martes, 24 de mayo de 2016

El silencio habitado



Juan Antonio Mateos Pérez
SALAMANCArtv al DÍA
Si yo fuera médico y me preguntaran que consejo dar, respondería: ¡Guardad silencio, haced callar a los hombres!
S. Kierkegaard

Después de un largo recorrido en el blog de SalamancaRTV al Día, hoy publicamos el artículo cien, casi dos años de presencia,  donde hemos intentado recorrer los caminos del silencio. Meditar, transcender e intentar no ahogarnos en la espuma de las palabras de un mundo a veces vacío y zarandeado por los vientos mediáticos. Vivimos en una sociedad con demasiadas voces, hoy no se representa nada fuera de la escena, un flash de informaciones nos asaltan cada amanecer antes de ir al trabajo, el ruido de los coches, los timbres, las voces amplificadas cada vez con mayor intensidad, el desasosiego y el vacío están suprimiendo la esencia más profunda de lo que somos.
 Es necesario como nos aconseja Kierkegaard una cura de silencio para tomar altura y profundidad y poder ser uno mismo. Hoy más que nunca hay una necesidad de ahondar en un silencio, corporal, mental, afectivo, místico, para poder vivir habitados en nuestro ser más profundo en medio del torbellino de la vida. Elogiar las cosas cotidianas, refrenar el vuelo, saborear lo sencillo y ralentizar el tiempo para escuchar el sonido de las olas, oír el silencio de las montañas y caminar temprano por toda la belleza de la creación.
La verdad del silencio comienza por los caminos del asombro, dejándose sorprender por la existencia. Ese asombro se despierta desde la razón poética, una mirada honda y raíz de lo auténtico, cuna del arte, de la ciencia, de la religión, de la gratuidad y origen de la verdadera filosofía como nos desvelara Platón. El asombro se escapa a toda lógica, ha de relacionarse con lo excepcional, ir más allá y buscar caminos, una capacidad que nos permite desvelar el interés por lo que es, por la esencia más profunda. En esta capacidad de asombrarse, podemos articular una doble capacidad humana de conocimiento: Un conocimiento al servicio de la necesidad que se distancia de la realidad y la reconoce dibujándola y objetivándola; y en segundo lugar, un conocimiento gratuito, asombrado o silencioso, capaz de conducir al individuo más allá del conocer necesitado y de su mundo correlato. 
Por esta última senda hemos querido caminar en este blog, un navegar por los límites, asumir esa condición fronteriza entre el pensamiento y el sentimiento, desde la razón cordial, como nos decía nuestro Miguel Unamuno. Esta razón no desecha ningún planteamiento y ninguna pregunta no le es ajena, llegando hasta lo más transcendente de ser.  Sabemos que no basta sentir el Misterio, no es suficiente la contemplación, sino el esfuerzo conceptual. Husserl nos recordaba que el racionalismo es un error, pero la racionalidad es un imperativo ineludible. Atenas y Jerusalén son las dos posibilidades del existenciario humano, contemplando en tensión ambas posibilidades desde la razón y el corazón.
El silencio es un camino que conduce al corazón del hombre habitado por el Espíritu, desde esa Presencia inefable encuentra su verdadera presencia en sí, en el mundo y con los demás. Este “silencio habitado” es compatible con la estructura y vocación del hombre. Esa presencia de Dios, si es buscada, si es reconocida, la dimensión interior del hombre le posibilita para la transcendencia y para un amor más profundo que nos libera. Este encuentro con Alguien es necesario para un silencio fecundo, de lo contrario puede provocar un tremendo aburrimiento o un gran vacío que acaba por amenazar nuestro equilibrio. Esa pedagogía del silencio nos la abren los grandes místicos, donde el amor ya no plantea preguntas sino que se abre al misterio de Dios y Dios responde al hombre liberándolo de sus preguntas. No todos estamos llamados a vivir como místicos, pero todos tenemos la necesidad vital del silencio. Comentaba Julien Green en su Diario: El silencio de esta habitación donde escribo es una de las mayores riquezas de mi vida. Yo así lo siento, así lo pienso. Gracias.

