En el nombre del padre
Soy Alí, el padre de cuatro hijos, sólo la niña
está con nosotros y me quedan tres en Costa de Marfíl, uno de ellos, Adou, con
paludismo desde hace tiempo y al cuidado de la abuela. Ese niño se nos va si no
lo traemos aquí. Por eso voy a hacer una temeridad, porque no hay otra forma de
traerlo acá; aunque me gaste parte de los ahorros, me voy a Costa de Marfíl, lo
llevo a Marruecos y ya veré cómo lo paso por la frontera de Ceuta y luego lo
traigo a Canarias. Se nos muere y aquí se curará. No tengo otro remedio y el
que tenga un hijo en esas circunstancias haría lo mismo. أسأل
الله أن يساعدني. ¡Que Alá me ayude!
En el nombre del hijo
Yo soy Adou y vivo con mi abuela en una
aldea cerca de Divo en Costa de Marfil. Esto me lo escribe mi primo Abdul para
mandárselo a una madame que ayuda a mis padres que están en una isla en el mar
en Europa. Llevo mucho tiempo enfermo, lo llaman malarie o maleria o algo así,
que mi primo tampoco lo sabe claro, y aquí hay muchos niños que lo tienen y
tiene otro nombre más raro que no lo sé y que viene de los mosquitos que hay
muchos. Y yo estoy bastante malade y peso poco kilo y dice mi grande madre que
en la isla de mis padres me curo y que si no que mala cosa y morir. Y por eso
quiero que venga mama o papa y me lleven a su isla.
Conclusión
El que tenga hijo que opine. Y el que tenga
sentido común que levante la voz y proponga juicios y soluciones. Y el que
tenga sentido de la equidad y de las demás cosas grandes del ser humano que
promueva leyes y cautelas legales suficientes para que, en primer lugar, Abou
no tenga que venir para curarse a esa isla de sus padres; y en segundo lugar,
si sus padres quieren que venga a reunirse con ellos, pues que venga; y si lo
necesita para curarse y no morir (como tantos miles de niños cada año en Costa
de Marfil cada año), pues que venga como sea y ya.
Y para terminar, todo este suceso (uno más por
cierto entre los miles de cada semana, ¡que lo de la maleta es recurso viejo y
conocido!) y su tratamiento por los medios, la ciudadanía y las autoridades
deja al descubierto unos niveles de inhumanidad que nos anuncian el naufragio
de los mejores valores humanos (y cristianos, me digo yo en mi caso) en las
aguas y fronteras del Estrecho.
“Que se me pegue la lengua al paladar, si no…”
(Salmo 136/7) si no me pongo en la piel, en la cabeza y en corazón de este
niño, de este padre y de la madre que queda esperando en Fuerteventura.
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