domingo, 3 de noviembre de 2013

LA MIRADA DE ULISES: SÓCRATES



Siguiendo los pasos de Pablo, fueron fructíferos los días que pasamos en Atenas, sus museos, el ágora, la Acrópolis, etc. A todos nos vinieron a la mente los grandes maestros que enseñaron en la ciudad, en la Academia, en el Liceo, etc. Uno de ellos es considerado maestro de maestros, Sócrates. Hace unos años Karl Jaspers escribió una obra importante, se titulaba Los hombres decisivos: Sócrates, Buda, Confuncio, Jesús. Estos fueron los seleccionados en su volumen primero. Hombres, cuya conducta cambió al mundo, aunque no dejaron, salvo Confucio, ninguna obra escrita; ninguno de ellos fue filósofo, no enunciaron proposiciones racionales;  practicaban el despego a los más cercanos, pero insistían en el amor al prójimo, a todos los prójimos; pácticaban la bondad como forma de vida y tuvieron una enorme influencia tras su muerte que todavía hoy perdura.
A pesar de que es una de las figuras fundamentales del pensamiento, es muy difícil llegar al Sócrates histórico, muy idealizado por Platón, Jenofonte, Aristófones, etc. Sabemos que vivió en Atenas en el siglo V a. C, que era tremendamente feo, el primer gran personaje ilustre feo. Nietzsche en su obra El crepúsculo de los ídolos, tomando como fuente a Platón y Jenofonte, afirmaba que era “excesivo, grotesco, caricaturesco..., sus ojo de camarón, sus labios gruesos y su vientre abultado" No sé si tenía barriga, bueno comparando con los atléticas e idealizadas esculturas, tenemos que dar la razón a Nietzsche; pero no sé si en nuestra contemporaneidad pasaría desapercibido.  Pero no nos interesa la apariencia, como decía Platón en el Banquete, no es más que una máscara (prosopon), tal vez, la unión de la sabiduría y lo primitivo del hombre, del logos y el mito. Es lo que se ha llama do la ironía Socratica, también finge ignorancia y falta de pudor. Así Sócrates en sus diálogos se convierte en un gran interrogador (prosopon), en una máscara, un interlocutor que evoca lo que es el prosopon en el teatro. El objetivo es sembrar la turbación, al desconcierto en el alma del interlocutor, o en el lector como hace Platón en los diálogos, que le lleva a la toma de conciencia, a una posición en el pensamiento.

Muchos pensadores han utilizado la máscara, la máscara irónica de Sócrates para enfrentar y desvelar el pensamiento en su contemporaneidad. Recordemos aquí a Kierkegaard y sus obras, todas ellas publicados bajo seudónimos: Víctor Eremita, Johannes Climacus, etc. No se trata del artificio de un editor; estos seudónimos corresponden a distintos niveles: "estético", "ético", "religioso", en los cuales se sitúa el autor, para hablar del Cristianismo. Lo volveremos a encontrar en Nietzsche, como no recordar sus palabras en la obra Más allá del bien y del mal: "Todo espíritu profundo necesita una máscara; es más, una máscara se forma perpetuamente en torno a todo espíritu profundo, gracias a la interpretación continuamente falsa, es decir plana, otorgada a todas sus palabras, a todos sus procedimientos, a todas las manifestaciones de su vida". Es lo que los pensadores han denominado el encanto diabólico de Sócrates.
Su pensamiento es muy amplio y centrado principalmente en la Ética, pero esta semana tenemos reunión de matrimonios, vemos que el primer tema es la felicidad y las Bienaventuranzas. Antes de entrar de lleno en las últimas, que es mejor dejarlo para la reunión de grupo, quisiera analizar, tal vez sin decir mucho, cómo Sócrates abordó el tema de la felicidad.
En el mundo Griego, felicidad es la eudaimonía, que era, el que la había tocado en suerte un daimon custodio bueno y favorable, que garantizaba la vida próspera y amable.
Para entender este concepto en Sócrates, tenemos que partir su rechazo a investigar sobre la Naturaleza y centrarse en el hombre. Es la visión de un hombre enamorado de la vida, así lo percibió Hólderlin (El Rin):
Pero a cada quien su medida
Pesada es la carga del dolor
Pero más aún pesa la felicidad
Hubo un sabio sin embargo
Que supo mantenerse lúcido en el banquete
Desde el mediodía hasta el corazón de la noche
Y hasta los primeros destellos del alba.


