24,
julio, jueves:
LAODICEA - AFRODISIAS - MILETO - KUSADASI
“Pablo
llegó a Efeso después de haber recorrido las regiones montañosas” (Hch 19, 1)
Visita del
área arqueológica de Laodicea – Continuación hasta Afrodisias, visita de esta
ciudad romana: teatro, odeón, estadio, tetrapilon, museo… – Traslado a Mileto,
ciudad de importantes recuerdos de San Pablo y de famosos sabios – Visita al
teatro, ágora, puerto, termas…- Memoria de la despedida de Pablo - Alojamiento
en Kusadasi.
Permitirme
que el texto de hoy sea menor, acabamos de llegar al hotel y llevamos dos días
con un aprovechamiento de las visitas muy intenso y escribir estos textos y
editar las fotos me supone un esfuerzo extra grande.
El primer lugar visitado es Laodicea, es una ciudad del antiguo Imperio Seléucida, establecida
entre 261 a. C. y 245 a. C. por el rey Antíoco II Theos y nombrada en honor de
su esposa Laodice. Fue una próspera ciudad comercial, ubicada en la
intersección de dos importantes rutas, y famosa por sus textiles de lana y
algodón. Era un centro comercial y bancario clave. Vendía una muy conocida
pomada para los ojos que contribuía a su riqueza, y también era famosa por
prendas de vestir de alta calidad hechas de excelente lana negra allí mismo.
También contaba con un acueducto que les proveía de agua tibia. En el sitio
arqueológico actual pueden observarse las ruinas del estadio, el anfiteatro, el odeón, la cisterna y el acueducto así como
los baños termales y del Ninfeo.
Fue una de las siete iglesias del Apocalipsis. Del libro del
peregrino, p. 135
“Estoy a la puerta y llamo”
“Escribe al ángel de la Iglesia de Laodicea: Esto es lo que dice
el amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios. Conozco
tus obras: no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Pero
porque eres tibio, y no eres ni frío ni caliente, te voy a vomitar de mi boca.
Estás diciendo: Yo soy rico, yo me he enriquecido, a mí no me
falta nada; y no sabes que eres desdichado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Te aconsejo que me compres oro acrisolado en el fuego para enriquecerte,
vestiduras blancas para vestirte, y que no aparezca la vergüenza de tu
desnudez, y un colirio para que unjas tus ojos y veas.
Yo reprendo y castigo a los que amo; por tanto, sé fervoroso y
arrepiéntete. Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre,
entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo. Al vencedor lo sentaré conmigo
en mi trono, igual que yo, que he vencido y me he sentado con mi Padre en su
trono.
El que tenga oídos que oiga lo que el Espíritu dice a las
Iglesias.
(Apocalipsis
3,14-22)
Dios llama también a mi puerta…
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de
rocío, pasas las noches del invierno oscuras?
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras, pues no te abrí! ¡Qué
extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus
plantas puras!
¡Cuántas veces el ángel me decía: «Alma, asómate ahora a la
ventana, verás con cuánto amor llamar porfía»!
¡Y cuántas, hermosura soberana, «Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!
Después
nos trasladamos a Afrodisias, recibe
su nombre de Afrodita la diosa griega del amor, cuya estatua la Afrodita de
Afrodisias residía en su templo ahí ubicado. La ciudad fue construida cerca de
una cantera de mármol que fue utilizada extensamente durante la época
helenística y del imperio romano. Las esculturas hechas a partir de éste,
convirtieron a Afrodisias en un centro artístico famoso durante la era romana.
Los edificios importantes tales como:
-
El Ágora: Área pública o
mercado ubicada entre el Templo de Afrodita y la acrópolis, data del siglo I a.
C.
-
El Teatro: Su construcción
terminó en el 27 a. C. y fue modificado durante el siglo II para juegos
gladitoriales.
-
El Museo de Afrodisias:
Edificio moderno que alberga los hallazgos de Afrodisias.
Me pareció muy interesante el buleterión (consejo municipal) u odeón,
está ubicado en el lado norte del ágora septentrional. Sus restos actuales
están constituidos por un auditorio semicircular con un escenario bajo de unos
46 m de ancho. La parte inferior del auditorio yace intacta con nueve filas de
asientos de mármol divididas en cinco secciones por escaleras radiales. Las
doce filas de asientos superiores colapsaron con sus bóvedas de apoyo. El
edificio consiste de un plano abierto, con varias entradas en la planta baja y
escaleras para acceder las filas de asientos en la parte superior. Un sistema
de estribos masivos demuestra que el techo del edificio consistía de una
bóveda. El auditorio se iluminaba por luz que entraba por una serie de ventanas
altas y arqueadas en el muro curvo exterior. Se estima que cabían unas 1750
personas.
