viernes, 22 de abril de 2016

Ruanda, contra el olvido










Juan Antonio Mateos Pérez
SALAMANCArtv al DÍA
 
La mística que Jesús vivió y enseñó, más que una mística de ojos cerrados, era una mística de ojos abiertos, comprometida en la percepción intensificada del sufrimiento ajeno.
Johann Baptist Metz, Memoria Passionis

El día 7 de abril, no sólo se conmemora el día internacional de la salud, sino el horrible genocidio en Ruanda. A partir de ese día del año 1994, comenzó el horror y la tragedia, 800.000 ruandeses fueron asesinados, en la mayoría de los casos por pertenecer a un grupo étnico determinado. Es uno de los episodios más aberrantes de nuestra historia reciente, en el siglo de los derechos humanos y con el consentimiento internacional, el 85% de la población hutu exterminó al otro 15% tutsi. La matanza comenzó un día después de que un avión en que viajaban los Presidentes de Ruanda y Burundi fuera derribado por un misil cuando se disponía a aterrizar en Kigali. Este genocidio, fue detalladamente organizado, entre otros, por altos funcionarios del gobierno y dirigentes del partido en el poder, participando no sólo las fuerzas armadas, también civiles que se ensañaron con otros civiles.
Las causas políticas y la falta de reacción internacional han sido presentadas por los medios con todo detalle, no tanto así las causas económicas y sociales que llevaron a la masacre. Las brutales matanzas y la guerra civil estuvieron precedidas por una profunda crisis económica, con la restructuración del sistema agrícola de Ruanda, con la supervisión del FMI y el Banco Mundial, que fue lo que precipitó a la población a la pobreza y al desamparo. En 1987, el sistema de cuotas establecido en el Convenio Internacional del Café empezó a hundirse, los precios mundiales se desplomaron. El fondo estatal del café compraba a los agricultores ruandeses a un precio fijo, pero las presiones políticas de Washington en beneficio de los grandes comerciantes de café de Estados Unidos, precipitó que la economía de Ruanda se desplomara. La bajada del precio del café fue catastrófica no sólo para Ruanda, también para otros países africanos, pero no se comenta que los países compradores hicieron una fortuna inmensa.
Pero no sólo subrayamos este neocolonialismo económico de Occidente sobre los países más pobres de África. Es importante subrayar que colonialismo del siglo XX, permaneció inalterado hasta la tragedia, donde la administración colonial belga, utilizaba los conflictos dinásticos para reforzar el control territorial. El objetivo era alimentar las rivalidades étnicas para obtener el control político e impedir el desarrollo de la solidaridad y unión entre los diferentes grupos étnicos contra el dominador. El cobro de impuestos por las aristocracias locales, debilitaron la economía tradicional en base al cultivo en tierras comunales, estableciéndose lotes individuales con cultivos comerciales como el café. Los colonizadores impusieron divisiones étnicas, emitiendo tarjetas de identidad en las que se indicaba el origen étnico, identificando a la monarquía colaboracionista de los belgas con los hutus (dueños de los ganados) y la clase dominada tutsis (agricultores). Con la independencia en 1962, las relaciones con los antiguos colonizadores se volvieron más complejas, pero se heredará casi intacto las divisiones impuestas por la administración belga.
El mismo objetivo de empujar a un grupo contra otro, “divide y vencerás” se continuará al inicio de la guerra, con diversas intervenciones militares de Occidente en defensa de los “derechos humanos”. La concesión de créditos estaba condicionada por supuesta democratización del país, supervisado por la comunidad de donadores, pero con la caída de los precios del café, la economía del país estaba en manos de los donadores de créditos. Esto provocara un terrible empobrecimiento de la población, no sólo debido a la guerra civil, sino a las reformas introducidas por el FMI, intentando realizar una reforma macroeconómica y una transición al libre mercado. Una devaluación del franco ruandés al 50%, pretendía impulsar las exportaciones de café, pero se obtuvieron resultados opuestos, exacerbando la crisis de la guerra civil. Se deterioró la balanza de pagos, la salud y la educación quedaron en mínimos con las medidas de austeridad, acusándose la desnutrición infantil, aumento de la malaria, etc. El Banco Mundial alegó que las cosas hubieran sido mucho peores si no se hubieran adoptado las medidas, pero no se mostró ninguna sensibilidad, ni preocupación respecto a las repercusiones políticas y sociales en un país al borde de la guerra civil.
Los representantes de la ONU, veinte años después en 2014, reconocieron su fracaso al no frenar el genocidio. En diciembre de 2015 el tribunal internacional del genocidio concluyó su misión con 61 condenas, militares, políticos y religiosos por el asesinato de 800.000 personas. Unas 10.000 personas han sido juzgadas por delitos relativos al genocidio en las cortes nacionales, pero ¿están aquí todos los responsables, no lo sé?
A pocas horas de avión, en cualquier parte del mundo está muriendo gente, como pasó hace 22 años en Ruanda, ¿Cómo es posible que vivamos ajenos y que lo que pasa en Siria, en África, o en otros lugares donde se reproducen los horrores cotidianos? ¿Cómo podemos silenciar que el mundo funcione así? El sufrimiento de tantos inocentes, de antes o de ahora, desafía a cualquier economía, política, filosofía y religión que no tome en serio esta realidad. No podemos trivializar el sufrimiento de las víctimas, ellas son normativas, son los que nos juzgan. Un cristiano de nuestro mundo deberá compartir su pasión con Dios con la compasión por el que sufre, ponerse en su lugar, ser misericordioso. Es tan importante escuchar al que sufre como al que razona, no se puede olvidar el sufrimiento, ya que la humanidad corre peligro. Cualquier sistema de pensamiento o cualquier religión que viva de espaldas al sufrimiento, se deshumaniza y se aleja del crucificado. Debemos hacer como nos propone J. B. Mezt una “Memoria passionis”, hacer presente en nuestras sociedades, cultura, política o religión el recuerdo de las víctimas, el recuerdo del sufrimiento, luchar contra el olvido del hambriento, del perseguido, del torturado, del asesinado. La lucha y la defensa por el que sufre nos hace más humanos y revela nuestra verdad por la defensa del hombre.

