martes, 15 de octubre de 2013

La mirada de Ulises: HOMERO



La literatura Griega y la cultura occidental se inician con dos poemas épicos, la Ilíada y la Odisea. Ambos poemas son atribuidos a Homero, un aedo ambulante que componía y cantaban las historias de los grandes héroes del pasado, recogiendo una tradición oral. Posiblemente vivió hacia mitad del siglo VII o el VII a. C. Es una época en la surgen las Polis en todo el mediterráneo frente a las monarquías, gobernadas por hombres ricos que basaban sus ingresos en la posesión de la tierra y el gran comercio marítimo. En los poemas de la Ilíada se refleja el espíritu aristocrático del comienzo de las Polis, así en la Odisea, refleja ese espíritu marinero propio de las colonizaciones griegas por todo el mediterráneo.
Un aedo, era un cantor (aoidos) que cantaba sus poemas acompañado de un pequeño instrumento de cuerdas, la forminge (la  cítara). Se ha fantaseado mucho sobre su figura, poeta ciego, se pensaba que la memoria era mayor cuando se carecía de vista. Incluso siete ciudades de la Grecia asiática se disputaban su cuna.

La Iliada, nos relata el asedio de Troya, aunque su acción cae dentro del último año de los diez que duró el asedio. Aunque el punto central es la cólera de Aquiles, este personaje es hijo de una diosa, dotado de todas las facultades humanas, bravo, hermoso, elocuente, pero condenado a muerte temprana, es el héroe del poema.
La Odisea está compuesta de tres elementos temáticos principales: la historia mítica del regreso de Ulises a Ítaca después de la guerra de Troya; el viaje de Telémaco, su hijo, en busca de su padre; y un conjunto de historias de navegación que remontan a los cuentos populares típicos de los pueblos marineros. La Odisea ha sido una constante en la literatura Occidental, tal vez, la obra más conocida sea la de Ulises de Joyce. Aunque, Tres importantes escritores españoles del siglo XX han retomado el tema de Ulises a la hora de componer sendos dramas. Se trata, ordenados por la cronología de las obras, de Gonzalo Torrente Ballester en El retorno de Ulises (1946), Antonio Buero Vallejo en La tejedora de sueños (1952) y Antonio Gala en ¿Por qué corres Ulises? (1975).

Ambos poemas épicos se dirigen a una divinidad, la Musa, ella que todo lo sabe ya que era hija de la diosa Memoria y depositaria de la poesía. En la Ilíada el único aedo es Aquiles, pero en la Odisea se multiplican los cantores. Ulises mismo, es un aedo que canta sus viajes y también hay uno entre los feacios, el pueblo navegante que transporta a Ulises hasta Ítaca. La Odisea es un canto a los aedos, pero de ¿dóndes saca Ulises su historia? Se la cuentan las sirenas, mitad mujeres, mitad pájaros. Es la historia de Troya. Mientras tapona a sus compañeros los oídos, él atado a un mástil escucha el peligro de la poesía:

Porque sabemos todas las fatigas
que griegos y troyanos resistieron
en Troya por decreto de los dioses
y cuanto ocurre en la espaciosa tierra.

Para los griegos, Homero era el poeta por excelencia, con él aprendían a leer. Abrían el texto en rollos (volumina) escritos en papiro o pergamino, donde hacían anotaciones y comentarios a las poesías. Se aprendían párrafos de memoria y sobre estas historias se estructuraba la ética y el modo de comprender el mundo de esta sociedad. No sólo eran poemas en los que hablaban del honor o del amor, sino también eran una autentica enciclopedia de conocimientos útiles, además de un tratado de ética. Ya que estos héroes emprenden una búsqueda tras la areté, tras la virtud.
La areté es la perfección o excelencia, el sentido heroico de la vida, donde la fuerza en el combate no está separado de la espiritualidad, de la virtud, del deber, elementos que tenían que configurar al hombre perfecto. La areté sería lo específico del hombre en su realización, así Socrates y Platón lo relacionaron con el alma humana. Ésta tenía que alcanzar el bien y la belleza como orden, a través de la reflexión y el conocimiento.
El concepto areté pasó al mundo Bíblico a través del helenismo, este irá adquiriendo un sentido más religioso y se aproximará al término “justicia”. Tanto la fidelidad de Dios, como la valentía y la prudencia del hombre. Esa virtud es la que debe mantener el hombre justo en la vida y ante la muerte. Es la energía moral generada en los creyentes por la fe. “Por lo demás, hermanos, atended cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de puro, de amable, de laudable, de –virtuoso- y digno de alabanza” (Fip. 4, 8)





