre ambos, durará medio siglo, como alumna, amante, amiga y defensora del filósofo en sus años más oscuros.
Unos años antes, en 1916, Heidegger estaba en Friburgo como ayudante del profesor Husserl. Aquí Husserl se reservaba la ardua tarea de explicar, desarrollar y dar a conocer los principios de la fenomenología, como base de su ontología formal. Pero a su vez, repartía entre sus alumnos más aventajados la aplicación de la fenomenología a diferentes campos de la realidad. Así Edith Stein, se encarga de elaborar una fenomenología de las formas sociales y el propio Heidegger, se encargó de una fenomenología de la vida religiosa. Esta se compondrá de dos lecciones y un borrador de otra que jamás dictará, lo importante es que en ellas se aprecia ya una distancia con respecto a su maestro Husserl.

Será en 1921, cuando dicte la lección de Introducción a la Filosofía de la religión, donde en ella tendrá un subrayado especial Pablo de Tarso, también otros autores cristianos, como San Agustín, Teresa de Ávila o el maestro Eckhardt. En esta obra quiere analizar la experiencia religiosa genuina, acudiendo a los fenómenos, a la experiencia de la vida. Heidegger considera que una experiencia religiosa genuina, la puede encontrar en el cristianismo primitivo y ahí, entra la figura de Pablo y sus escritos. Analiza la carta más antigua de Pablo, la primera carta a los Tesalonicenses, aunque también analiza otras cartas como la de los Gálatas o la carta a los Romanos, no sigue un orden cronológico. Estas cartas son tomadas no como documentos doctrinales, sino como documentos en la que se expresa la experiencia vital de Pablo.
Heidegger quiere analizar la experiencia originaria de Pablo de la vida fáctica, poniendo en relación su mundo propio, con el mundo circundante. En la primera carta a los Tesalonicenses, descubre lo peculiar de la vida la vida fáctica, el haber llegado a ser en Cristo, que quedaría co-experimentado con el haber llegado a ser cristiano. Para Heidegger la comunidad de Tesalónica, no lo vive como una alegría, sino como una tribulación. La tribulación forma parte de la proclamación evangélica y del ser cristiano. Esa factilidad atribulada, es por un lado ser aceptado, y por otro, aceptar. Junto a esto se produce también una especie de movimiento, un giro hacia Dios y a su vez, un giro que se aparta de los ídolos o dioses del paganismo.
Para Heidegger, el sentido referencial de la vida fáctica cristiana, está en la parusía, en la esperanza de la venida de Cristo. Toda la vida cristiana está atravesada por esta expectativa del final de los tiempos. El estar ante Dios, es estar a la expectativa de su venida, no de su eternidad. Esa temporalidad, es lo que llamó la atención a Heidegger, es un “tiempo oportuno”, un Kairós. Eso es la esencia de la vida cristiana, estar volcado a un futuro no determinado. Porque Cristo viene “por la noche, como un ladrón” (l. Tes.). Sólo el ser de Dios puede entenderse desde la temporalidad, en la expectativa de su venida.
Así, Dios, la verdad, no se muestra de golpe, como un misterio tremendo entre lo racional o irracional (R. Otto), sino en el tiempo, en la revelación a lo largo de la historia. Dicha revelación está muy vinculada con el devenir del pueblo al que se le ha manifestado el misterio divino. Ese pueblo manifiesta su apertura en el desvelamiento del misterio. Luego en obras posteriores, desde Identidad y diferencia o Tiempo y ser, ya desvinculado de las raíces paulinas y bíblicas, tendrá su culminación en el concepto hegeliano de Ereignis.
Es un concepto, como nos dice el profesor Modesto Berciano (Superación de la metafísica en Heidegger), clave en todo el pensamiento de Heidegger. No sólo tiene su origen en la lectura de San Pablo, sino en la obra de Aristóteles. No sólo significa el acaecer o el acontecer, Heidegger recurre siempre a juegos de palabras para explicarlo, como apropiarse o construir en lo propio, aunque podemos darle el significado de evento. Es relacionado por Heidegger con el silencio o la calma, también con el acaecer histórico contingente, no calculado, imprevisto, y al fin con un acaecer-destino. Es algo que viene, que llega, es lo eventual.