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miércoles, 18 de mayo de 2016

La libertad y las redes sociales




 
Juan Antonio Mateos Pérez
La persona misma se positiviza en cosa, que es cuantificable, mensurable y controlable. Sin embargo, ninguna cosa  es libre. Sin duda alguna, la cosa es más transparente que la persona. El Big Data anuncia el fin de la persona y de la voluntad libre.
Byung-Chul Han, Psicopolítica

Las redes están que arden con la campaña política que se acerca, se oponen de forma rotunda la publicidad electoral, se proponen a personas sin recursos para las mesas, sobre todo que se recorte el gasto. El uso de las redes sociales fueron decisivas para movimientos como el 15 M, pero han tardado en movilizar el movimiento de Nuit Debout (noche en pie)  en Francia. Ahora están preparando un movimiento global para el 15 de mayo en todo el tablero europeo, esto puede favorecer a los partidos que han sacado ventaja en situaciones de movilización social.
Se aprecia ya un cierto cansancio político en nuestra “sociedad del trabajo y del rendimiento”, este uso cada vez mayor de las redes sociales parece que va tejiendo una membrana impermeable en el individuo que lo va aislando del entorno y lo que predomina es el “enjambre digital”. Toda una serie de individuos aislados que carece de un nosotros, es la nueva masa que interactúa en nuestra sociedad, pero los dominan la sociedad neoliberal saben que carecen de una acción común, de una sola voz que puede constituir un verdadero contrapoder que pudiera cuestionar de forma profunda el poder establecido. Sólo se percibe ruido, un hablar sin coherencia que no permite el auténtico silencio para reflexionar en profundidad.
No podemos por menos que recurrir nuevamente al filósofo coreano Byung-Chul Han, pensador que ha realizado toda carrera académica en Alemania en diálogo con importantes pensadores como Heidegger, Marx, Foucault, Agamben, Stiegler, Deleuze, Baudrillard y Benjamin. Ha escrito importantes obras se han traducido al castellano como La sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia, La agonía del Eros, En el enjambre y Psicopolítica. En esta última nos presenta al individuo propio de la sociedad del neoliberalismo, donde se cree liberado de todo tipo de coacciones externas, pero se somete a coacciones internas y coacciones propias en forma de una coacción de rendimiento y optimización. El poder del explotador se traslada al propio sujeto, el sujeto que se cree libre es un auténtico esclavo, la única realidad libre es el capital que explota la libertad del individuo. El capital como decía W. Benjamin es la nueva religión, el nuevo Dios, un culto que no libera sino que culpabiliza al individuo.

Las redes sociales que se nos presentan como la libertad y comunicación ilimitadas como proponía Microsoft, se convierten en una forma de control y vigilancia. Las grandes multinacionales de las redes sociales (Facebook, Google, Twitter, etc) trabajan manejando nuestra información y nuestros datos, como si fueran servicios secretos para extraer beneficios de nuestros comportamientos en ellas. Hoy nos estamos dirigiendo hacia una psicopolítica digital que controla a los individuos desde dentro, desde su propio ser.
La política neoliberal busca formas refinadas de explotación, seminarios y talleres de management, jornadas de coaching empresarial, liderazgo, etc., el objetivo es conseguir una producción ilimitada. Esta dinámica de autoexploración genera enfermedades como la depresión y ansiedad, haciendo culpable al individuo no al sistema. Es una forma silenciosa de ajuste interior del individuo, sustituyendo la libertad por la libre elección y consigue implantar una dependencia tecnológica por medio del placer. El primer síntoma de lo que Han denomina el síndrome de burnout o agotamiento es la euforia. Eso hace que el individuo se vuelque en el trabajo hasta quedar rendido.
En esta sociedad, se reclama transparencia en nombre de la libertad de comunicación, pero es en realidad un dispositivo neoliberal. Esto empobrece porque a través de la comunicación y la información se impone un lenguaje carente de misterio y ambigüedad perdiendo su relevancia cultural como elemento de vida. En palabras de Han, estamos ante una sociedad pornográfica, una tiranía de lo luminoso y la visibilidad, al estar todo al descubierto, lo no visible se vuelve sospechoso. La transparencia que hoy se exige a los políticos es todo menos una reivindicación política, no se exige transparencia sobre los procesos políticos de decisión, solo al consumidor interesan como objeto de escándalo. Esto no es la reivindicación de un ciudadano, sino de un espectador pasivo. Se funda una democracia de espectadores pasivos produciendo la pérdida de lo político, una masa de individuos aislados, se va constituyendo un espacio público digitalizado y con un discurso tremendamente empobrecido.
La tesis de Han, es que hoy no se consumen objetos, lo que realmente consumimos son emociones, un mercado en el que se exponen, venden y consumen intimidades, el vehículo perfecto para su control son las nuevas tecnologías. La inmensa cantidad de datos que se manejan en los servidores, lo que el pensador llama Big Data hacen que el futuro sea algo predecible y controlable, ciego ante el acontecimiento. Esta herramienta permite hacer pronósticos sobre el comportamiento de las personas, sobre sus tendencias políticas y de consumo y permite reducirlas a un nivel prerreflexivo, dando lugar a un fuerte idiotismo. Es una forma de control y vigilancia total de los individuos en nuestras sociedades globalizadas y que está suponiendo una auténtica crisis de la libertad.

