sábado, 21 de febrero de 2015

Tiempo de conversión, la búsqueda de Dios





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Juan Antonio Mateos Pérez 
La ceniza se empezó a imponer a todos los fieles en el siglo IX, cuando empezó a decaer la práctica de la
penitencia pública (ordo paenitentium). Se conservó la fecha tradicional, es decir, el miércoles anterior al primer domingo de Cuaresma. Así mismo, se vio que era el día más adecuado para inaugurar el gran ayuno cuaresmal. Con la imposición de la ceniza comienza la cuaresma, como un signo de conversión ante la llamada de Dios. También la ceniza, acudiendo a los textos de la Sagrada Escritura, es símbolo de la fragilidad del hombre que es como un el vaso de arcilla moldeado por Dios (Gen 2,7; Rom 9,20-23; 2 Cor 4,7); también, puede expresar la caducidad física o moral del hombre. De este modo, el miércoles de ceniza se convirtió en un día de especial intensidad y significado en la vida de la comunidad cristiana
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Debemos remontarnos a las celebraciones penitenciales de Israel, cuando el pueblo se veía sometido a una desgracia, como una epidemia o una catástrofe; el culto marcaba una manifestación de llanto, oraciones colectivas y ayuno, cubriéndose con un saco y ceniza. Posteriormente, se hace confesión pública de los pecados, clamando a Dios por el perdón que llega con el cese de la desgracia. Este ayuno, a veces es criticado por los profetas, ya que se pide que esté lejos de todo formalismo y deberá estar acompañado de obras de justicia (Jer 14,12; Mt 6,16). "¿Es éste acaso el ayuno que me agrada, el día en que el hombre se mortifica? ¿Doblar como un junco la cabeza, acostarse en el saco y la ceniza? ¿A eso llamáis ayuno, día agradable al Señor? ¿No sabéis cuál es el ayuno que me agrada? Abrir las prisiones injustas, soltar las coyundas del yugo, dejar libres a los oprimidos, romper todos los yugos; repartir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que veas desnudo y no eludir al que es tu propia carne" (Is 58,5-7).
La ceniza utilizada el miércoles, está realizada preferentemente, con las palmas usadas en el domingo de Ramos del año anterior, también se suele utilizar madera de olivo. El rito se remonta posiblemente al siglo XII, es por todos conocido, el sacerdote impone la ceniza a cuantos se acercan a recibirla, mientras dice una de estas dos fórmulas: “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás” (Gn 3, 19) o “Convertíos y creed el Evangelio” (Mc. 1, 15). La primera recuerda más la caducidad humana, la segunda quiere subrayar la conversión interior a la Buena Noticia y al Reino anunciado por Jesús. Esta celebración, al menos nos recuerda cuatro cosas: La condición caduca y frágil de la condición humana, como nos recordaba el filósofo, somos seres abocados a la muerte; en segundo lugar, la existencia pecadora y limitada del ser humano, el mal está ahí, tal vez en el propio corazón del individuo; en tercer lugar, la mirada hacia el Padre, la ayuda, la oración, para superar esta condición limitada; por último, la vida y la resurrección, el individuo está abocado a la gloria y a la nueva existencia, ese puente que tendió Jesús con su muerte y resurrección. Todo esto apunta hacia la Pascua, allí se empleará el símbolo del agua que limpia y resucita y da vida.
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Añadir leyendaViacrucis de Matisse , capilla del Rosario, monjas dominicas de Vence