miércoles, 20 de abril de 2016

Breviario del dolor










Juan Antonio Mateos Pérez
El Hombre y su dolor van de la mano.
Muerte y resurrección (…)
Que germine el dolor, que de la muerte
broten las rosas que proclaman
los corales hermosos de la vida.
José Luis Puerto, Pasión de primavera
En plena Pascua, se ha producido un nuevo atentado contra cristianos, el odio deformado del terrorismo, ha provocado más de 70 muertos de niños y mujeres en un parque de Lahore (Pakistán). El lugar estaba abarrotado, allí se reúnen los cristianos para celebrar el domingo de resurrección. Los atentados de cristianos por todo el mundo no suelen tener grandes repercusiones en la prensa Occidental, posiblemente por la pérdida progresiva de identificación del mundo europeo con la religión cristiana, o bien a una ética líquida, indiferente al sufrimiento de personas que considera alejadas de su realidad cercana ¿Será verdad que hay muertos de primera? ¿O bien estamos necesitados más que nunca de misericordia? En medio del dolor y del silencio, siguen denunciando su situación en medio de la esperanza y manteniendo su fe en alto y florida como la Pascua.
No es la primera vez que sucede, ni será la última que un kamikaze suicida atente contra cristianos. “Los cristianos eran nuestro objetivo”, comentó por teléfono Ehsanullah Ehsan, un portavoz de la facción Jamaat-ul-Ahrar, grupo talibán pakistaní, aseguró que el grupo llevará a cabo más ataques en escuelas y universidades. Este grupo talibán, surge en el 2014, prometiendo lealtad al ISIS, actúa contra minorías religiosas, sobre todo la cristiana. Hace un año, en marzo de 2015, varios ataques contra dos iglesias cristianas provocaron 17 muertos y más de 75 heridos. Ahí siguen estos cristianos a la intemperie, sin protección del gobierno y sin tomar medidas para su protección.
Todavía están recientes los asesinatos de las Misioneras de la Caridad en Yemen y el secuestro del sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil, de nacionalidad india, que desapareció tras la masacre del alberge y el convento. Todavía tenemos en mente y en el corazón, la masacre yihadista de 147 estudiantes cristianos en Kenia en abril de 2015. La religión cristiana es la religión más perseguida del planeta, un drama de dimensiones cada vez mayores que no podemos silenciar en estas páginas. Cerca de unos 100. 000 cristianos pierden la vida cada año en cualquier parte del mundo sólo a causa de su fe, uno cada cinco minutos, pasando esta catástrofe inadvertida para la mayor parte de los medios de comunicación y para la sociedad en general. En la sociedad de los derechos humanos, de las libertades, parece increíble que todavía pueda haber mártires por su fe, pero así es, con el silencio de muchos.
En lo que llevamos de año ha aumentado la persecución religiosa a cristianos respecto al 2015, la persecución se recrudece en Eritrea y Pakistán, aunque la lista está encabeza por Corea del Norte. Los niveles máximos de violencia dirigida a cristianos en 2016, se dieron en Nigeria, Pakistán, Irak, Siria, Myanmar, República Centroafricana, Egipto, México, Sudán e India. Una nueva Iglesia de las catacumbas se está gestando en todos los rincones de la tierra por fenómenos como el extremismo islámico, el nacionalismo y la intolerancia religiosa. Es casi una odisea para muchos cristianos, reunirse en casas particulares en pequeños grupos simplemente a orar, si son descubiertos, pueden ser encarcelados o sufrir violencia física. Con lo que ir a misa, aunque ser realice en casas particulares, supone una gran aventura, una fe profunda y una hondura cristiana a prueba de persecuciones, un hambre real de Jesús y la eucaristía. De hecho, mientras en Europa se retraen los cristianos que afirman la fe, en muchos lugares del mundo, ser cristiano es símbolo de libertad y tolerancia, su lucha y resistencia son símbolo de su amor a Dios y de la dignidad humana.
En esta sociedad líquida y globalizada, nuestro mundo está viviendo una profunda crisis de identidad, las normas se tambalean y la línea entre lo bueno y lo malo cada vez es más delgada. No podemos dejar que las grandes declaraciones de derechos se queden sólo en unos principios, debemos en nuestra vida de cada día llenarlas de sentido y de contenido real. Más que nunca se necesita un consenso social a nivel mundial y una ética para paz, en un mundo cada vez más globalizado. Una ética y pedagogía de la paz, implicaba una praxis de transformación de la persona y del mundo, construida no desde el orden, sino desde los valores de la libertad social y la justicia socio-económica.
El triunfo de la vida en la Pascua cristiana, no aplaza esa realidad para al sepulcro o el mundo muerte. El cristiano busca a su Dios donde hay vida, sabe que una vida crucificada vivida hasta el final con el espíritu de Jesús, solo le espera la resurrección. La resurrección de Jesús recuerda que Dios tiene la última palabra, a pesar del absurdo, del sufrimiento, del mal, del dolor y la muerte. Jesús invita a vivirlo personalmente en cada corazón, a trasformar ser interior y dar sentido a la existencia a través del amor. Invita a tener pasión por la vida, compasión por los que sufren y esperanza por un mundo más pleno y justo. Quisiera traer aquellas palabras de mi querido profesor Manuel Fraijó, “la fe en la resurrección, es una fe difícil de compartir, no difícil de admirar. Representa un noble esfuerzo por seguir afirmando la vida incluso allí donde sucumbe derrotada por la muerte”.