¿Cuál es el sentido de la vida? De aquí parte la respuesta de Sócrates sobre la felicidad. Se preguntó por los fines que perseguimos en esta vida, no desde la cotidianidad inmediata, sino desde la globalidad. Esta pregunta ha recibido muchas respuestas desde Sócrates y no deja de ser una de las preguntas hoy en día. Pero las respuestas han sido muy variadas, el placer, el éxito social, los honores y la gloria, el conocimiento, la sabiduría, etc. Para Sócrates la felicidad se hallaba en lo que él llamó, la perfección del alma, la perfección espiritual.
Ya Heráclito, anterior a Sócrates había afirmado, que la felicidad es bien distinta de los placeres. Por su parte Demócrito decía que la felicidad no se tiene en los bienes externos y que el alma es la morada de nuestra suerte.
Sócrates relaciona la felicidad con la virtud (areté), el alma es feliz cuando es virtuosa, cuando está ordenada. Se entiende ordenada a la búsqueda de la verdad, siempre según la virtud de la humildad y la perseverancia.  Así la auténtica felicidad es la salud del alma, y ese orden espiritual o armonía interior es la auténtica felicidad. La virtud, es ya un verdadero premio en sí misma, ya que está es un fin. Para Sócrates, el hombre puede ser feliz en esta vida, a pesar de los momentos malos y difíciles, ya que es él el verdadero artífice de su felicidad o infelicidad.
En el mundo bíblico y más en el Nuevo Testamento, la areté se identificó con la Justicia en la pobreza y en el fracaso. Aunque en la terminología bíblica se utilizó más la palabra bienaventurado (makarios). Era feliz el hombre que confiaba en Dios, este no defrauda las expectativas, incluso en el sufrimiento
Recordemos que los Evangelios relatan que traían a Jesús enfermos en sábado y éste los curaba. Para Jesús, la felicidad de un ser humano tiene prioridad absoluta, por encima incluso de las prescripciones religiosas, como la observancia del sábado. En Marcos nos habla del ayuno de la boda (Mc 2,18-22), Jesús antepone la felicidad de vivir, simbolizada en la fiesta de bodas, a la observancia de una ley naturalmente pesada, como es el caso del ayuno obligatorio. 

viernes, 1 de noviembre de 2013

En memoria de Clara Amador


Ayer murió nuestra amiga y hermana en la fe Clara Amador, hoy la hemos enterrado. Como recordamos en una carta enviada desde estas páginas, no pudo superar la enfermedad, se fue debilitando físicamente, aunque fue creciendo interiormente, poco a poco se fue identificando con Él, fue ascendiendo a la fuente de la vida. José Manuel en la oración de anoche no comentaba que oraba de forma habitual y más los últimos días con el salmo 23:


El Señor es mi pastor, nada me falta.

En prados de hierba fresca me hace reposar,

me conduce junto a fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas.

Me guía por el camino justo,

haciendo honor a su Nombre.

Aunque pase por un valle tenebroso,

ningún mal temeré,

porque Tú estás conmigo.



Aunque sabemos que ha ascendido al Padre y ya está en manos de Dios, hoy amaneció triste, el misterio de la vida se nos impone como silencio y vacío. ¡Qué limitados somos, Dios mío! ¿Por dónde se escapa el dolor sino es con tu Esperanza? No nos decía Pablo que debemos llorar con los que lloran. Sí, llorar….

Recuerdo su energía y su preocupación por cada uno de nosotros, Juan ¿hoy no te he visto en la reunión?, ¿qué te pareció el texto de Dolores, fenomenal? ¡Cuántos recuerdos…Las reuniones de Biblia, su querido viaje a Israel, las excursiones con la Parroquia, y sobre todo las celebraciones, la Eucaristía dominical, la Pascua. Mamen  y yo la recordamos muy de cerca el 23 de septiembre, sí, el día que nos casamos, el mismo día que Clara. Leyó en nuestra boda y ese día nos llamó por teléfono, todos los años lo hacía. Mamen se acercó con un ramo de flores. ¡Qué pena esa misma tarde tuvimos que lamentar la pérdida de Tomás! ¡Cuántos hermanos en la fe!


Hoy estamos tristes, pero no perdemos la esperanza, en lo más profundo de nuestros corazones experimentamos que el amor es más fuerte que la muerte. Resucitamos en Cristo, no sé lo que es el cuerpo neumático como nos decía Pablo, pero estoy seguro que seremos felices. Que se curaran nuestras heridas y cansancios, que encontraremos respuesta, en tendremos paz. Resucitar es dejar que Dios diga y haga y sea en nosotros todo y para siempre.