La conversión, metànoia, no sólo es un cambio de pensamiento, también de corazón y de vida. Incluye al menos tres realidades, un cambio religioso, un cambio ético y un cambio intelectual. La conversión es poner a Dios en el centro de la existencia humana, y desde esa realidad actuar en la vida. En esa conversión interviene mi libertad, es un don de Dios, que puede vivir en nosotros a través de su palabra, de su vida, de su muerte y resurrección. Esto nos lleva a un cambio, a  liberarnos de aquellos dioses que esclavizan y no liberan al hombre, que son necesarios, pero no deben ocupar el centro de la vida: dinero, placer, poder, etc. En esta conversión moral, debemos someter nuestro interés más inmediato a la justicia. La fe nos lleva a un cambió en la forma de ver las cosas, buscar con profundidad y serenidad la verdad de la existencia.
No sé, pero me viene a la mente ahora a mi querido Nietzche, con su genialidad y su búsqueda del sentido afirmaba su rechazo hacia las grandes convicciones, se agarraba como a un clavo ardiendo a su finitud, y subrayaba el carácter escurridizo de la verdad. Para él, el convencido es un “epiléptico del concepto”, es un hombre que ha perdido su libertad. Sin caer en el escepticismo de Nietzche, el hombre que busca sinceramente la verdad, vive en una inmensa soledad, y a veces, sólo escucha susurros de lo que otros le cuentan.
Nuestro querido Unamuno sabía mucho de soledades, ya que era consciente que la razón a veces se construye sobre irracionalidades, incluso llega a producir monstruos. Racionalidad e irracionalidad se dan la mano en la vida del hombre, él se sentía mejor desde una razón cordial, pensar desde el corazón y sentir desde la razón, con esas dos ciudadanías, que son Atenas y Jerusalén. San Agustín en sus Confesiones, recordaba que buscaba a Dios fuera y lo encontró dentro de sí, nuca fue un hombre más libre afirmaba. Esa interioridad es el ámbito en que acontece todo lo que tiene carácter implícito e intencionado de la existencia. El Dios cristiano es el Dios de la promesa, su revelación de forma plena, acontece el final de la historia, hasta entonces es bueno mantener la esperanza, incluso a pesar de todo.
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Edith Stein, Teresa Benedicta de la Cruz, OCDAñadir leyenda



Me quedo de momento con la historia de Edith Stein, judía de nacimiento y una persona extraordinariamente dotada para la filosofía y el pensamiento. Trabajó con Hurssel y sus discípulos, algunos de renombre en el pensamiento, Dietrich von Hildebrand, Hans Lipps, Alejandro Koyre, Jhon Bell, Jean Hering, o el propio Heidegger. Muchos de ellos abrazaron el cristianismo, gracias al impacto de las conferencias religiosas de Max Scheller, sólo Edith permaneció inamovible trabajando en la fenomenología filosófica y en el problema de la inmanencia. En el otoño de 1921 pasará unos días en una finca de unos amigos, la famila Matius. Pasaba mucho tiempo sola devorando libros de la biblioteca de la familia, un día tomó un libro de Teresa de Jesús. Según sus propias palabras: “Un día tomé un volumen bastante recio. Se titulaba Vida de Santa Teresa de Jesús, escrita por ella misma. Comencé a leer. Al instante me sentí cautivada, no pude interrumpir la lectura hasta llegar a la última página. Cuando cerré el libro dije en mi interior: ¡esto es la verdad!”. La misma mañana compró un catecismo católico y un misalito, se puso a estudiarlos y asistió a una eucaristía, el 1 de enero de 1922 será bautizada. Compartirá vida religiosa con las monjas dominicas en Espira (Alemania), mientras daba clases en su colegio, pero su vida religiosa la realizará en plenitud cuando ingrese en el Carmelo de la ciudad de Colonia. Allí vivió plenamente la fe en Dios desde la ciencia de la cruz. El 2 de agosto es apresada por la Gestapo y el 7 es enviada al campo de concentración de Auschwitz, allí muere junto con su hermana Rosa. En uno de sus escritos afirma, Quien busca la verdad, consciente o inconscientemente, busca a Dios”.

Lluéveme, Señor, un poco
con esta claridad con que te llueves
sobre el jardín incierto en la ventana.

El agua que me cale lentamente
hasta apagar mi llama de inquietudes,
el agua que me embalse y me sosiegue
de presencia de Ti, de noche tuya.

Estoy reseco, tristemente solo,
con un gris de sucesos
sin el premio siquiera de una lágrima.