miércoles, 13 de abril de 2016

Mujeres de la pasión y la compasión











Juan Antonio Mateos Pérez

Realmente esta mujer no tiene nombre, en los evangelios sinópticos es simplemente la mujer de Betania que ungió a Jesús. Cuántas mujeres sin nombre, cuántas mujeres que acogen la palabra, la guardan en su corazón y se entregan a los más necesitados de lejos o de cerca y dan testimonio de misericordia.
Esta mujer de Betania, sale de la oscuridad y se vuelve para seguir a Jesús y se atreve a ungirle en casa de Simón el leproso, en el evangelio de Juan se convierte en María. Es una escena que tiene lugar seis días antes de la Pascua, unge a Jesús con la fragancia de un buen perfume de aceite de nardo en una jarra de alabastro.  ¿No era un derroche? ¿No era mejor repartirlo entre los pobres? Se preguntaban los discípulos. Pero como un acto amor y misericordia su acción estaba adelantando lo que Jesús venía anunciando, una muerte en cruz como un maldito. Comenta Jesús a sus amigos cercanos, a los pobres los tendréis siempre vosotros, esta mujer se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
Los que cuelgan de un madero no tienen honor, son malditos, fue el precio de su amor y su misericordia, de vivir lo que anunciaba, de su disidencia. Nadie apuesta en este mundo por los vencidos, tal vez sólo las propias víctimas, como muchas mujeres oscurecidas, ninguneadas y apartadas. El trabajo de las mujeres ha sido siempre en muchas sociedades anónimo y escondido, no fue menos en época de Jesús, pero él quería enfrentarse también a esa injusticia. Ni los discípulos fueron capaces de ver la realidad, sólo una mujer anónima tomará la iniciativa de forma profética y pudo administrarle la unción, la extremaunción. Esa mujer creativa, generosa, representa la misericordia y el amor en la entrega, se da a sí misma.
Ahora siguen existiendo muchas mujeres anónimas, muchas mujeres silenciadas y dedicadas a tiempo completo a sus hijos, marido, padres, nietos en la necesidad, el dolor, la vejez, las enfermedades crónicas, las dificultades económicas. Muchas Marías de Betania, de Nueva York, Madrid, Roma.
Mary vive en Nueva York, dejó su trabajo para dedicarse a tiempo completo a su marido enfermo de Parkinson, ahora está agotada. No recibe ninguna ayuda, ni de instituciones, ni de familiares cercanos. A pesar de todo, sigue derramando el perfume de su amor y generosidad cuando acaricia y acuesta a su marido.
En Madrid encontramos a otra María, tiene 50 años, ha renunciado a una vida de familia al servicio de sus padres y hermanos. El padre enfermo de alzheimer y la madre en una silla de ruedas por una cadera fracturada. Está agotada, pero su sonrisa no se descuelga de su rostro como un gran frasco del mejor perfume derramado.
Marie vive en París, tiene 60 años, siempre pendiente de su hija de 35 con esclerosis múltiple avanzada. Alguna vez con depresión y ansiedad, pero tiene una entrega sin límites, lleva la silla de ruedas, la baña con mucho cariño y ahora recibe la ayuda de su otra hija. Lo que le hace más llevadero esos momentos difíciles que se ven superados con una gran amor y con una preparación cada vez más eficaz.
Mariam está en un campo de refugiados fuera de Siria, vive en la misma tienda que sus hijos y nietos, viendo como sus nietos dejan la infancia entre las lonas del campo, entre el barro y sin agua cercana. Ya ha sufrido demasiado su casa había sido bombardeada y estaba en ruinas, ahora quiere para sus nietos y sus hijos un futuro mejor. Desarrolla cada día el perfume de la paciencia y una gran sonrisa en la soledad del campo.
Esta entrega de muchas mujeres anónimas, ha provocado que muchas de ellas sean condenadas al aislamiento, al sufrimiento, incluso a la muerte. Son ellas, muchas desconocidas, las que sacan proyectos sociales y sostienen a las familias en África, Asia y Latinoamérica. A veces, estas mujeres van más allá del cuidado, en un compromiso de resistencia a la opresión en favor de la dignidad humana. Hoy, como ayer, muchas mujeres derrochan su perfume de la generosidad y de la misericordia, en la enfermedad, en la muerte. Como María de Betania existe otro modo de escuchar la palabra, tiene más que ver con las entrañas que con el oído, ellas captan matices que van más allá del amor, apuntando al centro de la misericordia.
Mientras crece la noche, cada día
prende el Amor su llama
en tu candil de aceite desvelado,
siempre igual y creciente.
El pan de tus moliendas se cuece, cada día,
bajo el fuego tranquilo de tus ojos,
mientras crece también la madrugada.
La fuente de la plaza te entrega, cada día, su limosna
mientras le crece el corazón al mundo.

