martes, 9 de junio de 2015

La mística de la solidaridad




Comentábamos en otro de nuestros artículos que la misericordia era el nombre más bello de Dios, pero también,  la capacidad de identificarse con el otro y a la vez poder liberar al que sufre. Es un habitar el mundo de forma nueva, con nuevos ojos. Ya hablamos de la justicia, también de solidaridad, como un valor irrenunciable que hace posible la misericordia en nuestro mundo. Hoy queremos centrarnos en la solidaridad, como otra de las realidades de la  misericordia.
Todavía está reciente el terremoto de Nepal, donde en muchos pueblos y ciudades no queda piedra sobre piedra, muchos buscan con sus manos entre los escombros y las ruinas. También hace unos días volvieron a sonar las balas en Sudán del Sur, el país más joven del mundo y enfrentado al norte; la tensión ha ido aumentando en la capital y, mientas se llenaba de soldados, se vaciaba de personas que emigraban hacia el campo. En nuestra mente están las imágenes de los rescatados en alta mar, barcazas zarandeadas por el oleaje y sobre ellas amontonados inmigrantes muy mojados, tiritando sin parar, mareados, desorientados y con hipotermia; nos sobrecoge las soluciones de la Comunidad Económica Europea ante tantas muertes con su solemne hipocresía. Podemos continuar, personas que pasan hambre, campos de refugiados, guerras abiertas, etc. La solidaridad hoy se hace más necesaria que nunca, en una sociedad capitalista y globalizadora que la declaran como una “utopía” destructora. 

La Revolución Francesa abanderó la trilogía, libertad, igualdad y fraternidad, pero esta última, no ha tenido un desarrollo en nuestro mundo como las dos primeras, casi quedando en el olvido. El sentido de fraternidad de la revolución, es el común origen natural de todos los hombres y esa naturaleza nos hermana a todos, con un deseo de alcanzar la universal familia humana. Pero la fraternidad quedó reducida a dar motivación y espíritu a los dos principios prácticos, la libertad y la igualdad. La fraternidad siempre corre el peligro de quedar confinada dentro de las fronteras del egoísmo y actitudes excluyentes. El ideal fraterno de los revolucionarios se desmintió cuando separaron a los hermanos revolucionarios de la masa de los que no lo eran, condenándoles a la muerte y al ostracismo.
Ante este panorama la solidaridad tomó el relevo en la marcha revolucionaria, aunque ésta surge de los anhelos más profundos de la fraternidad humana, es el humus necesario para que este valor tomara forma. Fue utilizado por los socialistas utópicos y después por los marxistas, aunque tendrá un desarrollo desde la sociología con Augusto Comte, L. Bourgeois y E. Durkheim hasta la actualidad. Pero no todos utilizan el término en el mismo sentido. Para los pensadores liberales es un sentimiento moral, no exigible y gratuito, de los más favorecidos a los menos, con tintes fuertemente paternalistas  unilateralmente de arriba abajo. Es algo que sale de mí, si quiero, sobre alguna causa, pero sin espíritu de trasformación de la sociedad. Muchos incluso niegan la solidaridad e incluso el amor al prójimo, también la propia posibilidad de la solidaridad humana. Al negar la solidaridad, se niega la dignidad humana, la posibilidad de vivir dignamente, significa: Tener casa, trabajo, educación, salud, etc.

