25, julio,
viernes: EFESO –
MANISA
“Pablo
estuvo en Efeso dos años, de modo que todos los habitantes de Asia oyeron la
Palabra del Señor” (Hch 19, 10)
Eucaristía
en Meryemana (casa de María) - Visita detenida a la ciudad romana de Efeso:
odeón, templo de Domiciano, vía de los curetes, templo de Adriano, biblioteca
de Celso, teatro, vía Arcadia, iglesia del concilio – Basílica de San Juan –
Restos del templo de Afrodita – Traslado y alojamiento en Manisa.
Perdonad la
tardanza, pero ayer llegué agotado al Hotel, no es que no hubiera wifi, es que
imposible estar conectados, el cansancio acumulado, la falta de sueño, el
calor, me quedaba dormido sobre el ordenador, literal. Todo bien, hemos acabado
nuestra peregrinación por Asia menor y estamos en Estambul, dentro de un rato
iremos a ver la ciudad Bizantina.
Al salir Pablo de Antioquía de Pisidia, Pablo duda:
alternativa que debe comprenderse tanto en sentido espiritual como geográfico. Tiene
que escoger entre el suroeste por la Via
Sebaste que lo conduciría directamente a Efeso -perspectiva seductora a
priori- y la ruta
del norte que le permitiría llegar a la provincia romana de Bitinia. La lógica
inclina a pensar que Pablo y los suyos atravesaron la actual Ankara, Midas
Sehri -capital del rey Midas-, Gordio, donde Alejandro Magno cortó el nudo
famoso, que se detuvieron en Pérgamo donde residía una comunidad judía. Ellos
la arengaron sin resultado. Allí subsiste hoy en día, en la cima de una
montaña, una acrópolis que guarda templos magníficos.
En realidad, Pablo no figura
en el origen de la comunidad de Éfeso y la continuación de los Hechos de los
Apóstoles (18,24-26), que lo otorgan preferentemente a Apolo así como a
Priscila y Áquila, lo dejan entender de manera suficiente. A fin de prevenir
esta conclusión y dar la prioridad a Pablo, el autor inserta una pieza de su propia
cosecha y con un contenido convencional (Hch 18,19b-21a).
Tomamos la ambientación del
libro del peregrino:
La ciudad de Efeso era la capital de Asia Menor. Por eso, Pablo
eligió este lugar como sede estratégica para su trabajo evangelizador. Aquí
residió él, al menos, dos años, y desde aquí coordinó la tarea evangelizadora
de toda la región. No es extraño, por tanto, que cuando en Apocalipsis se
dirigen siete cartas a “las Iglesias de Asia”, la primera carta vaya dirigida a
la Iglesia de Efeso y los otros seis nombres sean de ciudades cercanas.
Aquí estuvo Pablo encarcelado. Y desde Efeso Pablo siguió de cerca
y con suma preocupación la evolución y el crecimiento de las diversas
comunidades, particularmente la de Corinto y las de la región de Galacia. Desde
aquí escribió Pablo las cartas respectivas. Estamos, pues, en un lugar muy
importante en el que los recuerdos paulinos se intensifican.
La inquietud y la pasión que puso Pablo
por dar a conocer a todos la Buena Noticia de Jesús, fue la que según una tradición
venerable y secular, llevó también a Santiago Zebedeo hasta España. Lo
recordamos agradecidos en este día, en el que la Iglesia celebra su memoria, al
mismo tiempo que invocamos la protección de los primeros apóstoles sobre la
Iglesia universal. (pág. 42)
Desde Corinto, Pablo debía
dirigirse a Siria, donde se encuentra Antioquía. Los Hechos de los Apóstoles le
conducen allí, aunque no sin hacerle dar un importante rodeo, puesto que antes
de llegar a su destino Pablo desembarca en Cesarea, situada en la costa
palestina y, desde allí, “sube” a Jerusalén para saludar a la comunidad de la
ciudad.
La pequeña ciudad de Selçuk
(11.000 habitantes), aparte de las ruinas que hay en sus proximidades, no brinda
la menor idea de la prestigiosa ciudad de Éfeso tal como se presentaba a la
mirada de Pablo5. Se encontraba entonces en la costa jonia, al sur de la
desembocadura del Kaÿstros (en turco, Küçüc Menderes, “pequeño Meandro”) cuyos aluviones
han alejado hoy el paraje unos 8 km del mar. La historia romana de Éfeso
comienza el año 190 a. de Cristo cuando el rey Antíoco III de Siria fue
derrotado por los romanos en Magnesia del Sypyle. Éfeso, que se había puesto de
su lado, fue atribuida a Pérgamo por el vencedor.