(Pedro Casaldáliga, Mujer de cada día)

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martes, 5 de abril de 2016

Perdonar no es fácil










Juan Antonio Mateos Pérez
 
Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, lo crucificaron allí, y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía:  “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen (Lc. 23, 33 – 34)


La Cuaresma es un tiempo oportuno, un tiempo de conversión y reflexión interior, colocar a Dios en el centro de la existencia humana, y desde esa realidad, actuar en la vida. Es necesario atravesar este desierto de la conversión interior, ya que el mal está ahí, en el propio corazón del individuo, en la mundanidad de la existencia o en el devenir de lo cotidiano. El creyente quiere remontar ese abismo que el mal realiza en su existencia que le separa de Dios y que sólo el amor puede colmar. Cuando el mal toma la delantera, la ceguera del espíritu no permite ver lo esencial, el amor del Padre, se subraya lo superficial de ciertas actitudes y niega la mano al prójimo, sobre todo los más necesitados de la periferia del mundo. En el camino de Samaría a Jerusalén muchos dan un rodeo y no ven al hombre tendido en la cuneta de la vida. De ahí que la Cuaresma sea un momento oportuno para experimentar la misericordia de Dios a través del Sacramento del Perdón o mejor de la Gracia, encontrarse con un Padre que lo espera y lo acoge en sus brazos.
En este año, inmersos en el año de la Misericordia, el perdón ocupa un lugar destacado, así lo indica Francisco en la Bula de convocatoria del Jubileo, cuyo lema es “Misericordiosos como el Padre”. La soberanía de Dios no sólo se manifiesta en su amor y misericordia, también en el perdón y la absolución. Sólo puede perdonar y absolver quien se encuentra por encima de la justicia, pudiendo indultar al otro del castigo justo y conceder la posibilidad y la alegría de comenzar de nuevo. Sólo Dios puede perdonar, ya forma parte de su esencia misericordiosa y amorosa hacia el ser humano: «Porque tú, Dueño mío, eres bueno y perdonas, eres misericordioso con los que te invocan» (Sal 86,5). En su misericordia Dios se revela como totalmente Otro, pero también como lo más cercano, más cercano que uno mismo como recordaba San Agustín.
El perdón de las ofensas y al hermano es un imperativo que deviene del amor misericordioso del Padre, el corazón que se abre a ese amor se transforma, da un vuelco a su existencia y puede mirar a los otros sin violencia, resentimiento y rencor. El perdonar para el seguidor de Jesús se vuelve radical, ya que hay que perdonar incluso a los enemigos, el amor a Dios y al prójimo son inseparables. El Sermón de la montaña, momento álgido de la misericordia de Dios, Jesús exige el amor a los enemigos: “Amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen…, así seréis como vuestro padre del cielo”, añade que no debemos perdonar una vez, sino siete veces sietes, incluso setenta veces siete.
Con ese amor misericordioso Dios no minimiza el pecado y la responsabilidad del hombre, se toma en serio nuestros actos buenos o malos, pero a través de nuestras debilidades podemos descubrir que Él nos ama tal como somos. El perdón a los otros no es fácil y requiere un largo camino, hace falta tiempo, ya que todo perdón al prójimo, incluso a los enemigos, deriva del amor y perdón de Dios y lo va realizando de manera progresiva en nuestro corazón.
