PÁRROCO DE
LA PURÍSIMA DURANTE 40 AÑOS
Fructuoso Mangas: "Queda
mucho para que la Iglesia responda a las necesidades de la sociedad
actual"
Uno de los
sacerdotes más activos de la ciudad habla en SALAMANCArtv AL DÍA del
significado de la fiesta de la Inmaculada Concepción y de otros temas
relacionados con la institución eclesial como el papel de la mujer, el
celibato, el alejamiento de los jóvenes o la falta de vocaciones
Fructuoso
Mangas junto a una imagen de la iglesia de La Purísima, a la que ha estado
ligado como párroco durante 40 años
Durante 40
años ha sido uno de los párrocos de La Purísima y ahora, ya jubilado, mantiene
una incesante actividad social y cultural. Es Fructuoso Mangas, un
sacerdote salmantino ligado a Manos Unidas desde hace cinco décadas, pionero en
la defensa del derecho a la vivienda, ayudando a las familias más humildes de
la ciudad ya en la década de los 60, y defensor de la apertura de la institución
eclesial con el actual Papa, aunque reconoce que “queda mucho para que la
Iglesia responda a las necesidades de la sociedad actual”.
Del celibato
a la Purísima Concepción, pasando por el papel de la mujer en la institución
eclesial, el alejamiento de los jóvenes de las iglesias o la falta de
vocaciones, Mangas responde sin tapujos a todas estas cuestiones en la
siguiente entrevista que les ofrece SALAMANCArtv AL DÍA
¿Qué se
celebra el 8 de diciembre?
Se celebra
la memoria cristiana de la Concepción de María sin mancha de Pecado, por eso se
llama Fiesta de La Purísima o de la Inmaculada. La fiesta es antigua, pero su
sentido teológico fue una cuestión muy discutida, a veces con sorprendente
virulencia, durante siglos y a todos los niveles. Por ejemplo, el rey Felipe
III tuvo que obligar a los profesores de la Universidad a que afirmaran la
Inmaculada Concepción de María amenazándoles con no recibir la paga de su
cátedra y así lo firmaron casi todos al cabo de dos años de insistencias y
presiones el 28 de octubre de 1618 en solemne ceremonia en la iglesia de las
Úrsulas, porque el rector de la Capilla universitaria, dominico y lógicamente
“maculista”, no consintió que se hiciera allí, aunque hoy irónicamente se
recoge la escena en el cuadro que la preside. Finalmente fue proclamado este
dogma por la Iglesia en 1854. De hecho la iglesia de La Purísima, como reza la
lápida de dedicación en el presbiterio, fue construida para defender este dogma
contra los que lo negaban.
¿Tiene la
mujer el sitio adecuado en la Iglesia?
Es evidente
que tiene un sitio amplio y de mucha influencia concreta. Pero supongo que la
pregunta se refiere a su acceso al sacerdocio o al episcopado. En esto se
comprende la historia pasada, pero no es fácil entender la situación actual de
negarle el acceso al sacerdocio. Y sí, hoy la mujer tiene mucho sitio en
cualquier espacio de la Iglesia, pero no todo el que debiera tener, en mi
modesta opinión y en la de mucha gente.
¿Qué le
parece la actual etapa de la institución eclesial, con el Papa Francisco al
frente?
Hacía mucha
falta esta apertura y este nuevo modo de situarse ante el evangelio, ante la
gente y ante el mundo. Y me parece muy bien.
¿Da
respuesta la Iglesia a las necesidades de la sociedad actual?
Para eso queda mucho camino, porque no basta con que cambie el estilo de un
papa (no soy muy “papista” en estas cosas), tenemos que cambiar nosotros,
especialmente obispos y sacerdotes y religiosos, y nuestras estructuras y
nuestros objetivos y nuestros métodos y nuestros medios y hasta en parte
nuestro espíritu. Es un cambio total de época y no hay otra opción. Ahí es nada
lo que queda… Aunque por algo y por alguien se empieza, claro.
¿Se están vaciando las iglesias?
Sí, especialmente de jóvenes y de adultos jóvenes; las bajas mayores son
entre 15 y 40 años. Basta asomarse y se comprueba. El fenómeno, generalizado en
toda España, tiene muchas y muy diferentes causas, unas internas, las más
dolorosas para nosotros, y otras externas que además influyen en otros niveles
y prioridades de la gente de esas edades. Es lo que hay, pero hay que verlo,
entenderlo y buscar respuestas. Y esto tampoco lo acabamos de hacer con el
rigor que necesita. Es lo que intenta lo que llamamos en Salamanca la Asamblea
diocesana que está en sus primeros pasos y durará dos años.
¿Por qué no hay vocaciones?
Entiendo,
con desasosiego que así suceda, porque no responde la Iglesia y los que en ella
somos más visibles a las preguntas y valores de la gente joven, sin entrar
ahora en matices, y también porque la sociedad actual con toda su tramoya, no
retiro la palabra, hace muy difícil la simple pregunta por una misión así y
mucho más una respuesta positiva.
¿Qué habría
que hacer para cambiarlo?