Ve regando el miedo de mis ojos
con el zumo de paz que de Ti mana,
ve llenando mi surco, enfermo y roto
como una llaga abierta, de tu bálsamo.

Ve lloviendo, Señor, y desmoróname
de tanto leve aluvión en mi esperanza
negra en la soledad y a la par lumbre.

Derrámate del todo, que en la lluvia
me sentiré dormido a la apariencia
con la pena empapada en tu alegría
sin serme ni sentirme en los caminos.

Inúndame, Señor, con tu ternura
y apágame a mí mismo porque enciendas
luces más tuyas sobre la ceniza.

                                       Pedro Miguel Lamet, El templo de la sorpresa (1969)

martes, 17 de febrero de 2015

Sí, se puede; Yes, one can




César Estrada Chávez (¡no confundir con Hugo R. Chaves Frías, militar y político, presidente que fue de Venezuela!) nació en Arizona. EE.UU., el 31 de marzo de 1927 y murió el 23 de abril de 1933. La fecha de su nacimiento es fiesta oficial en los estados de Arizona, California, Texas y Colorado para recordar su larga lucha por los derechos de los campesinos estadounidenses.  Es una de las grandes figuras en la lucha por los derechos humanos y de él escribió el presidente Clinton: “Era como un Moisés para su gente”
Vivió de niño en el barrio “Get Out If You Can”   (Sal si puedes ) en las afueras de San José. ¡Qué nombre para un barrio de miseria! Y logró salir, a pesar de todo. Y desde la conciencia de aquella experiencia inició después su camino de lucha para que los campesinos salieran del círculo de la explotación y de la pobreza. Por eso Sí, se puede (yes, one can/I can ), fue la consigna que adoptó como lema de muchas de sus campañas y que Obama utilizaría muchos años más tarde en su campaña electoral de 2008, canción famosa incluida y con el hijo de Bob Dylan por medio.
Hasta aquí la historia, tan resumida, de Chávez el de Arizona y el homenaje a su lucha por los últimos, aunque habría que recordar también su ambigua postura ante los inmigrantes mejicanos con su idea, y práctica, de la Line wet, “la línea mojada”, los “espaldas mojadas” (The Wetback ) de hoy. Y de todas formas, a nivel lingüístico, de aquí al We can, Podemos, no hay más que un paso. Con tal éxito que ha servido para todo, hasta para una marca de nutrición infantil. Y aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid para decirme dos o tres cosas, al margen de toda política de partidos. Pretendo ir más allá.
Lo primero, la ciudadanía tiene claras media docena, o más, de demandas urgentes, levantadas en alto una y otra vez con más o menos indignación. Basta ver/leer/oír a los medios, escuchar cualquier conversación en el salón de casa o iniciar una conversación seria jugando a la subasta en el bar. Sin pensar en los que sufren cada día la mordedura de la crisis y la pedrada de los recortes. Y mientras tanto los políticos andan a lo suyo y a lo de su partido, se juegan mucho –de nuevo el poder y el dinero- en la cascada de elecciones que vienen.
Lo segundo, que la gente que andamos por ahí, o sea casi todos menos una élite endógena y lejana, se ve más cargada de razones tras cada telediario o boletín de noticias y a la vez más impotente ante lo que parece que pasa y más descolgada de las soluciones, repasando indignada los planes de cada partido intentando ganar el trozo de pasta, tan suculento, que corresponde en dinero y en poder a cada sillón, a cada victoria en las urnas, a cada acta de diputado y a cada pueblo, ciudad o autonomía conquistada. El ciudadano, medianamente atento, se ve rodeado de una especia de “política de garrafón” sin marca de calidad, aun salvando con razón a personas concretas. Es el sistema lo que hiede.
Ah, que no piense el lector que yo pienso que Podemos, o similares, pueden sacarnos de ese pozo. No. El pozo es más profundo, si es que tiene fondo. Sólo invito a quitar la tapa del brocal y mirar dentro. Y levantando la cabeza ver y hasta vivir lo que se pueda hacer. Y si es posible, en cuanto se levante cabeza y antes de nada, repasar a algunos de los viejos profetas, releer las utopías que en el mundo han sido y reescribir el futuro y los pasos que lo abren según las visiones de los que han visto y revelado lo que viene.
Bueno, yo me entiendo y hoy, sobrepasando ya las setecientas palabras, esto no da para más.