Pero también el Estadio, que utilizó para eventos deportivos hasta que el teatro
fue dañado irreparablemente durante un terremoto ocurrido en el siglo VII, lo
que requirió que parte del estadio se remodelara para acaparar eventos
teatrales. Medíaunos 270 m x 60 m de ancho. Constaba con 30 filas de asientos
en cada lado y en cada extremo, lo que significaba que podía albergar unos
30.000 espectadores. La pista medía unos 225 m x 30 m. Ya que el estadio es aún
más grande y su estructura más extensa que el del santuario de Apolo en Delfos,
se considera como uno de los mejores preservados en la cuenca mediterránea.
Por último fuimos a Mileto, y lo primero que
nos viene a la mente es Tales de Mileto,
que todos hemos estudiado alguna vez en el colegio. Fue el iniciador de la
escuela filosófica milesia a la que pertenecieron también Anaximandro (su
discípulo) y Anaxímenes (discípulo del anterior). En la antigüedad se le
consideraba uno de los Siete Sabios de Grecia. No se conserva ningún fragmento
suyo y es probable que no dejara ningún escrito a su muerte. Se le atribuyen
desde el s. V a. C. importantes aportaciones en el terreno de la filosofía, las
matemáticas, astronomía, física, etc., así como un activo papel como legislador
en su ciudad natal. Se considera a Tales de Mileto como el primer filósofo de
occidente por haber sido quien intentó la primera explicación racional a
distintos fenómenos del mundo de la que se tiene constancia en la historia de
la cultura occidental. En su tiempo predominaban aún las concepciones míticas,
pero Tales buscaba una explicación racional, lo que se conoce como "el
paso del mito al logos", donde la palabra griega logos alude en este
contexto a «razón», uno de sus significados en castellano.
La Ciudad de Mileto estaba situada en la
desembocadura del río Meandro, en la costa oeste de Asia Menor. Tenía uno de
los teatros más grandes de Asia con capacidad para más de 15.000 espectadores,
y fue el origen del pensamiento filosófico debido a que tuvo contactos
pacíficos con ciudades orientales de otras culturas, lo que provocó la apertura
de mentes que posibilitó el origen de la Filosofía en la persona de Tales de
Mileto. Se sabe que existía ya en el siglo XVI a. C., aunque Homero la
considera fundada por los Carios, siglos después. Saqueada e incendiada en
diversas ocasiones llegó a su máximo esplendor hacia los siglos VI y V a. C.,
precisamente cuando es el origen del pensamiento y la Filosofía.
Pablo pasó por esta ciudad cuando regresaba a
Jerusalén con la colecta de sus Iglesias
“Desde Mileto Pablo mandó a buscar a los responsables de la
Iglesia de Efeso. Cuando llegaron les dijo: Vosotros sabéis cómo me he
comportado con vosotros todo el tiempo desde el primer día de mi llegada a la
provincia de Asia. He servido al Señor con toda humildad y con lágrimas en
medio de las pruebas que me han ocasionado las asechanzas de los judíos; y no
he omitido nada de cuanto os podía ser útil. Os he dado avisos enseñanzas en
público y en privado; he tratado de convencer a judíos y griegos para que se
convirtieran a Dios y creyeran en Jesús, nuestro Señor.
Ahora, como veis, forzado por el Espíritu voy a Jerusalén sin
saber qué es lo que me espera allí. Eso sí, el Espíritu Santo me asegura en
todas las ciudades por las que paso que me esperan prisiones y tribulaciones.
Pero nada me importa mi vida, ni es para mí estimable, con tal de llevar a buen
término mi carrera y el ministerio que he recibido de Jesús, el Señor: dar
testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.
Ahora sé que ninguno de vosotros, entre quienes pasé anunciando el
Reino de Dios, volverá a verme. Por eso, quiero deciros hoy que no me hago
responsable de lo que os suceda en adelante. Porque nunca dejé de anunciaros
todo el designio de Dios. Cuidad de vosotros mismos y de todo el rebaño, pues
el Espíritu Santo os ha constituido pastores vigilantes de la Iglesia de Dios,
que él adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, después de mi partida, entrarán entre vosotros lobos
crueles, que no perdonarán al rebaño. Incluso de entre vosotros mismos saldrán
algunos difundiendo doctrinas perniciosas, para arrastrar a los discípulos
detrás de ellos. Por eso, estad alerta y acordaos de que, durante tres años, noche
y día, no me cansé de amonestar con lágrimas a cada uno de vosotros.
Ahora os encomiendo a Dios y a su mensaje de gracia, que tiene
fuerza para que crezcáis en la fe y para haceros partícipes de la herencia
reservada a los consagrados. A nadie he pedido plata, oro o vestidos. Bien
sabéis que con el trabajo de mis manos he ganado lo necesario para mí y para
mis compañeros. Siempre os mostrado que así es como se debe trabajar para poder
socorrer a los débiles, recordando las palabras de Jesús, el Señor, que dijo:
Hay más felicidad en dar que en recibir.
Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con ellos.
Todos rompieron a llorar, abrazaban a Pablo y lo besaban. Estaban apenados
sobre todo porque les había dicho que no lo volverían a ver más. Después lo
acompañaron hasta el barco.”
(Hechos de los Apóstoles 20, 17-38)
Libro del
peregrino, p. 140