lunes, 25 de agosto de 2014

“Cristo ha hecho de dos pueblos uno solo, derribando el muro que los separaba” (Ef 2, 14)



29, julio, martes: ESTAMBUL
(“Lugar de encuentro de oriente y occidente”)
“Cristo ha hecho de dos pueblos uno solo, derribando el muro que los separaba” (Ef 2, 14)
Visita al Palacio de Dolmabache – Paseo en barco por el Bósforo – Almuerzo (restaurante frente al Mar Negro) –– Visita detenida a San Salvador in Chora – Iglesia Pammakaristos –


La primera visita de la mañana fue el palacio de Dolmabahçe, pero antes de comentar alguna cosa de este palacio de Estambul, partimos del libro del peregrino, página 62 - 65, de la primera oración del día.
“Cristo ha derribado el muro que separaba dos pueblos”
(Ef 2, 14)
Ambientación
Estambul es una ciudad singular: con una parte de su territorio en Europa y otra parte en Asia, es punto de encuentro de dos continentes; que es tanto como decir, de dos mundos, con historias, culturas y modos de ser muy distintos. De esta forma, se presenta hoy ante nosotros como una parábola, que nos invita a reflexionar sobre el proyecto que Dios ha ido desarrollando en “la Historia de la Salvación”, para reunir a todos los pueblos.
En la lectura y comprensión de esta Historia de Salvación tuvieron un papel decisivo unos personajes históricos concretos que identificamos con el nombre de “Santos Padres”. A su memoria añadimos agradecidos los nombres de todos los Santos Padres que nos transmitieron una fe sabiamente enriquecida por su reflexión y su santidad.

Palabra de Dios
“Vosotros, los paganos de nacimiento, los llamados incircuncisos por los que pertenecen a la circuncisión, recordad que en otro tiempo estuvisteis sin Cristo, ajenos a la
Alianza y su promesa, sin esperanza y sin Dios. Ahora, en cambio, por Cristo Jesús y gracias a su muerte, los que antes estabais lejos, os habéis acercado.
Porque Cristo es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos uno solo destruyendo el muro de enemistad que los separaba. Él ha anulado, en su propia carne, la ley con sus preceptos y normas. Él ha creado en sí mismo de los dos pueblos una nueva humanidad, restableciendo la paz. Él ha reconciliado a los dos pueblos con Dios, uniéndolos en un solo cuerpo por medio de la cruz y destruyendo la enemistad.
Su venida ha traído la buena noticia de la paz: paz para vosotros, los que estabais lejos y paz también para los que estaban cerca; porque gracias a Él unos y otros, unidos en un solo Espíritu, tenemos acceso al Padre. Por tanto, ya no sois extranjeros o advenedizos, sino conciudadanos dentro del pueblo de Dios. Sois familia de Dios, estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular, en quien todo el edificio, bien trabado, va creciendo hasta formar un templo consagrado al Señor, y en quien también vosotros vais formando conjuntamente parte de la construcción, hasta llegar a ser, por medio del Espíritu, morada de Dios.”
(Efesios 2, 11-22)
El Palacio de Dolmabahçe fue el primer palacio de estilo europeo (neobarroco) en Estambul. Fue construido en tiempos del sultán Abd-ul-Mejid I, entre 1843 y 1853, con un coste de cinco millones de libras de oro otomanas, el equivalente de treinta y cinco toneladas de oro. Catorce toneladas fueron usadas únicamente para adornar el techo en el interior del palacio. La mayor araña de cristal de Bohemia, un regalo de la reina Victoria, está en la estancia central. La araña tiene setecientas cincuenta lámparas y pesa cuatro toneladas y media. El Dolmabahçe tiene la mayor colección de candelabros de cristal de Bohemia y Baccarat; también la Escalinata de Cristal posee balaustres de cristal de Baccarat. Bueno ya lo vimos, un exceso. Como buen admirador.

Abd-ul-Mejid I, sucedió en el trono a Mahmut II. Destaca a su llegada al trono la realización, en 1839, de la carta de Gulhané por la que se otorgaba la igualdad a todos los súbditos civiles del imperio. Con ello el Imperio entra en una época de reformas (Tanzimat), con reformas en el campo de la justicia, las finanzas, la administración y el ejército. Como buen admirador de occidente, no sólo amuebla a la europea el palacio, sino que rompe hábitos, normas y protocolos tradicionales, promovió también la moda europea en el vestido, donde pantalones y calzados occidentales, sustituirán a túnicas y turbantes.

El sitio de Dolmabahçe fue originalmente una bahía en el Bósforo que fue utilizado para el anclaje de la flota otomana. La zona fue recuperada gradualmente durante el siglo XVIII para convertirse en un jardín imperial, muy apreciado por los sultanes otomanos. Se construirán pequeños palacios de verano y pabellones de madera se durante los siglos XVIII y XIX. Anteriormente, el sultán y su familia habían vivido en el Palacio de Topkapi, pero como era un palacio medieval y carecía de un estilo moderno, de lujo, y confort, en comparación con los palacios de los monarcas europeos, Abd-ul-Mejid I decidió construir un nuevo palacio moderno cerca del sitio del antiguo Palacio Beşiktaş, que fue demolido. El proyecto fue realizado por los arquitectos Garabet Balyan , su hijo Nigoğayos Balyan y Evanis Kalfa, miembros de la familia Balyan, arquitectos de la corte otomana. Los enormes gastos, supusieron una enorme carga para las arcas del Estado y contribuyó al deterioro de la situación financiera del Imperio Otomano que finalmente se deslizó en la bancarrota del Estado.
El Palacio de Dolmabahçe fue el hogar de seis sultanes desde 1856, cuando fue habitada por primera vez, hasta la abolición del califato en 1924. El último rey de vivir aquí era califa Abdülmecid Efendi. Una ley que entró en vigor el 03 de marzo 1924 transfirió la propiedad del palacio al patrimonio nacional de la nueva República de Turquía. Mustafa Kemal Atatürk, el fundador y primer presidente de la República de Turquía, utilizó el palacio como residencia presidencial durante los veranos y promulgaron algunas de sus obras más importantes aquí. Atatürk pasó los últimos días de su tratamiento médico en este palacio, donde murió el 10 de noviembre de 1938.

