martes, 20 de agosto de 2013

27 julio, sábado. Atenas - Sunión - Madrid- Salamanca



“Tengo en perspectiva una magnífica ocasión para anunciar el evangelio” (I Cor 16,9)


Reciente la visita al monumento funerario de Nikos Kazantzakis, marchamos a cenar y a tomar el Ferry de vuelta a Atenas. El viaje es largo, unas 10 a 11horas, aunque los camarotes son buenos y se puede dormir y descansar. Salimos al puente, mientras se hacía de noche, se alejaba poco a poco el puerto de Heraklion y la isla de Creta, mar adentro. Como no pensar en esos marinos en la antigua Grecia, mientras nos adentrábamos en la noche profunda, no era raro navegar de noche, si los vientos eran favorables o la travesía era larga, así lo atestiguaba Jenofonte de Éfeso.  Por nuestra mente pasó, no sólo el navegar de noche, sino en esos barcos pequeños, débiles, los tirremes y birremes, a unas velocidades de 10 km por hora y con hasta 170 remeros. Era una osadía adentrarse en la mar profunda en plena oscuridad, pero las Polis, dependían del comercio en altamar, era cuestión de vida o muerte. Los barcos en Atenas, salvaron la ciudad de numerosas invasiones, como nos recordaban en la batalla de Salamina.

Llegamos a las 6:30 de la mañana a Atenas, antes de llegar a desayunar al hotel, realizamos la última oración de la mañana de la peregrinación a Grecia. 

Quisiera retomar las palabras de José Manuel, que ambientan la oración:
Termina nuestra peregrinación tras las huellas de Pablo por Macedonia y Acaya, pero sigue nuestro camino de creyentes tras los pasos de Jesús. Atrás quedan muchas experiencias intensas, de las que hemos sacado luz, aliento y estímulo para nuestro camino cristiano. Y por delante tenemos la vuelta a nuestras casas y a nuestras tareas de siempre, con el compromiso de ser más fieles seguidores de Jesús.
En estos días el Señor se nos ha hecho especialmente cercano y hemos sentido su llamada. Como a Pablo, cuando Dios se le manifestó en el camino de Damasco, también a nosotros Él nos ha dicho Me he aparecido a ti, para hacerte mi servidor y para que des testimonio de lo que has visto, y de lo que aún te mostraré(Hch 26,16). En cada uno de nosotros queda ahora la responsabilidad de estar a la altura de lo que el Señor quiere y espera de nosotros.

Palabra de Dios
“Hermanos, os he anunciado el designio de Dios y no he
omitido nada de lo que os pudiera ser útil. ¡Cuidad ahora de
vosotros mismos! Yo sé que después de mi partida, entrarán
en medio de vosotros lobos crueles, que harán estragos en el
rebaño…
Por eso, estad alerta y acordaos de que durante tres años,
día y noche, no me cansé de amonestar con lágrimas a cada
uno de vosotros. Ahora os encomiendo a Dios y a su mensaje
de gracia, que tiene fuerza para que crezcáis en la fe y para
haceros partícipes de la herencia reservada a los consagrados.”
(Hechos de los Apóstoles 20, 27-32)
Última palabra
Después de abrazarme a Ti, mi Dios,
ya no me desacostumbro de mirarte.
Te tengo un amor tan ancho y desvalido
que sin él parece que no existo,
necesitado de Ti y admirado de ese amor tuyo,
que no me necesita para nada.
Por eso, mi Dios, he tirado mis dioses a la calle
y vivo en tus brazos una vida libre y rescatada.
Y cada mañana se me viene encima
un alud de vida y esperanza.
Quiero estar en la hermosa incertidumbre
de vivirte y esperarte.
Me envuelvo cada mañana en tu Alianza
y quiero darte, mi Dios,
una respuesta fiel y de por vida.

A las 7 horas estábamos desayunando en el hotel, para marchar después a la Catedral Católica de Atenas, dedicada a San Dionisio Areopagita. En ella, se celebró se el 14 de mayo de 1962, el enlace entre el Rey Juan Carlos I de España y Doña Sofía, aunque luego marcharon en procesión  a la catedral metropolitana ortodoxa griega, para repetir el enlace por el rito ortodoxo. Está situada en una amplia y céntrica avenida, junto a la Biblioteca Nacional y las facultades de Artes y Filosofía. En la Catedral celebramos la última Eucaristía, muy intensa y con gran alegría. 