Siguiendo la obra de Moreno Claros, Martin Heidegger: el filósofo del ser, que cita la obra de Michael Inwood,  el filósofo tenía en mente a figuras como Pablo de Tarso, Agustín de Tagaste o a Martín Lutero, al pensar en el Dasein resuelto. Es un estar ahí, que de un sólo golpe vista y en ello afianza su resolución, lo torna consciente de su ser y de sus posibilidades. Todos ellos se resolvieron a seguir unos pasos determinados en su vida tras haber “visto la luz”, tras ese momento de lucidez y resolverse en una determinada manera de ser.
Bueno, por aquí van las cosas, no sé si mi lenguaje ha dejado algo claro o ha sido más oscuro, al menos lo he intentado. Creo va quedando un poco más claro la importancia de Pablo en la construcción de Occidente y en nuestra cultura. A lo largo de la historia, se han realizado numerosas exégesis de sus epístolas, la primera documentada es la de Orígenes y ha sido centro de estudios, no sólo teológicos, sino filosóficos en el siglo XX. Hemos alalizado a Hannah Arendt o Heidegger, pero, subrayamos algunos más: Karl Schmitt, Walter Benjamin y Ernst Bloch, Alain Badiou, Giorgio Agamben, Jacob Taubes, Franz Hinkelammert, Dussel, etc.

martes, 17 de diciembre de 2013

La comunidad de Corinto




Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, locura para los gentiles; más para los llamados, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios  (I Cor. 1, 23)
Ante le división de la comunidad de Corinto por seguir a tantos misioneros y líderes, afirma que Cristo es el único camino, el único maestro, el único Señor. Pablo argumenta que  su fuerza radica en la “sabiduría de la cruz”. En lo débil, en lo pequeño, en la sinrazón y en el escándalo, es como se expresa Dios, sobrepasando las condiciones del pensar humano. Es en la cruz donde se manifiesta el inmenso amor de Dios a los hombres.


Procedente de la sinagoga, pero también de la cultura greco-romana, ambas con un fuerte sentido comunitario y asociativo. El mundo judío de la diáspora era muy fuerte, pero más abierto y muy  receptivo de la filosofía y la cultura helenista, Filón de Alejandría, Flavio Josefo o la traducción de Septuaginta, muestran esa apertura. Pero dentro de los núcleos urbanos antiguos, debido a las fuerzas disgregadoras y desarraigo propio cualquier ciudad, no sólo económico y social, sino también religioso; había una mixtura de credos y cultos, de oriente y de Egipto, con una clara decadencia de los dioses de la mitología, que ni el culto al emperador, había podido mitigar. El helenismo vivía también una época del vacío, el escepticismo se apoderó de la médula cultural y filosófica, era un mundo a la espera. Las capas más cultas se inclinaban fuertemente al monoteísmo o, cuando menos, a una especie de universalismo religioso;  y las inferiores, ponían su acento en los cultos mistéricos con gestos y cultos exteriores, como el bautismo y el alimento sagrado. Todo esto tendía hacia una interiorización que también había contribuido el derecho romano. Aunque, de forma aún más directa en la preparación al cristianismo influyó la superación práctica de la diversidad de dioses, gracias a las ansias de unidad que se manifestaban en todos los ámbitos culturales del Imperio romano.


Corinto fue destruida por los romanos en el año 146 y se mantiene en ruinas hasta que fue reconstruida por César como una colonia de itálicos. Será la capital de Acaya y sede del procónsul romano. En este momento tendrá un papel importante en el comercio Mediterráneo, ya que muchos comerciantes intercambiaban sus productos, para evitar el rodeo en barco por el Peloponeso. En  época de Pablo, era una ciudad rica y floreciente, en base a su mano de obra barata y esclavista y con sus dos puertos y un canal que comenzó Nerón, pero que nuca se llega a concluir. Era una ciudad de contrastes, con una población procedente de todos los rincones del imperio, pero la desigualdad entre las diferentes capas de ricos y pobres era escandalosa.  En ella, celebraban los juegos Ísmicos, de los más importantes de Grecia, en honor a Poseidón. La ciudad era también un importante centro intelectual y religioso, destacaba por la adivinación y los cultos mistéricos. También, el desenfreno, el placer y la buena vida, eran algo cotidiano. El dinero y el placer privaban por encima de todo. Todavía más, al residir allí el santuario de Afrodita, con toda una prostitución sagrada a su servicio, la ciudad era una gran “meretriz”, alabando en la antigüedad el “vivir a lo corintio”.  La religión popular del paganismo encontró cobijo en una mística extática de ritos desenfrenados y orgiásticos que traducían su pretensión de comunicarse con lo divino. Además circulaba una filosofía sofística y  ecléctica, basada en el relativismo y en la persuasión. Pero afloraba la primera pregunta por el sentido del más allá y el destino, la búsqueda de lo divino era una constante y ésta, unía a griegos, judíos y cristianos.