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martes, 10 de mayo de 2016

Etsi Deus no daretur (como si Dios no existiera)



 

Juan Antonio Mateos Pérez
"Me gustaría hablar de Dios, no en los límites, sino en el centro, no en la debilidad, sino en la fuerza, no a propósito de la muerte y de la falta, sino en la vida y la bondad del ser humano. En los límites, me parece preferible callarse y dejar sin resolver lo que no tiene solución (...). Dios está en el centro de nuestra vida, estando más allá de ella".
Dietrich Bonhoeffer

Nuestra cultura parece que quiere vivir sin Dios, el nihilismo, el pluralismo social y la relativización posmoderna de las creencias inciden también en el propio cristianismo. Nuestro mundo se ha instalado en la indiferencia de lo religioso, o bien en un ateísmo práctico donde numerosas personas viven “como si Dios no existiera”. Este ateísmo tiene como mejor argumento el sufrimiento de los inocentes, como insinuaba Dostoievski, donde quería devolver su entrada para el cielo. Las respuestas buscadas por el excelente escritor ni la sagrada escritura, ni la filosofía pueden responder. Otros argumentos que el ateísmo añade son la incompatibilidad de la imagen cristiana con el mundo científico, o bien que sólo sin Dios el hombre puede llegar a la madurez. La pregunta por Dios es en nuestra cultura irrelevante, parece que al no plantearse la pregunta lo más inteligente es un largo silencio. Este ateísmo práctico no tiende a demostrar que Dios no existe, lo que se busca es crear un mundo donde Dios no sea necesario.
Podemos destacar otra línea de reflexión en nuestra sociedad, donde es difícil clarificar que se entiende por Dios, admitiendo una pluralidad de significados. La presencia de otras religiones en nuestra cultura europea y en nuestra sociedad, han contribuido a la vaguedad, tomando conciencia que hay muchas maneras de hablar de lo divino y lo sagrado, incluso hay religiones sin Dios como el budismo. La fe cristiana está hoy confrontada a otras cosmovisiones, esta pluralidad erosiona su pretensión de universalidad y hegemonía, provocando en nuestra sociedad que las ideas cristianas sean difusas y equívocas, incluso para los propios cristianos. Muchas personas, sobre todo de clases medias, aunque se casen por la Iglesia o tenga una cierta religiosidad difusa, lo cierto es que viven como si Dios no existiera, en sus vidas se ve la inexistencia de Dios, como si Dios para ellos en su realidad cotidiana o en sus aspiraciones de sentido la realidad Dios no es necesaria o es superflua.
El teólogo y pastor protestante Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), introduce hace ya 70 años la expresión “Vivir como si Dios no existiera…” en nuestra cultura y en la literatura teológica. Aunque la frase puede remontarse al siglo XVII con el cristiano Hugo Crocio, había sostenido que el Estado debía legislar como si Dios no existiera, y que el derecho natural sería válido etiansi daremus non ese Deum. Bonhoeffer escribe desde la prisión, por el delirio destructivo de Hitler, su testamento teológico Resistencia y sumisión, afirmaría que no existe un Dios cuya existencia se pueda demostrar. Es decir, no existe un Dios objeto, manipulable, no niega su omnipotencia, solo lo considera como a Dios mismo, no visible, misterioso. El pastor protestante pensaba en una sociedad donde el Evangelio pudiera ser lo que es, buena noticia. El hombre es un ser autónomo en el campo de la ciencia, de la técnica, del arte, de la política y todo lo que hay y se hace sobre el mundo es como si Dios no existiera. Esta realidad quiere significar que el mundo es mundo y el y hombre es mera criatura. Aceptando esta realidad asistiendo a la mayoría de edad del hombre, es cuando pueden tener sentido las palabras de Jesús como fuente de vida, de sentido y de salvación, no como una mera superestructura religiosa.
Los primeros cristianos eran tildados de ateos por la cultura griega, no estaban vinculados a ningún templo ni exterioridad religiosa, sus signos como el bautismo o la eucaristía querían ser expresión de la vida en plenitud, ya que Dios estaba en todo y en todos. Bonhoeffer defendía que el cristianismo deberá situarse en la vida real de los hombres y no fuera de ella, la misma vida es el verdadero signo de Dios. Lo determinante en la fe en Dios es el proyecto de vida, el sentido que se le da a la existencia y las metas y valores que movilizan.
En nuestra cultura contemporánea que parece no necesitar a Dios, también se habla de la muerte del hombre, será que esa indiferencia y la muerte de Dios anunciada arrastra también al hombre. Al expulsar a Dios de nuestras vidas vivimos en un mundo creado por nosotros mismos que a veces refleja nuestras propias miserias. Necesitamos alumbrar nuevas luces en nuestras conciencias que nos abra el camino en medio de nuestros conflictos y contradicciones. Necesitamos que nazca de nuevo en nosotros el Dios de la vida, basta ahondar en nuestros interrogantes y en nuestros anhelos más profundos. La salvación no afecta al hombre desde fuera, sino que lo alcanza en lo más profundo de su ser, una semilla de resurrección se halla ya en nosotros. Sólo debemos salir, incluso en la noche como Nicodemo y nacer de nuevo, llamar a la puerta de Jesús y preguntar ¿Qué soy yo para Dios? ¿Es cierto que soy querido y esperado? ¿Es posible que esa realidad transcendente que soy se defina desde Dios? Estamos habitados por el Dios de la vida, cada hombre posee un atlas del cielo que el propio Dios abrió en su humanidad.

