El grito de los pobres
Juan Antonio Mateos Pérez
Cada
uno de nosotros debe hacer lo suficiente para proteger a los pobres del
mundo de manera que tengamos la seguridad de que estamos compensando
por completo la propia parte del déficit de derechos humanos que
causamos en conjunto.
Thomas Pogge
No
era mi intención hablar hoy de nuevo sobre la pobreza y las
injusticias, otros temas nos reclamaban: El abrazo de Francisco y el
Patriarca Kiril que rompe mil años de desencuentros, una misma fe con
distinta teología; el nuevo vídeo del Papa hablando del cuidado de la
Tierra; el año de la Misericordia; la Cuaresma y el camino hacia la
Pascua, el drama de los refugiados, etc. Pero un nuevo grito de injusticia nos llega de América, de nuevo el fraile dominico Montesino apela a la conciencia y nos pregunta, ¿acaso éstos no son hombres?
Quinientos años después, un nuevo grito de los frailes impulsados por
las injusticia y por la verdad ha vuelto a sentirse, un grito que nos
debiera escandalizar, no sale en las televisiones y parece que no, por
lo tanto es como si no existiera.
Nos llega una nota desde El Seybo, en la República Dominicana por el promotor de Justicia y Paz del CIDALC (Conferencia interprovincial de los Dominicos de América Latina y el Caribe), Fr. Miguel Angel Gullón OP, denunciando la violación de los derechos humanos, la violencia y el atropello en unas barriadas de pobres
cerca de una serie de complejos turísticos del país. A las tres de la
madrugada se personan armados el barrio de Villa Guerrero de Santa Cruz
de El Seybo, desalojando con fuerte violencia a setenta familias y
destruyendo sus casas. Los que realizaron esta acción, con el
consentimiento del gobierno, son los agentes de la todopoderosa Compañía
Central Romana, propietaria del 70 % de la tierra de la provincia del
Seybo. Eran casas de personas humildes, construidas con el sudor de su trabajo, las mujeres lavando y planchando ropa y los compres trabajando en el campo y la construcción.
La
Central Romana es una de las muchas corporaciones que empezaron como
empresas agrícolas de plantación, en este caso en la explotación de
azúcar. En la actualidad Central Romana posee más de 200,000 acres de
terreno, de los cuales, más de la mitad es dedicada al cultivo de la
caña. Pero la compañía ha diversificado desde principio de siglo sus
inversiones, ampliando sus garras corporativas a otros sectores como el
ferrocarril, las manufacturas, los servicios y el turismo. Son
imponentes la red de hoteles, aeropuertos, puertos turísticos, controlan
la electricidad del país, el suministro de agua, incluso tienen
importantes hospitales dirigidos principalmente a sus empleados,
supermercados propios, etc. En su página web, se presenta hipócritamente
como generadores de riqueza, con un fuerte compromiso social,
generadores de vivienda y protectores del medio ambiente, pero no
explican lo que a escondidas están realizando con la impunidad de los
gobernantes.
La imagen de una gran
empresa avanzada y limpia forma parte de esas campañas de hipocresía que
muchas grandes empresas se presentan ante la sociedad, pero sus
acciones son completamente diferentes, contra sus trabajadores o contra
la sociedad. Muchas de estas grandes empresas y conglomerados económicos
están detentando el poder real en muchos países, sobre todos los
pequeños. Está claro que los grandes organismos de control, como el
Banco Mundial o el Fondo Monetario son responsables de la
irracionalidad en el manejo de las privatizaciones, la falta de
controles básicos al “libre comercio” al igual que la presencia excesiva
de las corporaciones transnacionales o nacionales en el control de la
economía mundial o nacional, limitando las funciones básicas del Estado.
¿Qué hace el gobierno de la República Dominicana? ¿No tendría que ser
la garantía para que se respetaran los derechos de sus ciudadanos? Como
vemos no, ya no son el garante de los derechos y lo que
es más grave, ha privatizado la seguridad y el control de la policía
¿Qué hace una empresa privada con agentes armados amenazando a la
población y violando los derechos más elementales?
Así
están las cosas, los movimientos que defienden los derechos humanos
tienen mucho que ofrecer en la lucha contra la pobreza y la
desigualdad, pero deberá ir más allá de una visión centrada en los
derechos civiles y políticos, limitada al paradigma de los Estados
centristas. Deberán desafiar cualquier ideología que trivialice el
discurso político acerca del desarrollo y la pobreza, desarrollando una
idea de que la pobreza estructural no es aceptable en los tiempos que
vivimos. Promover y luchar una justicia globalizada, para ello es necesario un efectivo gobierno internacional como nos ha indicado Thomas Pogge.
Pogge
afirma que cualquier política internacional se deberá basar en la lucha
de los problemas morales de peso y fundamentales, centrados en los
seres humanos y, que puedan ser ampliamente compartibles entre todas las
culturas y civilizaciones. Para ello se necesita un acuerdo
internacional sobre un estándar moral común que sea
plausible y capaz de una amplia aceptación internacional. Pogge no sólo
propone ese moral mundial para establecer esa justicia global, como base
de un gobierno internacional, también es necesaria la legitimidad de cada Estado, ésta se consigue con el respeto derechos morales y humanos.
Los organismos internacionales no deberían fomentar aquellos Estados
que violan los derechos, donde en terminología de Pogge, tienen un
déficit democrático, ya que están fomentando la pobreza, la desigualdad.
Hacer justicia a la humanidad, como nos comenta Pogge, es
dar forma un nuevo a un orden internacional para que todos los seres
humanos tengan acceso seguro a los bienes básicos que necesitan para ser
miembros plenos y respetados de sus comunidades, de sus sociedades y
del ancho mundo. ¿Tomarán nota los poderosos de estas premisas?
Parece que no, por lo que muchos pobres serán desalojados de sus casas
por muy humildes que sean.