Aquí estamos sin terminar la peregrinación prendido en
Estambul, esa ciudad de contrastes que nos ha seducido. Sabiendo que José
Manuel está operado, siguiendo las curas, nos llegan noticias que está bien, a la espera de rehabilitación. Queremos hacer
un paréntesis. Y hacer un subrayado de José Manuel, a pesar de su dolencia en
el “pie izquierdo” y su empeoramiento, supo acompañarnos con la misma
intensidad y ánimo para que no perdiéramos la tensión de la peregrinación.
Apreciamos su insistencia y subrayado con una voz profética, en cada uno de los
lugares de la peregrinación, queriendo hacer un legado de su fe y de su
experiencia en este camino, después de muchos años de grupos me Biblia y de sus
trece viajes. Toda su experiencia de fe, la hemos experimentado en los otros
tres viajes que le he acompañado, pero en este ha querido ser una síntesis de
esa experiencia vivida después de tantos años, que me ha llegado en
profundidad, como un legado de toda una vida.
A pesar de que se cruzó Troya por medio, no podemos dejar de
hacer mención del talón de Aquiles, que
en nuestra naturaleza humana es ese tendón que pasa por detrás del tobillo y es
el más grueso y fuerte del cuerpo. Mide unos 15 cm de largo y empieza cerca de
la mitad de la pierna, pero recibe fibras musculares sobre su superficie anterior
casi hasta su extremo. Pero los que andamos en esto de la historia y la
filosofía nos vamos a la mitología y la leyenda del héroe de Troya. Muy cerca
de Troya estuvimos en el viaje de estudios- peregrinación. Recordemos la
leyenda.
Aquiles fue fruto de la unión de Tetis, una ninfa del mar, y
de Peleo, rey de los mirmidones de Tesalia. Cuando era apenas un bebé, Aquiles
fue sumergido por su madre en las aguas del Estigia, un legendario río, que
constituía el límite entre la tierra y el mundo de los muertos, quienes,
supuestamente, cruzaban sus aguas en barca para acceder al Hades (inframundo de
los difuntos). Según la leyenda, el Estigia tenía el poder de convertir en
inmortal a todo aquel que se bañaba en sus aguas. Tetis quiso aprovechar las
propiedades sobrenaturales del río para hacer a su hijo invulnerable a las
heridas y enfermedades letales y detener el paso del tiempo. Pero Tetis cometió
un error. Al sumergir al pequeño Aquiles en aquellas aguas milagrosas, lo hizo
sujetando al bebé por una pierna. Así, aquellas aguas convirtieron en
invulnerables todas las partes del cuerpo de Aquiles excepto su talón, parte
por la cual su madre le mantenía asido. Aquiles creció y se convirtió en un
gran héroe y en uno de los mejores y más valientes guerreros de todos los
tiempos. Participó en importantes batallas y en la Guerra de Troya como aliado
de los griegos.
Aunque la leyenda se remonta al origen de los tiempos, estas
historias que contaba Homero, eran una auténtica búsqueda de la virtud. La areté es la perfección o excelencia, el
sentido heroico de la vida, donde la fuerza en el combate no está separado de
la espiritualidad, de la virtud, del deber, elementos que tenían que configurar
al hombre perfecto. La areté sería lo
específico del hombre en su realización, así Socrates y Platón lo relacionaron
con el alma humana. Ésta tenía que alcanzar el bien y la belleza como orden, a
través de la reflexión y el conocimiento.
Qué nos enseña el poema de Homero,
que los países no pueden gobernar por el capricho de un tirano, sino por el
acuerdo y el respeto de todos los hombres. Cerca hay muchos países en guerra,
Siria, ahora Palestina y la franja de Gaza, Irak, Somalia, Sudán, Ucrania… ¡Cuántas
Troyas, Dios mío!
A mí personalmente, lo que más me
gusta de la Iliada, es que pinta el mundo como si lo viera por primera vez, con
los brazos abiertos de un lado para el otro, llorando de amor, preguntándose
dónde está el creador que compuso las
maravillas del mundo y de nuestra existencia. Es la voz de los poetas, que nos
abren un mundo que nos transciende, que va más allá de nuestra existencia, que
nos desvela la auténtica realidad y nos pone frente a la verdad.