sábado, 30 de abril de 2016

El enigma humano











Juan Antonio Mateos Pérez
SALAMAMCArtv al DÍA
El que busca la verdad debe estar preparado para lo inesperado, pues la verdad es difícil de encontrar y desconcertante cuando se da con ella.
Heráclito
El transhumanismo  o posthumanismo es la palabra de moda en la era de la tecnología y de la neurociencia.  Esta corriente cultural e intelectual de fuerte arraigo en Estados Unidos, tiene como objetivo transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de elementos tecnológicos que mejoren las capacidades humanas, tanto físicamente como psicológicamente o intelectualmente. Se habla de las mentes sin cuerpo, sobre todo por la difusión que en los medios tiene Stephen Hawking, y de poder trasladar los contenidos de su cerebro a una máquina. Nos anuncian desde la neurociencia que dentro de poco no habrá ciegos o que se eliminará la sordera, conectado nuestro cerebro a una serie de periféricos, con lo aumentará nuestra interacción con el entorno. Esta corriente promete al hombre una nueva era, donde la relación del cuerpo, mente y la máquina nos hará más inteligentes, más longevos, más perfectos y más felices. Se aprecia que mezclan contenidos científicos con elementos casi de ciencia-ficción, aunque hay pensadores importantes implicados en esta línea de pensamiento, como el ingeniero de Google Ray Kurzweil, o el filósofo Peter Sloterdijk.
Este importante filósofo en su debate con Habermas en torno al humanismo, comenta que todo el pensamiento Occidental se ha enclaustrado sobre sí mismo, con una metafísica que propone la sensación de vacío, pero al mismo tiempo tiene la necesidad de la emergencia del sujeto. El pensador aboga por descartar los fundamentos sólidos del pensamiento y centrarse en las sensaciones y los sentidos del espacio como experiencia de la vida humana. Ya no se puede distinguir el estado de vigilia, verdadero y compartido por todos y el estado de sueño, falso y privado. En la era de las comunicaciones, no está clara la frontera entra ambos mundos, en el ciberespacio la vigilia se puebla de androides donde ya no se puede saber a simple vista si son hombres o replicantes. Por otro lado, Peter Sltordijk entiende el humanismo como un periodo de domesticación racional del hombre y la expansión de su poder sobre todo los objetos, colocando al ser humano en el centro del mundo, comprendiéndolo todo desde sí mismo. Propone una realidad post-humanista que parte de la fascinación por todo lo que nos rodea y un despojamiento de toda singularidad subjetiva. Un mundo donde no es fácil distinguir entre lo natural y lo artificial, un mundo ecológico más amplio dónde se incorpore la tecnología y la máquina.
Lo cierto es que las máquinas ya nos superan en muchos ámbitos, el último prodigio de la inteligencia artificial es un algoritmo que aprende a reconocer la escritura en 50 alfabetos, generando conceptos nuevos que hasta ahora estaban reservados sólo al hombre. Hoy tenemos teléfonos inteligentes, ordenadores inteligentes, tabletas, mañana otros cosas, puede que artilugios tecnológicos impensables, prótesis para nuestros órganos, o bien conexiones para nuestro cerebro que nos harán interactuar con el entorno de forma más efectiva. La pregunta es si todo esto nos hará más humanos, menos centrados en nosotros mismos, más éticos, más preocupados por los grandes problemas y por nuestro propio planeta.
La filósofa Rosi Braidotti, comenta que se están borrando las fronteras entre lo real y lo virtual, propone construir un futuro más humano transcendiendo la negatividad, aprovechando las ventajas de las nuevas tecnologías. Comenta esta pensadora, que no estamos en final de lo humano sino en otro nivel superior de consciencia, en un nuevo salto evolutivo. Albert Cortina y Miquel-Àngel Serra, comentan si ¿Humanos o posthumanos?, estamos ante un gran debate sobre el futuro de la condición humana, la organización social. Comentan los autores que necesitaremos un humanismo fundado en la conciencia universal, abierto a la trascendencia, centrado en la libertad y la dignidad de la persona.
Siguiendo a Hannah Arent, subraya que fue san Agustín el primero en suscitar la cuestión antropológica en la filosófica, con las preguntas ¿quién soy? y ¿qué soy?, la primera se dirige al hombre, la segunda a Dios. Insiste la pensadora que la condición humana no es menos teológica que la cuestión de Dios. El hombre está en perpetua búsqueda de su humanidad, esta búsqueda es una realidad existencial que nos ayuda a vislumbrar el sentido de nuestra vida. El hombre es también un enigma, hay algo en él sin límites, sin comprensión posible. Esta parte enigmática e incomprensible de nuestro ser no podrá ser abolida ni por la racionalidad, la ciencia, la tecnología, ni por la fe. El hombre debe convivir con lo “insoportable”, con lo indecible que hay en él, que no puede llenar ni la ciencia, ni la técnica, que son simples medios a su servicio. El hombre aun contrayéndose con la racionalidad, con el sentido, con la afectividad, con Dios, se construye también con lo indecible y lo indescifrable. Si no está preparado para esta realidad, perderá su calidad de ser.