sábado, 14 de febrero de 2015

Primero sea el pan, después la libertad





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Juan Antonio Mateos Pérez  
SalamancaRTV al Día

La semana pasada, Manos Unidas ha presentado su campaña contra la pobreza, “Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas?”, intentando abrir caminos de lucha dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.  Sus esfuerzos van dirigidos a denunciar las causas de la pobreza y la puesta en marcha de acciones concretas para acabar con ella, dentro de un modelo de sociedad que no excluya a los más desfavorecidos.  
Namibia © Vincent Lemonde
Ser pobre no sólo es la falta de ingresos, es mucho más. La pobreza supone una menor esperanza de vida y de morir de enfermedades prevenibles, una mayor tasa de mortalidad infantil, falta de acceso a un trabajo digno, a la educación, carecer de una vivienda adecuada.  También, significa mayor vulnerabilidad al delito y la violencia, acceso inadecuado a la justicia y los tribunales, así como la exclusión del proceso político y de la vida de la comunidad. Uno de cada cinco habitantes del mundo vive en una situación de pobreza, cerca de 1200 millones de pobres viven con menos de 1,25 dólares al día. Dentro de todas estas carencias, está el hambre de buena parte de la población mundial, según estimaciones de la FAO, en el periodo 2012 – 2014, se calcula que unos 805 millones de personas están crónicamente subalimentadas. Es cierto, parece que se ha reducido el hambre, pero todavía son muchos los países, sobre todo de África, que los niveles del hambre son tremendamente alarmantes. Millones de personas en numerosos países están afrontando una crisis alimentaria causada por una verdadera tormenta compuesta de sequía severa, volatilidad de los precios alimentarios y conflictos bélicos interminables. Además, el problema del hambre, está exacerbado en numerosas regiones y países, por la vulnerabilidad de personas y comunidades.
Es necesaria una lucha seria para erradicar definitivamente la pobreza, denunciar las injusticias y las desigualdades. Pero, sobre todo, es necesario una concienciación no sólo ciudadana, sino de las instituciones del Estado, internacionales, financieras, culturales, sociales, etc., para que se abran a un diálogo sobre este problema que es doloroso y vergonzoso. Un diálogo, no sólo para buscar las causas, sino para buscar soluciones que ayuden a erradicar esta lacra definitivamente de nuestro entorno.
Dentro del pensamiento, sobre todo desde la filosofía política se han buscado soluciones al menos desde el marco teórico. Ahí está la debatida propuesta de John Rawls, donde subraya la justicia como equidad, por lo que los principios más razonables de la justicia son aquellos que serían objeto de acuerdo mutuo entre personas. Las desigualdades no son deseables, Rawls pone el acento en las distribuciones justas e igualdad de oportunidades y la necesidad de hacer compatibles la libertad e igualdad. Amartya Sen, habla más de igualdad de capacidades, la pobreza no reside en la distribución y redistribución de la riqueza, sino en proporcionar una igualdad inicial de desarrollo de capacidades que permita los funcionamientos concretos para que las personas tengan mejores oportunidades y así convertir sus derechos en libertades reales. Martha Nussbaum, desarrolla la igualdad de capacidades de Amartya Sen, pero afirma que la pobreza también está relacionada con las desigualdades de género, cuando ambas se combinan, se produce una aguda carencia de capacidades humanas, lo que conlleva a más pobreza. Para Thomas Pogge, la teoría filosófica de la pobreza tiene que ser una teoría normativa acerca de la justicia global, pues una pobreza extrema vuelve a las personas vulnerables y frágiles. Pogge, pone su acento en la en el diseño y la reforma de la estructura institucional global y de gobiernos e instituciones de los países en desarrollo implicados también en la pobreza. Pretende un concepto de justicia básico que sea plausible y aceptado internacionalmente, el fundamento ético se encontraría en la autonomía del otro como un ser valioso y la concreción este principio en los derechos morales. La pobreza extrema la considera como una violación de los derechos humanos y un delito del que son responsables la mayor parte de los países desarrollados.