El diseño del palacio contiene eclécticos, donde se mezclan el barroco, rococó y neoclásico, con la tradicional arquitectura otomana para crear una nueva síntesis. El diseño palacio y decoración reflejan la creciente influencia de los estilos europeos y las normas sobre la cultura y el arte otomano. El palacio se divide en tres zonas. Por un lado, el Mabeyn-i Hümâyûn (o Selamlık; las habitaciones reservadas a los hombres), el Muayede Salonu (las habitaciones ceremoniales) y el Harem-i Hümâyûn (el Harén; que incluía los apartamentos de la familia del Sultán). La zona del Palacio abarca 45.000 m² (11,2 acres) y posee 285 habitaciones, 46 salones, 6 cuartos de baño (hamam) y 68 toilets. La famosa Escalinata de Cristal tiene forma de doble herradura y fue construida con cristal de Baccarat, latón y caoba. El palacio tiene gran número de alfombras de Hereke, elaboradas en la Fabrica Imperial de Hereke.

Una visita al Palacio Dolmabahce comienza en el Salón Medhal. Las habitaciones principales de la Medhal dan tanto  hacia el mar y como al interior. Las habitaciones que dan al mar fueron utilizados por los líderes otomanos funcionarios, el Gran Visir y los otros ministros de Estado, mientras que las habitaciones que dan al interior, fueron utilizados por varios administradores del palacio y el Estado.
Los huéspedes, tenían primero esperar en esta sala y, luego se les conducía dentro en el momento adecuado por un oficial de protocolo de palacio. Al entrar en la Medhal, uno ve las tablas Boulle en ambos lados de la sala, que llevan el monograma del sultán Abdülmecid en la parte superior. El monograma real del sultán también está en la chimenea. La araña que cuelga en el centro de esta sala, tiene sesenta brazos.

La segunda habitación después de la Medhal a la derecha es el Salón de la Secretaria, también se la conoce como la Sala de mosaico. La pintura más grande que se encuentra en el palacio está en esta sala, es una representación de la Procesión Surre,  por Stefano Ussi. Surre se utiliza para referirse a las caravanas que viajaban de Estambul a La Meca durante el mes religioso Ramadán.

Desde allí, fuimos a dar un paseo en barco por el Bósforo. El Bósforo es un estrecho que conecta el Mar Negro con el Mar de Mármara, separando Estambul en dos partes: la europea y la asiática. La longitud total del estrecho es de 30 kilómetros y la anchura va desde los 700 metros hasta los casi 4 kilómetros de la salida al Mar Negro. Para cruzar el estrecho hay dos puentes: el Boğaziçi (al sur) y el Fatih Sultan Mehmed (al norte). Ambos tienen una longitud muy similar de algo más de un kilómetro. La encrucijada de mares y continentes que confluyen en el estrecho del Bósforo fue determinante a la hora de establecer la ubicación de Constantinopla. 

Partimos viendo la ciudad histórica con la silueta de sus mezquitas y Santa Sofía, según nos adentramos, hacia el Mar Negro, los 30 kilómetros del estrecho se convierten en un verdadero espectáculo en el que se combinan fastuosos palacios (Yalis) construidos por la elite otomana durante los siglos XVIII y XIX, jardines exuberantes, casas muy bien puestas, así como pequeños pueblos que parecen continuar la ciudad. Pasamos de nuevo por el Palacio de Dolmabahçe,  y nos sorprendió el barrio de Ortakoy, con su atractiva mezquita junto al mar. El crucero llegó hasta el castillo de Rumeli Hisari.

A la vuelta, con Estambul al frente, ANTONIO, como buen rapsoda, recitó como nadie el poema de Espronceda. La canción del pirata. Todos la sabemos de memoria, pero meditada, nos recuerda esa ansia de libertad personal y la figura del ser humano pleno en su holgura vital. 

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul:


-Navega, velero mío,
sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza

sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.



Y del trueno
al son violento,
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.



Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.








Junto a las murallas de Estambul, siguiendo la anarquía de las calles, en un desorden resistente a cualquier clasificación, nos encontramos con un lugar realmente bello y con una gran profundidad teológica en su representación pictórica y estética. Allí pudimos contemplar uno de los más bellos ejemplos de Iglesia bizantina que pueda contemplarse en la actualidad, el monasterio de Salvador de Cora (hoy sólo iglesia) o del Campo, ya que la iglesia estaba en un principio extramuros de la ciudad de Constantinopla. Después de santa Sofía, san Salvador es uno de los grandes espacios cristianos y artísticos de Estambul. Es considerado como el culmen de la teología iconográfica de la resurrección, junto al icono de la Trinidad de Andrej Roublëv.


 La primitiva iglesia estaba formada por una única planta cuadrada, con un nártex y un ábside semicircular. Teodoro Metoquita le hizo añadir el exonártex y el parakklesion, encargando también la decoración de mosaicos y frescos, que fueron realizados entre 1305 y 1320. El autor fue ministro de Andrónico II, un gran humanista, maestro Gregorás y uno de los mayores partidarios de la unión entre la iglesia católica y ortodoxa. Teodoro Metoquita, que se hace representar en el tímpano del nártex ofreciendo la maqueta del proyecto a la Virgen y con la cabeza cubierta por un gran gorro oriental que llevaba el distintivo de su cargo. Al restaurar el monasterio de Cora, incluirá un hospital y un comedor de beneficencia y se construirá su propio palacio al lado. Pero no queda nada del palacio, ni del monasterio, sólo la iglesia, hoy convertida en museo.
La Anástasis (resurrección),  parece que está influido por los doce capítulos del descenso de Cristo a los infiernos, refundidos con las actas de Pilatos, dando lugar al evangelio de Nicodemo. Los pocos textos del canon, son escasos y difíciles de interpretar (1 Pe 3,19s.; 4,6; Ef 4,9; Rom 10,7; Mt 12,40; He 2,27.31). El Speculum historiale de Vicente de Beauvais y la Leyenda Dorada difundieron el relato del Evangelium Nichodemi en época bajomedieval. El descenso a los Infiernos, fue un tema de reflexión y de utilización en la liturgia medieval, sobre todo la Oriental, le concede un gran protagonismo en el oficio del sábado santo y en la liturgia dominical. Pero no faltan referencias al tema en Occidente, sobre todo liturgia galicana e hispánica son especialmente ricas en referencias al misterio de la bajada al infierno. El viejo rito hispano multiplica las menciones en las oraciones eucarísticas del tiempo pascual y en los ordines de la liturgia funeraria.


