domingo, 24 de noviembre de 2013

La Mirada de Pablo: Pablo. De Tarso a Roma (Senén Vidal)





Desde hace tiempo quería plasmar en el Blog algunos detalles de esta magnífica obra de Senén Vidal, Pablo. De Tarso a Roma. Obra fundamental para ahondar y preparar los caminos de Pablo de Tarso. El autor es especialista en Pablo, nacido en San Pedro de Trones  en León, ha publicado numerosas obras, podemos destacar: «La resurrección de Jesús en las cartas de Pablo. Análisis de las tradiciones», 1982; «Las cartas originales de Pablo», 1996; «Los escritos originales de la comunidad del discípulo ‘amigo’ de Jesús. El evangelio y las cartas de Juan», 1997; y «Los tres proyectos de Jesús y el cristianismo naciente», 2003. Actualmente profesor de Nuevo Testamento en el Estudio teológico agustiniano de Valladolid.
Pablo. De Tarso a Roma. Sal Terrae, Santander, 2007 (Colección “Presencia teológica” 158), 255 pp. ISBN: 978-84-293-1716-9. El propio autor nos dice en su introducción que el libro aborda la historia de Pablo de Tarso, la dimensión histórica de la figura y la misión de Pablo. Complementa así mis dos estudios anteriores: Las cartas originales de Pablo (Trota, Madrid 1996), dedicado a la reconstrucción y al análisis de los textos paulinos, y El proyecto mesiánico de Pablo (Sígueme, Salamanca 2005), donde abordé de un modo sistemático la estructura y la trama del proyecto paulino.
Pero también, el libro aborda un episodio fundamental de la historia del cristianismo naciente. Esa primera generación de cristianos, que Pablo se encuentra de una forma violenta y que luego se torna en una acogida y seguimiento radical. Pablo no será un simple testigo, sino un protagonista cualificado y en muchos aspectos único en la historia del cristianismo. Sus escritos se han conservado en su gran mayoría, cartas escritas al ritmo de la problemática y necesidades misionales, escritas pocos años después, 20 -25 años después de la muerte de Jesús.


Pablo ligado a la corriente cristiana Helenista abierta a la gentilidad, creando pequeñas comunidades en las grandes ciudades de la cuenca Mediterránea. Esta actividad misionera provocará no pocos enfrentamientos y desencuentros dentro de sus propias comunidades y también con la corriente judeocristana, centrada más en los judíos de la diáspora.

La primera parte del libro, nos habla de los orígenes, la cuestión documental, el marco biográfico, los orígenes judeohelenistas, conflicto con el movimiento cristiano. En este parte fija el marco general de la vida de Pablo y concreta sus orígenes dentro del judaísmo helenista, así como el conflicto con el naciente movimiento cristiano.
En una segunda parte, describe la época de la misión de Pablo, dependiente de las comunidades de Damasco y Antioquía. Una época larga de 16 años, donde Pablo era un miembro destacado de esas comunidades, pero no tendrá una misión autónoma, ni fundará comunidades, pero ejercía su labor misional acompañado de otros miembros de las comunidades. Es lo que el autor llama la misión dependiente. Se inicia esta segunda parte en el año 33, sólo tres años después de la muerte de Jesús, con su experiencia revelacional en Damasco, que no fue cosa de un momento o de un lugar. Fue una experiencia profunda y de gran calado, que Pablo tuvo que ir descubriendo a lo largo de su vida. En este capítulo en autor incluye la asamblea de Jerusalén. Termina con el lugar de Pablo en el Cristianismo: La figura de Pablo se ha localizado dentro de las comunidades cristianas helenistas, que representaban un cristianismo de diferente tipo del de las comunidades judeocristianas de Jerusalén y de Palestina (80).
En la tercera parte del libro, el autor sitúa la misión autónoma de Pablo, esta abarcará unos nueve años (49 -58), seis de actividad directa misional y los tres últimos preso en Roma. Es la época que conservamos más noticias, ya que todas las cartas de Pablo fueron escritas en esta época. En esta surgirán las comunidades propiamente de Pablo, es donde desarrollará y concretará su reflexión teológica. Comienza con el conflicto de Antioquía entre Pablo y Pedro y termina con la primera carta misional escrita a los Tesalonicenses. Se distinguen así tres etapas en esa misión autónoma: la etapa de los comienzos, con la misión en Galacia y en Grecia, desde la primavera de 49 hasta el otoño de 51 (III); la etapa de la madurez, con la amplia misión en Éfeso y en Asia Menor, desde el otoño de 51 hasta la primavera de 54 (IV); y la etapa de la conclusión, con la realización de la colecta para Jerusalén y el final de Pablo, desde la primavera de 54 hasta el año 58 (V).

La cuarta parte del libro, está dedicada a la misión autónoma de madurez desde el año 51 hasta el 54, desarrollada en Éfeso y en Asia Menor. El centro central de esta etapa fuer la ciudad de Éfeso, capital de la provincia romana de Asia. Fue el momento más difícil de la misión de Pablo, con hostilidades desde fuera y tensiones desde dentro de las comunidades. Senén Vidal afirma, que fue el momento más fructífero de la misión de Pablo y cuando ésta llegará a su madurez y más correspondencia enviará a sus comunidades.

La quinta parte desarrolla la conclusión de la misión de Pablo, que estará marcada con la realización de la colecta en favor de la comunidad de Jerusalén. Después la prisión de Pablo y su muerte violenta. Pablo es apresado, y no se sabe exactamente qué sucedió con la colecta. En todo caso, parece ser que significó un conflicto, y ello explicaría el extraño silencio de Hechos al respecto. En este apartado se desarrolla la reconciliación con la comunidad de Corinto, la carta a la comunidad de Éfeso y la carta a los Romanos, última de Pablo.

Un gran libro. Me quedo con estas palabras de Senén Vidal de la página 56: Pero cabe incluso decir que la experiencia revelacional de Pablo coincide, en cuanto a su sentido y estructura fundamentales, con la de todo creyente. Porque, siguiendo la terminología empleada por los textos paulinos, todo creyente puede afirmar que ha recibido la «iluminación», el «conocimiento», la «revelación» de Jesús, el crucificado resucitado, como salvador definitivo, como Señor de la época mesiánica. Eso mismo, ni más ni menos, es lo que quería expresar el lenguaje tradicional de aparición. Así entendido, también todo creyente puede afirmar que «se le ha aparecido» el Señor y que lo «ha visto», es decir, que se le ha revelado el sentido misterioso de la persona de Jesús y que así lo ha descubierto como el Señor liberador definitivo. Lo que es diferente, evidentemente, es el camino de alumbramiento de esa fe y de su realización concreta en cada uno de los creyentes, en función de las condiciones de vida de cada uno, de los dones multiformes del Espíritu y de la acogida de los mismos. Dentro de esa perspectiva, hay que decir que la revelación experimentada por aquellos primeros testigos cristianos y por Pablo tuvo una función especial e irrepetible en la historia del movimiento cristiano, ya que se convirtió en referencia fundamental para todo el camino posterior de aquel movimiento. Pero, igual que en el caso de cualquier creyente, también la revelación recibida por aquellos primeros testigos y por Pablo tuvo que ser una experiencia continuamente renovada y profundizada a lo largo de toda su vida.




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