Cuando llega Pablo a Corinto se pone en contacto con la sinagoga judía, en este ambiente se encuentra con Áquila y Prisca, se hospeda en su casa y  trabajará en su taller de confección de tiendas. Parece que se hacen cristianos en Roma, huidos de ella por el edicto de Claudio. Desde aquí debió acudir semanalmente a la sinagoga a transmitir el mensaje cristiano a los judíos como a los paganos iniciados y “temerosos de Dios”. Pero el anuncio del crucificado tuvo que ser un escándalo para muchos judíos piadosos, un condenado a la muerte más infame de la cruz, no puede ser el Mesías.
Esta oposición, le hace abandonar la sinagoga,  no sin algún resultado, algunos se adhieren a Pablo. En esta  segunda fase, Pablo se dirige fundamentalmente al mundo pagano. En ésta nueva iglesia local que se está iniciando, la mayoría de sus miembros pertenecen al estrato más humilde de la sociedad, pero con una minoría de la sociedad más acomodada de la ciudad. Era un grupo muy heterogéneo, muy socializado en la ciudad y en los cultos, muchos lazos les ataban a su antiguo paganismo…: las relaciones familiares, el trabajo cotidiano, las amistades, el ambiente ciudadano mórbido y lascivo, el politeísmo confuso de sus templos, el carácter emotivo de sus ritos, etc. Las diferencias sociales y al apego al mundo ciudadano, fueron los problemas con lo que se tiene que enfrentar Pablo, que amenazó seriamente con escindir la comunidad. Era una comunidad que planteará muchos problemas a Pablo, una comunidad poco preparada, con un cristianismo inmaduro y voluble, muy apegado en las redes filosófico-religiosas de la ciudad. Pablo que no dispone de tiempo para profundizar, va haciendo su teología al filo del urgente cuestionario pastoral que le van formulando los acontecimientos. Ante el aluvión de problemas y reacciones de muchos miembros de la comunidad, Pablo vivirá momentos muy difíciles y complicados. Donde la aflicción y amonestación, el cariño y las lágrimas, la cruz, la esperanza, serán elementos que aparecen entreverados entre los problemas de la comunidad que reflejan estas cartas.