En estas obras finales de Salvador in Cora, se optó por el fresco, bastante más barato, pero con una gran riqueza cromática y un dibujo muy cuidado que reflejan una enorme emotividad. Expresan movimiento y hay una ausencia de frontalidad de otras épocas, con lo que muchos autores las han comparado, con lo que en ese momento estaba produciendo Guiotto en la capilla Scroveni de Padua.
El tema de conjunto de la iglesia era la salvación de la humanidad, que se manifiesta principalmente, en los milagros de Jesús, en el Juicio Final, y sobre todo en la Anástasis, que preside el ábside. Jesús con túnica blanca, rodeado de una luminosa mandorla, en medio de la oscuridad, toma de las muñecas Adán y Eva, sacándolos del Sheol, rompiendo las puertas del infierno y llevándolos hacia la vida.
Un autor ortodoxo (O. Clement) comenta este icono: “Cristo desciende a los infiernos para destruirlos; es de una blancura relampagueante, pero ahora ya no está en el monte de la transfiguración sino en el abismo de la angustia y de la asfixia tenebrosa. Uno de sus pies, con un gesto de increíble violencia, rompe las cadenas de este mundo. La otra pierna, con un movimiento de danza, de nado, empieza ya a subir de nuevo, como el nadador que después de haberse zambullido en el fondo,  toma fuerzas para regresar al aire y a la luz. Pero es Él el aire y la luz. El aire y la luz son irradiados en su rostro en el fulgor del Espíritu Santo y ahí está su gesto liberador: con cada mano Cristo agarra al Hombre y a la Mujer. Y no por la mano, porque la salvación no se negocia, se da. Así, los arrastra fuera de sus tumbas. Ninguna sombra, todo rostro tiene la luz del infinito…, ninguna separación, todos los rostros son llamas del mismo fuego. Y la finalidad no es la de conseguir la inmortalidad del alma, porque inmortales ya son las almas en el infierno. Cada rostro es de esta tierra, pero de esta tierra que ya ha sido plasmada con el cielo…”
Toda experiencia religiosa, tiene su mejor expresión en la razón simbólica. Es cierto, es una labor de traducción de algo que nos transciende, de lo intraducible, de lo indecible. Pero es uno de los mejores medios para expresar la experiencia humana con lo transcendente. Un ejemplo de esto está, en la excelente interpretación de la bajada a los infiernos que nos realizó el J. Ratzinger, en obra Introducción al Cristianismo. En la revelación cristiana habla el Dios de la palabra, pero también el Dios del silencio. El teólogo interpreta como la bajada de Jesús a la soledad radical al afrontar lo más recóndito de la existencia humana, la muerte real. Nos recuerda que el silencio de Dios, es parte de la revelación. Estamos acostumbrados al Logos, Dios es palabra, pero con eso no hemos de olvidar la verdad del ocultamiento permanente de Dios, sólo si lo experimentamos como silencio, podemos esperar escuchar un día su palabra que nace del silencio. La muerte es la soledad absoluta, es una puerta por la que tenemos que pasar solos. Así se comprende que la palabra Sheol, en el Antiguo Testamento se utiliza tanto para designar la muerte como el infierno. No es el mundo del no ser, es el mundo de la muerte ¿Pero qué es la muerte? Nadie lo sabe. En el grito de Jesús en la cruz o en su pasión en el huerto, no nos habla sólo del dolor físico. Más allá de ese dolor físico, está ese abismo de la muerte, donde se vive la más angustiosa soledad, el completo abandono, donde no llega ninguna voz, es lo más alejado de la vida. Es la región de la angustia, donde el ser del individuo choca con lo imposible, la imposibilidad de ser, de la soledad radical.
El hombre en su esencia, no puede estar solo, necesita compañía, es un ser social. En su soledad más profunda, el hombre tiene miedo, no de algo, se angustia en su propia soledad, tiene miedo de su propio ser, al terror de la historia, a la inseguridad de su existencia. Miedo que no se puede superar con la propia razón. Sólo se puede vencer, con la presencia de alguien que le ama.  Si en su soledad y abandono, nadie pudiera dirigirle una palabra, una mirada, una mano tendida de amor, estaría en una auténtica soledad radical. Esa soledad, se podría perfectamente llamar infierno. Sólo hay infierno en el encerramiento en sí mismo, en los egoísmos y en los abandonos de sí. En lo más profundo de nuestra existencia mora el infierno, la desesperación, la soledad inevitable y terrible. En esa soledad, el amor, la palabra no pueden entrar. La muerte, es la puerta definitiva, donde ni palabra, ni amor son posibles de forma irreversible.
En la cruz y con el grito terrible, “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado”, Jesús supera esa soledad radical e irreversible, la noche oscura y terrible del espíritu, el desgarramiento del corazón, la duda más profunda y la tremenda tentación de la desesperación. De su corazón surge una oración, el inicio del salmo 22, en el que Israel doliente, torturado y humillado le grita a Dios con desesperación su desgracia. En su pasión Jesús penetró en el abismo de nuestro abandono, bajó al sheol, a los infiernos, y llevó la palabra allí donde no hay voz. Con él lleva a Adán y a Eva, símbolos de la humanidad entera, la muerte deja de ser infierno  y ahora mora el amor y la vida. La bajada de Dios al silencio, al oscuro silencio de la ausencia, ya no conduce a la soledad y al sinsentido. Con la muerte de Jesús, se han abierto las puertas del Sheol, se han abierto los corazones, se han abierto las sepulturas, en ellos habita el amor y la esperanza.
Me dices que ansías
mi soledad
cuando soy yo el que ansía
la tuya.
Suponemos que en nuestras soledades
escuchamos voces llenas de secretos,
músicas turbadoras que nos llevan
el uno al otro.

Pero la soledad es una música
que duele:
nos araña la mente y nos llena
de sed el alma,
y nos aleja
y nos aleja
Antonio Colinas, “Signos de la piedra XIV” de u obra Canciones para una música silente. Madrid, Siruela, 2014.