lunes, 2 de septiembre de 2013

La mirada de Ulises: Acompañantes en el camino de Macedonia y Acaya



Alcíbiades: “También el alma si se quiere reconocer tendrá que mirarse en otra alma” (Platón)

Quisiera ahora decir alguna palabra sobre los acompañantes de nuestra  peregrinación, no sólo fue un camino exterior e interior, sino junto a otros, los que fuimos y los que nos acompañaron. Empezamos el camino con la oración de la Faba que nos dio con mucho cariño Cochi Quirico: Aunque hubiera recorrido todos los caminos, cruzado montañas y valles…, si a partir de hoy no veo en cada persona, amigo o enemigo, un compañero de camino, si a partir de hoy no reconozco a Dios, el Dios de Jesús de Nazaret…., no he llegado a ningún sitio. 

Gracias Conchita, de eso se trata, ningún peregrino camino solo, fíjate en sus ojos, lo acompaña Dios. El Dios de Jesús, de Abrahán, de Isaac, de Jacob, de Pablo, el Dios de la vida, el Dios vivo. Por ahí empezamos nuestra peregrinación, con un encuentro personal con Jesús, que nos ha contado la intimidad de Dios. También en ese encuentro nos ayudaron otros, nuestros padres, así lo recordamos junto al bautismo de Lidia. Pero, junto a nuestros padres, toda una serie de creyentes que nos han precedido, formando encuentro a encuentro, buena noticia a buena noticia, entre Amor y Amor, credo a credo, esperanza a esperanza una fe transmitida y conservada en cada encuentro con el Señor, en cada asamblea, en cada “Ekklesía”, en nuestra Iglesia.

Perdonarme, pero sólo tengo mis palabras, y sabemos que no es una cuestión de palabras, es situarnos frente a Dios poniendo nuestro ser en sus manos amorosas. Pero saberse tan acompañado en esta larga historia, estimula y ayuda en nuestra fe, así lo siento yo. Ya que la cercanía y la experiencia de otros, que viven esa misma fe, con las mismas dificultades, pero con una gran alegría, ayuda a sostener mi fe y a vivirla más íntegramente. Por eso somos afortunados, quisiera hacer una lista de todos los que nos han acompañado en este camino que no ha terminado. Quisiera empezar por Jesús, el que inicia, pero también el que culmina esa historia de fe. Es el que inicia, pero el que va por delante en el camino, en Él se cumplen las promesas y la fidelidad de Dios. Esperamos también, como nos decía Pablo, participar de las primicias del camino abierto por Jesús. Sigo hablando, perdonarme, “Creemos y por eso hablamos” (2Cor 4,13);

“no podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hch 4,20).
Con Jesús, caminamos en buena compañía, pero el primero es Dios, de Él venimos y al él nos dirigimos, el seno del Padre es nuestra Ítaca, nuestra verdadera tierra prometida. Sí, ya lo sé, que caminamos por senderos de lo incognoscible, vivimos la experiencia de la noche oscura, con Dios nos enfrentamos con el misterio, con la transcendencia, que a lo mejor nos remite al silencio. Sólo vemos algunas huellas que nos apuntan el misterio que nos transciende, pero en la búsqueda de lo indecible, encontramos el asentimiento, la confianza. A Dios no lo ha visto nadie, pero sus Transcendencia amorosa, se ha hecho cercana a través de Jesús. En su vida, en su muerte, en su resurrección es como Dios nos habla. El resucitado hoy nos sigue hablando, ahí está la Escritura, la palabra de Dios, la tradición,  la catequesis, otros creyentes que forman su iglesia, en las celebraciones, etc. Así gracias al Espíritu podemos decir Padre, Padre nuestro y de todos…..
“La fe es garantía de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve. Por ella fueron alabados nuestros mayores” (Heb 11,1-2).