No, el perdón del seguidor de Jesús, no depende de la sensibilidad humana, es un acto de fe. La gracia y el amor de Dios va creciendo en el corazón del hombre, al sumergirse  en el amor de Dios, se da cuenta que él también es pecador. Desde este descubrimiento puede poner su perdón en el perdón de Dios, abriendo un camino a su propio perdón, expandiéndose por gracia de la misericordia. En este el momento de la realidad del perdón y del amor de Dios, el creyente puede acudir al Sacramento de la Gracia, en que recibe la liberación. Su fe le ha llevado al perdón desde los comienzos difíciles del mal y el pecado hasta su liberación que será un momento de paz. En el agradecimiento culmina la liberación, ahora puede ver al prójimo de otra manera, no de forma parcial, sino con los ojos y la luz de Dios. Lo que me separaba del prójimo era la ausencia de fe, al poner el perdón personal en el perdón de Dios, se disipan los sentimientos de rencor, violencia o resentimiento, que tal vez no desaparezcan, pero ya no dominan al individuo y su existencia.
Como hemos comentado, si te piden perdón, perdonar siete veces siete, siempre. Pero, tal vez no te pidan perdón. Así, perdonar al otro es más doloroso y difícil, eso llevará más tiempo, pero no se deberá detener el proceso del perdón, al final se llega a la paz desde la fe en Dios. Hay personas que ante un mal inmenso e insondable, las  víctimas no consiguen perdonar debido a la fuerte herida, que provoca dolor. Pero, muchas de estas personas tienen un perdón en germen, en no poder perdonar, ya hay un deseo de perdón. No poder perdonar es muy diferente de no querer perdonar, en ese no poder hay un germen de perdón, en él ya puede comenzar el proceso, que puede liberar progresivamente y  que la gracia de Dios lo desarrollará a su tiempo y en su momento.
El perdonar no es olvidar, no se pueden olvidar ciertas cosas demasiado graves y dolorosas, cicatrices no cerradas del todo. No se puede olvidar algo que forma parte de nosotros mismos, de nuestra biografía social y personal, esto no quiere decir que no se haya producido el perdón.  Dios está ahí en nuestro perdón, que incorporamos a nuestro ser. Así cuando el pasado regrese a nuestro corazón, es el momento de recordar el perdón y el amor de Dios, que es el que me libera y me da paz. Paul Dominique Marcovits, en su obra sobre el perdón cita a Sören Kierkegaard: “Para olvidar el pasado, acuérdate del perdón”.
El perdón a los enemigos, desde el punto de vista humano, es una de las exigencias más difíciles de Jesús, pero forma parte del mandamiento del amor, enraizado en la esencia más íntima del misterio cristiano, es la quintaesencia de la virtud, el novum del ser cristiano. Muchos afirmarán como alguno de los grandes pensadores contemporáneos, que el amor a los enemigos pertenece al credo del absurdo, ¿Adónde iríamos a parar si renunciáramos a la violencia y apostáramos por el perdón?…, pero la pregunta es otra después de las experiencia insondables de violencia del siglo XX, “¿Adónde iríamos a parar si no existiera el perdón y la absolución, si de cada injusticia de la que somos víctimas nos desquitáramos con una nueva injusticia? La misericordia y el perdón aunque sean a veces actos sobrehumanos, también son actos racionales, tender la mano por encima de los conflictos y las trincheras hacen posible el fin de la espiral de violencia y el camino para la solución de los grandes coflictos.
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domingo, 3 de abril de 2016