La Iglesia de Pammakaristos, también conocida como Iglesia de la Bienaventurada Madre de Dios (Theotokos Pamakaristos), se convertirá posteriormente en Mezquita después de la Conquista turca y hoy día es en parte museo. El paraclesion (capilla lateral anexa) constituye una de los ejemplos más sobresalientes de la arquitectura del tiempo de los emperadores Paleólogos y contiene la mayor cantidad de mosaicos bizantinos en Estambul después de Santa Sofía y la iglesia de San Salvador in Cora.


La mayoría de los estudiosos coinciden en que la iglesia fue construida entre los siglos XI y XII. Muchos historiadores y arqueólogos consideran que la estructura original del templo puede atribuirse a Miguel VII, Ducas (1071-107), mientras que otros retrotraen su fundación al período de los emperadores Comneno. Incluso se ha sugerido la existencia de una iglesia anterior, del siglo VIII. En tiempo de los primeros emperadores Paleólogos se añadió por el lado sur un paraclesion o capilla lateral dedicado a Cristo como Verbo (Christos ho Logos). El pequeño santuario fue erigido poco después del año 1310 por Martha Glabas en recuerdo de su difunto esposo, Miguel Tarchaniotes Glabas, general y protostrator del emperador Andrónico II Paleólogo. Una elegante inscripción dedicada a Cristo, escrita por el poeta Manuel Files, recorre el interior y el exterior de la capilla.

Después de la conquista de la ciudad en 1453, la iglesia fue utilizada como un convento de monjas y luego se convirtió en la sede de Cristiano Patriarcado Ortodoxo desde 1455 hasta 1587. En 1590, la iglesia Pammakaristos se convirtió en una mezquita con el nombre Fethiye (conquistador), en Para conmemorar la conquista de Georgia y Azerbaiyán por los otomanos bajo el reinado del sultán Murad III durante la guerra de Irán.

El edificio original era una iglesia de una nave principal, con dos deambulatorios laterales, tres ábsides y un nártex en el lado occidental. La conversión de la iglesia en mezquita conllevó una importante transformación del edificio. Los arcos que conectaban la nave principal con los deambulatorios fueron sustituidos por arcadas más anchas para dar mayor amplitud a la nave. Los tres ábsides fueron derribados y en su lugar se construyó al lado oriental un espacio abovedado, en posición oblicua con relación al eje de orientación del edificio.

El paraklesion constituye la edificación más hermosa de su época en Constantinopla. Es típica su planta de cruz inscrita en un cuadrado con cinco cúpulas, pero la proporción entre las dimensiones vertical y horizontal es mucho mayor de lo habitual. El revestimiento interior de mármol ha desaparecido en su mayor parte, pero se conservan los restos restaurados de mosaicos bizantinos, que constituyen una importante fuente para el conocimiento del arte bizantino tardío, aunque no sean tan variados ni su estado de conservación tan bueno como los de la iglesia de Salvador in Cora. Bajo la cúpula principal se encuentra una representación del Cristo Pantocrátor rodeado de profetas del Antiguo Testamento. En el ábside se muestra el Cristo Hyperagathos (Misericordioso) junto a la Virgen María y san Juan Bautista. Al lado derecho de la cúpula se encuentra intacta la representación del bautismo de Cristo.

Terminamos con el libro del peregrino, pág. 149

Mensaje del Apocalipsis
¡Aleluya! Dios ha establecido su Reino
“Después de esto oí en el cielo la voz
de una gran multitud que decía:
¡Aleluya!
La victoria, la gloria y el poder
pertenecen a nuestro Dios,
porque sus sentencias son objetivas y justas,
Después continuaron diciendo:
¡Aleluya!
El humo de su incendio sigue subiendo
por los siglos de los siglos.
Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes cayeron de rodillas y adoraron a Dios, que está sentado sobre el trono, diciendo:
Amén. ¡Aleluya!
Y una voz que salía del trono, decía:
Alabad a nuestro Dios
todos sus siervos, todos sus fieles,
pequeños y grandes.
Luego oí como una voz de potentes truenos, que decía:
¡Aleluya!
El Señor, nuestro Dios, el todopoderoso,
ha establecido su reino.
Gocémonos y alegrémonos,
y démosle gloria;
porque han llegado las bodas del Cordero.
Su esposa está ya preparada,
Vestida de lino fino, limpio y brillante.
Entonces alguien me dijo
«Dichosos los invitados
al banquete de las bodas del Cordero».
Y añadió: «Estas palabras de Dios dicen la verdad».
(Apocalipsis 19,1-9)



jueves, 14 de agosto de 2014

“Tened en consideración todo lo que encontréis de bello, de laudable y encomiable” (Flp 4, 8)



28, julio, lunes: ESTAMBUL
(“Estambul otomana”)
Tened en consideración todo lo que encontréis de bello, de laudable y encomiable” (Flp 4, 8)
Mezquita de Solimán – Patriarcado griego en Estambul – Iglesia de los santos Sergio y Baco – Mezquita Azul – Santa Irene – Palacio de TopKapi.

Es tiempo de retornar a Estambul, no sólo para terminar los últimos días del viaje, sino para recordar y actualizar los pasos dados en la peregrinación. Estas meditaciones sobre la historia, el pensamiento, la experiencia religiosa de otros muchos creyentes que nos han precedidos, son para este humilde escritor-peregrino momentos de meditación. La escritura, como el silencio son lugares privilegiados para la contemplación, para encender el corazón y abrirse al misterio, tal vez pronunciando las mismas palabras que en la vida cotidiana, pero con un acento diferente. La simplicidad de estos textos son la punta de una experiencia vivida a lo largo de muchos años y que ahora afloran por la intensidad y la búsqueda del misterio, en la oración, en la experiencia compartida, recuerdo de la fe de otros cristianos, en los paisajes recorridos por los primeros evangelizadores que nos transmiten la experiencia vivida junto al propio Jesús de Nazaret. También, como no, afloran estas experiencias cuando vemos la fe de otros creyentes, que en sus plegarias y oraciones, nos dirigimos al mismo Dios.

