martes, 17 de febrero de 2015

Sí, se puede; Yes, one can




César Estrada Chávez (¡no confundir con Hugo R. Chaves Frías, militar y político, presidente que fue de Venezuela!) nació en Arizona. EE.UU., el 31 de marzo de 1927 y murió el 23 de abril de 1933. La fecha de su nacimiento es fiesta oficial en los estados de Arizona, California, Texas y Colorado para recordar su larga lucha por los derechos de los campesinos estadounidenses.  Es una de las grandes figuras en la lucha por los derechos humanos y de él escribió el presidente Clinton: “Era como un Moisés para su gente”
Vivió de niño en el barrio “Get Out If You Can”   (Sal si puedes ) en las afueras de San José. ¡Qué nombre para un barrio de miseria! Y logró salir, a pesar de todo. Y desde la conciencia de aquella experiencia inició después su camino de lucha para que los campesinos salieran del círculo de la explotación y de la pobreza. Por eso Sí, se puede (yes, one can/I can ), fue la consigna que adoptó como lema de muchas de sus campañas y que Obama utilizaría muchos años más tarde en su campaña electoral de 2008, canción famosa incluida y con el hijo de Bob Dylan por medio.
Hasta aquí la historia, tan resumida, de Chávez el de Arizona y el homenaje a su lucha por los últimos, aunque habría que recordar también su ambigua postura ante los inmigrantes mejicanos con su idea, y práctica, de la Line wet, “la línea mojada”, los “espaldas mojadas” (The Wetback ) de hoy. Y de todas formas, a nivel lingüístico, de aquí al We can, Podemos, no hay más que un paso. Con tal éxito que ha servido para todo, hasta para una marca de nutrición infantil. Y aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid para decirme dos o tres cosas, al margen de toda política de partidos. Pretendo ir más allá.
Lo primero, la ciudadanía tiene claras media docena, o más, de demandas urgentes, levantadas en alto una y otra vez con más o menos indignación. Basta ver/leer/oír a los medios, escuchar cualquier conversación en el salón de casa o iniciar una conversación seria jugando a la subasta en el bar. Sin pensar en los que sufren cada día la mordedura de la crisis y la pedrada de los recortes. Y mientras tanto los políticos andan a lo suyo y a lo de su partido, se juegan mucho –de nuevo el poder y el dinero- en la cascada de elecciones que vienen.
Lo segundo, que la gente que andamos por ahí, o sea casi todos menos una élite endógena y lejana, se ve más cargada de razones tras cada telediario o boletín de noticias y a la vez más impotente ante lo que parece que pasa y más descolgada de las soluciones, repasando indignada los planes de cada partido intentando ganar el trozo de pasta, tan suculento, que corresponde en dinero y en poder a cada sillón, a cada victoria en las urnas, a cada acta de diputado y a cada pueblo, ciudad o autonomía conquistada. El ciudadano, medianamente atento, se ve rodeado de una especia de “política de garrafón” sin marca de calidad, aun salvando con razón a personas concretas. Es el sistema lo que hiede.
Ah, que no piense el lector que yo pienso que Podemos, o similares, pueden sacarnos de ese pozo. No. El pozo es más profundo, si es que tiene fondo. Sólo invito a quitar la tapa del brocal y mirar dentro. Y levantando la cabeza ver y hasta vivir lo que se pueda hacer. Y si es posible, en cuanto se levante cabeza y antes de nada, repasar a algunos de los viejos profetas, releer las utopías que en el mundo han sido y reescribir el futuro y los pasos que lo abren según las visiones de los que han visto y revelado lo que viene.
Bueno, yo me entiendo y hoy, sobrepasando ya las setecientas palabras, esto no da para más.

sábado, 14 de febrero de 2015

Primero sea el pan, después la libertad





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Juan Antonio Mateos Pérez  
SalamancaRTV al Día