No sé si lo expreso bien, pero
así me he sentido yo en los cuatro viajes que he realizado con José Manuel. Como si fuera una voz
poética, yo diría una voz profética, nos ha ido desvelando el sentido de ser
Cristiano. La finalidad última apunta hacia Dios, que es el objeto y sentido de
todo, pero desde el centro de la historia, y sin salirse de ella, en la vida,
muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Todos somos testigos, de sus
profundos conocimientos de los textos Bíblicos, pero sus argumentaciones y su interpretación del evangelio, de la Buena
Noticia, hunden sus raíces en una honda comprensión de la naturaleza humana,
así como de los problemas y las angustias del hombre moderno. Es un soplo de
aire muy fresco, que yo personalmente necesito cada día. Y de este aire fresco
he disfrutado en la Parroquia de la Purísima durante más de treinta años.
Pero veo muchas diferencias, a
pesar de la frescura en la voz poética de Homero y nuestro camino Cristiano. Es
cierto que también nosotros nos sumergimos en agua, pero no para alcanzar la
inmortalidad, ni tampoco para evitar el sufrimiento de la existencia. También,
fue decisión también de nuestros padres, pero sobre todo se trata de una
iniciativa de Dios, totalmente gratuita; recordemos el bautismo en el Espíritu
de los discípulos reunidos en Pentecostés.
Entrar en el agua, es entrar en
el mundo de la promesa de Dios, es hacerse heredero de Abraham y coheredero de
Jesús, el Mesías. Formamos parte de la Historia de la Salvación, formamos parte
de la intimidad de Dios, y por lo tanto su intimidad se expresa como amor y
como vida. No sólo nos da la vida plena, sino se nos da así mismo. Es cierto,
nos morimos, sufrimos, llegará un día que nuestro cuerpo no dé más de sí,
incluso nuestra mente o espíritu no cruzará el límite de la existencia física.
Pero estamos preñados de vida, nuestra existencia trascenderá la muerte y Dios
nos realizará en plenitud, en cuerpo y mente, en cuerpo y espíritu. Pablo, lo
llamó un “cuerpo neumático”, otros prefieren llamarle un hombre nuevo, el
cuerpo íntegro, vigorizado y animado por el Espíritu Santo. Lo cierto, es que Dios
supera infinitamente todo cuanto la imaginación de la criatura puede figurarse,
en la muerte entramos en el ámbito de Dios, fuera de las dimensiones espacio -
temporales. Esto ya sucedió en Jesús, que marchó al Padre. En su Ascensión,
iremos nosotros, nos tomará por las muñecas para ascendernos y sucederá en nosotros una transfiguración en
nuestro cuerpo, alma, mente, existencia, para alcanzar esa realidad plena de
vida junto al Padre. He dado muchos rodeos para resumirlo todo en una palabra,
resurrección, aunque todavía es mucho más.
Equipo de camilleros, foto de Puerto |
No sé lo que se conservará de
nuestra existencia terrena, puede ser que lo que hemos amado. Como no recordar
a nuestro querido Pablo, en su conocido himno a la caridad El amor no pasa jamás. Desaparecerán las profecías. Cesarán las
lenguas. Desaparecerá la ciencia. Porque parcial es nuestra ciencia y parcial
nuestra profecía. '"Cuando venga lo completo desaparecerá lo parcial. …"Cuando
yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al
hacerme hombre, dejé las cosas de niño. "Ahora miramos reflejos
desconcertantes en un espejo, pero entonces veremos cara a cara. En el tiempo
presente conozco parcialmente, pero entonces conoceré como soy conocido. Ahora
subsisten la fe, la esperanza y el amor, estas tres; pero la mayor de ellas es el amor.” (Cor. 13,
8-13)
Benedicto XVI, nos recordaba que
la caridad y el amor es el distintivo del cristiano. Es la síntesis de toda su
vida: de lo que cree y de lo que hace.
El amor es la esencia del mismo Dios, es el sentido de la creación y de
la historia, es la luz que da bondad y belleza a la existencia de cada hombre.
Al mismo tiempo, el amor es, por así decir, el “estilo” de Dios y del creyente,
es el comportamiento de quien, respondiendo al amor de Dios, plantea su propia
vida como don de sí mismo a Dios y al prójimo.
Bueno, me he desviado mucho. Pero
así empezaba el libro del peregrino:
“Nos urge y nos apremia
el amor de Cristo,
al pensar que
Él dio su vida por todos.”
II Corintios 5, 14
El libro que José Manuel realizó,
no sólo con su inteligencia, sino con su corazón y sobre todo con la fe que ha
ido amasando todos estos años como creyente y servidor de la palabra.