Del libro del peregrino (pág. 58), la este poema de Martín Descalzo en la oración de la mañana

Hoy que sé que mi vida es un desierto,
en el que nunca nacerá una flor,
vengo a pedirte, Cristo jardinero,
por el desierto de mi corazón.
Para que nunca la amargura sea
en mi vida más fuerte que el amor,
pon, Señor, una fuente de alegría
en el desierto de mi corazón.
Para que nunca ahoguen los fracasos
mis ansias de seguir siempre tu voz,
pon, Señor, una fuente de esperanza
en el desierto de mi corazón.
Para que nunca busque recompensa
al dar mi mano o al pedir perdón,
pon, Señor, una fuente de amor puro
en el desierto de mi corazón.
Para que no me busque a mí cuando te busco
y no sea egoísta mi oración,
pon tu Cuerpo, Señor, y tu Palabra
en el desierto de mi corazón
J.L. Martín Descalzo



El undécimo día de nuestra peregrinación, segundo en Estambul, amanecimos, yo sin Mamen en la gran Mezquita de Solimán. Para mí, fue una de las más bellas que visitamos, mucho más que la mezquita azul, levantada sobre una colina domina majestuosamente el cuerno de oro. Construida por Solimán el magnífico, llamado “el legislador”, lideró la toma de muchos lugares de Europa, incluido el primer sitio de Viena, aliándose con el rey de Francia Francisco I, el gran enemigo de Carlos V. Pero extendió su imperio también en Asia, llegando su dominio hasta los ríos Tigris y Eufrates.  No sólo el imperio Otomano alcanzó un gran esplendor territorial, sino también cultural, la sede imperial, el Palacio de Topkapi, se administraban cientos de sociedades artísticas imperiales, y el propio Solimán llegó a ser un poeta reconocido. El poema más famoso de Solimán es el siguiente:
    Riqueza y poder es lo que todos consideran como la mejor suerte,
    Pero en esta vida un poco de salud es lo mejor.
    Aquello que los hombres llaman gobierno es lucha mundana y batalla constante;
    El más alto trono está en la alabanza de Dios, la más feliz de las condiciones.



Solimán también fue un gran impulsor de una serie de desarrollos arquitectónicos monumentales en su imperio. Intentó transformar Estambul en el centro de la civilización islámica con una serie de proyectos que incluían puentes, mezquitas, palacios y distintos edificios con fines sociales y de caridad. La mayor parte fueron construidos por el principal arquitecto del sultán, Mimar Sinan, con el cual la arquitectura otomana alcanzó su cénit. Sinan fue responsable de más de trescientos monumentos repartidos por todo el imperio, incluyendo sus dos obras maestras, la Mezquita Solimán y la Mezquita de Selim, ésta última construida en Edirne durante el reinado del hijo de Solimán, Selim II. Solimán también restauró la Cúpula de la Roca en Jerusalén y los muros de la ciudad de Jerusalén (que constituyen los actuales muros de la Ciudad Vieja de Jerusalén), renovó la Kaaba de La Meca y construyó un complejo en Damasco.



Los trabajos de construcción de la mezquita, se iniciaron en 1550 en el solar que había ocupado el palacio Eski Saray siendo finalizados siete años más tarde, en 1557. Sinan concibió el diseño arquitectónico del edificio en contraposición a la bizantina Santa Sofía. Hagia Sofía convertida en mezquita bajo el reinado del Mehmed II sirvió como modelo a muchas de las mezquitas otomanas de Estambul. Sin embargo Sinan tenía una concepción más simétrica, racional y simple que los arquitectos otomanos precedentes y es posible que se inspirara en ideas estéticas renacentistas procedentes de Italia, pero con referencias a la mezquita de la Roca de Jerusalén. La mezquita fue devastada por un incendio en 1660 siendo restaurada por el sultán Mehmed IV. En el terremoto de 1766 la bóveda se derrumbó de nuevo. Las reparaciones posteriores dañaron la decoración original de Sinan (recientes limpiezas que Sinan experimentó primero con el azul, antes de regresar al rojo, el color dominante de la bóveda). La mezquita fue restaurada de nuevo a mitad del siglo XIX por los hermanos Suizo-Italianos Gaspare y José Fossati, intentando devolverla a su esplendor original la bóveda y las semibóvedas fueron pintadas en un estilo del Barroco del otomano. Durante la última limpieza el diseño original fue restaurado fielmente. Durante la Primera Guerra Mundial el patio fue usado como almacén de armas y cuando la munición se prendió, la mezquita sufrió otro incendio. Hasta 1956 no fue totalmente restaurada de nuevo.


Después de la mezquita, nos dirigimos al Patriarcado Ortodoxo de Estambul. Allí se nos incorporó Mamen, que estrenó los taxis de Estambul, pero fue para recoger a Sagrario que juntas se marcharon al Hotel, agotadas… En el patriarcado hicimos historia, la tradición de la iglesia se remonta hasta san Andrés, pasando por San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo, hasta llegar a Bartolomé I, actual patriarca de Constantinopla. Una parte de los restos de San Gregorio y san Juan Crisóstomo, fueron cedidos para que descansaran en la Catedral de San Jorge.

En 2006 el entonces papa Benedicto XVI hizo una Visita Pastoral a Turquía donde se reunieron los dos en la Catedral patriarcal de San Jorge. Años después, en el 2014, se reunió con el papa Francisco al celebrar los 50 años de la reunión de Pablo VI y el patriarca Atenágoras. Este fue el inicio de la declaración conjunta:
Declaración común del Papa Francisco y del Patriarca Ecuménico Bartolomé I
1. Como nuestros venerables predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, que se encontraron aquí en Jerusalén hace cincuenta años, también nosotros, el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé, hemos querido reunirnos en Tierra Santa, “donde nuestro común Redentor, Cristo nuestro Señor, vivió, enseñó, murió, resucitó y ascendió a los cielos, desde donde envió el Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente” (Comunicado común del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, publicado tras su encuentro del 6 de enero de 1964).
Nuestra reunión –un nuevo encuentro de los Obispos de las Iglesias de Roma y Constantinopla, fundadas a su vez por dos hermanos, los Apóstoles Pedro y Andrés– es fuente de profunda alegría espiritual para nosotros. Representa una ocasión providencial para reflexionar sobre la profundidad y la autenticidad de nuestros vínculos, fruto de un camino lleno de gracia por el que el Señor nos ha llevado desde aquel día bendito de hace cincuenta años.
2. Nuestro encuentro fraterno de hoy es un nuevo y necesario paso en el camino hacia aquella unidad a la que sólo el Espíritu Santo puede conducirnos, la de la comunión dentro de la legítima diversidad.


