SalamancaRTV al Día
La semana pasada, Manos Unidas ha
presentado su campaña contra la pobreza, “Luchamos contra la pobreza, ¿te
apuntas?”, intentando abrir caminos de lucha dentro de los Objetivos de
Desarrollo del Milenio. Sus esfuerzos van dirigidos a denunciar las
causas de la pobreza y la puesta en marcha de acciones concretas para acabar
con ella, dentro de un modelo de sociedad que no excluya a los más
desfavorecidos.
Namibia ©
Vincent Lemonde
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Ser pobre no
sólo es la falta de ingresos, es mucho más. La pobreza supone una menor
esperanza de vida y de morir de enfermedades prevenibles, una mayor tasa de
mortalidad infantil, falta de acceso a un trabajo digno, a la educación,
carecer de una vivienda adecuada. También, significa mayor vulnerabilidad
al delito y la violencia, acceso inadecuado a la justicia y los tribunales, así
como la exclusión del proceso político y de la vida de la comunidad. Uno de
cada cinco habitantes del mundo vive en una situación de pobreza, cerca de 1200
millones de pobres viven con menos de 1,25 dólares al día. Dentro de todas
estas carencias, está el hambre de buena parte de la población mundial,
según estimaciones de la FAO, en el periodo 2012 – 2014, se calcula que unos 805
millones de personas están crónicamente subalimentadas. Es cierto, parece
que se ha reducido el hambre, pero todavía son muchos los países, sobre todo de
África, que los niveles del hambre son tremendamente alarmantes. Millones de
personas en numerosos países están afrontando una crisis alimentaria causada
por una verdadera tormenta compuesta de sequía severa, volatilidad de los
precios alimentarios y conflictos bélicos interminables. Además, el problema
del hambre, está exacerbado en numerosas regiones y países, por la
vulnerabilidad de personas y comunidades.
Es necesaria
una lucha seria para erradicar definitivamente la pobreza, denunciar las
injusticias y las desigualdades. Pero, sobre todo, es necesario una
concienciación no sólo ciudadana, sino de las instituciones del Estado, internacionales,
financieras, culturales, sociales, etc., para que se abran a un diálogo sobre
este problema que es doloroso y vergonzoso. Un diálogo, no sólo para buscar las
causas, sino para buscar soluciones que ayuden a erradicar esta lacra
definitivamente de nuestro entorno.
Dentro del
pensamiento, sobre todo desde la filosofía política se han buscado soluciones
al menos desde el marco teórico. Ahí está la debatida propuesta de John
Rawls, donde subraya la justicia como equidad, por lo que los principios más
razonables de la justicia son aquellos que serían objeto de acuerdo mutuo entre
personas. Las desigualdades no son deseables, Rawls pone el acento en las
distribuciones justas e igualdad de oportunidades y la necesidad de
hacer compatibles la libertad e igualdad. Amartya Sen, habla más de igualdad
de capacidades, la pobreza no reside en la distribución y redistribución de
la riqueza, sino en proporcionar una igualdad inicial de desarrollo de
capacidades que permita los funcionamientos concretos para que las personas
tengan mejores oportunidades y así convertir sus derechos en libertades reales.
Martha Nussbaum, desarrolla la igualdad de capacidades de Amartya Sen,
pero afirma que la pobreza también está relacionada con las desigualdades de
género, cuando ambas se combinan, se produce una aguda carencia de capacidades
humanas, lo que conlleva a más pobreza. Para Thomas Pogge, la
teoría filosófica de la pobreza tiene que ser una teoría normativa acerca de
la justicia global, pues una pobreza extrema vuelve a las personas
vulnerables y frágiles. Pogge, pone su acento en la en el diseño y la reforma
de la estructura institucional global y de gobiernos e instituciones de los
países en desarrollo implicados también en la pobreza. Pretende un concepto de
justicia básico que sea plausible y aceptado internacionalmente, el fundamento
ético se encontraría en la autonomía del otro como un ser valioso y la
concreción este principio en los derechos morales. La pobreza extrema la
considera como una violación de los derechos humanos y un delito del que son
responsables la mayor parte de los países desarrollados.