En esa cadena de creyentes que nos acompañan, no podemos olvidar a Pablo, tras sus pasos nos hemos embarcado. Como no recordar sus palabras, para mí cristo significa la vida, ha sido seducido por Cristo, que es la fuente de la vida. Repite muchas veces en sus escritos “estar en Cristo”, ya no vivo en mí, es Cristo el que vive en mí. Pablo ante todo era un hombre de caminos, un “homo viator”. Donde se aprecian claramente dos dimensiones, un camino físico y un camino que transciende la mera vía, el camino de la fe. Desde Tarso a Jerusalén, de Antioquía a Arabia, por Asia Menor, Macedonia, Acaya, Creta, Roma, ¿llegaría a la Tarraconensis como afirman algunos? Conociéndole es posible. 

Desde este camino físico y misional, se abre ese otro camino desde la revelación en Damasco, hasta su muerte trágica en Roma. Es estar siempre en camino, mantenerse siempre en la búsqueda y en el esfuerzo, utilizando la imagen de la carrera, como en los juegos griegos y romanos; donde se valora también el esfuerzo y sacrificio de los atletas. Pero no es un correr en vano, sino en la búsqueda de un amor siempre creciente, invita a seguir progresando y que unos a otros se ayuden a crecer. Para esto último, utiliza otras imágenes como construir o edificar, renunciando al propio derecho y a seguir su ejemplo.

Para ayudar a crecer y ayudarnos en ese amor entre hermanos, nos acompaña José Manuel, el hermano mayor, para algunos es nuestro Padre en la fe, sí, con mayúsculas. Nos ha acompañado desde niños, en cada paso, en cada sacramento, en las dificultades, en las alegrías. Para muchos de nosotros los pasos en las celebraciones, en los grupos de catequesis de la Parroquia de la Purísima tiene el rostro de Fructuoso y José Manuel. Nos han acompañado en un largo itinerario de introducción a la Biblia, de adultos, en amar, comprender y hacer nuestra la palabra de Dios. Desde esa meditación y profundización de la palabra, José Manuel ha organizado y preparado en profundidad, numerosas peregrinaciones, a Tierra Santa, Turquía, Grecia. Personalmente, he tenido la suerte de compartir y disfrutar, la primera del año 1992 a Tierra Santa, la del 2009 también a Tierra Santa, ahora con mi esposa,  evocando los pasos del Señor y por último, ésta de Pablo por Macedonia y Acaya. Todos sabemos de su preparación, del material entregado, tanto para el camino exterior como para el interior. Los libros enteros ecuadernados de material. Pero sobre todo, siempre pendiente, siempre en camino, como Pablo con sus comunidades, entregado a la causa de Jesús y su Reino. Gracias José Manuel.

Perdonad, pero la lista es larga: recordamos a todos los acompañantes de Pablo, Silas, Tito, Timoteo y a otros que no conocemos sus nombres, pero que ayudaron a difundir la Buena Noticia del Reino; como no recordar a San Andrés en Patras, el que llevó a Pedro a Jesús, el que señaló al muchacho de los cinco panes, el primer llamado, como lo evoca la liturgia Bizantina; los poetas y autores de teatro trágico, como Homero, Hesíodo, Sófocles, Esquilo educadores de todo un pueblo;  filósofos en busca de la sabiduría y el sentido del hombre y del Ser , Sócrates, Platón, Aristóteles; Apóstoles como Metodio y Cirilo, predicadores infatigables y puente entre oriente y occidente; eremitas y monjes en retiro y oración como Atanasio en Meteora y otros muchos de las Tebaidas de oriente y occidente; como no recordar a pensadores y poetas como Constantino Kavafis o Nikos Kazantzakis con su mirada de Ulises.