3. Con el convencimiento de que dicha unidad se pone de manifiesto en el amor de Dios y en el amor al prójimo, esperamos con impaciencia que llegue el día en el que finalmente participemos juntos en el banquete Eucarístico.
4. En este sentido, el diálogo teológico emprendido por la Comisión Mixta Internacional ofrece una aportación fundamental en la búsqueda de la plena comunión entre católicos y ortodoxos….
Hoy la Catedral de San Jorge sirve principalmente como centro simbólico de la Iglesia ortodoxa de Constantinopla, y como un centro de peregrinación para los cristianos ortodoxos. La iglesia está financiada por donaciones de comunidades ortodoxas de otros países. El 3 de diciembre de 1997, un atentado con bomba hirió gravemente a un diácono y dañó la catedral. Este fue uno de los numerosos ataques terroristas contra el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, sus iglesias y cementerios en Estambul en los últimos años.

En la fachada de la Iglesia de San Jorge está el águila bicéfala, símbolo de Bizancio y el Imperio. La iglesia se levantó en el siglo XVIII, sobre otra iglesia bizantina destruida en un incendio. Es una basílica de tres naves y la triple división clásica de las iglesias ortodoxas, nártex, nave e iconostasio. El nártex, está dedicado a san Jorge y al profeta Elías. La primera cosa que cada cristiano ortodoxo hará al entrar en una iglesia es besar un icono y, a continuación, encender una vela. Un símbolo de la luz de Cristo, esta vela se colocará junto a otras velas en un stand especial, un símbolo de la comunidad que caracteriza al Cuerpo de Cristo.

 La decoración es muy rica y recargada, el iconostasio de pan de oro y coronado por diversos iconos. El trono patriarcal de san Juan Crisóstomo, al igual que el iconostasio está decorado con marquetería y marfil. La pantalla del icono está dividida en tres secciones y tres niveles. Iconos más pequeños se colocan antes de la propia pantalla del icono con el fin de hacerlos más accesibles para la devoción personal y la veneración. La sección central de iconos contiene las Puertas Reales en el centro, con dos pequeños iconos que representan la Anunciación (el Arcángel Gabriel y la Virgen de los paneles superiores); los dos pequeños iconos en los paneles inferiores representan los arzobispos de renombre de Constantinopla, San Gregorio Nacianceno (329-389) y San Juan Crisóstomo (347-407). A mano derecha de las Puertas Reales es la posición tradicional del icono de Cristo, en este caso, Cristo entronizado como el Gran Sumo Sacerdote y representado como la "vid verdadera." El lugar tradicional para el icono de la Virgen Madre, o Madre de Dios, está en el lado izquierdo de las Puertas Reales. Se la representa aquí como el "Árbol de Jesé", manifestando las generaciones anteriores al nacimiento de Cristo. Otras posiciones tradicionales de iconos incluyen la representación de San Juan Bautista, o Precursor (normalmente al lado del icono de Cristo), así como el icono del santo o fiesta a la que está dedicada la iglesia (normalmente al lado del icono de la Virgen Madre), en este caso el icono de San Jorge el gran mártir.

A lo largo de la iglesia, destacan los iconos de Panagia Faneromeni-literalmente, "la Madre de Dios; San Juan Bautista y la virgen Panagia Pammakaristos. Destacan también las reliquias de la columna de la flagelación de Cristo, San Teófano, santa Eufemia y María Salomé, junto con las ya indicadas de Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo. Recordemos mínimamente a los dos: Gregorio Nacianceno compuso la «Filocalia», una antología de las obras de Orígenes, y fue llamado por su elocuencia el «Demóstenes cristiano». Sus discursos, dirigidos a defender la dignidad del Hijo y del Espíritu Santo le valieron el apelativo de «el Teólogo». San Juan Crisóstomo «Boca de oro»,  antioqueno de nacimiento y formación, ha sido considerado por la Iglesia griega como su mejor orador y un exegeta eminente, que comentó numerosos libros de la Biblia. Obispo de Constantinopla durante seis años, sus célebres homilías le acarrearon la enemistad de la emperatriz Eudoxia, y en consecuencia, la pérdida de la sede y el destierro hasta la muerte.

Desde aquí, nos acercamos a la iglesia de los Santos Sergio y Baco, pero ese día estaba cerrada. Pero la pudimos admirar por fuera. Es conocida como la pequeña Santa Sofía (Küçuk Ayasofya Camii) es una mezquita de Estambul que tiene su origen en una iglesia ortodoxa dedicada a San Sergio y San Baco en Constantinopla. La planta central del edificio fue repetida de forma consciente en la Basílica de San Vital en Rávena y como modelo para el arquitecto imperial Sinan en la construcción de la mezquita de Rüstem Pasha. La estructura tiene la forma de un octágono inscrito en un cuadrilátero irregular. Delante del edificio hay un pórtico (que substituyó el atrio) y una corte (agregado durante el período del otomano), con un pequeño jardín, una fuente para las abluciones y varias tiendas pequeñas.


Desde allí, subimos directos a la mezquita azul. Era un día de fiesta, final del Ramadán y estaba totalmente abarrotada. Sedefkar Mehmet Ağa, discípulo del arquitecto Sinan. Está situada frente a la Iglesia de Santa Sofía, separadas ambas por un hermoso espacio ajardinado, y es la única en Estambul que posee seis alminares o minaretes. El diseño de la Mezquita Azul es la culminación de dos siglos de evolución de la iglesia bizantina y la mezquita otomana. Mezcla elementos bizantinos de la cercana Hagia Sophia con la arquitectura islámica tradicional, siendo considerada la última gran mezquita del periodo clásico otomano. El arquitecto logró sintetizar las ideas de su maestro, Sinan, en cuanto al impresionante tamaño, la majestuosidad y el esplendor; sin embargo, no logró aplicar su creatividad en el interior. El gran patio tiene las mismas dimensiones que la sala de oración, decorada con 20.000 azulejos de Iznik que aportan la tonalidad azul por la que es conocida. El elemento más importante del interior de la mezquita es el mihrab, de mármol finamente esculpido, con una hornacina y un panel doble con inscripciones. Las paredes adyacentes están cubiertas de azulejos. Sin embargo, las numerosas ventanas alrededor del mihrab lo hacen menos espectacular. A la derecha del mihrab se encuentra el minbar, donde el imám se coloca cuando dirige el sermón durante el rezo de los viernes o las festividades.