La semana pasada, Manos Unidas ha presentado su campaña contra la pobreza, “Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas?”, intentando abrir caminos de lucha dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.  Sus esfuerzos van dirigidos a denunciar las causas de la pobreza y la puesta en marcha de acciones concretas para acabar con ella, dentro de un modelo de sociedad que no excluya a los más desfavorecidos.  
Namibia © Vincent Lemonde
Ser pobre no sólo es la falta de ingresos, es mucho más. La pobreza supone una menor esperanza de vida y de morir de enfermedades prevenibles, una mayor tasa de mortalidad infantil, falta de acceso a un trabajo digno, a la educación, carecer de una vivienda adecuada.  También, significa mayor vulnerabilidad al delito y la violencia, acceso inadecuado a la justicia y los tribunales, así como la exclusión del proceso político y de la vida de la comunidad. Uno de cada cinco habitantes del mundo vive en una situación de pobreza, cerca de 1200 millones de pobres viven con menos de 1,25 dólares al día. Dentro de todas estas carencias, está el hambre de buena parte de la población mundial, según estimaciones de la FAO, en el periodo 2012 – 2014, se calcula que unos 805 millones de personas están crónicamente subalimentadas. Es cierto, parece que se ha reducido el hambre, pero todavía son muchos los países, sobre todo de África, que los niveles del hambre son tremendamente alarmantes. Millones de personas en numerosos países están afrontando una crisis alimentaria causada por una verdadera tormenta compuesta de sequía severa, volatilidad de los precios alimentarios y conflictos bélicos interminables. Además, el problema del hambre, está exacerbado en numerosas regiones y países, por la vulnerabilidad de personas y comunidades.
Es necesaria una lucha seria para erradicar definitivamente la pobreza, denunciar las injusticias y las desigualdades. Pero, sobre todo, es necesario una concienciación no sólo ciudadana, sino de las instituciones del Estado, internacionales, financieras, culturales, sociales, etc., para que se abran a un diálogo sobre este problema que es doloroso y vergonzoso. Un diálogo, no sólo para buscar las causas, sino para buscar soluciones que ayuden a erradicar esta lacra definitivamente de nuestro entorno.
Dentro del pensamiento, sobre todo desde la filosofía política se han buscado soluciones al menos desde el marco teórico. Ahí está la debatida propuesta de John Rawls, donde subraya la justicia como equidad, por lo que los principios más razonables de la justicia son aquellos que serían objeto de acuerdo mutuo entre personas. Las desigualdades no son deseables, Rawls pone el acento en las distribuciones justas e igualdad de oportunidades y la necesidad de hacer compatibles la libertad e igualdad. Amartya Sen, habla más de igualdad de capacidades, la pobreza no reside en la distribución y redistribución de la riqueza, sino en proporcionar una igualdad inicial de desarrollo de capacidades que permita los funcionamientos concretos para que las personas tengan mejores oportunidades y así convertir sus derechos en libertades reales. Martha Nussbaum, desarrolla la igualdad de capacidades de Amartya Sen, pero afirma que la pobreza también está relacionada con las desigualdades de género, cuando ambas se combinan, se produce una aguda carencia de capacidades humanas, lo que conlleva a más pobreza. Para Thomas Pogge, la teoría filosófica de la pobreza tiene que ser una teoría normativa acerca de la justicia global, pues una pobreza extrema vuelve a las personas vulnerables y frágiles. Pogge, pone su acento en la en el diseño y la reforma de la estructura institucional global y de gobiernos e instituciones de los países en desarrollo implicados también en la pobreza. Pretende un concepto de justicia básico que sea plausible y aceptado internacionalmente, el fundamento ético se encontraría en la autonomía del otro como un ser valioso y la concreción este principio en los derechos morales. La pobreza extrema la considera como una violación de los derechos humanos y un delito del que son responsables la mayor parte de los países desarrollados.
Antena Misionera
Tal vez, sea necesario fundamentar los derechos desde las necesidades básicas, ya que existe un nexo con los valores. Las necesidades, sobre todo, cuando implican la muerte o la pérdida de derechos fundamentales, van dirigidas a algo que se considera valioso, comer, vivir, ser persona, etc., y, constituyen el contenido de valor que informa tales derechos. Entre necesidades y derechos hay una relación mediada por la existencia de una pretensión o exigencia fuerte, que en determinados casos puede traducirse en un derecho. Hay pues, una relación entre las necesidades y los derechos morales, para en un segundo momento, los derechos morales, puedan ser el fundamento de los derechos humanos.
En cualquier solución estamos implicados todos, debemos exigir una mayor responsabilidad a todos los agentes democráticos, tanto nacionales como internacionales y una respuesta eficaz ante un problema tan necesario ya.  Como creyentes, debemos entender la  necesidad de responsabilidad como justicia, ya ésta hunde sus raíces en el mismo corazón de Dios. Recordamos al profeta Amós (8, 4-8), recordaba que lo agradable a Dios no es el culto, sino la justicia. Oseas, que seguirá los pasos de Amós, insistía que  hay que conocer a Yahvé en la práctica, y esto significa eliminar del propio corazón la injusticia, la ambición, la violencia, el deseo de poder, etc. Para Isaías los valores del Mesías se concretaban en dos: la justicia y la paz. En esto insiste Jeremías, no se puede afirmar que se cree en un Dios liberador, sino se da la praxis de la justicia y la ayuda al desvalido.
En Mateo, ese Dios justo del AT, ha llegado a su revelación plena en Jesús de Nazaret. Conocer a Dios significa comportarse justamente con el hombre y defender sus derechos, sobre todo, la de aquellos que no se pueden defender a sí mismos. La acogida del Reino de Dios es acoger la justicia, la obediencia a la voluntad de Dios. Lucas consideraba a los pobres y oprimidos como los destinatarios de la justicia de Dios: “enviado para anunciar el mensaje gozoso a los desventurados, para predicar a los cautivos la libertad y a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc  4, 18 ss). Esa realidad profética, se ha cumplido en Jesús de Nazaret, que no sólo anuncia la Buena Nueva a los pobres, él ha sido uno de ellos.
Analizada limitadamente la realizad de la pobreza, quisiera recordar a un hombre, que como Jesús de Nazaret, se ha hecho pobre entre los pobres, Pedro Casaldáliga. Nos recordaba que todo es relativo, menos Dios y el hambre. Obispo de São Felix do Araguaia   y poeta de los pobres. En uno de sus poemas, nos insiste que primero sea el pan, luego la libertad. La libertad con hambre, es una flor encima de un cadáver…

Primero sea el pan
después la libertad.
(La libertad con hambre
es una flor encima de un cadáver).