Una segunda forma de entender la solidaridad, se da en los grupos que entienden la sociedad de forma orgánica, como reunión de seres morales y libres. Es una concepción ontológica, donde todos los individuos participamos de los azares del todo y precisamos de la solidaridad como un principio ético y jurídico como ley básica que cohesiona la sociedad. Pero esta concepción, parece no tener en cuenta las consideraciones históricas concretas de la realidad social.
Nos sentimos mejor en una visión anamnética, como memoria passionis, donde entiende la solidaridad como memoria de los muertos, vencidos y víctimas de la historia. La teología política, no entiende sólo la solidaridad “hacia adelante”, de las generaciones futuras, sino también “hacia atrás”, hace memoria para subrayar lo específico de la dimensión humana. Es una concepción místico – política, ya que nace de la fe como memoria y narración de la vida de Jesús de Nazaret, pero tiene su praxis en la historia y en la sociedad, es compromiso con ser hombre con todo hombre, y que a éste se le reconozca su dignidad, la misma que Dios reconoce en cada ser humano.
En los textos bíblicos, Dios mismo se presenta como el Goel, el defensor y solidario del hombre, como un padre bueno, sobre todo con los más pobres y necesitados, el huérfano o la viuda (Dt 10, 18; Ps 146,9). Pero Jesús, se esfuerza en explicitar que el amor a Dios está relacionado con el amor al prójimo, son algo inseparable. La fraternidad y la solidaridad están en el corazón mismo de la existencia cristiana. El teólogo dominico Gustavo Gutiérrez, nos recordada haciendo hermanos a los demás, no de palabra, sino de corazón y en la práctica hacemos realidad el don gratuito de la misericordia. Eso es vivir el amor del Padre y dar testimonio de él. El anuncio de Dios que ama a todas las personas por igual, debe hacerse historia.
Para ello, se nos invita a “abajarnos”, a ponernos en el lugar de los más pequeños y pobres, a lavar los pies, a ser siervos con los siervos y compartir con ellos su existencia. El servicio es una actitud vital y  que nos conduce a una implicación solidaria con el mundo desde el amor,  y  así, poder dar respuesta a la realidad y que nos lleve a otra manera de solucionar los conflictos y poder construir una sociedad más fraterna. Esta visión de la solidaridad, se compromete contra la opresión y la injusticia, busca trasformar las estructuras sociales para el bien de sus víctimas. Critica la solidaridad liberal privatizada y considera que ésta es un compromiso sin cálculos con los oprimidos y desfavorecidos.

Dadme un espeso corazón de barro,
dadme unos ojos de diamante enjuto,
boca de amianto, congeladas venas,
duras espaldas que acaricie el aire.
Quiero dormir a gusto cada noche.
Quiero cantar a estilo de jilguero.
Quiero vivir y amar sin que me pese
ese saber y oír y darme cuenta;
este mirar a diario de hito en hito
todo el revés atroz de la medalla.
Quiero reír al sol sin que me asombre
que este existir de balde, sobreviva,
con tanta muerte suelta por las calles.

Quiero cruzar alegre entre la gente
sin que me cause miedo la mirada
de los que labran tierra golpe a golpe,
de los que roen tiempo palmo a palmo,
de los que llenan pozos gota a gota.

Porque es lo cierto que me da vergüenza,
que se me para el pulso y la sonrisa
cuando contemplo el rostro y el vestido
de tantos hombres con el mido al hombro,
de tantos hombres con el hambre a cuestas,
de tantas frentes con la piel quemada
por la escondida rabia de la sangre.

Porque es lo cierto que me asusta verme
las manos limpias persiguiendo a tontas
mis mariposas de papel o versos.
Porque es lo cierto que empecé cantando
para poner a salvo mis juguetes,
pero ahora estoy aquí mordiendo el polvo,
y me confieso y pido a los que pasan
que me perdonen pronto tantas cosas.
Ángela Figuera Aymerich, Belleza cruel