Toda la teología que despliega en esta comunidad aparece en las dos cartas, así como las noticias de Hechos, que parece que aquí pisa en terreno firme. Parece que hacia finales del siglo I, cuando se hace la colección ecuménica paulina, este va a unir varias cartas. Es el caso de I Corintios,  donde la carta perdida según 5, 9 – 11, hay que buscarla y reconstruirla en esta primera (Cor. A: 1 Cor. 6, 1 – 11; 10, 1 – 22; 11, 2 – 34; 15, 1 – 58; 16, 13 – 18) y el resto de la carta sería tres cartas más, (Cor. B), (Cor. C) y (Cor. D). La primera sería una seria advertencia a la comunidad; la segunda también, los mismos problemas aunque en un estado más agudo. Esas primeras advertencias podrían haber sido mal interpretadas, o no aceptadas. La tercera (Cor. C), es la defensa de la misión de Pablo y su teología, frente a otros misioneros llegados a Corinto. Por último la cuarta, sería la llamada  “carta de las lágrimas2. En el contexto del viaje para recoger la colecta, Pablo viaja a Corinto y se encuentra una comunidad, contra él y la colecta, y desde Éfeso, les escribe esta cuarta carta. Sin entrar en detalles la 2 Corinto, estaría también compuesta por varias cartas, según Senén Vidal, al menos de cuatro.
En las cartas atisba que la comunidad se ha apartado de una manera radical, de los principios que Pablo había establecido. Aparecen divisiones, como la de los helenistas encabezados por Apolo, y otros. Les censura de corazón y humildemente, que han abandonado el mensaje de la cruz.  Un Mesías crucificado, que actúa desde la debilidad y el sufrimiento, con temor y temblor, pero que a la vez es fuente de fortaleza y consuelo.
Otra de las dificultades que el grupo tenía eran las celebraciones y sobre todo, el bautismo y la eucaristía. Una comunidad, muy apegada a la ciudad y al mundo Helenista, donde celebraban la cena del Señor de forma separada y por grupos sociales. Les recuerda que así no tiene sentido celebrar, y les invita a que se esperen unos a otros, y argumenta, el carácter único y exclusivo de estas celebraciones.
Ante tantos carismas y experiencias espirituales, han dejado de lado lo fundamental, Cristo, como fundamento y horizonte de su libertad, y con esto se han sometido a la autoridad de los hombres (1 Cor 3, 21 -23). Los carismas de la cruz, están al servicio de la comunidad y son un anticipo de la plenitud por venir, muy diferentes a los fenómenos espirituales paganos.
Había también prácticas idolátricas y desviaciones morales, que muchas veces justificaban desde una interpretación intransigente o demasiado libre, parecía que todo estaba permitido, o que “todo vale”, desde un acusado relativismo moral. Pablo aquí tiene que aclarar que la libertad cristiana, afecta a la vida del cristiano en todas sus dimensiones, hay unos principios universales, ante el mundo, ante el hombre y ante Dios, …Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacerlo para la gloria de Dios….


Destacamos por último, dentro de los múltiples problemas, la esperanza mesiánica. Algunos parecía que habían saltado el tiempo y la historia con su iluminismo y parecían participar ya de la plenitud, sin contar con los otros. La resurrección pertenece al mundo futuro. Pero también algunos la negaban, en un mundo cultural y filosófico dualista. Era más lógico la liberación del cuerpo, como cárcel del alma y la inmortalidad de ésta,  y no la resurrección de este cuerpo. En este sentido les invita al pensar, que el cuerpo es también sagrado, como templo del espíritu. Porque Cristo ha resucitado, como las primicias de una nueva vida, así lo atestiguan muchos y con Él resucitaremos también nosotros. Ese es el proyecto de Dios, que transforma y crea y recrea una tierra nueva y un cielo nuevo. Así, el que está en Cristo, es una nueva creación, pasó lo viejo, todo es nuevo. El crucificado es “locura divina”,  que rompe cualquier razón y saber humano.  En Él se está manifestando la tensión entre el “ya” y el “todavía no”, en nuestra vida hecha para la resurrección y la aún no resucitada. Es la auténtica libertad que, sólo en el amor, abre realmente al hombre hacia el misterio del otro.
Así, igual que las comunidades de Pablo,  hasta hoy. Los creyentes damos saltos hacia el Misterio, colgados de ese “Otro absoluto”, que camina junto a nosotros. Como un hilo invisible, como una inteligencia subterránea, que es como un ver sin ver, un sentir sin sentir, en palabras de San Juan de la Cruz. En estos dos mil años, ese habitante del Misterio, humano y divino, ha sido Cristo. El bullicio, noche, el vagabundeo incierto parece olvidarse de Él. Es significativo que dentro de nuestra intelectualidad, pensadores y artistas, pocos se digan cristianos en nuestro país. E. Bloch dirá que donde hay esperanza, hay religión. Sin esa esperanza de un hombre libre como es Jesús, el  destino de los pobres, de los que sufren de las víctimas, sería bastante cruel. Pero con Santo Tomás estamos, cuando afirmaba, que la creencia o aceptación de Dios es un acto libre de la conciencia, creyentes o no, el Otro del Misterio nos acompaña a todos. Al final de la en la última curva de la existencia humana, se correrá el velo. Como no recordar aquellas palabras de Antonio Machado en su Juan de Mairena, De uno a “lo otro”, es el gran tema de la metafísica; todo el trabajo de la razón humana tiende a eliminar el segundo término…Pero “lo otro” no se deja eliminar; subsiste y persiste…