Ahora Clara te has encontrado con tus seres queridos, tu marido, tus padres, tu nieto, con todos los amigos y hermanos de la parroquia que ya no están. Ya conseguiste la felicidad anhelada, la gloria del amor verdadero. Tristes sí, pero esperanzados, pasaremos por la muerte y seremos resurrección, vida plena en la misteriosa plenitud de Dios.

Hasta pronto Clara, ahora nos cuesta un poco más la vida, pero un día celebraremos juntos lo que tú ya estás viviendo. Un beso de los dos.

                                                                                         Juan Antonio

Quisiera dejar ahora aquella carta del mes de mayo publicada en "La Posada del Silencio".


Carta a Clara Elvira Amador

http://lh4.googleusercontent.com/-26hDfv3TSWc/AAAAAAAAAAI/AAAAAAAAAKs/Ovjq7HwtuOo/s512-c/photo.jpg 
Juan Antonio Mateos Pérez
9 de mayo de 2013
¡Buenas tardes Clara! Hacía ya tiempo que deseaba escribirte esta carta. No sé, siempre atareado entre miles de cosas, clases, escritos y, perdóname.  Nunca encontramos hueco para lo esencial, la reciprocidad en la amistad, la preocupación por el otro, por ti.  Hacía tiempo que quería escribirte unas palabras, pero a veces me quedo en el silente vacío de la expresividad, no me salen las palabras. Te sale antes hablar de cualquier tema de actualidad o de estudio, que exige menos entrega del corazón. Eso no quiere decir el olvido de la amistad o la preocupación, son tantos años, que nos queda algo de nosotros mismos en ese tiempo que hemos ido entretejiendo de nuestras experiencias compartidas, las celebraciones en la Parroquia, las reuniones de grupo de Biblia, las Catequesis, nuestras preocupaciones por las personas que van pasando cerca, o la cotidianidad vecinal en la compra del pan en César. La amistad  no está exenta del amor, como nos recordaba nuestro querido Pablo, así como de la oración y el contacto frecuente. No sé, pero esta semana Clara, me he acordado de una forma muy cercana de ti, casi con ansiedad, y en mis oraciones de la mañana, ahí estabas muy presente.


Muchos no la conocéis, permitirme que os la presente. Clara una hermana en la fe, una amiga de muchos años en la parroquia de la Purísima. Una institución, no sé, puede que lleve más tiempo que los sacerdotes. Ha participado en todo, ha sido catequista en todos los niveles, ha sido fundadora de los grupos de adultos y Biblia y  monitora en este grupo, lectora, grupos de oración, futbito, excursiones, etc. Pero recuerda con mucho cariño su primer grupo de Catequesis de confirmación, la semana pasada comentaba que había recibido la visita de “Javi moto”, con el que sigue en contacto y escribiéndose a menudo después de tantos años. Siempre pendiente de cualquier actividad cultural, sobre todo organizada por la Diócesis o cualquier institución religiosa. Siempre leyendo y escuchando para madurar en su fe, aunque tiene sus preferencias en Dolores Aleixandre y José Antonio Pagola. Ya ha leído con avidez, en esta Pascua, uno de los libros del nuevo papa Francisco, con mucha ilusión y con la sorpresa de la novedad. Pero sobre todo, es una fiel seguidora de Jesús, una gran cristiana, en el que ha encontrado sentido y salvación. Desde Él,  abierta a la suave brisa del misterio de Dios.
Este año lo está pasando mal, la enfermedad y la fragilidad física no avisa, nos llega como de improviso. Nos comentaba está semana que está mejor y algo recuperada y esperando la llamada de la neuróloga. Pero desde la fragilidad de la enfermedad, sigue creciendo y ascendiendo en su fe, en Jesús y en Dios, gracias a su experiencia del Espíritu, se engrandece en el encuentro de Cristo. En los momentos de noche y de exilio, sabemos que el Espíritu no deja de soplar. La actitud de Clara, siempre abierta a la Palabra, siempre alabando lo que escucha y experimenta, siempre siendo luz para otros, me recuerda que el Padre no deja a los hombres a su propia suerte. Es un Dios que a pesar de su trascendencia sigue comunicándose con nosotros, Dios es Dios y no podemos limitar su libertad. Sé lo que están pensando algunos, sobre este tema, lo mejor es el silencio. Pero la historia de nuestra fe nos dice que, Dios siempre acompaña su pueblo, no abandona a su criatura y lo hace siempre a través del Espíritu. Jesús nos recordaba, pedid  y se os dará, y Éste nos llega en sus dones más fecundos, el amor y la fe. No extingamos el Espíritu, escuchemos su susurro y su clamor…
Esté fin de semana tuvimos reunión de Matrimonios y como sabes estamos trabajando el Credo,  tocaba el Espíritu y al final de la reunión te recordamos, Marisol, Eva, Raquel, Fructuoso, te tuvimos presente. También en estos días de fiesta y alegría, de recuerdo de los 50 años, nos hemos acordado mucho de ti, tenías un hueco en nuestros corazones. Te deseamos que te repongas, te QUEREMOS. Un BESO FUERTE DE TODOS.



