¡FELIZ PASCUA DE RESURECCIÓN!,
durante esta semana, octava de Pascua, se sigue celebrando la resurrección, la
vida en su plenitud, aunque durante toda la semana anterior se venido
utilizado el lenguaje de la muerte y la cruz. Muchos cristianos
materializaron de forma trágica, la muerte y el dolor del Viernes Santo,
como 140 estudiantes cristianos de la Universidad de Garissa (Kenia)
asesinados. El atentado ha sido realizado por grupo terrorista islámico Al
Shabab, mientras que el grupo de estudiantes estaban realizando la oración de
la mañana.
Muchos
cristianos son asesinados en muchas partes del mundo, con nuestro silencio
cómplice, como afirmaba críticamente el papa Francisco. No sólo Kenia,
Níger, Irak, Siria, Pakistán, Egipto y otros lugares casi olvidados por la
comunidad internacional. Una persecución no casual, está organizada y
premeditada, "Para nosotros va a ser como unas vacaciones de
Pascua", gritaban los yihadistas burlándose de las víctimas antes de
abrir fuego. En Irak el Estado Islámico les ha dado un ultimátum, “convertíos
o morir”. No hay familia cristiana, en muchos de estos lugares, que no
cuente con algún mártir. Son asesinados unos 160.000 cristianos al año debido a
sus creencias, donde la persecución, asesinato y la intimidación están
entrelazados en muchos lugares.
El fraile
dominico P. James Channan, Director del “Centro de la Paz” en Lahore
(Pakistán), realizó las siguientes declaraciones en noviembre pasado: Una
turba de unos 100 musulmanes que quemaron vivos a los jóvenes esposos
cristianos Shama Bibi (28) -que estaba embarazada y que fue golpeada- y Shahzad
Masih (32), a quienes empujaron a un horno donde se cuecen ladrillos. Este
matrimonio tenía dos hijos y dos hijas, el mayor de ellos tenía siete años.
El
cristianismo es la religión más perseguida del planeta, según informes de la
ONG “Ayuda a la iglesia que sufre” En el siglo XX ha habido más mártires
que en los diecinueve siglos anteriores, tomados juntamente. La libertad
religiosa, aun cuando es un derecho fundamental de todo ser humano, se sigue
sin respetar. El artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, es necesario recordarlo aunque sea conocido: Toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho
incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad
de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en
público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la
observancia.
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Foto: ONG
"Ayuda a la Iglesia Necesitada" |
Me vienen a
la mente las palabras de Monseñor Romero, con motivo de la concesión del premio
Nobel, también mártir y cercana su beatificación, sus palabras brillan con más
fuerza:
“Entre
nosotros siguen siendo verdad las terribles palabras de los profetas de Israel:
los hay que venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; que
amontonan violencia y despojo en sus palacios; que aplastan a los pobres...
acostados en camas del mármol más fino”.
Pero por otro
lado, en mi cabeza resuenan las las reflexiones del sociólogo Zygmunt Bauman,
cuando nos habla de la ética de esta sociedad líquida que estamos inmersos. No
quisiera desvirtuar sus palabras cuando afirma, que el mal no se limita a la
guerra, a la violencia, a las masacres que estamos presenciando. El mal se
revela en la vida cotidiana, en la insensibilidad al sufrimiento de los
demás, en la incapacidad o el rechazo a comprenderlos y en el eventual
desplazamiento de la propia mirada ética. Ya nos recordaba Hannah Arendt, esa
banalidad del mal, éste, no se esconde en las grandes mentes criminales, sino
en la estructura insignificante de cualquier ciudadano, tal vez padre o madre
de familia y aparentemente normal.
Siguiendo
con Bauman, tenemos un entumecimiento moral, una fuerte indiferencia
a lo que pasa en el mundo. Para unos, los medios de comunicación, están
centrados en las guerras de audiencias y los ingresos en taquillas; para la
gente de la calle, en las últimas tendencias tecnológicas o en las diferentes
formas de cotilleos y críticas al prójimo. En una sociedad apresurada y
egoísta, rara vez se busca lo esencial, sólo alguna noticia sensacionalista o
algún personaje que destaque en este mundo mediático o cualquier otra
banalidad, sea la televisión, el futbol o internet. Vivimos una era líquida de
sensacionalismo barato y exhibicionismo, de precariedad de los vínculos
humanos, de individualismo, marcada por el carácter volátil de las relaciones
humanas.
Quisiera
volver a reivindicar la “no-violencia” con Martin Luther King, esa valerosa
confrontación de la maldad por el poder del amor, en la creencia que es mejor
ser el recipiente de la violencia que su infringidor, es una fuerza
espiritualmente muy activa, que no pretende humillar, sino despertar en el
violento su vergüenza moral y hacer posible la reconciliación y no caer en lo
más bajo del resentimiento.
Las lágrimas
de los mártires valen más que cien explicaciones filosóficas o teológicas, pero
como seres pensantes que podemos transcender nuestras realidades, debemos de
buscar sentidos en esta vida a los males y sufrimientos más indignos, y
compaginarlo con nuestra fe en un Dios que es amor y misericordia, aunque a
veces, nos sintamos atrapados en paradojas sin salida:
”¿Quién
creyó nuestro anuncio?
¿A quién se
reveló el brazo del Señor?
Creció en su
presencia como brote,
como raíz en
tierra árida, sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin
aspecto atrayente,
despreciado
y evitado de los hombres,
como un
hombre de dolores acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual
se ocultan los rostros,
despreciado
y desestimado.
Él soportó
nuestro sufrimientos
y aguantó
nuestros dolores;
nosotros lo
estimamos leproso,
herido de
Dios y humillado;
pero él fue
traspasado por nuestras rebeliones,
triturado
por nuestros crímenes.
Nuestro
castigo saludable cayó sobre él,
sus
cicatrices nos curaron”
Is. 53, 1 – 5 (Cuarto Cántico del siervo)
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Foto: ONG
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