En un poema de Antonio Machado,
al final
Importa caminar juntos
unidos en el amor,
rompiendo todo egoísmo
que cierre tu corazón
Recordamos aquel texto de Pablo:
Que vuestro amor no sea una farsa; detestad lo malo y
abrazaos a lo bueno. Amaos de verdad unos a otros como hermanos y rivalizad en
la mutua estima. No seáis perezosos para el esfuerzo; manteneos fervientes en
el espíritu y prontos para el servicio del Señor. Vivid alegres por la
esperanza, sed pacientes en la tribulación y perseverantes en la oración.”
(Romanos 12, 3-12)
El cuarto día, José Manuel nos
puso este texto en memoria de los monjes y cristianos fieles
¡Os sedujo el amor, el vivir austero!
Vosotros, que seguisteis su camino,
guiadnos por los senderos ciertos
que hacen del amar amor
divino.
En la ambientación del sexto día:
Estamos en la región
central de Turquía. Muy cerca de Iconio, están Derbe y Listra. Nos dirigimos a
Antioquía de Pisidia, y luego a Colosas, Laodicea y Hierápolis. Son nombres que
evocan las idas y venidas de Pablo, como misionero itinerante. Su pasión por
Jesús no le dejaba parar. En una de sus cartas él mismo explica: es que “me
urge y me apremia el amor de Cristo, al pensar que Él ha dado su vida por
todos”. Por hacer llegar a todos esta Buena Noticia, Pablo no escatimó
ningún esfuerzo.
Y también este poema
Pablo, pasión y fuego
¡Pasión, siempre pasión,
ardiente llama!
Saulo perseguidor, Pablo
cautivo,
terco, capaz, sobrado, fuerte,
vivo,
fervor inabarcable del que ama.
Ojo abierto es tu ojo sin
escama,
extenso
corazón, fuerte latido
sintonizado a Dios, verbo
agresivo,
mensajero, impulsor, grito que
clama.
Tuyo es el triunfo de haber
sido primero
en la carrera de fe; tú nos
dejaste
ejemplo de una entrega por
entero.
En amor encendido el mar
cruzaste
llevando el Evangelio;
verdadero
apóstol de ese Cristo que
encontraste.
L. Fernández Vaquero
En la palabra del día décimo
“¿Quién eres, tú, pobre ser
humano, para pedirle cuentas a Dios? ¿Es que un vaso de arcilla puede
interpelar al que lo modeló? ¿O es que el alfarero no puede hacer del mismo
barro tanto un vaso de lujo como uno corriente? Así es Dios: Él manifiesta las
riquezas de su gloria y sabiduría en los que hizo objeto de su amor y de
antemano preparó para esta gloria. Entre ellos estamos nosotros, a quienes ha
llamado no sólo de entre los judíos, sino también de entre los paganos…
¡Oh profundidad de la
sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Qué insondables son sus decisiones e
inescrutables sus caminos! Porque, ¿quién conoce el pensamiento de Dios? ¿quién
ha sido su consejero? ¿quién le ha prestado algo para pedirle que se lo
devuelva? De Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él la gloria por siempre.
Amén.”
(Romanos 9, 20-24; 11, 33-36)
El día once, nos puso este himno
Hoy que sé que mi vida es un
desierto,
en el que nunca nacerá una
flor,
vengo a pedirte, Cristo
jardinero,
por
el desierto de mi corazón.
Para que nunca la amargura
sea
en mi vida más fuerte que el
amor,
pon, Señor, una fuente de
alegría
en el desierto de mi
corazón.
Para que nunca ahoguen los
fracasos
mis ansias de seguir siempre
tu voz,
pon, Señor, una fuente de
esperanza
en el desierto de mi corazón.
Para que nunca busque
recompensa
al dar mi mano o al pedir
perdón,
pon, Señor, una fuente de
amor puro
en el desierto de mi
corazón.
Para que no me busque a mí
cuando te busco
y no sea egoísta mi oración,
pon tu Cuerpo, Señor, y tu
Palabra
en el desierto de mi corazón
J.L. Martín Descalzo
El último día, subrayo este otro himno
Somos el pueblo de la
Pascua,
alleluya es nuestra canción,
Cristo nos trae la alegría.
¡Levantemos
el corazón!
El Señor ha vencido al mundo,
muerto en la cruz por nuestro
amor,
resucitado de la muerte
y de la muerte vencedor.