viernes, 25 de octubre de 2013

LA MIRADA DE PABLO: Sus escritos y otras fuentes



Con la mirada de Pablo, quisiéramos adentrarnos en su persona, no sólo como una figura histórica, también qué nos dice Pablo, cuyas palabras deben culminar con el Misterio, o el discurso sobre Dios. Aunque a veces los tres discursos se entremezclan en un diálogo entre el hombre y el misterio, que tal vez lo mejor sea un largo silencio, como aconsejo Heidegger. Silenciar el tema de Dios en el ámbito del pensamiento. Es la época de la pobreza, de la fragilidad, incluso del sacrificio intelectual, el mismo Heidegger afirmaba que no podemos atraernos a Dios pensándolo, a lo sumo podemos estar a la espera. Esperar es introducirse en el ámbito de lo abierto, de lo lejano, de lo oculto, del Misterio. Desde la Teología, qué es el discurso o pensamiento sobre Dios, aborda el tema del Misterio de forma más abierta, sin tantos rodeos.
Así podemos abordar a Pablo analizando sus fuentes. Después del fracaso de Atenas, año 50, cansado y desalentado, con el clamor de los perseguidos, Pablo llega al puerto de Corinto, desde allí envía a Timoteo a la iglesia de Tesalónica, no recibe malas noticias. Como un padre al que se le anuncia que sus hijos acaban de escapar de un accidente mortal, Pablo se decida enviar una carta a sus hijos de Tesalónica.

Las fuentes son de dos tipos: las cartas auténticas de Pablo y el resto de los escritos. Después del fracaso de Atenas, año 50, cansado y desalentado, con el clamor de los perseguidos, Pablo llega al puerto de Corinto, desde allí envía a Timoteo a la iglesia de Tesalónica, no recibe malas noticias. Como un padre al que se le anuncia que sus hijos acaban de escapar de un accidente mortal, Pablo se decida enviar una carta a sus hijos de Tesalónica[1].
Las fuentes son de dos tipos básicos[2]: las cartas auténticas de Pablo y el resto de los escritos. En estos últimos hay diferencias con respecto a las cartas de la imagen que presentan de Pablo.
Las cartas tienen una primacía documental, no son tampoco documentos puros, se desvelan en ellas una situación y unos intereses muy concretos de cada comunidad a la que va dirigida. Pero son los documentos más directos de Pablo, con un valor testimonial e histórico indiscutible. Estas tienen un carácter misional y atienden a problemas concretos de cada comunidad. Fueron escritas en la primera década los años 50. La más antigua es la primera de Tesalonicenses[3] escrita en los años 50; le sigue la carta de los Gálatas (año 52);  las cartas a Corinto entre el 52 y 54; Filipos entre el 53 y 54; carta a Filemón en el 54; la carta a la comunidad de Éfeso[4], a principios del 55; por último, también en ese año escribe, la carta a los Romanos. Las cartas restantes nacieron de sus discípulos, después de la muerte de Pablo, donde se pretendía conservar y desarrollar la herencia del Apóstol[5].
Dentro de los otros escritos[6] destacan, el libro de los Hechos de los Apóstoles. Aporta importantes noticias históricas sobre Pablo[7], sobre todo como complemento de las cartas. Pero otras muchas noticias, no coinciden con los datos de las cartas, o bien presentan los hechos de un modo diferente. Esto corresponde a intereses teológicos-misionales del libro de los Hechos, o bien a una apologética en defensa de posibles divisiones internas de la comunidad cristiana. O también, en defensa de ataques externos al cristianismo. Pablo es el garante de la unidad y la tradición, es ciudadano romano[8], es una figura venerable, es un auténtico judío piadoso que estuvo en Jerusalén como fariseo, en total acuerdo con los doce “apóstoles”[9] desde los inicios; silenciando las tensiones entre Pablo y la comunidad de Jerusalén y otros grupos cristianos. Incluso silencia la colecta de las comunidades paulinas a favor de Jerusalén, hecho central en la misión de Pablo; así como la importancia de su teología de la cruz[10], estructura fundamental en el mensaje de Pablo.
Nuestro acceso a Pablo, además de los escritos suyos de primera mano, están las obras de los especialistas, que nos ayudan a desentrañar y a situar de una forma real el mensaje en el contexto de las comunidades a la que fueron dirigidas sus cartas. También por supuesto, en un mundo en cambio y complejo, como fue el inicio del imperio romano.
Desde estás mirada de Pablo iremos analizando algunos libros que abordan la figura de Pablo. En el próximo escrito del blog, propondremos la lectura de la obra de Vidal, S., Pablo. De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007.