Un adiós con ECO












Juan Antonio Mateos Pérez
SALAMANCArtv al DÍA    

El mundo está lleno de libros preciosos que nadie lee
Umberto Eco
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Columna de opinión de SALAMANCArtv al DÍA

La semana pasada fallecía Umberto Eco, uno de los intelectuales más reconocidos y globalizados de nuestro tiempo junto con Noam Chomski. Saltó a la fama no tanto como filósofo o semiólogo, sino como literato con sus dos grandes  best sellers, El nombre de la rosa o El péndulo de Foucault. Para los jóvenes universitarios de los años 80, leímos más que sus obras filosóficas un libro sencillo y práctico, Cómo se hace una Tesis. Técnicas y procedimientos de estudio, investigación y escritura, donde intentaba orientar a los alumnos en la investigación científica y sobre todo en la Tesis doctoral, un libro de primeros auxilios. Luego llegaron otros libros, La estrategia de la ilusión (1986); Los límites de la interpretación (1990); El superhombre de masas (1995) ¿En qué creen los que no creen? (1996), diálogo epistolar sobre la ética con el cardenal Carlo Maria Martini; Kant y el ornitorrinco (1999); La historia de la belleza (2005), La nueva Edad Media (2010),  etc.  Su último libro es una  novela periodística,  Número cero (2015),  es una reflexión y una fuerte crítica contra el periodismo, internet y la mentira, la corrupción y la lucha por el poder.
Nació el 5 de enero de 1932 en la ciudad del Piamonte de Alessandria, se educará en los Salesianos, realizando su carrera universitaria en la Universidad de Turín. Su Tesis doctoral la realiza sobre el problema estético de Santo Tomás de Aquino, un tema fecundo en su obra que irá desarrollando en otros escritos estéticos y de filosofía del lenguaje. Trabajará como profesor en las Universidades de Turín, Florencia, Milán, acabando siendo catedrático de semiología en Bolonia. En 1999 es nombrado presidente de la Escuela Superior de Estudios Humanísticos de Bolonia y en 2002, presidente del Consejo Científico del Instituto Italiano de Estudios Humanísticos. A lo largo de su carrera mantiene una sorprendente capacidad de innovación como pensador y como novelista. Las líneas de su investigación y pensamiento son la semiótica, la estética, el lenguaje del arte y la literatura, la lógica y la teoría de la interpretación.
Numerosos Universidades del mundo concedieron a Umberto Eco el doctorado honoris causa, ha ganado importantes premios  en los que destaca en España el premio Príncipe de Asturias de Comunicación, era uno de los 17 sabios del Foro de la Unesco. En el 2015, cuando recoge uno de sus últimos premios, el título honorífico de “Comunicación y Cultura” en Turín, aparece uno de los últimos titulares del escritor: Estamos asistiendo a la invasión de los idiotas. Las redes sociales dan derecho hablar a legiones de idiotas, promoviendo al tonto del pueblo a ser portavoces de la verdad. Es una llamada de atención a filtrar las informaciones de internet, dándose por válido muchas informaciones que no se saben su origen y procedencia. Internet es el lugar donde se están disputando las noticias, las ideas, la verdad.
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Para los que andamos detrás de la filosofía y la religión, seguimos muy de cerca el diálogo epistolar entre Eco y el Cardenal Martini, promovido por la revista Liberal, que más tarde se editaría en forma de libro, ¿En qué creen los que no creen?. Los dos interlocutores se intercambiaron ocho cartas, donde los temas tratados fueron de tal envergadura y de tanto éxito en Italia, que atrajeron al debate otros pensadores como Enmanuel Severino, Claudio Martelli, Eugenio Scalfari,  Indro Montanelli, Vittorio Foa y Claudio Martelli. En el diálogo entre Umberto Eco y el Cardenal Martini, se trataron numerosos cuestiones de interés: El fin del mundo y la esperanza en el futuro, la vida humana y el aborto, el sacerdocio de las mujeres, los laicos en la Iglesia, la falta de fe, la base de la ética. Umberto Eco, comentaba que le parecía evidente que la persona que no ha tenido la evidencia de la transcendencia, o la haya perdido, lo único que puede dar sentido a su propia vida y a su propia muerte, es el amor hacia los demás, el intento de garantizar en cualquier otro semejante una vida visible incluso después de haber desaparecido. El libro se cierra con la intervención del Cardenal Martini, donde comenta que la ética precisa de la verdad, alabando el debate y el estímulo para una reflexión común sobre el sentido del deber, de los ideales éticos que todos sentimos o nos inspiramos independiente de las posiciones que tomemos. La ética, sea laica o trascendente, en ella emerge una esfera del significado fundamental de la vida que patentiza el sentido del límite,  de la esperanza, del bien, más allá de cuál sea el fundamento en que basemos tal creencias.
Desde aquí queremos recordar ese anhelo de Umberto Eco, hacia la vida, la verdad, la ética y sobre todo el diálogo fructífero con la cultura. Un adiós con retorno. Gracias.