En cada
diócesis se trabaja intensa y extensamente en esto, casi siempre con resultados
muy escasos; en Salamanca hay ahora dos seminaristas, dos jóvenes mayores
estudiando ya teología. Y no tengo soluciones ni recetas, ya hubo en el siglo
XIX algún año en el que sólo se contaba en Salamanca con un seminarista; en
esto influye mucho la misma sociedad, los valores inmediatos de cada generación
y muchas cosas más. Y por supuesto nuestro testimonio, el de los sacerdotes, y
el de la Iglesia. Lo he dicho públicamente muchas veces, mi mayor tristeza como
cristiano y como cura es que nadie haya querido seguir al menos en su mejor
parte mis pasos de sacerdote, aun habiendo acompañado a cientos y miles de jóvenes.
Es dura cosa.
¿El voto de castidad es un lastre?
Bueno los
curas no tenemos voto (los religiosos sí), sólo tenemos una promesa de celibato
hecha solemnemente ante nuestro obispo. Y estoy seguro de que normalmente no es
un lastre, aunque tenga su peso y aunque en la botica de la Iglesia haya casos
para todo. Es una fidelidad dura como otras fidelidades de importancia que
puede haber en la vida como la matrimonial o la de los hijos o los padres…
Quizás hoy, y digo quizás porque no estoy seguro, es más duro, pero te da una
libertad social y una desenvoltura cristiana que valen lo suyo.
“Profesionalmente” me parece bien.
¿Usted, porqué decidió dedicar su vida a la Iglesia?
No sabría
decirlo así, en palabras concretas, aclarando que la vida yo no se la dedico a
la Iglesia sino a la gente y a Dios, otra cosa es que eso lo hago en un espacio
humano concreto que es la Iglesia. No es lo mismo aunque lo parezca. Y en la
decisión anduvieron siempre las dos cosas juntas, tanto Dios como la gente. ¡Y
no por falta de que no pudiera elegir otros caminos más “productivos”!, que
conste.
Repasando su trayectoria, ¿cuál cree
que ha sido su principal aportación a Salamanca? Ah, poca cosa, soy un simple cura
diocesano. Si tuviera que recordar algunos detalles, pondría mi acompañamiento
largo y variado en tantos años a miles de salmantinos en muchos pasos de su
vida, como persona y como cura. Y la verdad es que no conozco profesión más
agradable que ésa. Suerte mía. Y necesariamente añadiría, con humildad si hace
falta, el servicio social prestado a muchas familias pobres en dificultades de
vivienda, en aquellos años negros de los 60, 70 y 80, cuando esas cosas ni
salían en los papeles. Fueron muchos millones de pesetas sacados con esfuerzo y
empleados con dolor y dedicación en la ayuda y en la defensa de cientos de
familias salmantinas que se iban asentando en San José, Ciudad Jardín, Tejares
o Pizarrales. Acabé siendo especialista en viviendas, en financiación bancaria
y en desahucios. Incluso me queda todavía en ese campo cierta capacidad
especial.
¿Cuánto
tiempo ejerció como párroco de La Purísima?
José Manuel
y yo, porque éramos los dos párrocos a la vez, hemos estado en La Purísima más
de 40 años; es quizás un caso único en medio mundo, por la duración y por estar
dos sacerdotes a la vez como párrocos en la misma parroquia.
¿Qué tiene
de particular esta parroquia?
No sé bien a
qué se refiere la pregunta; es una parroquia de tantas. Quizás se podrían poner
algunos matices: la iglesia es de lo más hermoso que se puede ver y con una
colección de pintura que la hacen única, sorprendente e inagotable. Lo digo
después de estar en ella todos los días durante cuarenta y pico de años; por
otro lado al estar a cargo de dos sacerdotes, al menos trabajadores y
entusiasmados, durante tantos años ha hecho que acabe siendo una parroquia con
perfiles especiales, con un laicado poderoso y abundante… y muchos detalles más
que no soy yo el indicado para decirlos.
Y ahora, ¿cómo es la vida de un párroco jubilado?
Bueno, hay muchas cosas que hacer. Tengo dos campos de amplio trabajo a los
que espero dedicarme más en cuanto pueda, y son Manos Unidas, la ONGd a la que
pertenezco muy activamente desde hace 50 años, y la Residencia de San Rafael
pues soy presidente de la Fundación de la que depende. Y además escribo, leo,
pienso, me dedico a la foto digital y… en cuanto pueda vuelvo a pintar. Y
además espero, ¡por fin!, asistir a conferencias, no perderme ninguna
exposición y pasear sin prisa por la ciudad saludando a los amigos o a quien se
tercie. ¡Que Dios me dé salud para disfrutar de tanta cosa buena!
Y no puedo menos de decir en alto mi agradecimiento a tantas personas, de
toda clase, edad, cultura y condición, que he conocido y que me han ayudado a
ser lo que hoy humildemente soy. Por ellos me siento afortunado y puedo estar
hoy y aquí respondiendo a esta entrevista.
Interior de
La Purísima en una de las muchas celebraciones oficiadas por Fructuoso Mangas