En el nombre de Dios…
Juan Antonio Mateos Pérez
SalamancaRTV al DÍA
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los hijos de Dios».
Bienaventuranzas (Mt. 5)
Juntos
digamos «no» al odio, a la venganza, a la violencia, en particular a la
que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, salam”
Francisco,
en la Mezquita Central de Bangui
La religión
se encuentra afectada por nuevos los desafíos de nuestra época, vivimos
en plena globalización, en una sociedad líquida y postmoderna. Los
problemas son universales y las religiones se
ven afectadas y condicionadas por lo que ocurren en otras partes. Este
nuevo horizonte plantea nuevos retos y nuevas formas de vivir la fe,
donde lo local y lo universal tienden a integrarse, al igual que el yo y
el nosotros. Vivimos en era de la ciencia
y desde su razón científica prima los saberes fundamentados, la
filosofía que antes era
ancilla theologiae, ahora
se ha puesto al servicio esta razón instrumental. La primacía de la
ciencia ha generado un “cierre categorial”, que afecta no sólo a la
religión,
también a la filosofía, a la ética, la metafísica legitimando sólo los
hechos empíricos. Dios ha dejado de ser relevante en una sociedad
fuertemente impregnada por la ciencia, lo sobrenatural se diluye en “el
crepúsculo de los ídolos”, en el nihilismo y en
el escepticismo que se han instalado como huéspedes privilegiados de
nuestra cultura. Hoy Dios resulta menos creíble que la religión, vivimos
sin noticias de Dios, aunque en muchos lugares se mata en nombre de
Dios.
Aunque me
sienta como un extranjero en esta nueva tierra del ideario
post-religioso quisiera seguir a vueltas con Dios y desenmascarar las
falsas imágenes que nos hacemos de la divinidad, a veces
imágenes que justifican la violencia. No tenemos más que ver las
noticias y comprobar abusos y violencias que se ejercen en el nombre de
Dios, cada día asistimos a “inmolaciones” y atentados que remiten a
Dios. Dios es usado para justificar la violencia y
la muerte. La violencia vivida en
estos días con la matanza de Orlando, donde el ISIS se adjudicó su la
autoría, aunque no debemos olvidar los atentados de Túnez, Kuwait,
Francia, Somalia y Siria.
Hay una
gran facilidad para el uso de la religión como elemento legitimador por
el poder de turno ya sea religioso o no. Ya hemos hablado del
chivo expiatorio y la sacralización de la víctima, el mecanismo
humano de imitación, competitividad y celos recíprocos que analizó
profundamente R. Girard. Jesús y su muerte en cruz, víctima inocente,
desvela y termina con todos los chivos expiatorios,
primando el amor y la misericordia.
Por otro
lado, ha estado siempre el recurso a Dios para legitimar o deslegitimar
el poder: “Dios lo quiere”, por la “Gracia de Dios”, ha sido el uso del
caudillo o del monarca. Este uso de lo religioso,
ha sido muy atractivo para el poder y se han legitimado a lo largo de
la historia, cruzadas, guerras, conquistas, violencias, masacres, etc.
Menos veces se ha utilizado lo religioso para denunciar los abusos y
atacar el poder, en nuestra mente está Antón
de Montesino y su “grito contra los conquistadores”.
Ahí está la
frontera sangrienta del Islam con todas las religiones, con la ortodoxa
en los Balcanes, con el hinduismo en Cachemira, con el catolicismo en
filipinas y en Irak, con el judaísmo en Palestina,
con el animismo en África, podemos seguir… Después del 11-S, ha servido
para lanzar “el choque de civilizaciones”, visión que ha ayudado para
encubrir los grandes problemas de carácter político, nacional, social
histórico, etc. El integrismo y fundamentalismo
árabe manipula al Islam para justificar sus actos de violencia cada vez
mayores. Esto está influyendo a los más conservadores de Occidente y
América, donde aparece también un fundamentalismo religioso en defensa
de la “civilización cristiana”. Estos lamentables
espectáculos de sangre y de violencia cuestionan lo religioso y el
monoteísmo.
¿No sería
más lógico pensar que el monoteísmo conduce a la tolerancia, ya que del
Absoluto no hay representación, ni mente que lo alcance, siendo un
misterio? A Dios nadie lo posee, por lo que siempre
debemos hacerlo con aproximaciones, siempre limitadas e inadecuadas.
Dios siempre es un misterio que supera al hombre. La verdad de Dios,
incluso en Jesús, se nos comunica de forma limitada y finita. Esa verdad
está sólo en Dios,
todos somos buscadores de la verdad, no poseedores de
la misma. Todas las tradiciones religiosas son destellos de la Verdad,
no debemos excluirlas, ya que sólo Dios es la verdad. El insondable
misterio de Dios, siempre se ha sometido a mediaciones,
unas afortunadas otras muy distorsionadas de la realidad, que han hecho
sufrir. Alguna de ellas todavía queda viva en ciertos grupos religiosos
que no han desenmascarado los falsos dioses, provocando ataduras,
prácticas religiosas violentas, y figuras opresoras
de Dios.
El Dios de Jesús es un Dios con nosotros, un Dios amor que ama la paz y la misericordia.
Felices los mansos, los que vacían su corazón de violencia y agresividad.
Son un regalo para nuestro mundo violento, y un proyecto para todos.
Recordamos aquel mandato de Jesús, amar incluso a nuestros enemigos. El
amor de Jesús está en la
base de su actuación y de su imagen de Dios, un amor realmente universal
que alcanza a todos los hombres. Es necesario amar a los enemigos, a
pesar de su rostro desfigurado, este amor es imprescindible para no caer
en la deshumanización que genera odio y violencia.
Amar incluso al violento no quiere decir dar por buena y justa su
actuación, incluso denunciarla de manera tajante, pero su violenta
actuación no debe llevar al odio que genera más violencia.
Como decía Martin Luther King, ”el
último defecto de la violencia es que genera una espiral descendente que
destruye todo lo que engendra. En vez de disminuir el mal, lo aumenta”.
No se puede
utilizar una teología del terror, debemos ir elaborando una imagen que
evite los fundamentalismos por otra fundamentada racionalmente y
religiosamente. No se puede justificar las guerras,
justas o injustas, ni cualquier matanza o atrocidad, ya que Dios es paz,
es misericordia, es liberación de cualquier sufrimiento
gratuito, es diálogo y tolerancia. Dios se comunica con el ser humana,
respeta su libertad, no impone, se ofrece y escucha. Dios es verdad y
ésta se busca, no se posee, hay numerosos caminos que
por los que se puede llegar desde la pluralidad. El Dios de Jesús, llama
a la vida fraterna y a la gratuidad,
lo que salva es el amor no las religiones, ya que nos
enseña buscar a Dios y a nuestros semejantes. El Dios de Jesús, es un
Dios que se une a nuestra humanidad y a nuestra historia, que se
manifiesta no por la vía del poder, sino por la debilidad
y por la vida. Conocemos su revelación en las escrituras pero no su
plenitud,
Dios sigue siendo un misterio y desborda a todas las religiones, incluso a la cristiana. Ante su misterio somos buscadores y en esta búsqueda debemos estar abiertos, ser acogedores, respetuosos y dialogantes.