miércoles, 20 de mayo de 2015

En el nombre del padre y del hijo

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  El padre se llama Alí y el hijo Adou y supongo que son conocidos por todos. La anécdota de la maleta, detalle sin importancia real, los ha convertido en noticia de primera página. Como si la maleta tuviera más peso que un padre con tres hijos lejos, en el infierno de Costa de Marfil, y sin lograr la reagrupación familiar. Y lo de menos son, creo yo, los detalles que los medios de información, cada día más amarillos, han traído y llevado despertando la curiosidad, la indignación o el asombro. También me parecen irrelevantes en tantos casos como éste la imprudencia o la desesperación o el error o el excesivo riesgo que corren el niño, la portadora y el padre que la contrata. Hasta me parece irrelevante la ley que los juzga en nombre de la legalidad vigente. Yo quiero hablar de otra cosa.
En el nombre del padre
Soy Alí, el padre de cuatro hijos, sólo la niña está con nosotros y me quedan tres en Costa de Marfíl, uno de ellos, Adou, con paludismo desde hace tiempo y al cuidado de la abuela. Ese niño se nos va si no lo traemos aquí. Por eso voy a hacer una temeridad, porque no hay otra forma de traerlo acá; aunque me gaste parte de los ahorros, me voy a Costa de Marfíl, lo llevo a Marruecos y ya veré cómo lo paso por la frontera de Ceuta y luego lo traigo a Canarias. Se nos muere y aquí se curará. No tengo otro remedio y el que tenga un hijo en esas circunstancias haría lo mismo.  أسأل الله أن يساعدني. ¡Que Alá me ayude!
En el nombre del hijo
Yo soy  Adou y vivo con mi abuela en una aldea cerca de Divo en Costa de Marfil. Esto me lo escribe mi primo Abdul para mandárselo a una madame que ayuda a mis padres que están en una isla en el mar en Europa. Llevo mucho tiempo enfermo, lo llaman malarie o maleria o algo así, que mi primo tampoco lo sabe claro, y aquí hay muchos niños que lo tienen y tiene otro nombre más raro que no lo sé y que viene de los mosquitos que hay muchos. Y yo estoy bastante malade y peso poco kilo y dice mi grande madre que en la isla de mis padres me curo y que si no que mala cosa y morir. Y por eso quiero que venga mama o papa y me lleven a su isla.
Conclusión
El que tenga hijo que opine. Y el que tenga sentido común que levante la voz y proponga juicios y soluciones. Y el que tenga sentido de la equidad y de las demás cosas grandes del ser humano que promueva leyes y cautelas legales suficientes para que, en primer lugar, Abou no tenga que venir para curarse a esa isla de sus padres; y en segundo lugar, si sus padres quieren que venga a reunirse con ellos, pues que venga; y si lo necesita para curarse y no morir (como tantos miles de niños cada año en Costa de Marfil cada año), pues que venga como sea y ya.
Y para terminar, todo este suceso (uno más por cierto entre los miles de cada semana, ¡que lo de la maleta es recurso viejo y conocido!) y su tratamiento por los medios, la ciudadanía y las autoridades deja al descubierto unos niveles de inhumanidad que nos anuncian el naufragio de los mejores valores humanos (y cristianos, me digo yo en mi caso) en las aguas y fronteras del Estrecho.
“Que se me pegue la lengua al paladar, si no…”  (Salmo 136/7) si no me pongo en la piel, en la cabeza y en corazón de este niño, de este padre y de la madre que queda esperando en Fuerteventura.

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