Yo... no soy más que un hombre sin oficio y sin gremio.
Sólo un vagabundo. Soy un hombre sin ciudad... sin decálogo y sin tribu.
Mi éxodo es ya viejo.
Y en mis ropas, duerme el polvo de todos los caminos.
Y el sudor de muchas agonías.
                                                 León Felipe


Sí, de parte de Fructuoso le dimos un saludo a su prima la Sabiduría, aunque la vimos en forma de Cariátide sujetando en sus brazos todo el peso de la historia.


El que sólo busca la salida no entiende el laberinto,
y, aunque la encuentre, saldrá sin haberlo entendido
                                                                 Luis Cernuda


En algunas ocasiones las composiciones poéticas contienen estrofas encendidas de oración suplicante o himnos de adoración a Dios ante la belleza del mundo o la dignidad de los seres humanos. Peregrinar supone algo parecido a esa sensación que describe el poeta. Cuando el 17 de Julio, salimos de Salamanca, subimos al autobús 33 personas, pero llevamos a una flota entera en el corazón. Algunos ya habían estado en Grecia, como Juan Carlos y Raquel, en su luna de miel. Pero nos acompañaron con su aliento y fe sus hermanos, padres, e hijos: Mercedes, Adrián, Inés, Tere...... Todos ellos y forman una buena tribu. Nos acompañaron amorosamente. También se unió al grupo, desde tierras andaluzas Francisco, el hermano de Mari Cruz y Justo. La madre de Julita, con sus desvelos en la travesía del ferry, nos informó de  las víctimas de Galicia, nada menos que 78 personas fallecidas, por todas ellas oramos y lloramos. Mari Carmen, hermana de Toñi, llegó antes a Metora que su hermana; ¿no te veo en las fotos de la crónica, hermana?, ¿te has perdido por tierras tan hermosas?. Peregrinó con nosotros Tere, madre de Inma, a la que teníamos presente por wuasap en los hoteles con wifi. Todos buscábamos cabinas para hablar y saber de Consuelo, Tomás, Inmaculada e Isidro. Por la madre de Toño, sabíamos que el calor de Soria y el de Olimpia son similares.

Peregrinaron con todos nosotros, nuestros fieles seguidores tecnológicos: Emilia Santolino, hermana de nuestra Mari Carmen, Manolo Carretero y Montse, Axi Velasco y Juan. ¡Nunca ha sido tan fácil unirse en oración¡

         ...”no te veo. Pero escucho tu voz granate en el cielo. ¡Oh plenitud rosácea¡.
                                    P. M. Lamet


No los vimos, pero los sentimos con nosotros los vecinos de la comunidad de la Purísima: Cristina Villoria, que leía la crónica por la mañana, Chelo y Antonio, que enviaron un mensaje de cariño, después de seguirnos fielmente. Y también, como no, los feligreses de la parroquia que acuden a misa los Domingos.
Clara Amador, Loli Sánchez, Eva y Terín, nos animaban a seguir las huellas de Pablo, con una sonrisa y con fortaleza, como lo hacen ellos. 
Todos fuimos abuelos de los nietos de Marisol, Pedro y Ricardo, y son una buena tropa. Pedimos con el corazón para que ellos vean en nosotros modelo de fe y búsqueda de Dios. ¡Cómo no quererles tanto¡.