Permitirme, sobre todo José Manuel, que reproduzca esta última celebración, casi por completo, para que cada uno en oración, medite, recuerde, acompañe, etc…
“Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad
alegres. Que todo el mundo os conozca por vuestra
bondad. El Señor está cerca. Que nada os angustie; al
contrario, en cualquier situación presentad vuestros
deseos a Dios orando, suplicando y dando gracias. Y la
paz de Dios, que supera cualquier razonamiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos
por medio de Cristo Jesús.” (Flp 4, 4-7)

  1. “¡Echad las redes!”, la tarea permanente de la Iglesia

  1. “¡Venid a comer!”, el encuentro en la orilla con el Señor

  1. “¿Me amas?”, la pregunta que vuelve una y otra vez

  1. “¡Sígueme!”, la última palabra del Señor

3. Remar mar adentro
Quiero aceptar tu reto,
mas siento
en la garganta
un apretado nudo
y no sé decir nada.
Oigo tu invitación,
pero no suelto amarras
y no acierto a zarpar
para ir a la mar alta.
Yo me quedo en la orilla,
que es pequeña mi barca
y son pocas mis fuerzas
para cruzar las aguas.
¿No podré ser tu amigo
si me quedo en la playa
recibiendo los besos
de la tarde dorada?
Mas… no. Ven a mi bote,
desenvaina la espada
y corta de un tajazo
las cuerdas
que me amarran.
Patxi Loidi

4. Certezas y convicciones
“Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
gratuitamente con él todas las cosas? ¿Quién podrá
acusar a los hijos de Dios? Dios es el que absuelve.
¿Quién será el que condene? ¿Cristo Jesús, el que
murió, mejor dicho, el que resucitó, el que está a la
diestra de Dios y el que intercede por nosotros?
¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿La
tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la
desnudez, el peligro, la espada? Dice la Escritura: Por tu
causa estamos expuestos a la muerte todo el día,
somos como ovejas destinadas al matadero. Pero en
todas estas cosas salimos triunfadores por medio de
aquel que nos amó.
Porque yo estoy persuadido de que ni la muerte, ni la
vida, ni los ángeles ni otras fuerzas sobrenaturales, ni
las cosas presentes ni las futuras, ni los poderes de
cualquier clase, ni lo de arriba ni lo de abajo, en una
palabra, nada ni nadie podrá separarnos del amor que
Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro
Señor.”
(Romanos 8,31-39)

 

5. Una súplica atrevida
Puestos a ser osados, nos atrevemos a pedirte, Señor:

tener siempre en la cabeza la memoria de Aquel
de quién nos hemos fiado;

en los ojos, la capacidad de ver su presencia
en la realidad;
en los oídos, la escucha atenta de los gritos
de los que no tienen voz;

en los labios, una palabra buena y tierna
para los que buscan y preguntan;

en el rostro, la alegría y la esperanza
para los que andan tristes y perdidos;

en los brazos, la resistencia y la lucha
por tu Reino…

Aquí y ahora, en las manos
la disponibilidad y un manantial de caricias;

en los hombros, la fortaleza necesaria
para cargar a los cansados o heridos;

en los pies, la itinerancia por tus caminos,
y alas para despegar;

en el corazón, tu paz, tu latido
y tu pasión por el Reino. Amén.

7. Y ahora…

Ya no vivo yo, pues es Cristo el que vive en mí. Mi
vida presente la vivo en la fe en el Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Gálatas 2,20
“Mi carta sois vosotros, una carta escrita en el
corazón, y que es conocida y leída por todos los
hombres. A la vista está que sois una carta de Cristo
redactada por nosotros y escrita no con tinta sino con el
Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en
tablas de carne, en el corazón.”
II Corintios 3,2-4

“Tengo en perspectiva una magnífica oportunidad
para anunciar el Evangelio”
I Corintios 16,9