Después de la comida y aprovechando bien la tarde, marchamos a visitar la iglesia de Santa Irene y el palacio de Top Kapi, residencia tradicional de los sultanes turcos.


La iglesia de Santa Irene, fue una sorpresa y una maravilla. Está situada en el primer patio del Palacio de Top Kapı. Santa Irene fue construida en el siglo IV, durante el reinado de Constantino. De ese tiempo apenas se han conservado edificios. Fue levantada sobre un antiguo templo dedicado a Afrodita. La guerra del 532 redujo a cenizas la primera Sta. Irene, junto las termas y parte del Palacio Imperial. A lo largo del reinado de Justiniano (527-565), se llevaron a cabo grandes cambios en la ciudad, y entre ellos estaba el renovar las arquitecturas religiosas; entre ellas los Santos Apóstoles (536-546) y Santa Irene (532). El edificio, llamado Hagia Irene, está situado a un costado de Santa Sofía, y fue erigido como dedicación a la Santa Paz del Imperio; es decir, es a Bizancio lo que a la antigua Roma es el Ara Pacis. Para su construcción, y al igual que de San Vital de Rávena, se tomó como modelo la iglesia de los santos Sergio y Baco. Mientras que en Occidente se construían basílicas o edificios de planta central, en el imperio bizantino van imponiéndose la planta en cruz (libre o inscrita en cuadrado o poligonal), y la planta basilical con nave central ensanchada y cubierta con cúpulas. Santa Irene tiene planta rectangular y dos cúpulas, sobre la nave mayor. En el siglo XVIII se introdujeron en el edificio reformas en su arquitectura. MATERIALES: para la construcción se utilizó de grandes sillares de piedra caliza en la estructura; sillares de menor tamaño en la fachada e hiladas de ladrillos para las bóvedas. ALZADO: sigue el patrón observado en Santa Sofía: la estructura se refuerza con enormes arcos de gruesos pilares, sobre los que se construyen la tribuna (2° piso). En el interior se plantea una solución de muros vaciados (exterior) y columnata (interior). La techumbre se cubre con dos cúpulas sobre pechinas asentadas en los enormes arcos transversales a la dirección de la nave central.


Por último nos queda decir alguna cosa del enorme palacio de Top Kapi. Lo primero que me viene a la cabeza (intersubjetividad cultural) es la película del año 1964, protagonizada por Melina Mercouri y Peter Ustinov, donde una pareja se unen para realizar un robo extraordinario, llevarse del museo de Topkapi una daga de valor incalculable.  Pero no, nos referimos al palacio de TopKapi, centro administrativo e imperial de los sultanes de Estambul hasta el año 1853, que cambiaron de recinto por el moderno y suntuoso palacio de Dolmabache, a las orillas del mar. Aunque TopKapi, tampoco estaba mal situado, entre el Cuerno de Oro y el Mar de Mármara, y desde él se tiene una espléndida vista del Bósforo. Ha sido la residencia de los sultanes durante cuatrocientos años, ahora es un museo, donde se guardan también importantes reliquias del mundo musulmán, incluyendo capa y espada de Mahoma.

A diferencia de  otras residencias reales que tenían planes maestros estrictos, como el palacio de Schönbrunn o el Palacio de Versalles, el palacio de Topkapi se desarrolló a lo largo de siglos, con los diferentes sultanes, donde han agregado y cambiado las  diversas estructuras y elementos. La asimetría resultante es el resultado de este crecimiento errático aunque se ha conservado el trazado principal por Mehmed II. La mayoría de los cambios se produjeron durante el reinado del sultán Suleyman de 1520 a 1560. Con la rápida expansión del Imperio Otomano, Solimán quería su creciente poder y la gloria se reflejen en su residencia, y nuevos edificios fueron construidos o ampliados. El principal arquitecto de este período fue la Alauddin persa, también conocido como Acem Ali. También fue responsable de la expansión del Harem.


La construcción del palacio fue ordenada por el Sultán Mehmed II en 1459 y está ordenado alrededor de cuatro patios.
-          Primer patio. Esta puerta (Bâb-üs Selâm) está tras la puerta imperial y el gran patio en dónde está situada la iglesia de Santa Irene. La puerta construida durante el reinado de Mehmet II tiene dos torres adosadas octogonales construidas durante el reinado de Süleyman I.

-          Segundo patio. Hay de todo, patio de las ceremonias, establos reales, Consejo privado, cocinas reales, habitaciones de los eunucos, etc. El patio de ceremonias era el lugar elegido por los sultanes para efectuar los actos protocolarios más importantes del imperio. Se efectuaban en este espacio todo tipo de ceremonias: entronizaciones, fiestas de carácter religioso o reparto de dulces. La sala del consejo privado era en el lugar en el cual se reunían todos los martes tras la oración matinal los oficiales de alto grado del ejército con sus uniformes de gala. Este recinto lo conforman tres salas, la sala del consejo, la oficina de registro y la oficina del gran visir del imperio.

-          En el tercer patio. Estaba el salón de audiencias, la biblioteca de Ahmed III, Mezquita de los Aghas Blancos, Colección caligrafía, miniaturas y retratos, Colección relojes, Reliquias sagradas y sobre todo el espectacular tesoro. Es uno de los más excesivos del mundo. Las piezas provienen de diferentes caminos, como regalos por mandatarios extranjeros, joyas de los diferentes sultanes, botines de guerra o herencias. La sala de las perlas: En esta sala se encuentran la figura del esclavo negro y la del jeque sentado en su trono. Segunda sala: En esta sala cabe destacar el trono de Ahmed I y la nave de jade. En esta sala se encuentra el famoso puñal topkapi. Es el puñal más caro del mundo y está elaborado con oro, diamantes, esmeraldas y piedras preciosas. Tercera sala: En esta sala se encuentra el diamante del cucharero, el tercer diamante más grande del mundo.  Cuarta sala: En esta sala lo más relevante es el trono indio-turco del siglo XVIII.