viernes, 22 de abril de 2016

Ruanda, contra el olvido










Juan Antonio Mateos Pérez
SALAMANCArtv al DÍA
 
La mística que Jesús vivió y enseñó, más que una mística de ojos cerrados, era una mística de ojos abiertos, comprometida en la percepción intensificada del sufrimiento ajeno.
Johann Baptist Metz, Memoria Passionis

El día 7 de abril, no sólo se conmemora el día internacional de la salud, sino el horrible genocidio en Ruanda. A partir de ese día del año 1994, comenzó el horror y la tragedia, 800.000 ruandeses fueron asesinados, en la mayoría de los casos por pertenecer a un grupo étnico determinado. Es uno de los episodios más aberrantes de nuestra historia reciente, en el siglo de los derechos humanos y con el consentimiento internacional, el 85% de la población hutu exterminó al otro 15% tutsi. La matanza comenzó un día después de que un avión en que viajaban los Presidentes de Ruanda y Burundi fuera derribado por un misil cuando se disponía a aterrizar en Kigali. Este genocidio, fue detalladamente organizado, entre otros, por altos funcionarios del gobierno y dirigentes del partido en el poder, participando no sólo las fuerzas armadas, también civiles que se ensañaron con otros civiles.
Las causas políticas y la falta de reacción internacional han sido presentadas por los medios con todo detalle, no tanto así las causas económicas y sociales que llevaron a la masacre. Las brutales matanzas y la guerra civil estuvieron precedidas por una profunda crisis económica, con la restructuración del sistema agrícola de Ruanda, con la supervisión del FMI y el Banco Mundial, que fue lo que precipitó a la población a la pobreza y al desamparo. En 1987, el sistema de cuotas establecido en el Convenio Internacional del Café empezó a hundirse, los precios mundiales se desplomaron. El fondo estatal del café compraba a los agricultores ruandeses a un precio fijo, pero las presiones políticas de Washington en beneficio de los grandes comerciantes de café de Estados Unidos, precipitó que la economía de Ruanda se desplomara. La bajada del precio del café fue catastrófica no sólo para Ruanda, también para otros países africanos, pero no se comenta que los países compradores hicieron una fortuna inmensa.
Pero no sólo subrayamos este neocolonialismo económico de Occidente sobre los países más pobres de África. Es importante subrayar que colonialismo del siglo XX, permaneció inalterado hasta la tragedia, donde la administración colonial belga, utilizaba los conflictos dinásticos para reforzar el control territorial. El objetivo era alimentar las rivalidades étnicas para obtener el control político e impedir el desarrollo de la solidaridad y unión entre los diferentes grupos étnicos contra el dominador. El cobro de impuestos por las aristocracias locales, debilitaron la economía tradicional en base al cultivo en tierras comunales, estableciéndose lotes individuales con cultivos comerciales como el café. Los colonizadores impusieron divisiones étnicas, emitiendo tarjetas de identidad en las que se indicaba el origen étnico, identificando a la monarquía colaboracionista de los belgas con los hutus (dueños de los ganados) y la clase dominada tutsis (agricultores). Con la independencia en 1962, las relaciones con los antiguos colonizadores se volvieron más complejas, pero se heredará casi intacto las divisiones impuestas por la administración belga.