Como vemos para ser el último día, fue un día intenso y muy aprovechado en todos los sentidos. Al salir de la Eucaristía, marchamos al Museo Arqueológico Nacional, el mayor museo de Grecia y uno de los mayores del mundo dedicado al arte de Grecia Antigua. Se abre en el año 1889, fue diseñado por L. Lange y remodelado por Ernst Ziller. La gran superficie de exposición - numerosas galerías de cada piso representa un total de 8.000 metros cuadrados, con más de 11.000 objetos desde la prehistoria hasta la antigüedad tardía. Tiene una colección permanente impresionante, así como exposiciones temporales.
Podemos destacar, sin repasar todas las salas:
La colección del Neolítico, es parte de la colección de Prehistoria del Museo Arqueológico Nacional, e incluye las exposiciones más antiguos y representativos yacimientos de la cultura neolítica y las culturas que se desarrollaron en el Egeo antes de la micénica. Estos objetos proceden de asentamientos y tumbas del Neolítico, la Edad del Bronce Temprano y Medio, tanto desde la Grecia continental y las islas del Egeo.
La colección Micénica, se encuentran los restos, que datan de la Edad del Bronce, un período más glorioso de la civilización micénica. Estos provienen principalmente, de los principales centros de Andhra Pradesh y en especial Micenas, en Mesenia, Laconia, Ática y otras partes de Grecia. Se encuentra todo tipo de objetos y ajuares, la mayoría de las tumbas. Destacan las máscaras funerarias de oro macizo micénicas (como la denominada de Agamenón y otras más rodeadas de objetos también de oro, armas, joyas...).
La colección de esculturas del Museo Arqueológico Nacional es considerada uno de los más importantes en el mundo. Punto focal de la exposición es mostrar el desarrollo de la escultura en Grecia desde los orígenes de la escultura monumental, siglo VII a. C, hasta la época romana tardía, siglo IV d. C. Las esculturas se presentan en orden cronológico para comprender la evolución de las primeras formas, antiguas, estrictas y convencionales a realistas, formas apasionadas del periodo helenístico y para terminar los retratos individuales de la época romana. Podemos subrayar y admirar a los atletas arcaicos, los kúros, con su sonrisa enigmática; el impresionante “Poseidón” de bronce del 450 a.C., que impone a pesar de no tener su tridente; el “jockey” (Caballo y Jinete del siglo II) y el Efebo de Anticítera (349 a.C.), etc

Tenemos también las colecciones de objetos menores, de metales, de Egipto y cercano oriente, colección Stathatou, de Eretria, etc.
Pero si este museo por sí solo merecería el día, todavía visitamos otro importante museo de la Cultura Bizantina. Es uno de los museos más modernos de Grecia, ofrece una visión global de la cultura bizantina. Las colecciones del museo incluyen esculturas, mosaicos, frescos, monedas, inscripciones iconos, cerámica, manuscritos, miniaturas y objetos de vidrio. Este material proviene de las excavaciones en Salónica y otras partes de Macedonia, de las compras, las donaciones. En el museo han sido donados y dos grandes colecciones privadas, una de Dora Papastratou, que consiste en grabados religiosos ortodoxos, y otra, de Demetrio Economopoulos, que incluye fotos y cerámica, monedas y obras en miniatura.
Después de comer, siguiendo la costa ateniense marchamos hasta cabo Sunión, a unos 60 kilómetros al sureste de la ciudad de Atenas, salpicada de numerosas playas y urbanizaciones turísticas y residenciales. Al final, mereció el recorrido, donde pudimos admirar la bella imagen del templo de Poseidón, con sus 16 altas y esbeltas columnas, magníficamente colocado en un promontorio rocoso. Fue construido hacia el año 440 a. C, por el mismo arquitecto que construyó los templos de Hefesto del ágora de Atenas y Némesis en Ramnous. Las excavaciones han demostrado que la “cella” no tenía columnas y debía acoger a una gran estatua de Poseidón, de más de dos metros de altura, como la rescatada por las redes de unos pescadores en cabo Artemision, al norte de Eubea.
Ahí estaba el cabo Sunión, sobre un manto turquesa del mar Egeo, donde hay que doblar para llegar de vuelta a Ítaca, donde empieza la Odisea. Como los marineros, los peregrinos tuvimos por fin de Ítaca el sosiego, cargados de una rica experiencia, quisiéramos decir como Pablo “Nosotros también creemos y por eso hablamos” (II Cor 4, 13)




Y DESPUÉS…
 
DIOS y TÚ
 
Sólo Dios da la vida,
pero tú puedes defenderla y entregarla.
Sólo Dios puede dar la fe,
pero tú puedes dar testimonio.
Sólo Dios puede dar la esperanza,
pero tú puedes devolverla a los que la perdieron.
Sólo Dios puede dar el amor,
pero tú puedes amar a los hermanos.
Sólo Dios puede dar la paz,
pero tú puedes sembrarla a tu alrededor.
Sólo Dios puede dar la fuerza,
pero tú puedes animar también.
Sólo Dios es el Camino,
pero tú puedes enseñárselo a otros.
Sólo Dios es la luz,
pero tú puedes ponerla en alto para que todos la vean.
Sólo Dios puede hacer lo imposible,
pero tú puedes hacer lo posible.
Sólo Dios se basta a sí mismo,
pero prefiere contar contigo. 
                                                                  José Luis Martín Descalzo 

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