-          En el cuarto patio. La mezquita “sofá” y diferentes pabellones y kioskos. Uno de ellos con una fuente maravillosa, parecía encontrarme en La Alhambra de los Nazaritas. Era sobre todo en el kioslo de iftar o pabellón dorado, su bóveda de cañón estriado con el techo dorado fue la primera vez en la arquitectura otomana con ecos de China y la India. Tiene unas vistas espectaculares del cuerno de oro. Aquí el Sultán rompía el ayuno en al final del mes del Ramadán


La visita incluía la entrada al Harem, sin favoritas. Ocupó una de las secciones de los apartamentos privados del sultán; contenía más de 400 habitaciones. En este recinto privado (Harem) vivía la madre del sultán, las concubinas y esposas del sultán y el resto de su familia, incluidos los niños y sus siervos (eunucos). El harén consiste en una serie de edificios y estructuras, conectadas a través de pasillos y patios. Cada equipo de servicio y el grupo jerárquico que reside en el harén tenían su propio espacio vital, agrupados alrededor de un patio. Dentro de las numerosas estancias, destacamos algunas. El patio de los eunucos, con sus apartamentos en el lado izquierdo. Al final del patio aparece el apartamento del jefe de los eunucos negros ( Kızlar Agasi ). En el medio está la escuela para los príncipes imperiales, con azulejos preciosos de los siglos XVII y XVIII y los paneles de madera dorada. Al final del patio, está la entrada principal al harem. El estrecho corredor en el lado izquierdo conduce a los aposentos de las concubinas o favoritas del sultán. El patio de las concubinas, con un patio rodeado de baños, una fuente y una lavandería, pero sobre todo está lleno de habitaciones, unas imponentes chimeneas y preciosos azulejos, algunas con pinturas murales, todas ellas, con vistas al cuerno de oro. Después aparece la escalera de los cuarenta pasos, que conducen al hospital del harem y a los dormitorios del sótano.

Los apartamentos de la Reina Madre, junto con los apartamentos del sultán, forman la sección más grande e importante en el harem. Construidas en el siglo XVI, aunque alguna como la sala de música se construyó en el siglo XVIII. Todos ellos se enriquecen con tejas azul-y-blancas o amarillas y verdes con motivos de flores y la famosa porcelana de İznik del siglo XVII. El panel que representa a La Meca o Medina, firmado por Osman İznikli Mehmetoğlu, representa un nuevo estilo en azulejos de Iznik. La pintura con vistas panorámicas en las habitaciones superiores es en el estilo de Europa occidental de los siglos XVIII y XIX. Podemos seguir, fue espectacular el salón imperial, las cámaras privadas de Ahmed, Murat, etc  y de una delicadeza tremenda me pareció el patio de los favoritos, me senté a contemplar, con vistas a una gran piscina y el jardín de boj. Así como el camino de oro, es un paso estrecho que forma el eje del Harem, que data del siglo XV. Se extiende entre el Patio del Harem de los eunucos a la Cámara Privada. El sultán usa este pasaje para pasar al Harem, la cámara privada y la terraza Imperial. Puede acceder al Patio de la Reina Madre, al Patio de la consorte del sultán, a los apartamentos de los Príncipes y a los apartamentos del  propio Sultán. Las paredes están pintadas de un color blanco liso. Se cree que el atributo "de oro" es debido a lanzamientos del sultán de monedas de oro para ser recogidos por las concubinas en días festivos, aunque esto es discutido por algunos estudiosos.


Bueno, no podemos hablar de todo topkapi, se nos quedan muchas cosas. Hacer mención de los jenízaros, que Hassan los citó cuando le pregunté sobre Mevlana. Constituían unidades de infantería con alto nivel de entrenamiento, entre sus muchas misiones destacaba la de ser los encargados de la custodia y salvaguarda del sultán otomano, así como de las dependencias de palacio, siendo considerados como la guardia pretoriana del Sultán. Estuvo en un principio formado por combatientes no musulmanes, sobre todo jóvenes cristianos y prisioneros de guerra. Los jenízaros eran adiestrados bajo una disciplina estricta con duros entrenamientos físicos, enseñanzas en el manejo de armas de la época y tácticas militares, así como una impecable educación (aprendían diversos idiomas, literatura, contabilidad, etc.) y en condiciones prácticamente monásticas en las escuelas Acemi Oğlanı. En dichas escuelas de instrucción se esperaba que permanecieran célibes y fueron al menos alentados a convertirse al Islam, lo que la mayoría así hizo. En la práctica, los jenízaros pertenecieron al sultán. A diferencia de los musulmanes libres, les estuvo expresamente prohibido dejarse crecer la barba, permitiendo tan sólo un bigote. Los jenízaros también aprendieron a seguir los dictados del santo derviche Hacı Bektaş-ı Veli, que había bendecido las primeras tropas. De este modo, la orden sufí Bektaşı y sus derviches se convirtieron en una especie de capellanes para la guardia jenízara. En este aspecto, así como sus similitudes en su vida aislada, los jenízaros se asemejan a las órdenes monásticas cristianas de guerreros monjes, como la de los Caballeros de San Juan o la Orden del Temple.

Hacı Bektaş-ı Veli fue un místico sufí del siglo XIII, fundador de la orden Bektasi y uno de los primeros autores en utilizar el turco como lengua literaria. Nació en la ciudad de Nishapur, en el Jorasán, al norte de Persia (actual Irán), que era en la época un importante centro cultural, aunque fue arrasada por la invasión de Genghis Khan. Era hijo de Ibrahim Sani, también conocido como Seyyid Ibrahim, un sultán del Khorasán, y de Khatem Khatun, de la ciudad de Nishapur. Pasó su infancia y juventud en Nishapur, donde aprendió filosofía, física, literatura y otras ciencias. Viajó por Turquestán, Persia y Siria, y peregrinó a La Meca. Su fama de santidad hizo que se le diera el nombre de Haci Bektas Veli  (puede traducirse como "peregrino", y veli significa aproximadamente "derviche y santo"). Su filosofía tiene un carácter humanista, basado en la tolerancia y en el amor a la humanidad, y cuenta entre sus preceptos la idea de la igualdad de la mujer. Se cree que fue asesinado por los gobernantes selyúcidas, para quienes pudo haberse convertido en una amenaza. Su sepulcro se encuentra en la ciudad de Hacibektas, así denominada en honor suyo, centro de peregrinación al que llegan anualmente miles de visitantes. Los días 14 y 15 de agosto se celebran festividades para conmemorar a Hacı Bektaş-ı Veli.