Hace ya largos años hice mi tesina en Lenguas Clásicas
sobre un “alcalde” de Estrasburgo del s. XV, Sebastian Brant, humanista,
jurista y escritor (el de La nave de los locos, de larga influencia
después). Y mi trabajo consistió en analizar e interpretar
los insultos, entonces en latín, claro, que con palabras nuevas él inventaba,
en sus bandos municipales, a veces con muy soeces connotaciones, contra los
vecinos de la ciudad que se manifestaban “maculistas”, partidarios de que la
Virgen María había nacido como todos los humanos, con el pecado desde el
origen.
Es una curiosa muestra de la enorme beligerancia que
durante siglos hubo en toda Europa sobre este tema entre toda clase de gentes,
unos partidarios de María nacida sin pecado, purísima e inmaculada, asesorados
sobre todo por agustinos y franciscanos, y otros defendiendo lo contrario,
siguiendo el pensamiento de dominicos y jesuitas.
En Salamanca hay también un testimonio bien visible de
esa contienda entre teológica y social, es la iglesia de La Purísima levantada
por el Conde de Monterrey, virrey entonces de Nápoles y militante activo a
favor de la Concepción Inmaculada y Purísima de la Virgen María. Por eso
encarga a Ribera el cuadro que preside la Iglesia y, como reza la larga
inscripción que en el presbiterio declara las intenciones y razones de la
construcción, “esta iglesia se levanta para que todos en todo el mundo
confiesen y proclamen a la Virgen María como Inmaculada, limpia de pecado
original”. Mañana puede ser un buen día para visitar por la mañana esta
obra de piedad y de arte.
Y hay más hechos en Salamanca relacionados con este
dogma de la Inmaculada. Uno es un detalle que se discute pero que es probable:
un “maculista” fanático rompió la cartela que rodeaba la imagen de la Virgen
que está en el parteluz de la puerta occidental de la Catedral nueva porque
contenía un texto alusivo a La Inmaculada. Aunque el mayor suceso en nuestra
ciudad sobre esta cuestión tuvo lugar el 28 de octubre de 1618 en la iglesia de
las Úrsulas. La cosa tiene su historia y la resumo.
La Universidad de Salamanca no acababa de acordar el
voto a favor del dogma como pedía Felipe III en repetidas cartas apremiando a
hacerlo a los maestros de teología, a los rectores de los cuatro colegios
mayores y a todos los colegiales, pero el peso de los dominicos retrasaba el
cumplimiento de la Orden real. Hasta que el rey amenazó con retirar la paga y
las subvenciones reales y ante este apremio se firmó el documento, después de
larga procesión que partió de San Francisco, pasó por la catedral y acabó en
las Úrsulas. Porque el Juramento no se hizo en la Capilla de la Universidad,
ante la firme negativa del Capellán, dominico, sino en las Úrsulas que al fin y
al cabo tenía como titular a la Purísima Virgen María. La ironía viene porque
la escena de las Úrsulas está recogida muy fielmente en el cuadro que desde
entonces preside la Capilla universitaria. Allí aparece poniendo su firma el
entonces maestreescuela de la Universidad Don Francisco Arias Maldonado.
Siglos más tarde, el 8 de diciembre de 1854, por fin
se declaró como dogma católico la Inmaculada y Purísima Concepción de la Virgen
María, que nació según antigua tradición de Ana y Joaquín, en Jerusalén. De
todas formas, sea como sea, lo más importante es que todos echemos de nuestra
vida todo mal y todo lo que ofende a Dios y/o va contra el prójimo. Amén.
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