El mismo objetivo de empujar a un grupo contra otro, “divide y vencerás” se continuará al inicio de la guerra, con diversas intervenciones militares de Occidente en defensa de los “derechos humanos”. La concesión de créditos estaba condicionada por supuesta democratización del país, supervisado por la comunidad de donadores, pero con la caída de los precios del café, la economía del país estaba en manos de los donadores de créditos. Esto provocara un terrible empobrecimiento de la población, no sólo debido a la guerra civil, sino a las reformas introducidas por el FMI, intentando realizar una reforma macroeconómica y una transición al libre mercado. Una devaluación del franco ruandés al 50%, pretendía impulsar las exportaciones de café, pero se obtuvieron resultados opuestos, exacerbando la crisis de la guerra civil. Se deterioró la balanza de pagos, la salud y la educación quedaron en mínimos con las medidas de austeridad, acusándose la desnutrición infantil, aumento de la malaria, etc. El Banco Mundial alegó que las cosas hubieran sido mucho peores si no se hubieran adoptado las medidas, pero no se mostró ninguna sensibilidad, ni preocupación respecto a las repercusiones políticas y sociales en un país al borde de la guerra civil.
Los representantes de la ONU, veinte años después en 2014, reconocieron su fracaso al no frenar el genocidio. En diciembre de 2015 el tribunal internacional del genocidio concluyó su misión con 61 condenas, militares, políticos y religiosos por el asesinato de 800.000 personas. Unas 10.000 personas han sido juzgadas por delitos relativos al genocidio en las cortes nacionales, pero ¿están aquí todos los responsables, no lo sé?
A pocas horas de avión, en cualquier parte del mundo está muriendo gente, como pasó hace 22 años en Ruanda, ¿Cómo es posible que vivamos ajenos y que lo que pasa en Siria, en África, o en otros lugares donde se reproducen los horrores cotidianos? ¿Cómo podemos silenciar que el mundo funcione así? El sufrimiento de tantos inocentes, de antes o de ahora, desafía a cualquier economía, política, filosofía y religión que no tome en serio esta realidad. No podemos trivializar el sufrimiento de las víctimas, ellas son normativas, son los que nos juzgan. Un cristiano de nuestro mundo deberá compartir su pasión con Dios con la compasión por el que sufre, ponerse en su lugar, ser misericordioso. Es tan importante escuchar al que sufre como al que razona, no se puede olvidar el sufrimiento, ya que la humanidad corre peligro. Cualquier sistema de pensamiento o cualquier religión que viva de espaldas al sufrimiento, se deshumaniza y se aleja del crucificado. Debemos hacer como nos propone J. B. Mezt una “Memoria passionis”, hacer presente en nuestras sociedades, cultura, política o religión el recuerdo de las víctimas, el recuerdo del sufrimiento, luchar contra el olvido del hambriento, del perseguido, del torturado, del asesinado. La lucha y la defensa por el que sufre nos hace más humanos y revela nuestra verdad por la defensa del hombre.