Antena Misionera
Tal vez, sea necesario fundamentar los derechos desde las necesidades básicas, ya que existe un nexo con los valores. Las necesidades, sobre todo, cuando implican la muerte o la pérdida de derechos fundamentales, van dirigidas a algo que se considera valioso, comer, vivir, ser persona, etc., y, constituyen el contenido de valor que informa tales derechos. Entre necesidades y derechos hay una relación mediada por la existencia de una pretensión o exigencia fuerte, que en determinados casos puede traducirse en un derecho. Hay pues, una relación entre las necesidades y los derechos morales, para en un segundo momento, los derechos morales, puedan ser el fundamento de los derechos humanos.
En cualquier solución estamos implicados todos, debemos exigir una mayor responsabilidad a todos los agentes democráticos, tanto nacionales como internacionales y una respuesta eficaz ante un problema tan necesario ya.  Como creyentes, debemos entender la  necesidad de responsabilidad como justicia, ya ésta hunde sus raíces en el mismo corazón de Dios. Recordamos al profeta Amós (8, 4-8), recordaba que lo agradable a Dios no es el culto, sino la justicia. Oseas, que seguirá los pasos de Amós, insistía que  hay que conocer a Yahvé en la práctica, y esto significa eliminar del propio corazón la injusticia, la ambición, la violencia, el deseo de poder, etc. Para Isaías los valores del Mesías se concretaban en dos: la justicia y la paz. En esto insiste Jeremías, no se puede afirmar que se cree en un Dios liberador, sino se da la praxis de la justicia y la ayuda al desvalido.
En Mateo, ese Dios justo del AT, ha llegado a su revelación plena en Jesús de Nazaret. Conocer a Dios significa comportarse justamente con el hombre y defender sus derechos, sobre todo, la de aquellos que no se pueden defender a sí mismos. La acogida del Reino de Dios es acoger la justicia, la obediencia a la voluntad de Dios. Lucas consideraba a los pobres y oprimidos como los destinatarios de la justicia de Dios: “enviado para anunciar el mensaje gozoso a los desventurados, para predicar a los cautivos la libertad y a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc  4, 18 ss). Esa realidad profética, se ha cumplido en Jesús de Nazaret, que no sólo anuncia la Buena Nueva a los pobres, él ha sido uno de ellos.
Analizada limitadamente la realizad de la pobreza, quisiera recordar a un hombre, que como Jesús de Nazaret, se ha hecho pobre entre los pobres, Pedro Casaldáliga. Nos recordaba que todo es relativo, menos Dios y el hambre. Obispo de São Felix do Araguaia   y poeta de los pobres. En uno de sus poemas, nos insiste que primero sea el pan, luego la libertad. La libertad con hambre, es una flor encima de un cadáver…

Primero sea el pan
después la libertad.
(La libertad con hambre
es una flor encima de un cadáver).

Donde hay pan,
allí está Dios.
"El arroz es un cielo",
dice el poeta de Asia.
La tierra
es un plato
gigantesco de arroz,
un pan inmenso y nuestro,
para el hambre de todos.
Dios se hace Pan, trabajo para el pobre,
dice el profeta Ghandi.

La Biblia es un menú de Pan fraterno.
Jesús es el Pan vivo.
El universo es nuestra mesa, hermanos.

Las masas tienen hambre,
y este Pan es su carne,
destrozada en la lucha,
vencedora en la muerte.

Somos familia en la fracción del pan.
Sólo al partir el pan
podrán reconocernos.
Seamos pan, hermanos.

Danos, oh Padre, el pan de cada día:
el arroz, o el maíz, o la tortilla,
el pan del Tercer Mundo

Pedro Casaldáliga, Al acecho del Reino