martes, 29 de marzo de 2016

Misioneros dominicos denuncian violación de derechos en el Seybo

El grito de los pobres











Juan Antonio Mateos Pérez


Cada uno de nosotros debe hacer lo suficiente para proteger a los pobres del mundo de manera que tengamos la seguridad de que estamos compensando por completo la propia parte del déficit de derechos humanos que causamos en conjunto.
Thomas Pogge
No era mi intención hablar hoy de nuevo sobre la pobreza y las injusticias, otros temas nos reclamaban: El abrazo de Francisco y el Patriarca Kiril que rompe mil años de desencuentros, una misma fe con distinta teología; el nuevo vídeo del Papa hablando del cuidado de la Tierra; el año de la Misericordia; la Cuaresma y el camino hacia la Pascua, el drama de los refugiados, etc. Pero un nuevo grito de injusticia nos llega de América, de nuevo el fraile dominico Montesino apela a la conciencia y nos pregunta, ¿acaso éstos no son hombres? Quinientos años después, un nuevo grito de los frailes impulsados por las injusticia y por la verdad ha vuelto a sentirse, un grito que nos debiera escandalizar, no sale en las televisiones y parece que no, por lo tanto es como si no existiera.
Nos llega una nota desde El Seybo, en la República Dominicana por el promotor de Justicia y Paz del CIDALC (Conferencia interprovincial de los Dominicos de América Latina y el Caribe), Fr. Miguel Angel Gullón OP, denunciando la violación de los derechos humanos, la violencia y el atropello en unas barriadas de pobres cerca de una serie de complejos turísticos del país. A las tres de la madrugada se personan armados el barrio de Villa Guerrero de Santa Cruz de El Seybo, desalojando con fuerte violencia a setenta familias y destruyendo sus casas. Los que realizaron esta acción, con el consentimiento del gobierno, son los agentes de la todopoderosa Compañía Central Romana, propietaria del 70 % de la tierra de la provincia del Seybo. Eran casas de personas humildes, construidas con el sudor de su trabajo, las mujeres lavando y planchando ropa y los compres trabajando en el campo y la construcción.
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La Central Romana es una de las muchas corporaciones que empezaron como empresas agrícolas de plantación, en este caso en la explotación de azúcar. En la actualidad Central Romana posee más de 200,000 acres de terreno, de los cuales, más de la mitad es dedicada al cultivo de la caña. Pero la compañía ha diversificado desde principio de siglo sus inversiones, ampliando sus garras corporativas a otros sectores como el ferrocarril, las manufacturas, los servicios y el turismo. Son imponentes la red de hoteles, aeropuertos, puertos turísticos, controlan la electricidad del país, el suministro de agua, incluso tienen importantes hospitales dirigidos principalmente a sus empleados, supermercados propios, etc. En su página web, se presenta hipócritamente como generadores de riqueza, con un fuerte compromiso social, generadores de vivienda y protectores del medio ambiente, pero no explican lo que a escondidas están realizando con la impunidad de los gobernantes.
La imagen de una gran empresa avanzada y limpia forma parte de esas campañas de hipocresía que muchas grandes empresas se presentan ante la sociedad, pero sus acciones son completamente diferentes, contra sus trabajadores o contra la sociedad. Muchas de estas grandes empresas y conglomerados económicos están detentando el poder real en muchos países, sobre todos los pequeños. Está claro que los grandes organismos de control, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario son responsables de la  irracionalidad en el manejo de las privatizaciones, la falta de controles básicos al “libre comercio” al igual que la presencia excesiva de las corporaciones transnacionales o nacionales en el control de la economía mundial o nacional, limitando las funciones básicas del Estado. ¿Qué hace el gobierno de la República Dominicana? ¿No tendría que ser la garantía para que se respetaran los derechos de sus ciudadanos? Como vemos no, ya no son el garante de los derechos y lo que es más grave, ha privatizado la seguridad y el control de la policía ¿Qué hace una empresa privada con agentes armados amenazando a la población y violando los derechos más elementales?
Así están las cosas, los movimientos que defienden los derechos humanos  tienen mucho que ofrecer en la lucha contra la pobreza y la desigualdad, pero deberá ir más allá de una visión centrada en los derechos civiles y políticos, limitada al paradigma de los Estados centristas. Deberán desafiar cualquier ideología que trivialice el discurso político acerca del desarrollo y la pobreza, desarrollando una idea de que la pobreza estructural no es aceptable en los tiempos que vivimos. Promover y luchar una justicia globalizada, para ello es necesario un efectivo gobierno internacional como nos ha indicado Thomas Pogge.
 Pogge afirma que cualquier política internacional se deberá basar en la lucha de los problemas morales de peso y fundamentales, centrados en los seres humanos y, que puedan ser ampliamente compartibles entre todas las culturas y civilizaciones. Para ello se necesita un acuerdo internacional sobre un estándar moral común que sea plausible y capaz de una amplia aceptación internacional. Pogge no sólo propone ese moral mundial para establecer esa justicia global, como base de un gobierno internacional,  también es necesaria la legitimidad de cada Estado, ésta se consigue con el respeto derechos morales y humanos. Los organismos internacionales no deberían fomentar aquellos Estados que violan los derechos, donde en terminología de Pogge, tienen un déficit democrático, ya que están fomentando la pobreza, la desigualdad. Hacer justicia a la humanidad, como nos comenta Pogge, es dar forma un nuevo a un orden internacional para que todos los seres humanos tengan acceso seguro a los bienes básicos que necesitan para ser miembros plenos y respetados de sus comunidades, de sus sociedades y del ancho mundo. ¿Tomarán nota los poderosos de estas premisas? Parece que no, por lo que muchos pobres serán desalojados de sus casas por muy humildes que sean.
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lunes, 29 de febrero de 2016