sábado, 30 de mayo de 2015

Heidegger y el retorno de lo sagrado






Desde sus orígenes el pensamiento se ocupa del fenómeno religioso, es un ámbito más de reflexión como lo es la razón y la existencia humana. Vivimos unos años de un retorno de lo religioso, después de vivir casi sin noticias de Dios. Esta vuelta de lo religioso, es propio de la modernidad tardía, fragmentada la razón y los grandes relatos de la modernidad, en lo que llamamos pensamiento débil o postmodernidad. Ahí están los límites de la realización humana, la posibilidad de darle un sentido a la existencia y volver al origen, al principio donde se hospedaba la razón y abrir desde aquí la esperanza.
En los últimos años se ha intensificado el interés por la figura de Pablo de Tarso, no tanto desde la teología que no llamaría la atención, sino desde la filosofía. Se han escrito libros y ha sido noticia en numerosas revistas especializadas. Pensadores actuales como A. Badiou, G. Agamben, S. Breton, J. Taubes, sin olvidar a los clásicos Agustín, Pascal, Kant, Hegel, Kierkegaard, Heidegger, Hannah Arendt. Pablo y Agustín fueron un referente para este último pensador, para desarrollar no tanto una fenomenología de la religión.
En 1916 Heidegger estaba en Friburgo como ayudante del profesor Husserl. Husserl se reservaba la ardua tarea de explicar, desarrollar y dar a conocer los principios de la fenomenología, como base de su ontología formal. Pero a su vez, repartía entre sus alumnos más aventajados la aplicación de la fenomenología a diferentes campos de la realidad. Así Edith Stein, se encarga de elaborar una fenomenología de las formas sociales y el propio Heidegger, se encargó de una fenomenología de la vida religiosa. Esta se compondrá de dos lecciones y un borrador de otra que jamás dictará, lo importante es que en ellas se aprecia ya una distancia con respecto a su maestro Husserl.
Será en 1921, cuando dicte la lección de Introducción a la Filosofía de la religión, donde en ella tendrá un subrayado especial Pablo de Tarso, también otros autores cristianos, como San Agustín, Teresa de Ávila o el maestro Eckhardt. En esta obra quiere analizar la experiencia religiosa genuina, acudiendo a los fenómenos, a la experiencia de la vida. Analiza la carta más antigua de Pablo, la primera carta a los Tesalonicenses, aunque también analiza otras cartas como la de los Gálatas o la carta a los Romanos, no sigue un orden cronológico. Estas cartas son tomadas no como documentos doctrinales, sino como documentos en la que se expresa la experiencia vital de Pablo.

Heidegger quiere analizar la experiencia originaria de Pablo de la vida fáctica, poniendo en relación su mundo propio, con el mundo circundante. Según el pensador, el sentido referencial de la vida fáctica cristiana, está en la parusía, en la esperanza de la venida de Cristo. Toda la vida cristiana está atravesada por esta expectativa del final de los tiempos. El estar ante Dios, es estar a la expectativa de su venida, no de su eternidad. Esa temporalidad, es lo que llamó la atención a Heidegger, es un “tiempo oportuno”, un Kairós. Eso es la esencia de la vida cristiana, estar volcado a un futuro no determinado. Sólo el ser de Dios puede entenderse desde la temporalidad, en la expectativa de su venida.
Dios, la verdad, no se muestra de golpe, como un misterio tremendo entre lo racional o irracional (R. Otto), sino en el tiempo, en la revelación a lo largo de la historia. En obras posteriores, tendrá su culminación en el concepto hegeliano de Ereignis.  Es un concepto clave en todo el pensamiento de Heidegger. No sólo significa el acaecer o el acontecer, siempre recurre a juegos de palabras para explicarlo,  es apropiarse o construir en lo propio, aunque podemos darle el significado de evento. Es algo que viene, que llega, es cualquier cosa que llega y es reconducida a lo que es propio, a su verdadera identidad. El Ereignis es lo propio del ser, este se espera como acontecimiento que resuena en el lenguaje o en la poesía, que vibra como época y que toma al final el  tono de lo sagrado.
Podemos concluir diciendo, que la experiencia de Dios o la experiencia religiosa, tiene que ver con la búsqueda del sentido global de la vida humana.
En el amable azul florece con el metálico techo el campanil.
Lo circundan los chillidos de golondrinas en vuelo,
lo envuelve el más conmovedor azul.
El sol lo domina e ilumina las láminas,
pero en lo alto la bandera quieta canta en el viento.
Y si alguno desciende esas escalinatas bajo la campana,
hay una vida en la quietud, pues cuando la figura está tan aislada,
entonces la ductilidad del hombre emerge.
Las ventanas desde donde resuenan las campanas
son como puertas ante el umbral de la belleza.
Es decir, puesto que las puertas son ahora como la naturaleza,
semejan los árboles del bosque.
Pero pureza es también belleza.
Un grave espíritu surge al interior de lo diverso.
Y tan simple y sagradas son las imágenes
que uno teme describirlas.
Los Celestes, empero, siempre benignos,
tienen todo a la vez, como quien es rico, virtud y felicidad.
Es válido que el hombre los imite.
¿Es lícito, si la vida es puro cansancio, que un hombre se asome a mirar y diga:
así quiero ser también?
Sí. Hasta que la gentileza, pura, se conserve en su corazón,
el hombre no se mide infelizmente con la divinidad.
¿Es desconocido Dios?
¿Es manifiesto como el cielo? Esto creo, más bien.
Del hombre es la medida.
Colmado de méritos, pero poéticamente, reside el hombre sobre esta tierra.
Pero la sombra de la noche con las estrellas no es más pura,
si me es dado decirlo, que el hombre, que imagen de la divinidad es llamado. (…)
F. Hölderlin, En el amable azul