Él ha venido a hacernos
libres
con libertad de hijos de
Dios,
él desata nuestras cadenas
¡Alegraos en el Señor!
Sin conocerle muchos siguen
rutas de desesperación,
no han escuchado la noticia
de Jesucristo Redentor.
Misioneros de la alegría,
de la esperanza y del amor,
mensajeros del Evangelio,
¡somos testigos del Señor!
Bernardo Velado
Del mismo día, estas palabras al final
Después de abrazarme a Ti,
mi Dios,
ya no me desacostumbro de
mirarte.
Te tengo un amor tan ancho y
desvalido
que
sin él parece que no existo,
necesitado de Ti y admirado
de ese amor tuyo,
que no me necesita para
nada.
Por eso, mi Dios, he tirado
mis dioses a la calle
y vivo en tus brazos una
vida libre y rescatada.
Y cada mañana se me viene
encima
un alud de vida y esperanza.
Quiero estar en la hermosa
incertidumbre
de vivirte y esperarte.
Me envuelvo cada mañana en
tu Alianza
y quiero darte, mi Dios,
una
respuesta fiel y de por vida.
En Antioquía
“Lo que hasta entonces había
considerado como una ganancia empecé a considerarlo como pérdida por amor a
Cristo. Es más, ahora pienso que nada vale la pena si se compara con el
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas y
todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo.”
(Flp 3,7-9)
En la Eucaristía en la Catedral, recordando a San Andrés
¿Quién podrá separarnos del
amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la
desnudez, el peligro, la espada? Dice la Escritura: Por tu causa estamos
expuestos a la muerte todo el día, somos como ovejas destinadas al matadero.
Pero en todas estas cosas salimos triunfadores por medio de aquel que nos amó.
Porque yo estoy persuadido
de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles ni otras fuerzas
sobrenaturales, ni las cosas presentes ni las futuras, ni los poderes de
cualquier clase, ni lo de arriba ni lo de abajo, en una palabra, nada ni nadie
podrá separarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro
Señor.” (Romanos 8,31-39)
“Nada me separará del amor
de Dios…”
Nada me separará del amor de
Dios,
que me ha mostrado en
Jesucristo;
nada me separará jamás del
amor de Dios,
que me ha mostrado en ti,
Jesús.
Si Dios camina con nosotros,
¿quién va a estar en contra
nuestra,
quién nos podrá acusar?
Si Dios no nos negó a su Hijo
y
lo entregó por causa nuestra,
¿qué nos podrá negar?
¿Quién podrá acusar a aquellos
que Dios mismo ha elegido, si
Él los justificó?
Él, sentado a la diestra de
Dios Padre,
sólo Cristo es nuestro
intercesor.
Por eso, cierto estoy que ni la
muerte, ni la vida,
ni ángel alguno, ni principado,
ni lo presente,
ni lo futuro, ni el
sufrimiento, ni la angustia,
ni el hambre, ni el peligro, ni
la espada,
ni la muerte, ni la persecución
podrán separarnos de su amor.
Nada me separará del amor de
Dios,
que me ha mostrado en
Jesucristo;
nada me separará jamás del
amor de Dios,
que me ha mostrado en ti,
Jesús.
Martín Valverde
Finalmente
Y
ahora…
Dios y tú
Sólo Dios da la vida,
pero tú puedes defenderla y
entregarla.
Sólo Dios puede dar la fe,
pero tú puedes dar
testimonio.
Sólo Dios puede dar la
esperanza,
pero tú puedes devolverla a
los que la perdieron.
Sólo Dios puede dar el amor,
pero tú puedes amar a los
hermanos.
Sólo Dios puede dar la paz,
pero tú puedes sembrarla a
tu alrededor.
Sólo Dios puede dar la
fuerza,
pero tú puedes animar
también.
Sólo Dios es el Camino,
pero tú puedes enseñárselo a
otros.
Sólo Dios es la luz,
pero tú puedes ponerla en
alto
para que todos la vean.
Sólo Dios puede hacer lo
imposible,
pero tú puedes hacer lo
posible.
Sólo Dios se basta a sí
mismo,
pero prefiere contar
contigo.
(José
Luis Martín Descalzo)
“Estad
alegres,
buscad
la perfección,
dejaos
guiar,
tened un
mismo sentir,
vivid en
paz.”
II Corintios
13, 11
Te queremos José Manuel