miércoles, 20 de abril de 2016

Breviario del dolor










Juan Antonio Mateos Pérez
El Hombre y su dolor van de la mano.
Muerte y resurrección (…)
Que germine el dolor, que de la muerte
broten las rosas que proclaman
los corales hermosos de la vida.
José Luis Puerto, Pasión de primavera
En plena Pascua, se ha producido un nuevo atentado contra cristianos, el odio deformado del terrorismo, ha provocado más de 70 muertos de niños y mujeres en un parque de Lahore (Pakistán). El lugar estaba abarrotado, allí se reúnen los cristianos para celebrar el domingo de resurrección. Los atentados de cristianos por todo el mundo no suelen tener grandes repercusiones en la prensa Occidental, posiblemente por la pérdida progresiva de identificación del mundo europeo con la religión cristiana, o bien a una ética líquida, indiferente al sufrimiento de personas que considera alejadas de su realidad cercana ¿Será verdad que hay muertos de primera? ¿O bien estamos necesitados más que nunca de misericordia? En medio del dolor y del silencio, siguen denunciando su situación en medio de la esperanza y manteniendo su fe en alto y florida como la Pascua.
No es la primera vez que sucede, ni será la última que un kamikaze suicida atente contra cristianos. “Los cristianos eran nuestro objetivo”, comentó por teléfono Ehsanullah Ehsan, un portavoz de la facción Jamaat-ul-Ahrar, grupo talibán pakistaní, aseguró que el grupo llevará a cabo más ataques en escuelas y universidades. Este grupo talibán, surge en el 2014, prometiendo lealtad al ISIS, actúa contra minorías religiosas, sobre todo la cristiana. Hace un año, en marzo de 2015, varios ataques contra dos iglesias cristianas provocaron 17 muertos y más de 75 heridos. Ahí siguen estos cristianos a la intemperie, sin protección del gobierno y sin tomar medidas para su protección.
Todavía están recientes los asesinatos de las Misioneras de la Caridad en Yemen y el secuestro del sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil, de nacionalidad india, que desapareció tras la masacre del alberge y el convento. Todavía tenemos en mente y en el corazón, la masacre yihadista de 147 estudiantes cristianos en Kenia en abril de 2015. La religión cristiana es la religión más perseguida del planeta, un drama de dimensiones cada vez mayores que no podemos silenciar en estas páginas. Cerca de unos 100. 000 cristianos pierden la vida cada año en cualquier parte del mundo sólo a causa de su fe, uno cada cinco minutos, pasando esta catástrofe inadvertida para la mayor parte de los medios de comunicación y para la sociedad en general. En la sociedad de los derechos humanos, de las libertades, parece increíble que todavía pueda haber mártires por su fe, pero así es, con el silencio de muchos.
En lo que llevamos de año ha aumentado la persecución religiosa a cristianos respecto al 2015, la persecución se recrudece en Eritrea y Pakistán, aunque la lista está encabeza por Corea del Norte. Los niveles máximos de violencia dirigida a cristianos en 2016, se dieron en Nigeria, Pakistán, Irak, Siria, Myanmar, República Centroafricana, Egipto, México, Sudán e India. Una nueva Iglesia de las catacumbas se está gestando en todos los rincones de la tierra por fenómenos como el extremismo islámico, el nacionalismo y la intolerancia religiosa. Es casi una odisea para muchos cristianos, reunirse en casas particulares en pequeños grupos simplemente a orar, si son descubiertos, pueden ser encarcelados o sufrir violencia física. Con lo que ir a misa, aunque ser realice en casas particulares, supone una gran aventura, una fe profunda y una hondura cristiana a prueba de persecuciones, un hambre real de Jesús y la eucaristía. De hecho, mientras en Europa se retraen los cristianos que afirman la fe, en muchos lugares del mundo, ser cristiano es símbolo de libertad y tolerancia, su lucha y resistencia son símbolo de su amor a Dios y de la dignidad humana.
En esta sociedad líquida y globalizada, nuestro mundo está viviendo una profunda crisis de identidad, las normas se tambalean y la línea entre lo bueno y lo malo cada vez es más delgada. No podemos dejar que las grandes declaraciones de derechos se queden sólo en unos principios, debemos en nuestra vida de cada día llenarlas de sentido y de contenido real. Más que nunca se necesita un consenso social a nivel mundial y una ética para paz, en un mundo cada vez más globalizado. Una ética y pedagogía de la paz, implicaba una praxis de transformación de la persona y del mundo, construida no desde el orden, sino desde los valores de la libertad social y la justicia socio-económica.
El triunfo de la vida en la Pascua cristiana, no aplaza esa realidad para al sepulcro o el mundo muerte. El cristiano busca a su Dios donde hay vida, sabe que una vida crucificada vivida hasta el final con el espíritu de Jesús, solo le espera la resurrección. La resurrección de Jesús recuerda que Dios tiene la última palabra, a pesar del absurdo, del sufrimiento, del mal, del dolor y la muerte. Jesús invita a vivirlo personalmente en cada corazón, a trasformar ser interior y dar sentido a la existencia a través del amor. Invita a tener pasión por la vida, compasión por los que sufren y esperanza por un mundo más pleno y justo. Quisiera traer aquellas palabras de mi querido profesor Manuel Fraijó, “la fe en la resurrección, es una fe difícil de compartir, no difícil de admirar. Representa un noble esfuerzo por seguir afirmando la vida incluso allí donde sucumbe derrotada por la muerte”.