 
         Con Sagrario, Paloma, Sabina y Mamen, vinieron todos los jóvenes y niños con los que transitan el camino de la fe y de la vida. A parte de Mercedes y David, padres de Sabina, en Filipos, estuvimos con todos y cada uno de los padres de los miembros del grupo. No podemos olvidar a Rosa Pérez, también con sus niños del cole, pero sobre todo las llamadas en el camino a su nieta.
         Afortunadamente, no hubo muchos eventos deportivos y por eso, Luis, el hermano de Amparo, tuvo menos trabajo.
         Al ritmo del café de Blas y Mari Carmen, se unían a nosotros sus amigos y familia. Cómo olvidar a la comunidad de la parroquia  del Carmen, con Argi al frente, y a los vecinos de Fermoselle, con su alcalde recordándoles.
         Sentimos la presencia de las hijas de Pilar y Amancio, como en la peregrinación a Israel. Sin embargo, los que mejor se portaron fueron los nietos de Esperanza, siempre acompañándonos en el bolso de mano de su abuela.
         ¡Qué rico nos supo el café y helado al que nos invitó Isabel¡. Y es que para compartir vale todo y a cualquier distancia.
         José Miguel e Inma, Pedro Becerro, Pilar Porras, Curro y Ana, la hermana de María Engracia, se hicieron presentes en muchas oraciones de la mañana, Eucaristías, en cada sonrisa, y en las reuniones distendidas de la noche.

         Celebramos en día de Santa Cristina, con nuestra Cristina, en Antenas, vivieron con nosotros ese día tan completo, su madre, sus sobrinos y primas tocayas. Y todos disfrutamos  del regalo de la luz de la fe (Lumen Fidei), de nuestro Papa Francisco. ¿Y dónde está Alfredo? ¡Alfreeedoooo…………! ¡Deja las fotos ya!
         Pidiendo fortaleza de Espíritu, como todos los buenos padres de familia, Mari Carmen y Oroncio, peregrinaron con sus hijos, y en especial con su hija, en vísperas de celebrar su matrimonio eclesiástico.


         ¡Por fin, María José pudo realizar su peregrinación a Grecia¡¡qué alegría tenerla con nosotros! , y a sus hermanas y sobrinos. 

Me queda nuestra querida Nina, también ella nos acompañó, no sólo en sus explicaciones siempre interesantes y pedagógicas; sus peculiaridades y cuidados a los animales abandonados, nosotros diríamos que es una nueva San Antonio Abad, pero creo que en la iglesia Ortodoxa es san Jorge de Capadocia; sus preocupaciones por la organización, puntualidad y ayuda sobre todo en el último día en el aeropuerto; su llamada llegando a Salamanca, preocupándose por nuestra llegada; pero me llamó mucho la atención, su respeto y participación en nuestras celebraciones, formando comunidad e iglesia con todos. Gracias Nina, te recordaremos siempre.

Bueno, que un beso a toda la buena gente, nos acompañó tanta buena gente, y es que resulta mejor cuando se la conoce. Gracias.
Hemos llegado al final. Quisiera terminar con un poema de Rafael Amor que está en la página 148 del libro del peregrino, en palabras para el camino:

Enseñanzas del camino

En el camino aprendí
que llegar alto no es crecer,
que mirar no siempre es ver
ni que escuchar es oír
ni lamentarse sentir
ni acostumbrarse, querer...

En el camino aprendí
que estar solo no es soledad,
que cobardía no es paz
ni ser feliz, sonreír
y que peor que mentir
es silenciar la verdad.

En el camino aprendí
que puede un sueño de amor,
abrirse como una flor
y como esa flor morir,
pero en su breve existir,
fue todo aroma y color.

En el camino aprendí
que ignorancia no es no
saber,
ignorante es ese ser
cuya arrogancia más vil,
es de bruto presumir
y no querer aprender.

En el camino aprendí
que la humildad no es sumisión,
la humildad es ese don
que se suele confundir.
No es lo mismo ser servil
que ser un buen servidor.

En el camino aprendí
que la ternura no es doblez,
ni vulgar la sencillez
ni lo solemne verdad.
Vi al poderoso mortal
y a idiotas con altivez.

En el camino aprendí
que es mala la caridad
del ser humano que da
esperando recibir,
pues no hay defecto más ruin
que presumir de bondad.

En el camino aprendí
que en cuestión de conocer,
de razonar y saber,
es importante, entendí,
mucho más que lo que vi
lo que me queda por ver…
Rafael Amor