La
persona misma se positiviza en cosa, que es cuantificable, mensurable y
controlable. Sin embargo, ninguna cosa es libre. Sin duda alguna, la
cosa es más transparente que la persona. El Big Data anuncia el fin de
la persona y de la voluntad libre.
Byung-Chul Han, Psicopolítica
Las
redes están que arden con la campaña política que se acerca, se oponen
de forma rotunda la publicidad electoral, se proponen a personas sin
recursos para las mesas, sobre todo que se recorte el gasto. El uso de
las redes sociales fueron decisivas para movimientos como el 15 M, pero
han tardado en movilizar el movimiento de Nuit
Debout (noche en pie) en Francia. Ahora están preparando un movimiento
global para el 15 de mayo en todo el tablero europeo, esto puede
favorecer a los partidos que han sacado ventaja en situaciones de
movilización social.
Se aprecia ya un cierto cansancio político en nuestra “sociedad del trabajo y del rendimiento”,
este uso cada vez mayor de las redes sociales parece que va tejiendo
una membrana impermeable en el individuo que lo va aislando del entorno y
lo que predomina es el “enjambre digital”. Toda una
serie de individuos aislados que carece de un nosotros, es la nueva masa
que interactúa en nuestra sociedad, pero los dominan la sociedad
neoliberal saben que carecen de una acción común, de una sola voz que puede constituir un verdadero contrapoder que pudiera cuestionar de forma profunda el poder establecido. Sólo se percibe ruido, un hablar sin coherencia que no permite el auténtico silencio para reflexionar en profundidad.
No podemos por menos que recurrir nuevamente al filósofo coreano Byung-Chul Han,
pensador que ha realizado toda carrera académica en Alemania en diálogo
con importantes pensadores como Heidegger, Marx, Foucault, Agamben,
Stiegler, Deleuze, Baudrillard y Benjamin. Ha escrito importantes obras
se han traducido al castellano como La sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia, La agonía del Eros, En el enjambre y Psicopolítica. En
esta última nos presenta al individuo propio de la sociedad del
neoliberalismo, donde se cree liberado de todo tipo de coacciones
externas, pero se somete a coacciones internas y coacciones propias en
forma de una coacción de rendimiento y optimización. El poder del explotador se traslada al propio sujeto, el sujeto que se cree libre es un auténtico esclavo, la única realidad libre es el capital que explota la libertad del individuo. El capital como decía W. Benjamin es la nueva religión, el nuevo Dios, un culto que no libera sino que culpabiliza al individuo.
Las redes
sociales que se nos presentan como la libertad y comunicación
ilimitadas como proponía Microsoft, se convierten en una forma de
control y vigilancia. Las grandes multinacionales de las redes sociales
(Facebook, Google, Twitter, etc) trabajan manejando nuestra información y
nuestros datos, como si fueran servicios secretos para extraer
beneficios de nuestros comportamientos en ellas. Hoy nos estamos
dirigiendo hacia una psicopolítica digital que controla a los individuos
desde dentro, desde su propio ser.
La
política neoliberal busca formas refinadas de explotación, seminarios y
talleres de management, jornadas de coaching empresarial, liderazgo,
etc., el objetivo es conseguir una producción ilimitada. Esta dinámica
de autoexploración genera enfermedades como la depresión y ansiedad,
haciendo culpable al individuo no al sistema. Es una forma silenciosa de
ajuste interior del individuo, sustituyendo la libertad por la libre
elección y consigue implantar una dependencia tecnológica por medio del
placer. El primer síntoma de lo que Han denomina el síndrome de burnout o agotamiento es la euforia. Eso hace que el individuo se vuelque en el trabajo hasta quedar rendido.
En esta
sociedad, se reclama transparencia en nombre de la libertad de
comunicación, pero es en realidad un dispositivo neoliberal. Esto
empobrece porque a través de la comunicación y la información se impone
un lenguaje carente de misterio y ambigüedad perdiendo su relevancia
cultural como elemento de vida. En palabras de Han, estamos ante una sociedad pornográfica,
una tiranía de lo luminoso y la visibilidad, al estar todo al
descubierto, lo no visible se vuelve sospechoso. La transparencia que
hoy se exige a los políticos es todo menos una reivindicación política,
no se exige transparencia sobre los procesos políticos de decisión, solo
al consumidor interesan como objeto de escándalo. Esto no es la
reivindicación de un ciudadano, sino de un espectador pasivo.
Se funda una democracia de espectadores pasivos produciendo la pérdida
de lo político, una masa de individuos aislados, se va constituyendo un
espacio público digitalizado y con un discurso tremendamente
empobrecido.
La tesis de Han, es que hoy no se consumen objetos, lo que realmente consumimos son emociones,
un mercado en el que se exponen, venden y consumen intimidades, el
vehículo perfecto para su control son las nuevas tecnologías. La inmensa
cantidad de datos que se manejan en los servidores, lo que el pensador
llama Big Data hacen que el futuro sea algo predecible y
controlable, ciego ante el acontecimiento. Esta herramienta permite
hacer pronósticos sobre el comportamiento de las personas, sobre sus
tendencias políticas y de consumo y permite reducirlas a un nivel
prerreflexivo, dando lugar a un fuerte idiotismo. Es una forma
de control y vigilancia total de los individuos en nuestras sociedades
globalizadas y que está suponiendo una auténtica crisis de la libertad.
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