domingo, 3 de abril de 2016

Un adiós con ECO












Juan Antonio Mateos Pérez
SALAMANCArtv al DÍA    

El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee
Umberto Eco
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Columna de opinión de SALAMANCArtv al DÍA

La semana pasada fallecía Umberto Eco, uno de los intelectuales más reconocidos y globalizados de nuestro tiempo junto con Noam Chomski. Saltó a la fama no tanto como filósofo o semiólogo, sino como literato con sus dos grandes  best sellers, El nombre de la rosa o El péndulo de Foucault. Para los jóvenes universitarios de los años 80, leímos más que sus obras filosóficas un libro sencillo y práctico, Cómo se hace una Tesis. Técnicas y procedimientos de estudio, investigación y escritura, donde intentaba orientar a los alumnos en la investigación científica y sobre todo en la Tesis doctoral, un libro de primeros auxilios. Luego llegaron otros libros, La estrategia de la ilusión (1986); Los límites de la interpretación (1990); El superhombre de masas (1995) ¿En qué creen los que no creen? (1996), diálogo epistolar sobre la ética con el cardenal Carlo Maria Martini; Kant y el ornitorrinco (1999); La historia de la belleza (2005), La nueva Edad Media (2010),  etc.  Su último libro es una  novela periodística,  Número cero (2015),  es una reflexión y una fuerte crítica contra el periodismo, internet y la mentira, la corrupción y la lucha por el poder.
Nació el 5 de enero de 1932 en la ciudad del Piamonte de Alessandria, se educará en los Salesianos, realizando su carrera universitaria en la Universidad de Turín. Su Tesis doctoral la realiza sobre el problema estético de Santo Tomás de Aquino, un tema fecundo en su obra que irá desarrollando en otros escritos estéticos y de filosofía del lenguaje. Trabajará como profesor en las Universidades de Turín, Florencia, Milán, acabando siendo catedrático de semiología en Bolonia. En 1999 es nombrado presidente de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos de Bolonia y en 2002, presidente del Consejo Científico del Instituto Italiano de Estudios Humanísticos. A lo largo de su carrera mantiene una sorprendente capacidad de innovación como pensador y como novelista. Las líneas de su investigación y pensamiento son la semiótica, la estética, el lenguaje del arte y la literatura, la lógica y la teoría de la interpretación.
Numerosos Universidades del mundo concedieron a Umberto Eco el doctorado honoris causa, ha ganado importantes premios  en los que destaca en España el premio Príncipe de Asturias de Comunicación, era uno de los 17 sabios del Foro de la Unesco. En el 2015, cuando recoge uno de sus últimos premios, el título honorífico de “Comunicación y Cultura” en Turín, aparece uno de los últimos titulares del escritor: Estamos asistiendo a la invasión de los idiotas. Las redes sociales dan derecho hablar a legiones de idiotas, promoviendo al tonto del pueblo a ser portavoces de la verdad. Es una llamada de atención a filtrar las informaciones de internet, dándose por válido muchas informaciones que no se saben su origen y procedencia. Internet es el lugar donde se están disputando las noticias, las ideas, la verdad.
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Para los que andamos detrás de la filosofía y la religión, seguimos muy de cerca el diálogo epistolar entre Eco y el Cardenal Martini, promovido por la revista Liberal, que más tarde se editaría en forma de libro, ¿En qué creen los que no creen?. Los dos interlocutores se intercambiaron ocho cartas, donde los temas tratados fueron de tal envergadura y de tanto éxito en Italia, que atrajeron al debate otros pensadores como Enmanuel Severino, Claudio Martelli, Eugenio Scalfari,  Indro Montanelli, Vittorio Foa y Claudio Martelli. En el diálogo entre Umberto Eco y el Cardenal Martini, se trataron numerosos cuestiones de interés: El fin del mundo y la esperanza en el futuro, la vida humana y el aborto, el sacerdocio de las mujeres, los laicos en la Iglesia, la falta de fe, la base de la ética. Umberto Eco, comentaba que le parecía evidente que la persona que no ha tenido la evidencia de la transcendencia, o la haya perdido, lo único que puede dar sentido a su propia vida y a su propia muerte, es el amor hacia los demás, el intento de garantizar en cualquier otro semejante una vida visible incluso después de haber desaparecido. El libro se cierra con la intervención del Cardenal Martini, donde comenta que la ética precisa de la verdad, alabando el debate y el estímulo para una reflexión común sobre el sentido del deber, de los ideales éticos que todos sentimos o nos inspiramos independiente de las posiciones que tomemos. La ética, sea laica o trascendente, en ella emerge una esfera del significado fundamental de la vida que patentiza el sentido del límite,  de la esperanza, del bien, más allá de cuál sea el fundamento en que basemos tal creencias.
Desde aquí queremos recordar ese anhelo de Umberto Eco, hacia la vida, la verdad, la ética y sobre todo el diálogo fructífero con la cultura. Un adiós con retorno. Gracias.

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