[1]              Brunot, A., Los escritos de san Pablo. Estella, Verbo Divino, 1991, p. 17. Fueron escritos ocasionales, pero en todos los Concilios, sobre todo el Vaticano II,  reconocieron la valía y su profundidad, constituyen a la vez no sólo una acontecimiento histórico, sino literario y teológico fundamental.
[2]              Seguimos a Vidal, S., Pablo. De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007, pp. 17 – 25. También a Gnilka, J. Pablo de Tarso. Apóstol y testigo. Barcelona, Herder, 2002, pp. 19 – 22. Bornkamm, G., Pablo de Tarso. Salamanca, Sígueme, 1991, le dedica toda la introducción, pp. 13 – 30.
[3]              La segunda carta a los Tesalonicenses, no sale de las manos de Pablo. Salen posiblemente de sus seguidores o de las comunidades de Pablo. Esta es cronológicamente posterior
[4]              Senen Vidal incluye esta carta como original de Pablo, no así Gnilka y Boornkamm que la incluyen como deuteropaulinas. Ver S. Vidal, p. 18 y suplemento “Cartas originales de Pablo”, pp. 226 – 239.
[5]              Gnilka,  J., o. cit., p. 19. En nota 30, siguiendo al autor, este grupo estarían compuestas por la segunda a los Tesalonicenses, Colosenses y Efesios – cartas de la cautividad-, las Cartas Pastorales, primera y segunda de Timoteo, Tito y Hebreos.
[6]              Existen también los Hechos de Pablo y Tecla, escritos apócrifos de finales del siglo II, siguen una cierta tradición paulina, mezclada con leyendas populares.
[7]              Tradicionalmente se ha venido llenando con Hechos las lagunas de su biografía que no están en sus cartas. Pero estos escritos de Lucas hay que considerarlos en su propia época, cuarenta años después de las cartas, muy lejos de los sucesos. Hay ya una importante cantidad de sedimentos, de la fe, de la iglesia, de la tradición. No cuenta lo que sucedió, y sólo lo que sucedió, en la línea de la historiografía positivista. Pero a pesar de que Lucas escribe con un amplio margen narrativo y literario, con grandes escenografías, ni se puede ni se debe renunciar a Hechos de los Apóstoles. Aunque la pintura que Lucas difiera claramente de la imagen histórica de Pablo, sin embargo es posible extraer de Hechos de los Apóstoles informaciones dignas de crédito.. (Gnilka, J., o. cit.,  p. 20)
[8]              Según los Hechos de los Apóstoles
[9]              Incluso Pablo en Hechos, no tiene la categoría de Apóstol. Aparece también como organizador de la iglesia primitiva, designando a “presbíteros”,  o a los “obispos” y “pastores de la comunidad. Pero en las cartas, no se conoce ese tipo de organización, ni a esas figuras eclesiales. En Filipenses (Flp. 1,1) se habla de episkopoi  y diakonoi (si no es una glosa posterior) designarían los encargados del servicio administrativo y caritativo de la comunidad
[10]             Bornkamm, G., o. cit., p. 20