Al margen de la globalización

CAMPAÑA DE MANOS UNIDAS
 

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Juan Antonio Mateos Pérez
 “Plántale cara al hambre: siembra”´
(Manos Unidas)
Lo que llamamos globalización actual es un proceso de trasformación global, impulsado por la revolución tecnológica actual, pero que tiene una larga historia que se inicia con los grandes descubrimientos del siglo XVI. Ese proceso se acelera con la Revolución Industrial de finales del XVIII y XIX, acompañada con una importante “revolución de los transportes”. Esa importante acumulación capitalista que se inició en Inglaterra hace doscientos años, ha ido extendiéndose por el mundo entero por medio del colonialismo, del imperialismo y hoy por lo que llamamos globalización. En el debate sobre la globalización podemos encontrar los que piensan que es un momento de grandes oportunidades y a los que están en contra en no ven más que peligros en el proceso. Independientemente de nuestra postura, parece un proceso irreversible y vemos en él un claro proceso histórico de transformaciones sociales, políticas y económicas. Con este proceso cada vez más acelerado, se desarrollan redes y centros de poder globalizados, estrategias económicas que favorecen a esos núcleos de poder, patrones globales de estratificación de clases, zonas del planeta fuertemente enriquecidas y otras muy empobrecidas.
Lo que llama la atención que en ese proceso, parece que no van todos, gran número de personas y países están al margen de la globalización. Aunque los centros y redes de poder sostienen que este proceso uniforma, lo cierto que y los resultados alcanzados lo demuestran, sólo unifica. Fuera de este proceso de globalización quedan muchas cosas importantes que se han ido desarrollado en un proceso histórico largo y costoso: El ser humano, el medio ambiente, la democracia, la cultura, la verdad, y sobre todo ha creado grandes bolsas de pobreza inhumanas.
Las fábulas económicas introducidas en este proceso irreversible siguen comentando que hay que dejar obrar al mercado mundial, acompañado de un imponente desarrollo tecnológico, para administrar eficientemente los recursos, eso genera más beneficios y así se puede distribuir mejor la riqueza. Parece que las premisas iniciales funcionan de una forma exponencial, no la última de ellas, más que distribuir la riqueza ha provocado pobreza y esclavitud de grandes masas de la población mundial. De este proceso no se libran las sociedades mejor paradas, los llamados países desarrollados,  que están creando “animales de trabajo” en estas sociedades del cansancio, donde el individuo se explota a sí mismo por una miseria y sin coacción externa, debido a un exceso de estímulos que está recibiendo.
Las pocas familias que dominan el mundo, grupos económicos, multinacionales o como se quieran llamar, tienen mayor poder económico y de dominio como nunca se había alcanzado. Pero no quieren asumir ningún tipo de responsabilidad económica, social, ecológica que vaya más allá de rentabilizar sus propios intereses, es más, en los grandes conflictos mundiales miran para otro lado con la complicidad de los grandes Estados. Asistimos en este momento a ver grandes grupos de población, incluso de los “países llamados ricos”, alienadas, desasistidas, desesperanzadas, despolitizadas, analfabetizadas funcionalmente, llegando a grandes regiones del mundo a ver sin compasión, el hambre, la miseria, la esclavitud infantil, la explotación, plagas, enfermedades, etc.
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Parece que asistimos a una globalización sin esperanza, donde una “economía virtual”, financiera y especulativa desarrolla su juego especulativo sin fábricas, sin bienes, sin trabajadores. Los procesos económicos liberalizan, desregulan, privatizan, avasallan la dignidad humana; castigan a la sociedad y a sus trabajadores, no respetan el planeta, debilitan progresivamente la autoridad gubernamental con su economía de casino y ruleta, provocando inquietud y certidumbre. Desde que terminó la “Guerra Fría”, FMI y el Banco Mundial a los países en vías de desarrollo han llevado al empobrecimiento de cientos de millones de personas, renegociando su deuda externa. El poder económico interno de los países en vías de desarrollo se ha desplomado, han surgido hambrunas, se han cerrado centros de salud y escuelas, a cientos de niños se les ha negado el derecho a la educación primaria, han surgido enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la malaria o el cólera.
En este mes de febrero, muchas instituciones que luchan contra la pobreza nos recuerdan esta realidad lanzado sus campañas solidarias. Hace pocos días lo ha hecho Manos Unidas, ONG que trabaja desde hace 56 años  apoyando a los pueblos más desfavorecidos en su desarrollo y en la sensibilización de la población española ante el problema del hambre. Su campaña de este año lleva el lema: “Plántale cara al hambre: siembra”, comenta en su informe que en el mundo han crecido las posibilidades para que todas las personas puedan vivir dignamente, pero se constata que la globalización no ha producido mayor justicia social, sino que ha prevalecido la indiferencia y la exclusión, la corrupción y el desinterés a los más vulnerables.
Manos Unidas, subraya no quedar indiferente ante el problema del hambre, propone sembrar una buena tierra, un buen agua, una buena semilla, relacionando el problema del hambre con el acceso a la tierra, al agua y a la desprotección jurídica en la especulación de los mercados internacionales sobre el valor de los cereales. La ONG, quiere sembrar capacidades, solidaridad, responsabilidad y cooperación entre los Estados que hagan posible una globalización más enriquecedora y justa en el aprovechamiento de los recursos alimentarios.
Estar atentos a éstas y otras propuestas que puedan enfrentar este problema y tomar conciencia de la situación, dignifica a la persona en nuestra sociedad adormecida y paralizada por tantos estímulos. Para combatir el hambre no sólo es el resultado de repartir alimentos o hacer donativos, requiere una acción más global que busque un cambio estructural con políticas efectivas y una nueva forma de hacer la globalización que incluya a todos y sobre todo a los más vulnerables. También una ética de la solidaridad, que sea crítica con nuestra forma de vida y exceso de gasto y que luche por la dignidad humana. Vivir dignamente significa tener casa, trabajo, educación, salud, etc., todavía hay espacio, tiempo y corazón para la esperanza.

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