Antena
Misionera
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Tal vez, sea
necesario fundamentar los derechos desde las necesidades básicas,
ya que existe un nexo con los
valores. Las necesidades, sobre todo, cuando implican la muerte o la
pérdida de derechos fundamentales, van dirigidas a algo que se considera
valioso, comer, vivir, ser persona, etc., y, constituyen el contenido de valor
que informa tales derechos. Entre necesidades y derechos hay una relación
mediada por la existencia de una pretensión o exigencia fuerte, que en
determinados casos puede traducirse en un derecho. Hay pues, una relación
entre las necesidades y los derechos morales, para en un segundo
momento, los derechos morales, puedan ser el fundamento de los derechos
humanos.
En cualquier
solución estamos implicados todos, debemos exigir una mayor responsabilidad a
todos los agentes democráticos, tanto nacionales como internacionales y una
respuesta eficaz ante un problema tan necesario ya. Como creyentes,
debemos entender la necesidad de responsabilidad como justicia, ya
ésta hunde sus raíces en el mismo corazón de Dios. Recordamos al profeta
Amós (8, 4-8), recordaba que lo agradable a Dios no es el culto, sino la
justicia. Oseas, que seguirá los pasos de Amós, insistía que hay que
conocer a Yahvé en la práctica, y esto significa eliminar del propio
corazón la injusticia, la ambición, la violencia, el deseo de poder, etc. Para
Isaías los valores del Mesías se concretaban en dos: la justicia y la paz.
En esto insiste Jeremías, no se puede afirmar que se cree en un Dios liberador,
sino se da la praxis de la justicia y la ayuda al desvalido.
En Mateo,
ese Dios justo del AT, ha llegado a su revelación plena en Jesús de Nazaret. Conocer
a Dios significa comportarse justamente con el hombre y defender sus derechos,
sobre todo, la de aquellos que no se pueden defender a sí mismos. La acogida
del Reino de Dios es acoger la justicia, la obediencia a la voluntad de
Dios. Lucas consideraba a los pobres y oprimidos como los destinatarios de
la justicia de Dios: “enviado para anunciar el mensaje gozoso a los
desventurados, para predicar a los cautivos la libertad y a los ciegos la
recuperación de la vista; para poner en libertad a los oprimidos y proclamar un
año de gracia del Señor” (Lc 4, 18 ss). Esa realidad profética, se ha
cumplido en Jesús de Nazaret, que no sólo anuncia la Buena Nueva a los pobres,
él ha sido uno de ellos.
Analizada
limitadamente la realizad de la pobreza, quisiera recordar a un hombre, que
como Jesús de Nazaret, se ha hecho pobre entre los pobres, Pedro Casaldáliga.
Nos recordaba que todo es relativo, menos Dios y el hambre. Obispo de
São Felix do Araguaia y poeta de los pobres. En uno de sus poemas,
nos insiste que primero sea el pan, luego la libertad. La libertad con
hambre, es una flor encima de un cadáver…
Primero sea
el pan
después la
libertad.
(La libertad
con hambre
es una flor
encima de un cadáver).
Donde hay
pan,
allí está
Dios.
"El
arroz es un cielo",
dice el
poeta de Asia.
La tierra
es un plato
gigantesco
de arroz,
un pan
inmenso y nuestro,
para el
hambre de todos.
Dios se hace
Pan, trabajo para el pobre,
dice el
profeta Ghandi.
La Biblia es
un menú de Pan fraterno.
Jesús es el
Pan vivo.
El universo
es nuestra mesa, hermanos.
Las masas
tienen hambre,
y este Pan
es su carne,
destrozada
en la lucha,
vencedora en
la muerte.
Somos
familia en la fracción del pan.
Sólo al
partir el pan
podrán
reconocernos.
Seamos pan,
hermanos.
Danos, oh
Padre, el pan de cada día:
el arroz, o
el maíz, o la tortilla,
el pan del
Tercer Mundo
Pedro
Casaldáliga, Al acecho del Reino