Donde hay pan,
allí está Dios.
"El arroz es un cielo",
dice el poeta de Asia.
La tierra
es un plato
gigantesco de arroz,
un pan inmenso y nuestro,
para el hambre de todos.
Dios se hace Pan, trabajo para el pobre,
dice el profeta Ghandi.

La Biblia es un menú de Pan fraterno.
Jesús es el Pan vivo.
El universo es nuestra mesa, hermanos.

Las masas tienen hambre,
y este Pan es su carne,
destrozada en la lucha,
vencedora en la muerte.

Somos familia en la fracción del pan.
Sólo al partir el pan
podrán reconocernos.
Seamos pan, hermanos.

Danos, oh Padre, el pan de cada día:
el arroz, o el maíz, o la tortilla,
el pan del Tercer Mundo

Pedro Casaldáliga, Al acecho del Reino

miércoles, 11 de febrero de 2015

Yo soy uno de ellos





Con cada uno he tenido alguna relación personal, aunque fuera indirecta. Y hoy, en plena Campaña de Manos Unidas, al repasar situaciones de hambre y de injusticia en el mundo me he identificado con personas que por la intervención de otros han tenido, al fin, algo de suerte en medio de su situación miserable.
Soy Ernesto Guerrero. Tuve la suerte de visitar hace años a pueblos mixtecas en Guerrero (México) y revisar proyectos de Manos Unidos en la zona. En Cocula financiaba entonces un Proyecto de Líderes Sociales. No pase por alto el título del Proyecto, porque no en vano fue en el basurero de Cocula donde los matones oficiales remataron y quemaron a los cuarenta estudiantes de la Escuela Rural Normal de Ayotzinapa. Estuve con padres de normalistas y pudiera ser que saludara al padre o a la madre de algunos de ellos. Y hoy recuerdo la buena suerte de Ernesto Guerrero, el único que salvó la vida. Yo soy él y los demás que fueron asesinados.
Y soy Sidi Kounta y siento su larga y dramática marcha desde el norte de Mali después de que el grupo islamista Ansar Dine asesinara a casi toda su familia. Él logró escapar y llegó un año más tarde a la valla de Melilla. Logró saltarla al tercer intento y dio por bien empleados todos los trabajos y terrores que sufrió para poder llegar y pagar el salto. Con sus treinta años trabaja en una empresa de limpieza y a pesar de sus negros recuerdos de hambre y de muerte que dejó en Mali, ha hecho las paces con la vida. Yo soy él y soy también los cientos y cientos de miles de africanas y africanos que buscan dignidad aun saltando vallas o medioahogándose en pateras.
Boniface Tradé jamás olvidará lo del 12 de enero de 2010, el terremoto. Él vivía en el barrio Carrefour de Puerto Príncipe y su casa desapareció como cientos de miles de ellas por medio país. Han sido para él y para su familia años muy duros, pero han sobrevivido a todo. Y este verano tuvo la alegría de estrenar casa nueva a través de una cooperativa de la diócesis de Puerto Príncipe financiada por Manos Unidas. Es una casa de planta baja, hermosa y nuevecita. La ha pintado de azul. Cuarenta años de vida sin levantar cabeza, pero esta casa nueva en el barrio de Delmas,  le ha hecho feliz. Y yo me siento Boniface y cuantos a través de Manos Unidas y de tantas ONGs de desarrollo humano se han encontrado con la vida.
Y soy Manuela. Esta identidad es la que menos me cuesta y pongo nombre falso por si acaso. Yo soy Manuela y estoy sola en la vida, viuda de hace años, con un hijo que desapareció sin volver la vista y con una paga pequeñita de viuda de pobre.  He vivido estos dos últimos años muy malamente, entre pobreza, desvalimiento y enfermedad y se me han abierto los cielos cuando me han concedido una plaza en una Residencia de ancianos. Me han tocado mil loterías juntas, me siento defendida y considerada y jamás comí mejor ni dormí más caliente. Soy una afortunada aun en medio de mis discapacidades que me rebajan para casi todo. Sí, efectivamente yo soy Manuela y soy miles de personas mayores acompañadas y atendidas en tantas Residencias, que no son campos de concentración, como con mal gusto y total falsedad publicaba hace unos días un periódico local. Sí, la Residencia es mi casa y yo me siento Manuela.
La oferta de acciones de Manos Unidas-Salamanca para estos dos meses, búsquela en su web, me ha llenado la conciencia de gentes pobres del mundo entero; sólo conozco el nombre y el rostro de unos pocos pero me duelen todos por igual. Y no sé cómo ni cuánto ni si a lo peor nada…, pero yo, con otros, claro, intento empujar la historia. Empuja tú también…
Cambodia © Roman Mordashev