martes, 15 de octubre de 2013

La mirada de Ulises: HOMERO



La literatura Griega y la cultura occidental se inician con dos poemas épicos, la Ilíada y la Odisea. Ambos poemas son atribuidos a Homero, un aedo ambulante que componía y cantaban las historias de los grandes héroes del pasado, recogiendo una tradición oral. Posiblemente vivió hacia mitad del siglo VII o el VII a. C. Es una época en la surgen las Polis en todo el mediterráneo frente a las monarquías, gobernadas por hombres ricos que basaban sus ingresos en la posesión de la tierra y el gran comercio marítimo. En los poemas de la Ilíada se refleja el espíritu aristocrático del comienzo de las Polis, así en la Odisea, refleja ese espíritu marinero propio de las colonizaciones griegas por todo el mediterráneo.
Un aedo, era un cantor (aoidos) que cantaba sus poemas acompañado de un pequeño instrumento de cuerdas, la forminge (la  cítara). Se ha fantaseado mucho sobre su figura, poeta ciego, se pensaba que la memoria era mayor cuando se carecía de vista. Incluso siete ciudades de la Grecia asiática se disputaban su cuna.

La Iliada, nos relata el asedio de Troya, aunque su acción cae dentro del último año de los diez que duró el asedio. Aunque el punto central es la cólera de Aquiles, este personaje es hijo de una diosa, dotado de todas las facultades humanas, bravo, hermoso, elocuente, pero condenado a muerte temprana, es el héroe del poema.
La Odisea está compuesta de tres elementos temáticos principales: la historia mítica del regreso de Ulises a Ítaca después de la guerra de Troya; el viaje de Telémaco, su hijo, en busca de su padre; y un conjunto de historias de navegación que remontan a los cuentos populares típicos de los pueblos marineros. La Odisea ha sido una constante en la literatura Occidental, tal vez, la obra más conocida sea la de Ulises de Joyce. Aunque, Tres importantes escritores españoles del siglo XX han retomado el tema de Ulises a la hora de componer sendos dramas. Se trata, ordenados por la cronología de las obras, de Gonzalo Torrente Ballester en El retorno de Ulises (1946), Antonio Buero Vallejo en La tejedora de sueños (1952) y Antonio Gala en ¿Por qué corres Ulises? (1975).

Ambos poemas épicos se dirigen a una divinidad, la Musa, ella que todo lo sabe ya que era hija de la diosa Memoria y depositaria de la poesía. En la Ilíada el único aedo es Aquiles, pero en la Odisea se multiplican los cantores. Ulises mismo, es un aedo que canta sus viajes y también hay uno entre los feacios, el pueblo navegante que transporta a Ulises hasta Ítaca. La Odisea es un canto a los aedos, pero de ¿dóndes saca Ulises su historia? Se la cuentan las sirenas, mitad mujeres, mitad pájaros. Es la historia de Troya. Mientras tapona a sus compañeros los oídos, él atado a un mástil escucha el peligro de la poesía:

Porque sabemos todas las fatigas
que griegos y troyanos resistieron
en Troya por decreto de los dioses
y cuanto ocurre en la espaciosa tierra.

Para los griegos, Homero era el poeta por excelencia, con él aprendían a leer. Abrían el texto en rollos (volumina) escritos en papiro o pergamino, donde hacían anotaciones y comentarios a las poesías. Se aprendían párrafos de memoria y sobre estas historias se estructuraba la ética y el modo de comprender el mundo de esta sociedad. No sólo eran poemas en los que hablaban del honor o del amor, sino también eran una autentica enciclopedia de conocimientos útiles, además de un tratado de ética. Ya que estos héroes emprenden una búsqueda tras la areté, tras la virtud.
La areté es la perfección o excelencia, el sentido heroico de la vida, donde la fuerza en el combate no está separado de la espiritualidad, de la virtud, del deber, elementos que tenían que configurar al hombre perfecto. La areté sería lo específico del hombre en su realización, así Socrates y Platón lo relacionaron con el alma humana. Ésta tenía que alcanzar el bien y la belleza como orden, a través de la reflexión y el conocimiento.
El concepto areté pasó al mundo Bíblico a través del helenismo, este irá adquiriendo un sentido más religioso y se aproximará al término “justicia”. Tanto la fidelidad de Dios, como la valentía y la prudencia del hombre. Esa virtud es la que debe mantener el hombre justo en la vida y ante la muerte. Es la energía moral generada en los creyentes por la fe. “Por lo demás, hermanos, atended cuanto hay de verdadero, de honorable, de justo, de puro, de amable, de laudable, de –virtuoso- y digno de alabanza” (Fip. 4, 8)