jueves, 28 de mayo de 2015

Nota de Pésame y Aviso





En pleno silencio electoral por la jornada de reflexión, invitándonos a hacer uso de nuestro derecho con reflexión y honestidad, yo me voy algo más allá porque no me lo puedo quitar de encima. Serán cosas de la edad, pero el voto pasa y la pobre gente queda. Por eso escribo hoy esta Nota de Pésame y de Aviso a los cientos de miles de africanos y no pocos sirios que están pensando en el modo y medio de pasar a Europa.
Nota
Por la presente os comunico mi más sentido pésame porque la Unión Europea ha acordado como medida solidaria y cautelar hundir a los barcos que os transporten desde las costas africanas, sobre todo porque son un negocio de mafiosos y traficantes (así llaman aquí a vuestros “pasadores” como decís vosotros, ya sabéis que al chivo expiatorio siempre hay que ponerle un nombre que suene a cosa malvada), porque os cobran muy caro (alrededor de 6.000 euros) y, claro, ya habéis calculado al ver la noticia que desde ahora el precio será el doble y no rebajará la necesidad y el hambre de venir a Europa, pero tendréis que haceros muchos recortes de pan y agua para ahorrar el doble precio que se avecina. Enhorabuena porque Europa os ayuda y los libra de vuestros enemigos, vuestra “mafia”.
También quieren hundir los barcos y destinan a esto no sé cuántos millones de euros, porque los barcos son viejos y se hunden en una jugada cruel de las mafias que os ponen unos barcos de caducidad a la vista con serio peligro de hundirse antes de llegar a la costa (¿no habrán pensado que son barcos de un solo uso y como tantas cosas hoy están pensados para que mueran en el primer viaje?).
Por eso, y más, porque el soñado y urgente paso a Europa os saldrá más caro y más difícil, os acompaño sinceramente en el sentimiento. Lo pagaréis caro. Pero tenéis que comprender que esto es Europa.
Y os aviso también de algo que debéis tener previsto: cuando después de algunas medidas ya acordadas os hundan el barco os recogerán, pero no está claro lo que luego harán con vosotros. Es complicado porque todos quieren ayudaros y destruir los barcos pero parece que nadie quiere recibiros en su país. Ahora están discutiendo a ver quiénes logran llevarse menos porque sois un estorbo. Quizás entre líneas piensan (¡algunos lo han dicho!) que como sois unos muertos de hambre (nunca mejor dicho) lo más práctico sería que os desaparecieran porque en realidad valéis menos que el barco que os transporta.
Y sea lo que sea, si llegáis por fin a algún país de Europa, por favor, no lo olvidéis, por nada del mundo digáis de dónde sois ni de dónde venís ni cómo os llamáis ni nada de nada y ponéis cara de no entender nada y os desprendéis de cualquier cosa que os pueda identificar ni a vosotros ni a vuestro país. Tenéis que parecer que no sois nadie (y eso es casi verdad) y así no os devuelven ni en caliente ni en frío ni en templado.  Porfa, no olvidéis este aviso, es grave. Y os deseo suerte, con barco hundido o no; que tengáis suerte y podáis levantar la cabeza en cualquier sitio de Europa.
Buena suerte.