miércoles, 13 de abril de 2016

Mujeres de la pasión y la compasión











Juan Antonio Mateos Pérez

Realmente esta mujer no tiene nombre, en los evangelios sinópticos es simplemente la mujer de Betania que ungió a Jesús. Cuántas mujeres sin nombre, cuántas mujeres que acogen la palabra, la guardan en su corazón y se entregan a los más necesitados de lejos o de cerca y dan testimonio de misericordia.
Esta mujer de Betania, sale de la oscuridad y se vuelve para seguir a Jesús y se atreve a ungirle en casa de Simón el leproso, en el evangelio de Juan se convierte en María. Es una escena que tiene lugar seis días antes de la Pascua, unge a Jesús con la fragancia de un buen perfume de aceite de nardo en una jarra de alabastro.  ¿No era un derroche? ¿No era mejor repartirlo entre los pobres? Se preguntaban los discípulos. Pero como un acto amor y misericordia su acción estaba adelantando lo que Jesús venía anunciando, una muerte en cruz como un maldito. Comenta Jesús a sus amigos cercanos, a los pobres los tendréis siempre vosotros, esta mujer se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura.
Los que cuelgan de un madero no tienen honor, son malditos, fue el precio de su amor y su misericordia, de vivir lo que anunciaba, de su disidencia. Nadie apuesta en este mundo por los vencidos, tal vez sólo las propias víctimas, como muchas mujeres oscurecidas, ninguneadas y apartadas. El trabajo de las mujeres ha sido siempre en muchas sociedades anónimo y escondido, no fue menos en época de Jesús, pero él quería enfrentarse también a esa injusticia. Ni los discípulos fueron capaces de ver la realidad, sólo una mujer anónima tomará la iniciativa de forma profética y pudo administrarle la unción, la extremaunción. Esa mujer creativa, generosa, representa la misericordia y el amor en la entrega, se da a sí misma.
Ahora siguen existiendo muchas mujeres anónimas, muchas mujeres silenciadas y dedicadas a tiempo completo a sus hijos, marido, padres, nietos en la necesidad, el dolor, la vejez, las enfermedades crónicas, las dificultades económicas. Muchas Marías de Betania, de Nueva York, Madrid, Roma.
Mary vive en Nueva York, dejó su trabajo para dedicarse a tiempo completo a su marido enfermo de Parkinson, ahora está agotada. No recibe ninguna ayuda, ni de instituciones, ni de familiares cercanos. A pesar de todo, sigue derramando el perfume de su amor y generosidad cuando acaricia y acuesta a su marido.
En Madrid encontramos a otra María, tiene 50 años, ha renunciado a una vida de familia al servicio de sus padres y hermanos. El padre enfermo de alzheimer y la madre en una silla de ruedas por una cadera fracturada. Está agotada, pero su sonrisa no se descuelga de su rostro como un gran frasco del mejor perfume derramado.
Marie vive en París, tiene 60 años, siempre pendiente de su hija de 35 con esclerosis múltiple avanzada. Alguna vez con depresión y ansiedad, pero tiene una entrega sin límites, lleva la silla de ruedas, la baña con mucho cariño y ahora recibe la ayuda de su otra hija. Lo que le hace más llevadero esos momentos difíciles que se ven superados con una gran amor y con una preparación cada vez más eficaz.
Mariam está en un campo de refugiados fuera de Siria, vive en la misma tienda que sus hijos y nietos, viendo como sus nietos dejan la infancia entre las lonas del campo, entre el barro y sin agua cercana. Ya ha sufrido demasiado su casa había sido bombardeada y estaba en ruinas, ahora quiere para sus nietos y sus hijos un futuro mejor. Desarrolla cada día el perfume de la paciencia y una gran sonrisa en la soledad del campo.
Esta entrega de muchas mujeres anónimas, ha provocado que muchas de ellas sean condenadas al aislamiento, al sufrimiento, incluso a la muerte. Son ellas, muchas desconocidas, las que sacan proyectos sociales y sostienen a las familias en África, Asia y Latinoamérica. A veces, estas mujeres van más allá del cuidado, en un compromiso de resistencia a la opresión en favor de la dignidad humana. Hoy, como ayer, muchas mujeres derrochan su perfume de la generosidad y de la misericordia, en la enfermedad, en la muerte. Como María de Betania existe otro modo de escuchar la palabra, tiene más que ver con las entrañas que con el oído, ellas captan matices que van más allá del amor, apuntando al centro de la misericordia.
Mientras crece la noche, cada día
prende el Amor su llama
en tu candil de aceite desvelado,
siempre igual y creciente.
El pan de tus moliendas se cuece, cada día,
bajo el fuego tranquilo de tus ojos,
mientras crece también la madrugada.
La fuente de la plaza te entrega, cada día, su limosna
mientras le crece el corazón al mundo.

(Pedro Casaldáliga, Mujer de cada día)

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