Así, cuando, el año 133 a. de
Cristo, Atalo III, último rey de Pérgamo, legó sus Estados a Roma, Éfeso se
volvió romana y, dejando aparte un concurso pronto abandonado a la revuelta de
Mitrídates, lo siguió siendo a continuación. La ciudad se levantaba en la
depresión situada entre el Pion y el Koressos (hoy Bülbül Dagh), protegida por una
poderosa muralla de unos 9 km, construida antaño a iniciativa de Lisímaco, rey
de Macedonia. Éfeso, capital de la provincia de Asia y sede del procónsul,
puerto con dos cuencas y centro de comunicación entre Oriente y Occidente, que
contaba entonces con unos 225.000 habitantes, se señalaba tanto por su intensa
actividad comercial como por sus fastuosas construcciones. Entre ellas figuraba
un teatro, reedificado en la época romana, que podía albergar a 24.000 espectadores,
y el célebre Artemisión, del que volveremos a hablar, contribuía no poco a la
prosperidad de la ciudad gracias a los peregrinos que atraía.
Dirigiéndose a Éfeso, Pablo
no efectuaba una elección arbitraria. A la importancia de la ciudad se asociaba
aquí el hecho de que Éfeso ocupaba una posición central respecto a las Iglesias
que Pablo había fundado antes: “en línea recta, Éfeso estaba situada a igual
distancia de Galacia que de Tesalónica (a unos 480 km). Corinto (a unos 400
km), Filipos (a unos 445 km) y Antioquía de Pisidia (a unos 330 km) entraban fácilmente
en el mismo círculo”.
Pasamos a la ambientación del
libro del peregrino en la pág. 92:
“En
Asia Menor se entrecruzaron varias líneas misionales cristianas y judías.
Pablo, en su trabajo misionero, hizo de Efeso una de sus bases estratégicas.
Pero él no fue el único misionero aquí: en la capital de la provincia de Asia
confluyeron también una misión pre-paulina y el paulinismo posterior del libro
Hechos de los Apóstoles.
A
éstos hay que añadir diversos misioneros, como los discípulos del Bautista, la
presencia de Juan el Presbítero (al que se nombra en el Apocalipsis), los
judeocristianos itinerantes. Aquí parece que recibieron también su
configuración definitiva las tradiciones joánicas, así como la reacción contra
las primeras desviaciones gnósticas…
Se
puede afirmar, por tanto, que Efeso, donde confluyeron líneas diversas de la
primitiva expansión cristiana, fue el crisol del catolicismo.”
(Ramón
Trevijano, Univ. Pont. de Salamanca)
Recodando la tradición que
vincula
a María con Efeso
Esta oración fue encontrada en un
papiro en Egipto, al lado de la antigua ciudad de Oxirrinco. Ha sido repetida
en las diferentes liturgias cristianas, de Oriente y de Occidente, al menos, a
lo largo de dieciséis siglos. Probablemente es la oración mariana más antigua
en la historia de nuestra fe:
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios.
No desoigas la oración
de tus hijos necesitados.
¡Líbranos de todo peligro,
oh siempre Virgen, gloriosa y bendita!
Libro del peregrino, págs. 97 – 98
Nos podía extender mucho en la historia y
monumentos de Éfeso, nos hemos centrado sobre todo en Pablo. Pero no me resisto
a citar a uno de los Efesianos más ilustres: Heráclito. Heráclito de Éfeso, conocido
también como «El Oscuro de Éfeso», fue un filósofo griego. Nació hacia el año
535 a. C. y falleció hacia el 484 a. C. Es común incluir a Heráclito entre los
primeros filósofos físicos (φυσικοί, como los llamó Aristóteles), que pensaban
que el mundo procedía de un principio natural (como el agua para Tales, el aire
para Anaxímenes y el Ápeiron para Anaximandro), y este error de clasificación
se debe a que, para Heráclito, este principio es el fuego, lo cual no debe
leerse en un sentido literal, pues es una metáfora como, a su vez, lo eran para
Tales y Anaxímenes. El principio del fuego refiere al movimiento y cambio
constante en el que se encuentra el mundo. Esta permanente movilidad se
fundamenta en una estructura de contrarios. La contradicción está en el origen
de todas las cosas.
Tampoco hemos hablado de la Basílica de San
Juan y Biblioteca de Celso o de una de
las siete maravillas del mundo antiguo, el tempo de Artemisa Lo haremos otro
día. Son muchas cosas, en Salamanca con más reposo repasaremos todo.
Por la tarde, adelantamos una visita del día siguiente
SARDES, conserva
posiblemente el mejor gimnasio del mundo antiguo. Pero ahí lo dejamos de
momento.
Un abrazo a todos del grupo.
Evocación en Sardes
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Foto de grupo con el gimnasio de Sardes al
fondo
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